Presentan los restos de “El Hombre de Bilbao”
Julio, 2024
Los restos de un hombre nómada que probablemente habitó el desierto de Coahuila entre hace 700 y 1000 años y hallados en las dunas de Bilbao, fueron presentados por investigadores del INAH. Bautizado como “El Hombre de Bilbao”, se trata de un joven de entre 20 y 30 años, que pertenecía a un grupo de cazadores-recolectores.
Los restos de un hombre nómada que probablemente habitó el desierto de Coahuila entre hace 700 y 1000 años y hallados en las dunas de Bilbao, fueron presentados esta semana por autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Estos restos, bautizados como “El hombre de Bilbao”, dieron pie al descubrimiento de un nuevo sitio arqueológico de antiguos cazadores-recolectores, ubicado en la hondonada de un paraje en el desierto de Coahuila, ha informado Diego Prieto, director general de dicho instituto, en la presentación de los vestigios en el Museo Regional de la Laguna.
Este hallazgo es un acontecimiento para el estudio de poblaciones del norte de México, así como para la antropología física mexicana, ha añadido el antropólogo y funcionario.
Alex Baños, titular de la Dirección de Antropología Física del INAH, también ha resaltado la importancia del hallazgo, el cual es aislado y sobre todo “espectacular” por encontrarse al interior de dunas de arena; es decir, un material que, ha explicado, suele trata mal a los materiales óseos.
“Estos descubrimientos nos permiten generar una gran cantidad de conocimiento sobre quiénes eran nuestros ancestros, cómo vivían, qué salud tenían, de qué se alimentaban, qué actividades físicas realizaban o a qué edad morían, entre otros aspectos”, ha puntualizado Baños.
La osamenta había sido recuperada hace algunos meses por la Fiscalía de Personas Desaparecidas de Coahuila, luego de que turistas dieran aviso a las autoridades de la presencia de restos humanos en las dunas de Bilbao, donde la movilidad de la arena debió sepultarlos por siglos, hasta que el desplazamiento de cuatrimotos los arrojó de nuevo a la superficie.
Al acudir a inspeccionar el área del hallazgo y tras varios recorridos de superficie, Yuri de la Rosa Gutiérrez, investigador del Centro INAH Coahuila, ha narrado que halló un paraje dentro del contexto de dunas altas, de una extensión aproximada de 10 metros de diámetro, repleto de materiales arqueológicos.
En la zona se encontraron huesos de animales y material lítico, tanto herramientas completas como en proceso de elaboración (preformas) y el desecho que resulta del corte de la roca (lascas), por lo que han podido identificar procesos de elaboración y corroborar que se trata de un campamento estacional de producción de artefactos líticos.
Los huesos del individuo, ha explicado el arqueólogo, estaban muy fragmentados, pero representan todas las partes del esqueleto humano. Los primeros estudios indican que corresponden a un joven de entre 20 y 30 años al momento de morir, que debió tener una vida nómada físicamente azarosa.
Y es que el esqueleto estaba asociado a diversos materiales: un collar de conchas marinas, probablemente del Pacífico; una hoja de pedernal blanco, perteneciente a un cuchillo enmangado, característico de los cazadores-recolectores nómadas que habitaron la región desde el poblamiento de América hasta el siglo XVIII; una punta de proyectil y restos de animales.
Por los materiales líticos asociados, la posible filiación étnica de “El hombre de Bilbao” correspondería a las Culturas del Desierto, cuya antigüedad oscila entre hace 700 y 1000 años, relacionado con la tradición cultural Candelaria.
En este sentido, ha explicado De la Rosa, “las características de este tipo de lítica son similares a las de la localizada en la Cueva de la Candelaria, importante sitio explorado en la década de 1950, ubicado a 60 o 70 kilómetros de distancia, por lo que las primeras hipótesis apuntan a un horizonte cronológico cercano, de alrededor de 1000 años a.p., en el periodo Clásico Temprano. Es decir que se trata de la misma área cultural”.
En el sitio también se hallaron fragmentos de cerámica y modelados de arcilla comunes en la región lagunera, reconocida por diversas investigaciones y crónicas del siglo XVI como una zona de contacto e intercambio comercial de las culturas cazadoras-recolectoras con las de la sierra, las costeras y las que transitaban de Mesoamérica hacia Aridoamérica, puntualiza el investigador mexicano.
Y concluye: el hallazgo se da en un contexto arqueológico particular, pues “no fue un sitio para enterrar muertos ni tampoco hay una sola evidencia de que el cuerpo haya sido preparado, lo que lleva a pensar que el individuo estaba en su campamento cazando o pescando y algo le pasó o estaba enfermo”. De hecho, finaliza, los lugares de enterramiento usuales de esas culturas eran las cuevas profundas y abrigos rocosos, donde se han encontrado contextos mortuorios.