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Hablemos de dinosaurios: dos recientes estudios nos actualizan (y nos dan más pistas) de su paso por la Tierra

¿Cuáles fueron los últimos dinosaurios europeos?, ¿cuáles fueron los más veloces del planeta? Dos nuevas investigaciones intentan dar respuesta a estas preguntas.

Julio, 2022

Los últimos dinosaurios de Europa se extinguieron de un modo abrupto y los Pirineos pudieron ser su último refugio. El Grupo Aragosaurus-IUCA, de la Universidad de Zaragoza, investiga sus últimos días. Por otra parte, lejos de la teoría de que los dinosaurios eran animales altos y torpes, investigaciones recientes han determinado que estuvieron perfectamente adaptados a su medio: hace unos 100 millones de años, depredadores de 5 metros de largo corrían a velocidades de hasta 45 kilómetros por hora mientras perseguían a sus presas…


Los últimos dinosaurios europeos

José Ignacio Canudo Sanagustín / Carmen Núñez-Lahuerta / Eduardo Puértolas Pascual / José Manuel Gasca / Manuel Pérez Pueyo / Miguel Moreno-Azanza / Penélope Cruzado-Caballero


Hace 66 millones de años, la Tierra sufrió cambios dramáticos. Todo lo que podía salir mal, salió mal: variaciones del nivel del mar, miles de kilómetros cúbicos de lava expulsados en el océano Índico y el impacto de un asteroide de 11 kilómetros de diámetro. Todos estos eventos han sido propuestos como causas de la extinción masiva que afectó a muchos grupos de organismos, entre ellos los dinosaurios.

La extinción de muchos de estos grupos coincidió exactamente con el impacto del asteroide, pero el registro fósil de dinosaurios es demasiado incompleto para saber qué sucedió con ellos. Las respuestas hay que buscarlas en las rocas y su registro fósil, y sólo se encuentran en unos pocos lugares del mundo, entre ellos en una localidad del Pirineo oscense, en la Comarca de la Ribagorza, en el noreste de Aragón.

Evidencias de una catástrofe global

Desde la propuesta de la hipótesis del impacto extraterrestre, los investigadores han buscado su rastro en las rocas. Se han encontrado niveles ricos en metales raros en la Tierra pero abundantes en los meteoritos, como el iridio, o con gotas de vidrio fundido creadas por un impacto de gran energía. También se han encontrado evidencias de un enorme tsunami provocado por el asteroide al caer sobre el mar, y que afectó a lo que hoy es América Central y Norteamérica.

Los ecosistemas colapsaron y grandes incendios y terremotos asolaron el planeta. Una nube de ceniza cubrió el cielo, ya oscurecido por la ceniza de los volcanes. Pero lo más frustrante para los paleontólogos no es lo que pasó, si no lo que no podemos ver. Los yacimientos de dinosaurios cercanos al límite son rarísimos, y es difícil saber cómo fueron sus últimos días.

Durante años se ha debatido el papel del meteorito en la extinción catastrófica. ¿Fue el golpe de gracia en un mundo en decadencia? ¿Fue la gota que colmó el vaso? El punto crucial y aún discutido es si la extinción de los dinosaurios fue instantánea tras el impacto o sucedió de forma gradual.

Un símil moderno: la extinción del bucardo

Para entender mejor el problema podemos establecer una comparación. El bucardo es una subespecie de cabra montesa que vivió hasta finales del siglo XX en los Pirineos. La última ejemplar de esta especie murió aplastada por la caída de un abeto durante una tormenta. Siguiendo una lógica lineal, podríamos decir que la caída de los abetos fue la causa de la extinción de los bucardos.

Pero decir que a los bucardos los extinguieron los abetos sería equívoco y ridículo. Lo que realmente produjo su extinción fueron diversos factores como la caza excesiva y la fragmentación de su territorio. Debemos ser capaces de ver las extinciones como un conjunto de factores y no sólo como un único evento que mata al último individuo. Que el abeto no nos impida ver el bosque.

Sorprendentemente, esta extinción no es la única de la que han sido testigo los Pirineos.

