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El barullo de Baiuca

El proyecto del español Alejandro Guillán gira del electro folk hacia la pista de baile en su nuevo disco: “Es una respuesta a la oscuridad mística de mi álbum anterior”, dice en esta entrevista

Noviembre, 2024

Invitado frecuente en nuestras listas de reproducción de Iberoamérica, el español Alejandro Guillán —el hombre detrás del proyecto Baiuca— lleva años mezclando los sonidos de la música tradicional gallega con los estilos más actuales. Más cercano al electro folk y al pop alternativo en sus dos discos anteriores, Baiuca ha dado un giro a su propuesta en su nuevo álbum Barullo, en el que ya no coquetea sino que abraza completamente los sonidos electrónicos (el breakbeat, el deep house, el UK Garage o el trance tienen aquí más presencia que nunca). Daniel Salgado ha conversado con el productor y músico español.

Baiuca avanza a base de discutirse a sí mismo. No quedarse demasiado tiempo en el mismo lugar, dice, y ese lugar lo delimitan, de alguna manera, sus investigaciones en el folclore gallego y su devoción por las formas electrónicas de vanguardia. Barullo, su tercer álbum, lo confirma: el propio Alejandro Guillán, el hombre detrás de Baiuca, lo entiende como una respuesta a su anterior trabajo, Embruxo. “Siempre intento avanzar en nuevas ideas, no me gusta repetirme, ni que los artistas que se repitan”, asegura en esta conversación. Y para ello ha girado esta vez hacia la pista de baile. Pero no hacia la del campo de la fiesta, sino hacia la del club.

Embruxo, publicado en 2021, era un disco conceptual. Y el concepto era “súper oscuro, místico, centrado en la mitología gallega”. Al mismo tiempo, la tradición musical estaba en un plano más principal: la percusión, las voces de las cantareiras, los ritmos de xota o muiñeira evidenciados. Barullo propone otro método. “Todos esos elementos han pasado a mi ADN, se han incrustado”, explica Guillán (Catoira, Pontevedra, 1990) desde su casa en Barcelona, en donde descansa unos días en medio de la gira de presentación de la grabación, “ahora no necesito mostrarlos de manera explícita”. En dirección opuesta, la electrónica ha emergido sin ningún tipo de reparo.

“En otro momento lo escondería, pero ahora no me importa”, asegura, en referencia a su uso de estructuras derivadas de la escucha atenta de UK garage, breakbeat, trance o deep house. La hoja promocional —como sus obras previas, el disco sale bajo el sello en Raso— lo resume así: estas tendencias electrónicas “tienen más presencia que nunca en unas composiciones que suenan tanto a clásicos raveros como a clásicos folclóricos”. Y con un cierto aire pop, confiesa el propio Guillán, provocado sobre todo por la comparecencia de las voces. Que van de Felisa Segade, integrante de Leilía —la agrupación que llevó la pandereta gallega a escenarios de medio mundo y contribuyó de manera decisiva a la reestimación del instrumento—, a Carlangas, exlíder de Novedades Carminha y ahora en solitario dedicado a las músicas populares.

Portada del nuevo disco de Baiuca.

“Para empezar, yo no canto”, contesta Guillán, preguntado por la abundacia de colaboradores y colaboradoras vocalistas, “pero además cada canción tiene su personalidad”. También Antía Ameixeiras, del dúo avant folk Caamaño & Ameixeiras, interviene en tres cortes, Lilaina, de Aliboria, en otro, y Xurxo Fernandes junto a Segade en Navajitas, el tema que abre el trabajo: “Traio dos navajitas nuevas / para facer a conexión / entre os que andan no baile / e os que teñen intención”.

“No me gusta forzar las relaciones, me gusta que sea algo natural”, se explica, “y rodearme de gente con la que estoy cómoda. En discos largos, para mí es además muy importante que Galicia esté presente, enseñar voces no tan conocidas fuera”. Y con las que, de algún modo, comparte una aproximación libertaria al folclore.

La evolución para llegar a Barullo fue, en todo caso, orgánica. No había una idea previa, como sí la hubo en Embruxo, sino un hacer músicas como quien experimenta en un laboratorio. “A veces hay periodos, me pasa durante las giras, en los que desconecto, pero ahora me apetecía grabar otra vez. Comencé a probar y cuando tenía dos o tres canciones, detecté temas en común”, expone, “ritmos rápidos, voces melódicas… música más orientada al baile, al club”. El espíritu de Barullo, “retorcer, amplificar y resignificar la ‘foliada moderna’”, según la nota promocional, con canciones sobre lo que sucede en la noche y alrededor de la pista de baile.

La generación que regresó al folk por vías diversas

A Guillán no le gusta arrogarse ningún papel de pionero. Otros antes que él han hecho colisionar la tradición musical gallega con las sonoridades electrónicas, desde la fugaz Ecléctica Ensemble de Ugia Pedreira a ciertos experimentos del célebre gaiteiro Carlos Núñez —con quien Baiuca colaboró en un EP hace dos años—, desde el radicalismo ruidista de Lume a incursiones de la referencial Mercedes Peón. “Es obvio que no soy el primero”, asume, “pero quizá no haya tantos que lo hayan hecho en la dirección en la que lo hago yo”. Baiuca introduce la electrónica de vanguardia en las coordenadas folk y viceversa. Y ese territorio es el que trabaja desde, por lo menos, 2017, cuando comenzó a sacar a la luz los EP que acabarían conformando el grueso de Solpor, su primer disco largo.

Baiuca en una imagen promocional. / Foto: Bryan Novak

Formado en las escuelas de música tradicional, él mismo gaiteiro, Alejandro Guillán sí se reconoce parte de una generación que ha regresado al folclore aún por vías diversas y, en ocasiones, antagónicas. “Eso es lo interesante”, sostiene, la distancia que va del enorme éxito comercial de los juegos de Tanxugueiras con los ritmos denominados urbanos y sus cada vez más abundantes epígonos al electro folk del propio Baiuca, por situar dos hipotéticos extremos. Es, al fin y al cabo, una de las liñas de fuerza del pop —en la acepción amplia de la palabra— contemporáneo, la que busca sentido de futuro en la relectura de las raíces y que incumbe por ejemplo al majestuoso doom folk de los irlandeses Lankum, a la restructuración melódica del occitano Sourdure o a Rodrigo Cuevas —que apareció en Embruxo y ha grabado nuevo material, todavía inédito, con Guillán.

Con dos álbumes largos publicados (Solpor y Embruxo), dos EP’s (Misturas y Paisaxes), dos splits (Adélia, junto a las portuguesas HAEMA; y Diamante / La Nana, junto a Alba Reche), el productor y artista gallego Alejandro Guillán ha conseguido instalar una nueva idea de mestizaje musical con su obra.

[Entrevista publicada originalmente en elDiario.es. Es reproducida bajo la licencia Creative Commons — CC BY-NC 4.0.]

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