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Wilco, tres décadas en el rock

Las enseñanzas de la televisión

Octubre, 2024

De las cenizas de una banda de country alternativo llamada Uncle Tupelo, se formó una nueva: Wilco. Han pasado tres décadas desde entonces, y, lejos de menguar, hoy se mantiene como uno de los grupos más importantes e imprescindibles del rock estadounidense contemporáneo, tanto por su sonido innovador como por su capacidad para reinventarse. Y es que, liderada por Jeff Tweedy, la banda ha logrado hallar, perfectamente, ese equilibrio entre clasicismo y vanguardia. Ejemplo de ello se puede hallar en toda su discografía, empezando con A.M. de 1995 y culminando con el épico Yankee Hotel Foxtrot de 2002, seguidos del igualmente impresionante A Ghost Is Born de 2004 o el sublime Sky Blue Sky. Y sí: aunque no son una banda llena-estadios tradicional, no cabe duda de que Wilco ofrece en vivo una experiencia musical de alta intensidad, apoteósica, superlativa. Para celebrar las tres décadas del grupo, Víctor Roura ha redactado estas líneas.

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Antes se llamaban Uncle Tupelo, una banda clásica de country de Chicago, hasta que el vocalista Jay Farrar se sintió incómodo por la presencia del otro cantante del grupo, Jeff Tweedy, también compositor, distanciándose de Tío Tupelo, situación que aprovechara Tweedy para reconsiderar la definición del conjunto cambiando, incluso, el nombre para otorgarle, de plano, otro sello y otra identidad bautizando a la banda, irónicamente, Wilco, una asociación lingüística de will comply que se utiliza en la comunicación radiofónica aérea para referirse a que todo saldrá bien de acuerdo a lo indicado.

Wilco tiene dos piezas fundamentales en su armado musical: Tweedy y el bajista John Stirratt, ambos delineadores del sonido que, pese a los reparos de la industria fonográfica por no vender más de un millón de copias (¡como defenestraba contra Van Morrison por un asunto semejante!), la banda cumple en este 2024 tres décadas de haberse creado resaltando sobre todo por su música ecléctica que comenzara, según ellos mismos aducen, tras la escucha atenta de un grupo como Television de muy corta duración, acaso un lustro, con sólo tres álbumes de estudio (su líder Tom Verlaine falleció el 28 de enero de 2023 a los 73 años de edad), pero las enseñanzas de la Televisión dieron un jocoso fruto denominado Wilco cuya docena de discos siempre trae aparejada una experimentación sonora que se camufla entre el progresivo country y el más renovado y brioso folk que uno pueda escuchar en la contemporaneidad musical.

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No sé si Farrar, finalmente, pudo percatarse de la diferencia vocal que tenía con Tweedy (Belleville, Illinois, 1967), pero al distanciarse de la banda (sobre todo por los problemas personales de Tweedy con las drogas, que fue dejando tras algunos años de intensas rehabilitaciones) lo único que logró fue el acierto de Tweedy de concretar, por fin, un sonido y un lenguaje propio musical convirtiendo a su Wilco en una asociación poderosa, alejada de los retruécanos del folclor norteamericano basado únicamente en el country porque recuérdese que Estadios Unidos, antes del rock and roll, carecía de una identidad sonora acaso sólo entrelazado, el país, con la música vaquera, denominada con el tiempo country que ha tenido, cómo no, reveladoras presencias como Kris Kristofferson (fallecido el pasado 28 de septiembre de 2024, a los 88 años de edad), Jimmie Rodgers (1897-1933, el primero en registrar como propias sus canciones country, en 1927, poco más de un lustro antes de su muerte a los 37 años de edad) o Johnny Cash (1932-2003).

Si bien los delineadores del folk rock fueron Crosby, Stills, Nash y Young a partir de 1969, sin duda con la intervención de personalidades como el canadiense Leonard Cohen (1934-2016), el australiano Nick Cave (22 de septiembre de 1957), el norteamericano Tom Waits (7 de diciembre de 1949, a unos meses de cumplir las siete décadas y media) o la banda de Kentucky, formada en 1998, My Morning Jacket que evolucionara, de muchos modos, el country, todos ellos con su creatividad consiguieron trasladar esta sonoridad en una música del mundo, que rebasa el folclor de un país, y no se diga nada de la entrada de Wilco, en 1994, a esta corriente causando una, digamos, irreal expectativa con la fusión de elementos eclécticos que la banda ha aportado a este sonido llegando, incluso, como Neil Young con su impredecible Arca de Noé, a crear atmósferas inconcebibles en el concepto del country rock.

