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“La gran preocupación sobre los test privados son los falsos positivos”

En el camino hacia la ‘nueva normalidad’, los test de anticuerpos realizados por empresas están cobrando protagonismo. Bryant, experta en diagnóstico serológico, recuerda que estas pruebas son útiles para conocer, a través de estudios estadísticos, el porcentaje de personas que lo han pasado en una población, pero su uso individual puede dar una falsa sensación de seguridad.


El fin del confinamiento ha disparado la realización de test de anticuerpos privados por parte de la sociedad e incluso de ciertas empresas que pretenden, de esto modo, asegurarse de que sus trabajadores y clientes están “libres del virus” o que ya lo han pasado. Para los investigadores como Juliet Bryant (Washington D.C., 1966), experta en diagnóstico serológico y molecular, no son medidas que aseguren la protección.

Aunque los test serológicos indican si una persona ha estado expuesta o no al virus, son insuficientes para certificar la inmunidad de un individuo o para ser usados como “pasaportes inmunológicos”. Así lo señalaba Bryant, recientemente nombrada consultora de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Lyon (Francia) en un estudio publicado en la revista Science Immunology.

La investigadora defiende, sin embargo, la realización de estudios serológicos a muestras estadísticas de población para rastrear la huella del virus y tomar medidas de confinamiento o cierre de colegios si fuera necesario, estimar el riesgo de futuros brotes, medir el impacto de las intervenciones realizadas o confirmar la ausencia de transmisión cuando pase la pandemia.

—¿Por qué la inmunidad sigue siendo el gran misterio del SARS-CoV-2?

—Siempre lo es. En general suele ser la parte más difícil de comprender en la patobiología de un agente de una enfermedad. Con el SARS-CoV-2, el virus simplemente no ha estado circulando durante el tiempo suficiente en la población humana para que podamos entender lo que les sucede a los supervivientes. No sabemos si las personas que se infectaron durante las primeras oleadas de transmisión en Wuhan estarán protegidas contra una reinfección el año que viene. Podemos especular sobre si los anticuerpos son protectores y cuánto tiempo podría durar la inmunidad, pero hasta que no tengamos más datos de seguimiento longitudinal de personas con casos confirmados y que se han recuperado, simplemente no lo sabemos.

—En este sentido, varios países están desarrollando estudios de seroprevalencia. ¿Varía mucho la inmunidad entre países?

—Sin duda… Es muy probable que haya mucha variabilidad en las tasas de seroprevalencia observadas en diferentes países, y aún más variabilidad entre diferentes subpoblaciones o comunidades dentro de los propios estados. Uno de los verdaderos desafíos al realizar metaanálisis de datos de seroprevalencia será comprender todas las posibles fuentes de sesgo en los conjuntos de datos. Existe una gran necesidad de desarrollar pautas que puedan ayudar a estandarizar las métricas entre los estudios.

—¿De qué factores depende en estos casos la seroprevalencia?

—De cualquier cosa que afecte directa o indirectamente a la intensidad de transmisión dentro de una comunidad determinada. Por ejemplo podría ser el tamaño de la población, la densidad, el número promedio de contactos entre individuos, la demografía de la distribución por edad, las comorbilidades, los factores geográficos y climáticos… Incluso puede influir si ha habido recientemente muchos otros coronavirus en la región. Y seguramente haya muchos más factores.

“Otro ejemplo: incluso en lugares como Madrid, donde el virus ha golpeado muy fuerte y ha habido grandes picos de casos, la inmunidad general en la población sigue siendo muy baja a pesar de estos altos números. Es probable que necesitemos una seroprevalencia mucho mayor (de más del 80 %) para ver alguna inmunidad colectiva o “de rebaño”. A medida que estos datos comiencen a acumularse, será interesante observar las correlaciones entre la seroprevalencia y el número de casos que se confirman. Por supuesto, sería de esperar una relación positiva fuerte: cuanto mayor sea el número de casos reportados dentro de una comunidad, mayor será la seroprevalencia general esperada”.

