Septiembre, 2024
Las concentraciones de este potente gas de efecto invernadero se han elevado a una velocidad récord en los últimos cinco años. Al menos dos tercios de sus emisiones a la atmósfera proceden ahora de actividades humanas, como el uso de combustibles fósiles, la ganadería y los vertederos.
Después del dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) es el segundo gas de efecto invernadero antropogénico más importante. En la década de 2010 contribuyó con 0,5 °C al calentamiento global respecto a finales del siglo XIX, dos tercios del que aporta el CO2, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
Pero tonelada a tonelada, este gas de vida corta es mucho más potente que el dióxido de carbono, ya que calienta la atmósfera casi 90 veces más rápido durante los primeros 20 años tras su liberación, y 30 veces más en el siglo posterior.
Sin embargo, el mundo no ha frenado las emisiones de metano, uno de los principales impulsores del cambio climático. Más de 150 países se han comprometido en la iniciativa Global Methane Pledge (GMP) a reducir sus emisiones de este gas en un 30 % esta década, pero una nueva investigación demuestra que en los últimos cinco años han aumentado más rápido que nunca.
Las concentraciones medias globales de metano alcanzaron las 1931 partes por mil millones (ppb) en enero de 2024. En años anteriores, aumentaron en 15, 18, 13 y 10 ppb cada año desde 2020 hasta 2023, respectivamente, el segundo, primero, cuarto y decimocuarto aumentos más grandes desde que comenzó la serie temporal de metano de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos en 1983.
Esta tendencia “no puede continuar si queremos mantener un clima habitable”, escriben los autores de un artículo publicado en la revista Environmental Research Letters para poner el problema en perspectiva, junto con datos presentados en un preprint en Earth System Science Data.
Ambos artículos son obra del Global Carbon Project, un proyecto presidido por Rob Jackson, científico de la Universidad de Stanford (EE. UU.) que realiza un seguimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo.
El metano está aumentando más rápido en términos relativos que cualquier otro gas de efecto invernadero importante y ahora sus concentraciones atmosféricas son 2,6 veces superiores a las de la época preindustrial, las más altas desde hace al menos 800.000 años, según estos estudios.
Las tasas de emisión de este gas siguen aumentando según la trayectoria más extrema utilizada en los escenarios que plantean los principales científicos del clima del mundo.
La tendencia actual conduce a un calentamiento global superior a 3 grados Celsius a finales de este siglo. “Ahora mismo, los objetivos del Global Methane Pledge parecen tan lejanos como un oasis en el desierto”, afirma Jackson, “y todos esperamos que no sean un espejismo”.
Agricultura, combustibles fósiles y vertederos
El metano puede proceder de fuentes naturales, como los humedales, y humanas o antropogénicas, como la agricultura, los combustibles fósiles y los vertederos.
A pesar de que las políticas se centran cada vez más en reducirlo, las emisiones anuales totales de este gas han aumentado en 61 millones de toneladas o un 20 % en las dos últimas décadas, según las nuevas estimaciones.
Los incrementos se deben principalmente al aumento de las emisiones procedentes de la minería del carbón, la producción y uso de petróleo y gas, la ganadería bovina y ovina, y la descomposición de alimentos y residuos orgánicos en vertederos.
Mayores aumentos en Asia
“Solo la Unión Europea y posiblemente Australia parecen haber reducido las emisiones de metano procedentes de actividades humanas en las dos últimas décadas”, afirma Marielle Saunois, investigadora de la Universidad París-Saclay (Francia) y autora principal del documento en Earth System Science Data. Los mayores aumentos regionales han procedido de China y el sudeste asiático.
Según nos explica esta experta, “en 2020 (el año más reciente para el que se dispone de datos completos), se calcula que se han emitido 608 millones de toneladas de metano, de las cuales 392 millones proceden de actividades antropogénicas directas”. Además, recuerda que el objetivo del GMP es reducir en un 30 % las emisiones antropogénicas de metano en 2030 con respecto a 2020, a escala mundial.
Por tanto, en 2020 casi 400 millones de toneladas o el 65 % de las emisiones mundiales de metano procedían directamente de las actividades humanas, con la agricultura y los residuos contribuyendo con cerca de dos toneladas de metano por cada tonelada que aporta la industria de los combustibles fósiles. Según los investigadores, las emisiones de origen humano seguirán aumentando al menos hasta 2023.
“Para resolver el problema, cada país debería contribuir, a su nivel, en los sectores más emisores. El de los combustibles fósiles y el de los residuos son en los que existen numerosas soluciones y ya se están aplicando en algunos países”, apunta Saunois.
También comenta que la Coalición Clima y Aire Limpio ha publicado una evaluación sobre el potencial de mitigación para ayudar a los estados a determinar la mejor manera de moderar sus emisiones.
Impacto durante la pandemia
Nuestra atmósfera aumento casi 42 millones de toneladas de metano en 2020, el doble de la cantidad añadida de media cada año durante la década de 2010, y más de seis veces el aumento registrado durante la primera década de 2000.
Los cierres por la pandemia en ese año redujeron las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) relacionadas con el transporte, que suelen empeorar la calidad del aire local pero impiden que parte del metano se acumule en la atmósfera.
La disminución temporal de la contaminación por este otro gas explica aproximadamente la mitad del aumento de las concentraciones atmosféricas de metano ese año, lo que ilustra la compleja relación entre la calidad del aire y el cambio climático.
“Todavía estamos tratando de comprender todos los efectos de los bloqueos del covid en el balance mundial de metano”, afirma Jackson, y añade: “La pandemia lo cambió casi todo, desde el uso de combustibles fósiles hasta las emisiones de otros gases que alteran la vida útil del metano en la atmósfera”.
Influencia humana en el metano natural
Los científicos del Global Carbon Project han introducido un cambio importante en su última contabilidad de las fuentes y “sumideros” mundiales de metano, que incluyen bosques y suelos que eliminan y almacenan metano de la atmósfera.
En evaluaciones anteriores, clasificaban como natural todo el metano procedente de humedales, lagos, estanques y ríos. Pero el nuevo balance del metano hace un primer intento de estimar la creciente cantidad de emisiones procedentes de este tipo de fuentes que resultan de influencias y actividades humanas.
Por ejemplo, los embalses construidos por el hombre provocan la emisión de unos 30 millones de toneladas de metano al año, porque la materia orgánica recién sumergida libera metano al descomponerse.
“Las emisiones de los embalses detrás de las presas son una fuente humana tan directa como las emisiones de metano de una vaca o de un yacimiento de petróleo y gas”, señala Jackson, que también acaba de publicar un libro sobre el metano y las soluciones climáticas titulado Into the Clear Blue Sky: The Path to Restoring Our Atmosphere (Scribner).
Los científicos calculan que alrededor de un tercio de las emisiones de este gas desde los humedales y las aguas dulces en los últimos años estuvieron influenciados por factores causados por el ser humano, como los embalses, las aportaciones por la escorrentía de fertilizantes, las aguas residuales, el uso del suelo y el aumento de las temperaturas.
Tras un verano en el que el mal tiempo y las olas de calor han dejado entrever los extremos previstos en nuestro clima cambiante, los autores escriben: “El mundo ha alcanzado el umbral de 1,5 ºC de incremento de la temperatura media global en superficie, y sólo está empezando a experimentar todas sus consecuencias”.