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“Es posible que los búhos sean muy inteligentes, pero de una forma que no podemos apreciar ni medir”

Ya está en español la más reciente obra de la escritora y divulgadora científica Jennifer Ackerman, «La sabiduría de los búhos», un libro donde se entrelaza arte y ciencia

Marzo, 2024

En algunos países los búhos se consideran portadores de mal presagio y muerte, en otros, animales sabios y misteriosos. Estrellas de películas de animación, compañero mágico de Harry Potter o un replicante más en Blade Runner, estas aves son las protagonistas del más reciente libro de la escritora Jennifer Ackerman, La sabiduría de los búhos / Una historia natural de las aves más enigmáticas del mundo, donde se entrelaza arte y ciencia. Con ella es la entrevista.

Jennifer Ackerman, autora del best seller El ingenio de los pájaros, lleva más de 30 años dedicada a escribir sobre ciencia y naturaleza. En su más reciente libro, La sabiduría de los búhos / Una historia natural de las aves más enigmáticas del mundo (ed. Ariel) desgrana los aspectos más desconocidos de estos animales. Desde por qué parece que sus ojos miran de la misma forma que los nuestros, a por qué nos fascinan tanto estas rapaces misteriosas, símbolos de sabiduría e incluso vaticinio de la muerte.

Para The New York Times esta obra es uno de los libros destacados de 2023, “una guía cálida y agradable, tan entusiasta con su tema que sospecho que incluso los indiferentes a las aves quedarán encantados con sus encuentros con los búhos”, escribe el diario.

Ackerman abarca temas tan diversos como su evolución, historia natural, sus relaciones románticas y estilos de crianza, así como aspectos relacionados con su instinto, emociones y anatomía.

La escritora Jennifer Ackerman. / Foto: Solai LeFay.

—En el imaginario colectivo existe una idea muy uniforme de los búhos: nocturnos, de gran plumaje y con esa especie de antena parabólica en la cara. ¿Por qué cree que se desconocen detalles como que también pueden cazar de día o su gran diversidad?

—Creo que es porque los búhos son tan escurridizos, tan difíciles de ver, que tenemos esa idea equivocada. La mayoría de la gente nunca ha visto un búho en libertad, y si tienen la suerte de ver uno, a menudo es sólo un atisbo fugaz. Me sorprendió el número de especies y la variedad de su tamaño, aspecto y comportamiento.

—¿Son tan inteligentes como creemos?

—Esta es una de las preguntas que quería responder en el libro. A menudo pensamos en los búhos como símbolos de sabiduría, pero ¿son en realidad inteligentes?

“Solíamos pensar que los búhos actuaban sólo por instinto, que su comportamiento era simplemente genético, y que sus cerebros eran tan pequeños y primitivos que sólo eran capaces de los procesos mentales más simples. Ahora sabemos que los cerebros de los búhos son grandes para el tamaño de su cuerpo, como el nuestro. Como los de otras aves, están repletos de neuronas, lo que los hace muy eficientes y tener capacidades mentales bastante sofisticadas. Las aves nos han enseñado algo: hay más de una forma de conectar un cerebro inteligente”.

—¿A qué se refiere?

—La ciencia de la comprensión de las mentes de otros animales distinta a los seres humanos está aún en pañales, y todavía tendemos a ver la inteligencia a través de nuestra propia lente. Pero cada vez somos más conscientes de que en el mundo animal existen distintos tipos de inteligencia, diferentes formas que son difíciles de concebir. Es posible que los búhos sean muy inteligentes, pero de una forma que no podemos apreciar plenamente y nos cuesta medir. Lo que sí conocemos es que aprenden a lo largo de su vida y tienen un comportamiento muy flexible —responden a nuevos retos de maneras también nuevas—, lo que es una medida bastante buena de su inteligencia.

—Esta dualidad de la que habla, de imagen tierna y demoníaca a la vez, ¿les ha traído muchos problemas en su relación con los humanos?

—Algunas culturas, como los ainus del norte de Japón, veneran a los búhos y los consideran protectores. Pero otras los ven como emblema del mal, augurio maligno relacionado con la muerte. No es difícil entender que una lechuza común, de un blanco fantasmal, con sus extraños gritos nocturnos fúnebres y su costumbre de rondar los edificios vacíos, puede dar lugar a la noción de la encarnación aviar de un demonio o un ser espiritual.

“En Belice, los búhos se consideran portadores de mala suerte. ‘Si un búho viene a tu casa y llama, significa que alguien enfermará o morirá’. Esta visión, o variaciones muy ligeras de la misma, es una perspectiva prevalente en muchos países como Zambia, Kenia y Nepal, y en estos lugares, estos animales todavía son perseguidos e incluso asesinados”.

—Una amenaza más para su preservación, la superstición humana…

—Los productos en los que se usa la imagen de los búhos son un buen indicador de las actitudes hacia ellos en una sociedad. En Brasil, Turquía y otros países se pueden encontrar mochilas, ropa, joyas, relojes, figuras e incluso cerveza con temática de búhos. Pero en los mercados de Belice, donde los búhos aún se consideran signo de mala suerte, los productos de este tipo son casi desconocidos.

