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Fela Kuti: un rebelde con causa (y revolucionario)

Noviembre, 2023

Es considerado uno de los músicos más importantes del continente africano, así como un ícono en Nigeria, país donde nacería en 1938 y moriría 58 años después, en 1997. En su revisión de los sonidos africanos, Constanza Ordaz se detiene en el gran Fela Kuti. Multiinstrumentista, compositor, disidente político y activista de los derechos humanos, revolucionó la música africana al crear el afrobeat, un género que conquistó el planeta entre las décadas de los setenta a los noventa, y cuya estela sigue siendo audible en mucha de la música actual.

Ahora que sobrevive el movimiento antiglobalismo y reaparece con nuevos bríos en los centros vitales de poder económico del mundo, conviene que el gran tropel de percusionistas y artistas que suelen amenizar las tertulias nocturnas de los movilizados retengan la historia de uno de los músicos más radicales, africano de origen y enemigo irreducible de toda dictadura militar.

Referirnos a Fela Kuti significa atraer la imagen de un músico de culto, congruente hasta donde le fue posible en un país dominado por la bota autoritaria, con una locura artística fascinante y con 26 esposas que lo redimieron de las severas golpizas en la cárcel y del asesinato de su madre por parte de los militares de su país.

He aquí una breve remembranza de la vida apasionante de Fela Kuti: músico y erudito, militante y galán, compulsivo y audaz, muy al estilo del libro: La música es el arma del futuro (Fifty Years of African Popular Music, Frank Tenaille, Editorial Lawrence Books, Chicago, 2002).

Una chispa encenderá la pradera

Si en África la música tiene el papel de los periódicos, el nigeriano Fela Kuti fue el responsable de las tiras cómicas. De forma única entre los principales músicos del continente, Kuti no veló sus comentarios políticos en proverbios, sino que empleó su sarcasmo y la caricatura para denunciar la corrupción y la cleptocracia de los sucesivos dirigentes nigerianos. Evidentemente, pagó el precio de su audacia.

Olufela Ransome-Kuti nació en 1938 en el seno de una familia próspera, de clase media; a los veinte años le enviaron a Londres para estudiar medicina. Acto seguido, Kuti abandonó su carrera para estudiar piano y composición en una escuela prestigiosa, aunque mostró más interés por su propia banda de jazz y highlife, formando primero Fela Ransome-Kuti and His Highlife Rakers en 1959 y, un año después, Koola Lobitos.

En 1971, este conjunto establecido en Lagos se convirtió en Afrika 70 y un rasgo político apareció en su trabajo a partir del encuentro de Kuti con los escritos de Malcom X y otros líderes radicales durante una gira por Estados Unidos. Kuti alentó el rechazo a la cultura occidental a favor de las tradiciones indígenas: “Creo que la forma de vida africana salvará al mundo de su falta de naturalidad. África podrá desarrollar un nuevo espiritualismo, al poder crear una ciencia a través de fuerzas superiores”.

Musicalmente, esta nueva conciencia se reflejó en un estilo innovador, el afrobeat, que utilizó estratagemas populistas para combatir la influencia entonces generalizada de James Brown. Kuti sustituyó las complejidades jazzísticas de Koola Lobitos por ritmos monolíticos impulsados por el genial baterista Tony Allen (1940-2020) y adornados con arreglos densos y dramáticos de viento. Introdujo el patrón vocal típicamente africano, de llamados de un líder repicados por un coro y, crucialmente, decidió cantar casi siempre en pidgin, lengua criolla que adopta palabras inglesas a una estructura gramatical africana.

De este modo, no sólo rebasó las divisiones étnicas nigerianas, sino que llegó a un público esparcido por toda África occidental anglófona. Entre 1972 y 1975, Afrika 70 grabó diecisiete elepés y el afrobeat se convirtió en el estandarte de los desposeídos y marginados de las casuchas africanas.

Los problemas con la ley

Sin embargo, sus furibundas denuncias a sucesivos regímenes corruptos provocaron venganzas brutales; por ejemplo, en 1974, cuando declaró a la comuna de Afrika 70 como República Independiente de Kalakuta. Cincuenta policías la asaltaron violentamente. Kuti dio una típica respuesta musical: “No hay nada especial en un uniforme, un sastre lo cose de la misma manera que tu ropa”.

El entusiasmo de Kuti por la igbo-marihuana también provocó varias redadas. En una ocasión, la policía sospechó que Kuti se había tragado la hierba. Mientras estaba detenido y las autoridades esperaba que la expulsara, la madre de Kuti le trajo un laxante tan feroz que la evidencia quedó triturada e irreconocible. “Expensive shit” —algo así como ‘mierda cara’— registró musicalmente con júbilo ese suceso para la posteridad.

