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El mundo simbólico de los neandertales

La imagen que tenemos de los neandertales ha cambiado radicalmente en los últimos años. Este cambio de percepción no es una moda, sino que se basa en la evidencia científica. Recientemente, una falange de ciervo gigante encontrada en una antigua cueva de Alemania apoya la teoría de que estos humanos ya eran capaces de crear expresiones simbólicas de ‘arte’. Su autor raspó el hueso y lo hirvió antes de grabarlo con varios signos. Por otra parte, garras de águila utilizadas como adornos por los neandertales ibéricos ayudan a profundizar en su mundo simbólico.


Habla un hueso tallado hace 51 000 años: los neandertales fueron artistas pioneros

Sergio Ferrer

Hace 51 000 años, en una cueva del norte de Alemania, alguien talló un hueso de ciervo con unos extraños símbolos. No fue uno de nuestros antepasados directos, pues los Homo sapiens no llegarían al norte de Europa hasta hace unos 45 000 años: el autor fue un neandertal (Homo neanderthalensis). El hallazgo, publicado esta semana en la revista Nature Ecology & Evolution, añade nuevas evidencias a la teoría de que esta especie era capaz de crear arte simbólico.

“Es una evidencia más que indica que los neandertales modificaban objetos de su entorno con objetivos diferentes a lo más esencial y mundano como comer, buscar refugio o tallar piedras”, explica el investigador de la Universidad Complutense de Madrid Antonio Rodríguez. Son hallazgos, asegura, cada vez más frecuentes, pero siguen siendo controvertidos por su “escasez y singularidad”. En otras palabras, a estos humanos todavía se los considera como menos desarrollados.

Los investigadores encontraron una falange de ciervo gigante (Megaloceros giganteus) que había sido trabajada a conciencia. El artista prehistórico raspó el hueso y, probablemente, lo hirvió antes de grabarlo con símbolos similares a los chevrones heráldicos, apilados y realizados con diferentes técnicas. Su obra quedó abandonada para la posteridad en Einhornhöhle, más conocida como la cueva del Unicornio, situada al suroeste de lo que hoy conocemos como Berlín.

El resultado, según escribe la investigadora del Museo de Historia Natural de Londres Silvia Bello en un artículo que acompaña al estudio, es “una de las expresiones artísticas más complejas creadas por neandertales conocidas hasta la fecha”. Rodríguez, por su parte, destaca que el hueso es “único” en todo el registro fósil.

Los autores del estudio, procedentes de varias universidades alemanas, teorizan que escoger las falanges de un ciervo gigante no fue casual: estos mamíferos eran enormes, sus cornamentas eran impresionantes y, para entonces, ya eran difíciles de encontrar. Todo esto, según Bello, “sugiere la elección de un animal especial con un significado simbólico”.

“El hueso grabado demuestra que la imaginación conceptual, un prerrequisito para componer líneas individuales en un diseño coherente, estaba presente en los neandertales”, escriben los investigadores alemanes en su artículo. “Por lo tanto, es muy probable que fueran conscientes del significado simbólico y que fueran capaces de crear expresiones simbólicas antes de que el Homo sapiens llegara a Europa Central”.

“La aparición de grabados sobre distintos soportes es recurrente en el mundo neandertal”, añade Rodríguez. Pone ejemplos de marcas abstractas sobre paredes, huesos y piedras. “No tenemos ni idea de su significado, pero este arte prefigurativo apareció hace unos 300 000 años y se hizo bastante común hace unos 70 000”. El investigador se pregunta si esto fue el “preludio” que anunció el surgimiento de un “mundo simbólico complejo”.

La falange de ciervo gigante grabada que se ha encontrado en Einhornhöhle, Baja Sajonia, Alemania. / Crédito: V. Minkus.

