Entrada y Salida

Ingenua presunción


Con su angosta minifalda se cruzó de piernas para continuar, con risas incontenidas, charlando el resto de la noche. Al día siguiente, ante el notorio enfado de las que suponía sus amigas, dijo no haberse percatado de las miradas masculinas que, según las otras mujeres, sólo estaban centradas en ella. Juró y perjuró no haberse dado cuenta de ello, pero nadie le creyó.


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