Las reacciones del gobierno solían ser especialmente virulentas cuando Fela tenía la oportunidad de airear sus quejas ante la prensa internacional. En 1977, Kuti se negó a participar en el Festival Panafricano (FESTAC), proponiendo celebrar otro festejo alternativo en el Shrine, la boîte de su comuna. El gobierno militar envió a mil soldados para acallar a su crítico recalcitrante. Quemaron la propiedad y atacaron a sus ocupantes, les machacaron los testículos y pezones, con piedras fracturaron el cráneo de Kuti, violaron a sus bailarinas y mataron a su madre de 77 años, arrojándola desde la ventana del primer piso.

Kuti y su séquito de setenta personas se exiliaron entonces en Ghana; graban Zombie, su siguiente disco, en el que atacan el militarismo; esto ofendió al gobierno militar ghanés, que los regresó sin escalas a su tierra.

El cantante celebró el primer aniversario de la destrucción de Kalakuta casándose con sus 26 bailarinas, supuestamente para afirmar los valores tradicionales africanos y, en 1979, cuando los militares permitieron elecciones democráticas, se ofreció como candidato presidencial, pero le negaron su derecho.

El sonido de la decadencia

Los años ochenta le trajeron más palizas y encarcelamientos, aunque su música ya había cambiado. Los solos están reservados exclusivamente para él en saxo y teclados, y sus partituras están rigurosamente controladas: “Lo escribo todo yo, tengo que enseñar a cada músico lo que debe tocar, así que no importa quién integre al grupo”.

La deserción de músicos claves refutó esta tesis. El guitarrista Bob Ohiri se fue con los African Beats de Sunny Ade, y en 1979 el irremplazable baterista Tony Allen se marchó, cuando Kuti decidió utilizar los sueldos de sus músicos para financiar su malograda campaña presidencial. Además, los arreglos escalofriantes de Kuti se disiparon en desvaríos flojos y sus comentarios incisivos se convirtieron en colgadas divagaciones.

Mientras que la leyenda de Kuti, el provocador rebelde, había florecido, el músico perdía su antigua vitalidad.

Sin embargo, la reedición en Sterm’s de unas viejas grabaciones provocó un nuevo interés por Kuti y creó una nueva banda denominada Egypt 80; continuó grabando discos y realizando giras. En 1983 se postuló nuevamente para presidente y otra vez sufrió la persecución policíaca y fue encarcelado bajo el cargo de contrabando. Tras veinte meses en prisión lo liberaron, cuando cambió el gobierno; entonces Fela se divorció de veinte de sus esposas.

Aunque su actividad comenzó a mermar, Fela no dejó de estar en primera línea. En 1986, por ejemplo, actuó en el estadio de los Gigantes, en Nueva Jersey, como parte de los conciertos de Amnistía Internacional; compartió el escenario con Bono, Carlos Santana y The Neville Brothers.

En 1989, Kuti y Egypt 80 editaron el álbum anti-apartheid Beasts of No Nation, en el que atacaban duramente a Margaret Thatcher, a Ronald Reagan y al gobierno militar de Nigeria.

La grabación de álbumes de Kuti se desaceleró en la década de 1990 y, finalmente, dejó de lanzar discos por completo.

En 1997 se anunció su muerte en Lagos, Nigeria; tiempo más tarde se difundió que había muerto de un ataque al corazón, derivado del sida, aunque sus seguidores aún argumentan que murió por los ataques reiterados que sufrió a lo largo de veinte años de activismo político en pos de una África libre. (Kuti había sido un negacionista del sida, y su viuda sostuvo que no murió de esta enfermedad).

La rebelión, el verdadero leitmotiv

Fela Kuti fue un multiinstrumentista, capaz de tocar más de diez tipos de instrumentos, entre los que destacan el saxofón y los teclados, asimismo la trompeta, flauta, guitarra y diversos instrumentos de percusión. Grabó 77 discos en toda su carrera.

Hoy posiblemente la necedad opositora de Kuti dibuje una sonrisa irónica en los melómanos más puristas. Sin embargo, es posible que la rebelión, verdadero leitmotiv de la obra de este músico memorable, sea el espíritu envolvente de los genios futuros que vienen cabalgando contra una venenosa crisis financiera mundial que se divisa, con sus maléficos contornos, en todas las regiones del orbe.

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