—En el libro se habla de cómo la ciencia ciudadana ha impulsado la investigación sobre los búhos, ¿de qué manera?

—Los científicos ciudadanos —voluntarios que ofrecen su tiempo gratuitamente para colaborar— están haciendo contribuciones vitales a la investigación de los búhos contándolos, anillándolos y estudiando sus comportamientos. En Canadá, por ejemplo, realizan censos de búhos nocturnos, proporcionando datos importantes sobre su distribución y abundancia en diferentes hábitats, lo que es fundamental para los esfuerzos de conservación.

—¿Y en Europa?

—Tanto en Estados Unidos como en toda Europa, los voluntarios participan en proyectos de anillamiento de búhos para estudiar las fluctuaciones de su población y sus pautas migratorias. Se trata de personas increíblemente entregadas, y los científicos especializados en búhos afirman que no podrían realizar sus investigaciones sin ellas.

—Señala varias veces que tienen sentimientos y emociones. ¿Qué peculiaridades destacaría respecto a, por ejemplo, los mamíferos?

—Pienso en las emociones como estados mentales o corporales que potencian comportamientos que ayudan a un animal a enfrentarse a los retos del entorno. Los búhos son mucho más sutiles en su expresión de las emociones que muchos otros animales, incluidos los mamíferos. Pero las personas entrenadas para leer el lenguaje corporal de los búhos pueden ver fácilmente la presencia de esas emociones.

—¿De qué manera las expresan?

—Los búhos sienten miedo, estrés, irritación, relajación, consuelo. Esto era algo de lo que no nos habíamos dado cuenta hasta hace poco, cuando los adiestradores y otros especialistas aprendieron a leer las sutiles señales del estado de ánimo de un búho. Tomemos, por ejemplo, el búho chico. Cuando está muy estresado o tiene miedo, abre mucho los ojos. Sus pupilas se dilatan. Retira las plumas y las mantiene pegadas al cuerpo. Se queda quieto sobre sus garras en una especie de ‘cobardía’ vertical. Un búho chico relajado tiene las plumas esponjadas, los ojos sólo parcialmente abiertos, las pupilas pequeñas y las patas recogidas. Tiene un aspecto muy tranquilo.

—Uno de los problemas a los que se enfrentan es el cambio climático. De las 260 especies de búhos que se conocen, ¿se sabe cuántas están en peligro?

—Su mayor amenaza es la pérdida de hábitat debido al desarrollo y al cambio climático. Cerca de un tercio de las especies de búhos del mundo se consideran en peligro (alrededor del 17 % están amenazadas y otro 11% casi amenazadas). E incluso muchas de las que no entran en esta categoría están disminuyendo en número. Sin embargo, hay algunos signos esperanzadores.

—¿Cómo se están adaptando?

—Algunas especies parecen estar adaptándose al cambio global. En EE. UU., los búhos barrados y los autillos chillones se están adecuando bien a los cambios de hábitat y su número está aumentando. Lo mismo ocurre con los cárabos en Europa. Son especies que tienen dietas variadas y pueden cambiar sus hábitos alimentarios para aprovechar la disponibilidad de distintos tipos de presas.

“A medida que cambia el clima, algunas poblaciones de cárabos —la variedad parda— están creciendo. Su color pardo es una ventaja en los inviernos cálidos, por lo que su supervivencia ha mejorado”.

Jennifer Ackerman / Foto: Sofia Runarsdotter.

—¿Cuáles son las especies más amenazadas?

—Son las que necesitan un hábitat limitado, por ejemplo, huecos para anidar en árboles viejos, o presas específicas como sucede con los lemmings para el búho nival.

—¿Por qué se les compara con los lobos (pero del cielo)?

—A los búhos se les conoce como lobos del cielo porque son depredadores feroces y cazan presas que van desde pequeños roedores y pájaros hasta ardillas, conejos, zarigüeyas e incluso otros búhos. Algunos de gran tamaño, como los búhos reales y los cornudos, son como los lobos, depredadores en la cima de la cadena alimentaria.

—¿Qué los hace tan difíciles de estudiar? Siguen apareciendo nuevas especies y sabemos muy poco de ellas.

—Los búhos existen en todo el planeta, en todos los continentes excepto en la Antártida. Pero efectivamente, no son fáciles de estudiar. Son escurridizos y reservados. A menudo viven en zonas remotas y están activos en una época en la que el acceso a los lugares de campo es complicado. Se han necesitado décadas de ardua investigación para descifrar estas aves en detalle. Hay unas 260 especies.

“Y, como usted dice, para asombro de los investigadores, siguen apareciendo nuevas, como el mochuelo peludo, que llamó la atención a los científicos cuando se descubrió en los años setenta en lo alto de las montañas andinas del norte de Perú. Se trata de un búho diminuto y extraño, tan diferente de los demás —con sus plumas faciales largas y onduladas— que lo clasificaron con un género propio, Xenoglaux, que significa ‘búho extraño’ en griego. Pero sabemos muy poco de él porque es muy escurridizo”.

Fuente: agencia SINC.

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