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La grandeza perenne: Innokenti Smoktunovski

Considerado uno de los más grandes actores rusos de todos los tiempos, en este 2024 se cumplen tres décadas de su fallecimiento

Enero, 2024

Fue, es, sigue siendo, uno de los más grandes actores rusos de todos los tiempos. Tenía 69 años cuando dejó esta tierra, en 1994. Su nombre: Innokenti Smoktunovski. Conocido especialmente por haber protagonizado el papel de Hamlet, dedicó toda su vida al cine y al teatro. Norberto Zúñiga Mendoza lo recuerda en el siguiente texto, ahora que se cumple el 30 aniversario de su partida.

ACTOR: Señor, espero que eso lo tengamos bastante dominado.
HAMLET: Dominadlo del todo. Y que el gracioso no se salga de su texto,
pues los hay que se ríen para hacer reír a un grupo de pasmados,
aunque sea en algún momento crítico del drama.
Eso es infame, y demuestra una ambición muy lamentable en el gracioso.
Anda, preparaos.
William Shakespeare.
Hamlet. Príncipe de Dinamarca.

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Fue, es, sigue siendo, uno de los más grandes actores rusos de todos los tiempos. Tenía 69 años cuando dejó esta tierra, hace ahora tres décadas. Su nombre: Innokenti Smoktunovski.

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Innokenti Smoktunovski nació el 28 de marzo de 1925 en la aldea de Tatianovka, en la provincia de Tomsk, al norte de Rusia (o antigua Unión Soviética, para ser más exactos). Pocos años después, en 1929, su familia cambió de residencia a la región de Krasnoyarsk, donde asistió a la escuela secundaria. En 1943 combatió en el frente de guerra, donde logró escapar del enemigo alemán y salvar milagrosamente la vida, para regresar a las acciones bélicas y participar, finalmente, en la toma de Berlín en abril de 1945.

A su regreso del frente, con 20 años de edad, reflexionó sobre su profesión futura. Ya en sus años escolares había participado en círculos dramáticos, pero no había decidido dedicarse definitivamente a la actuación. El destino, sin embargo, lo llevaría por esos derroteros, cuando al acompañar a un amigo a una audición quedó prendado del ambiente y la atmósfera teatrales. Recuerda Smoktunovski: “Cuando llegué al teatro como extra, mi primera sensación fue de miedo ante el público. Sentí escalofríos. Por si fuera poco, mi voz apenas se escuchaba. No sabía a dónde meterme, qué hacer con mis pies y manos. ¡Estaba horrorizado! Fue preciso salir de ese ataque de nervios, de ese estado de inopia, gritar, encontrar el camino hacia la calma en escena, encontrarme a mí mismo”.

Así, en ese difícil camino de búsqueda de sí mismo, desde los teatros provincianos rusos, Innokenti Smoktunovski se lanzó en enero de 1955 a la conquista de la capital soviética: Moscú. En el verano de ese mismo año, recibió la oportunidad de participar en un papel muy breve bajo la dirección Mijaíl Romm. Ante la duda sobre su capacidad por parte del resto de la compañía, el director comentó: “¿Acaso no ven su talento?… ¡Este breve episodio es endiabladamente difícil! Este artista es talentoso, todavía está por demostrarlo”.

El mismo Romm le dio su gran oportunidad en 1960, en la película Nueve días de un año. Por su papel, Smoktunovski recibió el premio al mejor actor masculino en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary de Checoslovaquia en 1962. A partir de este momento, cada actor novel en la Unión Soviética intentó seguir el ejemplo de actuación “a la Smoktunovski”.

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Pero aún estaba por venir su mayor éxito. En 1964 fue exhibida al público soviético la película Hamlet, bajo la dirección de Grigori Kozintsev, y en el papel del príncipe danés: Smoktunovski. Kozintsev lo había visto casualmente en una toma experimental, y al volver a casa pensó: “¡Sabía que ese es Hamlet! No hay dudas, no es necesario prueba o toma preliminar alguna; ¡Él es Hamlet y ningún otro más!”.

En respuesta, Smoktunovski le dirigió una misiva en la cual reconocía: “Estoy a la vez orgulloso, contento, perplejo y agradecido, pero, sobre todo, estoy asustado. No sé en qué grado podré justificar sus expectativas. Ni en teatro o cine he tenido que llevar a cabo cosas de tal magnitud. Por eso le pido comprenda mi confusión. Es terrible, pero no menos terribles son mis deseos de hacerlo. No me veo completamente en el papel de Hamlet. Si usted fuera capaz de inspirar en mí la confianza necesaria, le estaré muy, muy agradecido”.

Smoktunovski nos legó así, a uno de los mejores personajes Hamlet que ha habido y se han interpretado en la historia universal del teatro y del cine. Supo transmitir perfectamente aquello que Borges definía como el enigma de Hamlet: “Una visión que lo es todo y que lo es nada, una persona que fue todos y ninguno, un arte tan infinito que nos contiene, y seguirá conteniendo a los que probablemente vendrán después de nosotros”. El Hamlet de Smoktunovski nos recuerda la representación de la voluntad y la lucha, un personaje que antes de empuñar la espada reflexiona. Su mejor arma es, sobre todas las cosas, el pensamiento en busca de la verdad.

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Fuera de la Unión Soviética, a lo largo de cuatro años, la película recibió más de 20 premios. En la Inglaterra de Shakespeare, el público consideró al Hamlet soviético mucho mejor y más moderno que el del mismo Laurence Olivier. En la URSS, director y actor recibieron el máximo reconocimiento de su época. En 1965, ambos fueron condecorados con la medalla Lenin.

Innokenti Mijáilovich Smoktunovski falleció el 3 de agosto de 1994 haciendo lo que más le gustaba: actuar. Decía Smoktunovski a su hija María: “Yo traje a las personas una pequeña esperanza, una pequeña luz. Sólo por eso valió la pena vivir, crear, erigir, amar, estar en el mundo consigo mismo”. Smoktunovski, en un intento de devolvernos al universalismo, nos devolvió a Hamlet, que, anota Harold Bloom, es el más grande de los espíritus, siempre pensando en su camino hacia la verdad, por la cual fallece. Esta es, continuando con Bloom, la idea fundamental de Shakespeare: enseñarnos a pensar la verdad, y poder soportarla sin perecer.

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