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Oumou Sangaré: rebelarse contra la tradición

Febrero, 2024

Posiblemente, muy posiblemente, el año de su nacimiento marcó su actitud ante la vida: Oumou Sangaré nació en el convulso año de 1968. Compositora y cantante maliense del género wassoulou, desde muy joven también fue activista defensora de los derechos de la mujer —tanto con su música como fuera de ésta—, al oponerse al matrimonio infantil, a la poligamia o a la mutilación genital femenina. Su voz profunda, además, le ha imprimido fuerza a su lucha. En su revisión de los sonidos africanos, Constanza Ordaz se detiene en la «canora de wassoulou».

Durante los años ochenta, soportando la dictadura de Moussa Traoré en Malí y una grave crisis económica, los malienses empezaron a mirar más allá de los valores representados por los griots. Éstos cantaban alabanzas a patrones cuya riqueza a menudo tenía sus orígenes en la corrupción, sin airear las preocupaciones cotidianas de la gente de a pie, según nos lo relata el libro: La música es el arma del futuro (Fifty Years of African Popular Music, Frank Tenaille, Editorial Lawrence Books, Chicago, 2002).

Un asunto de mujeres

En el frente doméstico, las cosas también estaban cambiando. Tradicionalmente una joven era concedida por sus padres, a cambio de una dote, a un marido que incluso podía tener otras mujeres, pero, en los últimos años, las mujeres estaban oponiendo una gran resistencia a esta situación: querían casarse ni más ni menos que por amor —actualmente está aumentando la tasa de divorcios en Malí, muchos de ellos iniciados por mujeres, mientras disminuyen los matrimonios hasta el punto de que algunas revistas han introducido secciones de “corazones solitarios” para solteros.

Ante este nuevo panorama han ido emergiendo unas potentes cantantes en Wassoulou, una región selvática en el sur del país, donde no hay griots y la música se basa en la percusión —rasgada y sacudida— y la kalamen ngoni —un arpa de seis cuerdas— para acompañar canciones de caza, fiesta y coqueteo.

En los años setenta y ochenta, cantantes como Coumba Sidibé y Nahawa Doumbia añadieron instrumentos eléctricos a las pulsaciones hipnóticas de la región de Wassoulou, pero fue Moussolou —“Mujeres”—, un disco editado por Oumou Sangaré en 1990, lo que las sacó de las sombras.

Sangaré comentaba: “Los griots cantan para un individuo determinado. Yo canto para todo el mundo, sobre cosas que interesan a todos, no para una sola persona, para que se sienta superior… Antes, si no eras un griot no podías cantar en Malí. Nosotros, en Wassoulou, hemos dado la vuelta a todo eso”.

Oumou Sangaré. / Foto: Holly Whittaker.

Música y matrimonio

Sangaré, nacida en 1968, cantaba especialmente para las jóvenes como ella en ese momento. El tema “Diya Gneba”, por ejemplo, reivindica el matrimonio por elección: “Deberías amar a la persona con quien te casas/ Si nos amamos, deberíamos compartir una manta/ Compartir nuestros muslos, nuestros pies, nuestras manos”. No obstante, ante esta nueva tesitura femenina, es frecuente que el amor origine conflictos entre las exigencias de los padres y las de un novio, como así ilustra en el tema “Ah Ndiya”:  “Mi padre está en casa, no puedo volver/ Me dice: ‘Pequeña, te gusta demasiado la ciudad’/ Entonces mi novio me dice: ‘Cariño, veo que no te interesa nuestro amor/ Estás todo el día en casa, creo que no sirves para nuestro amor’”. Sentimientos que se expresan con una sutileza extraordinaria en una cantante que conoce las virtudes de la moderación —mientras el canto de los griottes mandingas acostumbra a ser estridente.

La voz prodigiosa de Sangaré, resaltada por coros femeninos, sirve a sus canciones sin concesiones de lujo y los arreglos son igualmente discretos, con los instrumentos tradicionales reforzados por un bajo y un violín sensual. Se vendieron más de doscientas mil copias del álbum Moussolou en Malí —sin contar el pirateo—, y Sangaré se convirtió en una figura nacional, “pues ya las jóvenes tenían a alguien que les podía ayudar a gritar lo que sentían”. En el CD Ko Sira, grabado en Berlín y editado en 1993, Sangaré apunta hacia la poligamia y los hombres que “cuando te han vencido, seducido y casado/ Se van hacia la siguiente, otra inocente/ Se mofan de tu dignidad sin la menor vergüenza”. El matrimonio presagia sufrimiento, pero el verdadero amor implica separación: la separación por falta de dinero que obliga a tantos africanos a emigrar hasta donde “la humillación es nuestro destino”; la separación de la cantante de su pueblo para poder ejercer su profesión —“¡Cómo echo de menos a todos mis amigos!”—, y la separación final de la muerte. El tema “Saa Magni” es un lamento para un amigo fallecido que la cantante extiende a una meditación filosófica, sirviendo sus emociones personales como ilustración de verdades generales: “La muerte golpea sin distinción, sin piedad/ La malvada muerte se agacha en una curva del camino/ acechándonos”.

Por cierto: es necesario acotar que, para fortuna de melómanos, Sangaré se ha presentado en México en 2007, en 2009 y también en 2015. Y sigue grabando discos de alta calidad, como Timbuktu (2022), Mogoya (2017) o Seya (2009).

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