—De lograrlo, ¿qué implicaría?

—Lo bonito de medir la seroprevalencia es que los datos deberían darnos una imagen más amplia de la “huella” del virus. Si el muestreo se realiza bien, deberíamos estar en mejores condiciones para registrar datos del rango completo de infecciones, desde la parte inferior del llamado ‘iceberg’ clínico. Eso es lo que se debe hacer para confirmar las infecciones asintomáticas “silenciosas”. Pero es posible que encontremos discrepancias. Si hay lugares donde la seroprevalencia es realmente muy alta, pero los números de casos informados son bajos, esto podría indicar que el sistema de salud no pudo identificar los casos correctamente.

—Siguiendo esta línea, ¿de qué manera los ensayos serológicos podrían ayudar en futuras oleadas?

—La esperanza es que la comunidad científica aprenda más sobre la inmunidad contra el SARS-CoV-2 en los próximos meses, a través de la realización de algunos de estos estudios. De este modo, los datos serológicos se usarán para guiar la toma de decisiones. Podríamos ser capaces de establecer umbrales de seroprevalencia seguros para permitir la reapertura de las escuelas, por ejemplo. O también se podría empezar a establecer métricas mucho más cuantitativas y simples para decidir cuándo confinar y cuándo volver a abrir.

—Las personas están recurriendo a los test individuales de anticuerpos, pero hay dudas sobre su eficacia. ¿Por qué?

—Algunos de los test sí tienen buenas características de rendimiento respecto a la sensibilidad, la especificidad, la fiabilidad y la precisión, entre otras. Pero el problema es que la seroprevalencia de fondo sigue siendo relativamente baja, es decir, en España, en algunos lugares pueden ser inferior al 5 %. En sitios donde la seroprevalencia es baja, incluso un test bueno y decente puede tener un valor predictivo positivo muy bajo…

—Además, parece que su uso no se ha entendido del todo. ¿Pueden los test individuales reemplazar ciertas medidas?

—Los tests de serología y el control mediante vigilancia serológica son sólo herramientas para ayudarnos a rastrear lo que sucede con el virus. Hacer estos test no puede sustituir el confinamiento (u otras medidas) porque el hecho de realizarlos no hace nada para cambiar directamente el riesgo. Es como preguntar si tomar la temperatura reduce la fiebre. El termómetro sólo le da una medida de su fiebre; no hará nada para cambiar su estado.

—¿Cuál es el verdadero peligro de estos test privados?

—La gran preocupación en los test individuales en este momento son los posibles falsos positivos. Y creemos que habría muchos falsos positivos si estos test de anticuerpos se realizaran ampliamente ahora, cuando la seroprevalencia todavía es muy baja en la mayoría de los lugares. Tener una prueba positiva podría dar a las personas una sensación de seguridad y, por lo tanto, podrían dejar de distanciarse físicamente o podrían no ser lo suficientemente cautelosas.

—¿Incluso teniendo un test de anticuerpos perfecto las personas no podrían relajarse?

—Incluso así. Todavía no sabemos cómo se traduce la detección del anticuerpo de SARS-CoV-2 en la protección de un individuo. Por lo tanto, usar estos test de anticuerpos como la base de “pasaportes inmunológicos” podría ser perjudicial si las personas que dan positivo se sienten seguras, ya que podría producir una falsa sensación de seguridad contra la reinfección.

—La vacuna parece ser entonces la única vía de tener una inmunidad mayor y llegar a la inmunidad colectiva…

—Sí, eso es así. Hay algunos investigadores que trabajan duro en las intervenciones de “inmunidad pasiva”, siempre que la inmunoglobulina de los supervivientes pueda usarse como tratamiento o profilaxis, pero será casi imposible ampliar esa inmunidad. Así que parece que las vacunas son nuestra mejor esperanza.

Fuente: Agencia SINC.

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