Una ventana única a la mente neandertal

El hueso tallado, al ser único, es también un misterio. “Las garras de águila [talladas] están en diez yacimientos de un área muy concreta y hemos encontrado unas 24, por eso proponemos su uso simbólico: tenían un significado, eran unidades de comunicación no verbal que transmitían un mensaje sobre el portador a los receptores que compartían el código”, comenta Rodríguez.

“Los símbolos están determinados por su arbitrariedad y convención”, aclara Rodríguez. “Además, funcionan en un contexto en el que se repiten y usan”. En otras palabras, no tienen un significado lógico (como la señal de prohibido el paso), pero todos estamos de acuerdo en su significado. Si las falanges de ciervo gigantes eran también un objeto simbólico, ¿por qué no hemos encontrado más? Es una pregunta que, de momento, queda sin respuesta.

También queda en el aire la posibilidad de que fueran nuestros antepasados los que enseñaran a los neandertales. De la misma forma que compartimos genes, podríamos haber compartido cultura y conocimiento. Bello cree que esto no quita un ápice de valor al hallazgo: “La capacidad de aprender, integrar innovación en la cultura propia y adaptarse a nuevas tecnologías y conceptos abstractos debería ser reconocida como un elemento de complejidad”.

Rodríguez considera que debemos ser cautos a la hora de comparar la frecuencia de los hallazgos. “El mundo simbólico del Homo sapiens está dominado por la materialidad: insuflamos alma a objetos cotidianos. Quizá el mundo simbólico de los neandertales estaba dominado por la cultura inmaterial: canciones, palmas, historias y cuentos”. Cabe la posibilidad de que fuera “tan rico como el nuestro, pero que no dejara registro arqueológico”.

Es una posibilidad que también deja caer Bello en su texto: “El hueso tallado de Einhornhöhle acerca el comportamiento neandertal todavía más al comportamiento moderno del Homo sapiens”.

Fuente: agencia SINC.

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El collar del último neandertal

Antonio Rodriguez-Hidalgo

Si nos cruzásemos por algún barrio europeo con una pareja de neandertales vestidos a la última, seguramente no notaríamos nada extraño. Pero si ellos se cruzasen con nosotros hace 50 000 años en la orilla del Río Manzanares, ¿cómo deberíamos lucir para no llamar su atención?

Los neandertales son una especie controvertida. Para unos representan una humanidad imperfecta, brutal y fallida. Para otros, tan humanos, sofisticados e inteligentes como cualquiera de nosotros.

Durante la mayor parte de su existencia, neandertales y Homo sapiens no se diferenciaron demasiado. Al menos no en su cultura material. Pero hay quien piensa que una “revolución humana” se produjo repentinamente en todo el viejo mundo hace 50 000 años. Este cambio nos llevó a nosotros los sapiens, a crear mitos, pintar paredes y decorar nuestros cuerpos. Ellos no alcanzaron el olimpo cognitivo. Perdieron el tren de aquella revolución y sucumbieron.

Pero, ¿estamos tan seguros de esto?

Falange de águila imperial con marcas de corte recuperada en la Cova Foradada de Calafell. Antonio Rodríguez-Hidalgo/UCM

Un nuevo ‘look’ para los neandertales

La imagen que tenemos de los neandertales ha cambiado radicalmente en los últimos años. Este cambio de percepción no es una moda, sino que se basa en la evidencia científica.

El origen y la autoría de la “revolución cognitiva” estaban muy claros hace años, pero ahora son más difusos. La comunidad científica discute sobre si la capacidad de otorgar “espíritu” a los objetos inanimados fue exclusivamente nuestra. La respuesta parece estar en algunos pequeños objetos de adorno, posiblemente colgantes o pendientes. Los neandertales usaron ornamentos. Quizá lo hicieron antes que nosotros. Quizá incluso nos enseñaron un par de cosas sobre ellos.