La vida en el Pirineo antes de la quinta gran extinción

Los dinosaurios, exceptuando las aves, desaparecieron al final del Cretácico, en el límite con el periodo Paleógeno. Su extinción es un fenómeno global tan claro que la ausencia de sus fósiles se utiliza para darle nombre a las rocas. El reemplazo de dinosaurios por mamíferos marca el inicio de la era Cenozoica, nombre que significa “animales nuevos”.

Esta es la quinta gran extinción en la historia de nuestro planeta. Para documentarla necesitamos buscar por todo el mundo rocas continentales de los últimos millones de años de la “era de los dinosaurios”. Estas áreas son muy escasas en todo el mundo: Norteamérica, algunas zonas de Asia y el este de Europa. Pero una de ellas se localiza en los Pirineos oscenses.

Nuestro grupo de investigación Aragosaurus-IUCA, de la Universidad de Zaragoza, lleva décadas trabajando en el Pirineo. En la Ribagorza (Huesca) encontramos afloramientos con abundantes restos fósiles de vertebrados, correspondientes a los últimos 450 000 años del Cretácico. Cuando comenzamos nuestra investigación a finales de los años 1990 la presencia de dinosaurios era desconocida en esta parte del Pirineo, pero desde entonces el panorama ha cambiado por completo.

Vértebras de la cola del dinosaurio Arenysaurus en el yacimiento de Blasi. jicanudo@unizar.es

Los yacimientos de Huesca albergan restos de huesos, cáscaras de huevo y huellas fósiles de dinosaurios. Encontramos herbívoros hadrosáuridos (conocidos como dinosaurios “pico de pato”) de tamaño medio como Arenysaurus y Blasisaurus, y al menos otra especie enana. Estos animales dejaron huellas (llamadas icnitas) que han conservado delicados detalles como la piel de sus pies. También conocemos un gran saurópodo de unos 15 metros. Este dinosaurio, de largo cuello y cola, estaba emparentado con Abditosaurus, descrito en el Pirineo catalán.

Pero no sólo había especies herbívoras. También están representados los dinosaurios carnívoros o terópodos. Hemos recuperado dientes aislados de al menos siete especies diferentes y cáscaras de huevo de hasta cuatro especies. Y este año hemos publicado el descubrimiento de una vértebra del cuello de un ave terrestre del tamaño de un avestruz.

En estos ecosistemas los dinosaurios no estaban solos. También hemos recuperado restos de anfibios y peces, y los cráneos de dos especies de cocodrilos, Arenysuchus y Agaresuchus. Y no sólo eso, también conocemos cómo eran sus cáscaras de huevo.

Los Pirineos eran una zona costera antes de la extinción de los dinosaurios

El conocimiento de este registro fósil nos muestra la riqueza y diversidad de los ecosistemas unos miles de años antes de la extinción. En aquella época, el Pirineo era una zona costera, bañada por el Atlántico, con ríos y pantanos, y clima tropical. Un ecosistema que no parecía estar en declive.

Todavía no hemos conseguido encontrar evidencias del impacto meteorítico. No sabemos si en esta zona los dinosaurios se extinguieron con el impacto, un poco antes o un poco después. Pero sin duda algo sucedió para que un ecosistema tan rico desapareciera tan bruscamente del registro fósil.

No sabemos si el meteorito fue a los dinosaurios lo que el abeto al bucardo, pero sí estamos seguros de que el impacto fue uno de los culpables de su extinción. Seguimos buscando respuestas.

[José Ignacio Canudo Sanagustín, Universidad de Zaragoza; Carmen Núñez-Lahuerta, Universidade Nova de Lisboa; Eduardo Puértolas Pascual, Universidad de Zaragoza; José Manuel Gasca, Universidad de Salamanca; Manuel Pérez Pueyo, Universidad de Zaragoza; Miguel Moreno-Azanza, Universidad de Zaragoza y Penélope Cruzado-Caballero, Universidad de La Laguna. / Fuente: The Conversation. Texto reproducido bajo la licencia reative Commons.]