Wilco en una imagen promocional de 2023. / Foto: Peter Crosby.

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Tweedy no se conforma con hacernos ensoñar musicalmente con su Wilco, sino también nos sorprende líricamente con asuntos impensables: los alucines inesperados en un Chevy Nova negro toro donde las cosas menos imaginadas suceden con singularidad: “Estoy tan acabado como el Sol crepuscular. Esto no tiene arreglo, mas no puede dejarse atrás”, sencillamente porque la sangre en torno del hombre que va manejando lo está delatando, aunque él no sepa realmente qué ocurrió por venir drogado al volante de su Nova.

En otra canción, “Tú y yo”, Tweedy dice que podrían ser dos extraños, “sin importar qué tan cercanos estemos: es como si no nos conociéramos, pero tú y yo podemos entendernos, comprender lo bueno y lo malo que somos, hacer algo que nadie más haría”. Hay, empero, una certeza en la canción: “¿Qué hacemos? A veces las palabras que usamos las malentendemos, y yo no voy a adivinar qué sigue después de eso. Yo nunca podré decir que eres el pozo más profundo en el que jamás haya caído. ¡Oh, por eso no quiero saber todo acerca de ti, ni tú necesitas saber quién soy yo!”

Una canción muy celebrada de Wilco hace referencia a Chicago, su ciudad originaria, pero Tweedy, como Springsteen cuando habla de haber nacido en Estados Unidos, cuenta situaciones muy distantes de la pieza aparentemente nacionalista: “Anoche soñé que te volvía a matar. Y me pareció bien morir a orillas de los cielos de Embarcadero. Me senté y te vi sangrar: enterrado vivo en un espectáculo con fuegos artificiales con la lluvia cayendo sobre mí. Tu sangre fría y caliente iba directo al mar. Escribí mi nombre en el reverso de una hoja y la vi alejarse flotando lejos de donde yo estaba”. El protagonista de esta historia, sin embargo, sabe muy bien que repetirá esta escena, que la volverá a hacer, con Chicago de fondo como testigo, “así que enciende el televisor” porque un hombre parecido al contador de esta historia un día va a ser atrapado antes de llegar a su casa en Chicago “donde todas las copas estarán rotas”, en un Chicago donde las escaleras se desmoronan y las lágrimas jamás caen al suelo.

Wilco ha rebasado las fronteras del folk para sumergirse en las honduras del impecable rock.

Jeff Tweedy, líder de Wilco. / Foto: Akash Wadhwani. (Facebook Oficial Wilco).

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Jeff Tweedy, en 2023, dio a conocer su cuarto libro: Un mundo en cada canción (Contra Ediciones), en el que habla de las canciones que cambiaron su vida y de cómo la vida también cambia las canciones.

Para tal acontecimiento, el periodista Bruno Galindo, de El Confidencial, entrevistó al líder de Wilco en noviembre del año pasado.

—Un capítulo de aquel libro anterior, el llamado Aprende de las canciones de los demás, lleva a este libro nuevo, dedicado a la música que admiras. ¿Escribir sobre tus canciones favoritas te ha hecho revisar tu propia escritura? —preguntó Galindo a Tweedy.

—Yo creo que he aprendido todo lo que sé de escribir canciones escuchando las de los otros. Éstas que aparecen en mi nuevo libro no son necesariamente mis favoritas, sino aquellas de las que más he aprendido. Quería ilustrar cómo las canciones se infiltran en nuestra vida: cómo se vuelven parte de nosotros y nosotros parte de ellas.

—Escribes: “No importa cuánta gente escuche la misma canción; siempre hay una versión que te pertenece a ti”. ¿Necesitamos más nuestra propia sensación sobre lo que escuchamos o el encuentro con otras personas que hayan sentido algo parecido?

—Creo que podemos sentir un montón de cosas parecidas, pero dudo que podamos transmitirle a otro esa sensación que te pertenece. En el libro hablo de una canción [‘A day in the life’, The Beatles] que siempre me recordará una experiencia que tuve viendo a un músico callejero cantarla en St. Louis, Missouri, mientras el Río Mississippi se desbordaba junto al Gateway Arch. Otra persona asociará esa canción a la primera vez que la escuchó, o le recordará a su tía; estas sensaciones pertenecen a cada oyente como individuo.

