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Las otras miradas de Carmen Mondragón – Nahui Olin

Febrero, 2025

Fue una adelanta a su época y eso le costó ser señalada bajo una leyenda negra; pero fue todo lo contrario: poeta, escritora, pintora, músico y profesora, Carmen Mondragón – Nahui Olin rompió las estructuras establecidas con todo su arte. Conocida por su rebeldía, talento y ojos infinitos, el ímpetu transgresor de Nahui Olin la convirtió también en un referente de la liberación femenina en nuestro país. En sus ‘Voces Insurrectas’, Estefania Ibañez se detiene en esta mujer indomable.

Al igual que con otras escritoras y artistas llegué a Carmen Mondragón – Nahui Olin (Ciudad de México, 1893-1978) sola, o, más bien, con un poco de ayuda involuntaria. Conocí la rebeldía de su mirada cuando en 2010 realicé por internet una búsqueda de imágenes para analizarlas en mi clase de Fotografía, en la universidad.

En ese andar, me encontré con el retrato que le hizo el fotógrafo Edwar Weston en 1923, donde se la ve con cabello corto y una fuerza conmovedora en los ojos. Quedé fascinada al observarla en varias otras fotos con gestos y posturas desinhibidas, porque me transmitió libertad, poder, autenticidad.

Pero su subversividad poética y literaria las conocí un par de años después gracias a las publicaciones de la investigadora y escritora Patricia Rosas Lopátegui (Tuxpan, Veracruz, 1954), especialmente por su ejemplar Nahui Olin, el volcán que nunca se apaga (Gedisa, 2022), de su serie InSurrectAs.

El libro editado, prologado y con notas de Patricia es revelador. Puede parecer breve (169 páginas), pero está nutrido de obras de Carmen, textos de opinión de autores como María Luisa Mendoza y José Emilio Pacheco, correspondencia, entrevistas e imágenes de la también pintora, que por medio del arte y su pensamiento particular desafió los convencionalismos y violencias de la época que le tocó vivir.

Nahui Olin retratada por Edward Weston.

Pensamiento y análisis autónomos

Nahui Olin, el volcán que nunca se apaga es riguroso y ofrece datos tiernos, desconocidos y aclaratorios de Carmen; ejemplo de ello: en la sección “Ante la opinión pública” se incluye la investigación ‘El hijo de Nahui Olin, nacimiento y muerte’, de Adriana Malvido, en la que hace a un lado los mitos respecto a la muerte prematura en 1914 de Manuel Rodríguez y Mondragón, bebé nacido del matrimonio de la poeta con el pintor Manuel Rodríguez Lozano.

Una probadita del amor y las experiencias en diferentes tonalidades que Carmen vivió en la relación que tuvo con Gerardo Murillo/Dr. Atl se pueden conocer en el apartado “Correspondencia”, que incluye “Cartas de Nahui Olin al Dr. Atl (1921-1925) (Segmentos)”, mismas que el vulcanólogo, pintor y escritor publicó tiempo después en su novela de memorias Gentes profanas en el convento (Ediciones Botas, 1950), donde Carmen es Eugenia y él es Pierre.

En las fracciones de las misivas se lee a una artista honesta y con carácter potente, sin temor a expresar su furia, porque compartió el romance, pero igual denunció las humillaciones por parte de él. “Te perdono que me hayas injuriado públicamente, que hayas querido ofenderme. ¿Tienes celos?, ¿o tienes envidia de mi talento? Ambas cosas se desprenden de tus actos. ¿Por qué me pegaste, por qué pegaste a quien todo lo ha sacrificado por ti y a quien todo te ha dado?”, relata la artista.

La recopilación de sus piezas poéticas en “Obra de Nahui Olin – Carmen Mondragón (Selección)” es brutal, precisa, emocionante. Las creaciones son impetuosas y demuestran que la creadora desde menor de edad se mostró en contra de la desigualdad de género e insatisfecha con las imposiciones; sobre todo, evidenció tener pensamiento y análisis autónomos.

“Me gusta tanto lo sublime como lo insignificante, son puntos que tocan el infinito; cuando lo insignificante es tocado por la mano del artista o del sabio se convierte en una inmensidad”, escribe la poeta en “Reflexiones”, pieza que forma parte del ejemplar A los diez años en mi pupitre (1924).

Vive en el presente

No es fácil detenerse en un solo interés o arte desarrollado por Carmen, porque mantuvo siempre hambrientas su curiosidad y su experimentación. A partir de este libro compilado por Patricia es que se conocen otras miradas de la artista que para muchos fue una “mujer nerviosa”, pero para otros una rebelde que contribuyó a fortalecer el camino hacia la equidad de género en México.

Una creadora que no redujo su arte a los patrones estipulados, sino que hizo sus propios lineamientos para engrandecer su ingenio y su estilo de vida. Fue segura de sí misma y su libertad sexual la dio a conocer por medio de sus prosas que incomodaron igualmente a mujeres que a hombres. (Y que aún sigue incomodando).

En años en los que el tabú sobre la sexualidad femenina generaba mucho más daño que ahora, ella se atrevió a modelar desnuda para expresar erotismo y de paso increpar a la sociedad conservadora.

A la par, se inclinó por investigar y aportar sus criterios en la ciencia, la filosofía y la metafísica. “A través de estos pensamientos y cavilaciones, Nahui Olin invita a las niñas a imaginar y a romper los esquemas convencionales para lanzarse al mundo apasionante de la ciencia”, se lee a la investigadora.

El universo que fundó Carmen vive en el presente y parte de él se puede disfrutar debido a la valentía de Patricia, por su anhelo de dejar atrás la leyenda negra que edificaron sobre quien fuera una poeta, escritora, pintora, música y profesora que rompió las estructuras establecidas.

Nahui Olin, el volcán que nunca se apaga presenta muchos mensajes en función de la obra de Carmen Mondragón y también de las anotaciones de Patricia Rosas Lopátegui. El que más resuena en mí es que una debe vivir siempre con libertad, sin importar que ello incomode a otros.

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