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Los dinosaurios más veloces del planeta

Angelica Torices Hernandez / Pablo Navarro Lorbés


La primera visión que se dio de los dinosaurios era muy distinta a la que impera hoy en el mundo de la paleontología. El escultor Benjamin Waterhouse Hawkins, bajo la supervisión científica de Sir Richard Owen, celebre paleontólogo y director del Natural History Museum de Londres, dio forma por primera vez en la historia a los dinosaurios en el Crystal Palace de Londres en 1854.

Los animales que mostró Owen eran pesados y lentos, incluso algo torpes. Pero esa visión ha cambiado enormemente gracias a descubrimientos como el esqueleto completo de Deinonychus y al estudio de restos fósiles como las huellas de dinosaurios. Gracias a estos hallazgos se ha podido demostrar que los dinosaurios eran animales perfectamente adaptados a su medio y más parecidos a las aves, de las que son sus ancestros, que a esos reptiles pesados que Waterhouse recreó a finales del siglo XIX.

Dinosaurios del Palacio de Cristal de Londres, diseñados y esculpidos por Benjamin Waterhouse Hawkins bajo la supervisión científica de Sir Richard Owen. (Wikimedia Commons)

La familia de los dinosaurios más veloces

Los dinosaurios que han atraído en mayor medida la atención y fascinación del público han sido los dinosaurios terópodos. A este grupo pertenecen algunas de las especies más famosas, como Velociraptor y Tyrannosaurus rex. Es a este grupo al que pertenecen también todas las aves actuales, que derivan de un pequeño grupo de terópodos emplumados que sobrevivieron a la extinción ocurrida a finales del Cretácico, hace 66 millones de años.

Eran generalmente animales bípedos (caminaban sobre dos patas), con largas colas y cabezas relativamente grandes, que albergaban unas poderosas mandíbulas y dientes afilados.

En este grupo, el tamaño podía variar mucho de unas especies a otras. Desde animales diminutos como Parvicursor remotus, de apenas 150 gramos de peso, hasta gigantes como Spinosaurus aegyptiacus o Tyrannosaurus rex que podían alcanzar las 8 toneladas de peso.

Entre ellos, los estudios paleontológicos apuntan a que probablemente los más rápidos, los mejores corredores, se encontrarían en el rango entre los 100 y los 1000 Kg. En este rango de peso se encontrarían animales que debían ser rápidos tanto para cazar a sus presas como para huir de depredadores de mayor tamaño que ellos.

Las huellas que han sido estudiadas en La Rioja (España) apuntan a un terópodo que se encontraría precisamente en este rango de tamaño, y que podría haber alcanzado los 300 Kg.

Aunque a partir de las huellas es complicado determinar la especie o grupo exacto de animal que las produjo, gracias al registro fósil podemos proponer candidatos.

Hay dos grupos de terópodos que podrían haber dejado sus huellas en esta zona y en esta época: un Carcharodontosaurido o un Espinosáurido. Ambos grupos de dinosaurios terópodos se encontraban en la península ibérica en el Cretácico Inferior, como demuestran algunas especies descubiertas en España como Concavenator corcovatus (carcharodontosáurido) o Vallibonavenatrix cani (espinosáurido).

Por sus huellas sabemos cuánto corrían

Durante la década de los setenta del pasado siglo, el zoólogo británico Robert McNeil Alexander desarrolló un método para calcular la velocidad de los dinosaurios a partir de sus huellas, en función de la longitud de zancada y la altura de la extremidad. Para su trabajo utilizo observaciones realizadas en mamíferos moviéndose y en experimentos con sus hijos corriendo por la playa.

McNeil Alexander desarrolló una fórmula matemática que publicó en Nature, en la que relacionaba estos factores y permitía estimar la velocidad a la que corre el animal a partir de las huellas que deja su pisada. De esta fórmula se deduce que cuanto mayor es la longitud de la zancada, mayor es la velocidad a la que corre el animal que dejó las huellas. A lo largo de los años se han realizado numerosos estudios que han refinado la formula, pero su esencia permanece.