—¿Es buena idea conocer a los autores que te gustan?

—En general, yo diría que es comprensible la curiosidad de preguntarle al autor qué quiere decir —respondió Tweedy—. Y creo que es una decisión individual tener en cuenta su opinión y cambiar la propia, o el significado que le hayas dado tú. Yo no suelo explicar mucho mis canciones, pero si lo hago no creo que vaya a afectar demasiado cómo alguien las haya interpretado. Hay cosas peores en este mundo que hacer esa pregunta.

Más adelante, Galindo le plantea una idea compleja:

—Cuentas que aprendiste a tocar con el riff de guitarra de “Smoke on the wáter”, de Deep Purple. Dejando a un lado el cliché, supongo que escribir una canción tan simple pero tan universal no es cosa fácil.

—Hummm. Yo creo que la combinación de simple y memorable es muy difícil. Pero me gusta también lo complejo. Valoro el virtuosismo, me gusta escuchar a músicos extremadamente eficientes con su instrumento; me intriga cómo funcionan los trabajos complicados. Pero seguramente me he inclinado más por lo simple porque me gusta el pop y es lo que más va conmigo. Hay algo simple en el modo en que la música interactúa con nuestras vidas.

—Lees libros sobre canciones. Ese género lo han recorrido desde Bob Dylan hasta Nick Hornby… —dice Galindo.

—He leído el libro de Dylan [Filosofía de la canción moderna, Anagrama, 2022]. Salió cuando estaba terminando este libro y tenía miedo de haber hecho algo parecido, pero no. A Hornby no lo he leído.

—En tu libro cuentas que una vez tuviste a Lou Reed entre el público. ¿Para quién te gusta tocar?

—Tal vez para Ray Davies.

Arriba: los más recientes álbumes de Wilco; abajo: tres de sus discos legendario.

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Iñako Díaz-Guerra, de El Mundo, también tuvo la oportunidad, en octubre de 2023, de airear su conversación con Tweedy.

“Pero el rock vive de leyendas y tópicos —escribe Díaz-Guerra—. Como la Santísima Trinidad de la banda de Chicago (A Ghost is Born, Yankee Hotel Foxtrot y Summerteeth) llegó justo antes de que Tweedy ingresara en una clínica de desintoxicación de opiáceos, en 2004, y todos sus álbumes posteriores no asoman en las alturas de esas tres obras maestras [aunque todos, y Cousin no es excepción, rondan el notable alto], se ha generado el runrún entre los fans de que Jeff componía mejor estando mal”.

—No lo creo —le respondió el propio Tweedy—. Las diferencias entre cómo escribo ahora y cómo lo hacía cuando estaba jodido son muchas menos que las similitudes. Creo canciones por el mero hecho de que me gusta y he ido evolucionando. Aprender a escribir en prosa ha cambiado la forma en la que escribo letras. Puede gustarte más o menos que antes, pero no tiene que ver con las drogas o el dolor.

—Aun así, escuchando el álbum Cousin [de 2023] no he podido evitar pensar que todavía te sientes culpable por demasiadas cosas. Sigues siendo muy duro contigo mismo —dice Díaz-Guerra.

—Algo llevo dentro, pero ahora mismo mi conciencia está limpia… creo. Siempre queda el remordimiento y me resulta inevitable reflexionar sobre mí mismo al escribir. Es quien soy. La verdad es que no estás equivocado. Sé que aún queda culpa viviendo dentro de mí, lo que pasa es que no logro localizar dónde exactamente.

—¿En qué momento vital estás?

—Mi objetivo no es, ni nunca ha sido, ser feliz. No es realista ni necesariamente deseable. Yo quiero ser sincero con mis emociones, capaz de lidiar con ellas y afrontarlas. Busco y disfruto la alegría, la conexión con otras personas, el amor dado y recibido, pero cuando priorizas y sólo aceptas de buen grado la felicidad, acabas estancado y sufriendo porque eres incapaz de afrontar las inevitables emociones negativas, tienes la irreal idea de que puedes elegir cómo te vas a sentir a lo largo de tu vida. Ese es un mal lugar para estar. Prefiero aceptar el dolor y avanzar. Ser feliz está sobrevalorado.

—¿Piensas en tu legado?

—No. Alguna vez se me cruza por la cabeza, pero intento salir rápido de ahí. Me hace sentir viejo.

Pero asociaciones musicales como Wilco jamás envejecerán, ciertamente.

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