Además de usar ornamentos, los neandertales enterraron ocasionalmente a sus muertos, incluso con ofrendas como astas de ciervo y cuernos de bisonte. Fueron autores del primer arte rupestre. Grabaron huesos y piedras, y coleccionaron objetos llamativos. Pintaron sus cuerpos de rojo y negro con pigmento natural y se decoraron con pieles y plumas de animales. Probablemente, incluso usaron diferentes peinados. Su mundo simbólico era complejo.

De hecho, un estudio reciente publicado esta semana en la revista Nature Ecology & Evolution muestra el hallazgo de un hueso de ciervo que un neandertal talló hace 51 000 años en una cueva de Alemania.

Viaje a las dos orillas del Mediterráneo

En Cova Foradada, cerca de Barcelona, se han encontrado los restos de un águila de hace 39 000 años. Los neandertales abandonaron los huesos allí junto a algunos cuchillos de sílex después de manipularlos. La forma de las herramientas de piedra sugiere vínculos con los últimos neandertales cantábricos y franceses, los llamados “châtelperronienses”, ya en transición hacia el Paleolítico superior.

Los cortes en uno de los huesos revelan que el objetivo de tal manipulación era la obtención de las garras. Una vez cortada, el resto de la pata se desechó en la cueva. Es el primer caso y el único documentado hasta ahora en la península ibérica, pero nos ha permitido profundizar en el mundo simbólico de los neandertales y sus conexiones con los sapiens.

En otros diez yacimientos del suroeste europeo, desde Croacia al sur de Francia, se han encontrado garras de rapaces modificadas para ser usadas como adornos personales, probablemente colgantes. Siempre en yacimientos neandertales. Siempre son garras de grandes águilas. Pigargos, águilas reales y águila imperial ibérica. Pensamos que esta selección extrema se podría deber al carácter simbólico que los neandertales del sur de Europa atribuían a estas pequeñas “joyas” de su cultura material. No usaron garras de león, oso o halcón y no sabemos por qué.

Las comenzaron a utilizar hace 120 000 años, y continuaron haciéndolo hasta el borde de su desaparición como especie. Probablemente, el significado de estos adornos se transmitió de generación en generación durante milenios. Al menos en esta región del sur de Europa, ya que no se han encontrado este tipo de evidencias en otras zonas donde sabemos que habitaron los neandertales, como Oriente Próximo, Asia Central o Siberia.

A su vez, nunca se han encontrado garras utilizadas por los humanos modernos como colgantes hasta su llegada a Europa hace unos 40 000 años. Y eso que los humanos modernos ya habían empezado a utilizar conchas marinas como abalorios en África y Oriente Próximo hace unos 70 000 años. Esto nos permite plantear varias hipótesis interesantes:

1. Los neandertales empezaron a usar ornamentos antes que otras especies humanas.

2. Lo hicieron de forma independiente, no parece que lo aprendiesen de los Homo sapiens.

3. Usaron las garras de águila sólo en una región muy concreta, quizá una región cultural.

4. Lo hicieron durante varios milenios y la tradición pasó del Paleolítico medio a las culturas neandertales del Paleolítico superior.

5. Quizá enseñaron a los primeros sapiens europeos a incluir las garras de águila entre sus ornamentos.

De vuelta a la orilla del Manzanares

Hace unos 35 000 años, los neandertales se extinguieron. Antes de desaparecer, contribuyeron con su pequeño riachuelo genético a la enorme corriente sapiens que inundó Europa. La mezcla de caudales pudo producirse porque biológicamente éramos muy similares.

Los arqueólogos necesitamos más evidencias para saber cómo de parecidos éramos desde un punto de vista cognitivo y cultural. Mientras tanto, si viajamos atrás en el tiempo y nos encontramos con una pareja de neandertales a la orilla del Manzanares, mi consejo es que llevemos pieles, plumas y un colgante hecho con garras de águila si queremos pasar inadvertidos.

Antonio Rodriguez-Hidalgo. Doctor en Prehistoria por la Universidad Rovira i Virgili, actualmente Investigador Juan de la Cierva en el Dpto. de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid.

Fuente The Conversation.

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