A pesar de la gran cantidad de huellas y rastros de dinosaurios que se han encontrado en todo el mundo, lo cierto es que las velocidades que de ellas pueden extraerse no suelen ser elevadas. La mayoría de los dinosaurios caminaba, no corría. Como hoy en día, estos animales conservaban la energía disponible corriendo sólo en momentos puntuales. Pero en yacimientos únicos en el mundo, se han encontrado huellas que demuestran que algunos dinosaurios podían correr a grandes velocidades.

Los medalla de bronce de los dinosaurios corredores

Dos de estos yacimientos se encuentran en La Rioja. Un equipo de paleontólogos de varias universidades, liderados por el investigador de la Universidad de la Rioja Pablo Navarro (coautor de este artículo) ha calculado la velocidad a la que corrían estos dinosaurios según sus rastros. El estudio se ha publicado recientemente en la revista Scientific Reports.

Los dos rastros que aparecen en los yacimientos de La Torre 6A y La Torre 6B, que datan del Cretácico Inferior (hace entre 145 y 100 millones de años), han permitido calcular que aquellos dinosaurios podían correr a 45 Km/h. Solo otros dos rastros en Utah (EUA) superan esta velocidad, convirtiendo a los riojanos en los medalla de bronce de los dinosaurios de la Tierra.

Estas huellas se encuentran repartidas en dos rastros diferentes: La Torre 6A que consta de 5 huellas, de un rastro de 6 ya que una de las huellas intermedias ha sido destruida por la erosión; y La Torre 6B, que consta de 7 huellas.

Las impresiones que dejaron estos dinosaurios muestran tres dedos acabados en garras, con longitudes de alrededor de 30 cm. Con esta dimensión de huella, llama la atención las enormes distancias de paso que se han medido en estos yacimientos. Alguna llega a los 2,87 metros de distancia entre huellas.

Huella del yacimiento de La Rioja. Muestra tres dedos acabados en garras, con longitudes de alrededor de 30 cm.

Prueba de agilidad

Los rastros de los yacimientos de La Torre no sólo muestran elevadas velocidades. En uno de los casos se observa que el animal fue capaz de maniobrar y cambiar de dirección a gran velocidad, mostrando una considerable agilidad. Esta agilidad y la capacidad de correr tan rápido seguramente les convertía en unos depredadores formidables, permitiéndoles cazar presas que no andaban a la zaga en términos de velocidad y agilidad, como ocurre hoy en día.

Los dinosaurios que produjeron estas huellas poseían una altura hasta la cadera de entre 1.1 y 1.4 metros, medían unos 4-5 metros de largo y eran terópodos (dinosaurios carnívoros que caminaban sobre dos patas).

El ambiente que existía en La Rioja durante el Cretácico Inferior era el de una zona llana y lacustre, que probablemente sufría cambios en el nivel de sus aguas. Durante una de estas variaciones fue cuando los sedimentos quedaron expuestos y sobre ellos corrieron estos dinosaurios, dejando sus huellas impresas y permitiéndonos hoy conocer un poco más sobre ellos.

Debido a la escasez de rastros de dinosaurios en carrera, resolver a qué velocidades podían correr y cómo se movían se ha abordado también desde otros puntos de vista. Gracias a algunos restos de dinosaurios muy completos, se han podido realizar estudios biomecánicos que permiten estimar las velocidades que alcanzaban, y que hemos confirmado con los descubrimientos realizados en La Rioja.

Es probable que nunca lleguemos a conocer exactamente cuáles eran las capacidades de estos animales extintos a la hora de moverse, alimentarse e interactuar con otros individuos y con su entorno. Pero los nuevos descubrimientos que se realizan cada año nos permiten conocer cada vez un poco mejor cómo eran en realidad estas asombrosas criaturas que llevan siglos fascinándonos.

[Angelica Torices Hernandez: profesora ayudante doctor UCM; directora académica de la Catedra de Paleontología Universidad de La Rioja, Universidad Complutense de Madrid. / Pablo Navarro Lorbés: estudiante de doctorado, Universidad de La Rioja. / Fuente: The Conversation. Texto reproducido bajo la licencia Creative Commons.]

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