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Nos enfrentamos a la sexta extinción y la gente ni siquiera lo sabe: Jeremy Rifkin

Jeremy Rifkin es un sociólogo, economista, escritor, orador, asesor político y activista estadounidense. Lleva décadas anticipando el progreso de la sociedad industrial hacia modelos más sostenibles. Ha escrito más de veinte libros dedicados a proponer modelos económicos y sociales que garanticen nuestra pervivencia en el planeta, en equilibrio con el medio ambiente y también con nuestra propia especie. En su más reciente trabajo: El Green New Deal global / Por qué la civilización de los combustibles fósiles colapsará en torno a 2028 y el audaz plan económico para salvar la vida en la tierra (Paidós, 2019), nos propone un plan práctico y urgente para abandonar la economía del combustible fósil y enfrentar el cambio climático. “Tenemos que poner en marcha la Tercera Revolución Industrial y cambiar el mundo. Hacerlo ahora y rápido”, afirma en esta entrevista Jeremy Rikfin, inspirador y promotor de una transformación radical del modelo económico y social sobre la base de un acuerdo ecológico global, el llamado Green New Deal.


El sociólogo Jeremy Rifkin (Denver, 1945), que se define como activista en favor de una transformación radical del sistema basado en el petróleo y en otros combustibles fósiles, lleva décadas reclamando un cambio de la sociedad industrial hacia modelos más sostenibles. Asesor de gobiernos y corporaciones de todo el mundo, ha escrito más de veinte libros dedicados a proponer fórmulas que garanticen nuestra pervivencia en el planeta, en equilibrio con el medio ambiente y también con nuestra propia especie.

—¿Cuál cree que será el impacto de la pandemia de la covid-19 en el camino hacia la tercera revolución industrial?

—No podemos decir que esto nos haya cogido por sorpresa. Todo lo que nos está ocurriendo se deriva del cambio climático, del que han venido advirtiendo los investigadores y yo mismo desde hace tiempo. Hemos tenido otras pandemias en los últimos años y se han lanzado advertencias de que algo muy grave podría ocurrir. La actividad humana ha generado estas pandemias porque hemos alterado el ciclo del agua y el ecosistema que mantiene el equilibrio en el planeta.

“Los desastres naturales (hablo de pandemias, incendios, huracanes, inundaciones…) van a continuar porque la temperatura en la Tierra sigue subiendo y porque hemos arruinado el suelo. Hay dos factores que no podemos dejar de considerar: el cambio climático provoca movimientos de población humana y de otras especies; el segundo es que la vida animal y la humana se acercan cada día más como consecuencia de la emergencia climática y, por ello, sus virus viajan juntos”.

—Es ésta una buena oportunidad para extraer lecciones y actuar en consecuencia, ¿no cree?

—Ya nada volverá a ser normal. Esta es una llamada de alarma en todo el planeta. Lo que toca ahora es construir las infraestructuras que nos permitan vivir de una manera distinta. Debemos asumir que estamos en una nueva era. Si no lo hacemos, habrá más pandemias y desastres naturales. Estamos ante la amenaza de una extinción.

—Usted trabaja, estará trabajando estos días, con gobiernos e instituciones de todo el mundo. No parece que impere el consenso respecto al futuro inmediato.

—Lo primero que debemos hacer es tener una relación distinta con el planeta. Cada comunidad debe responsabilizarse de cómo establecer esa relación en su ámbito más cercano. Y sí, tenemos que emprender la revolución hacia el Green New Deal global, un modelo digital de cero emisiones; tenemos que desarrollar nuevas actividades, crear nuevos empleos, para reducir el riesgo de nuevos desastres. La globalización se ha terminado, debemos pensar en términos de glocalización. Esta es la crisis de nuestra civilización, pero no podemos seguir pensando en la globalización como hasta ahora, se necesitan soluciones glocales para desarrollar las infraestructuras de energía, comunicaciones, transportes, logísticas…

—¿Cree que durante esta crisis, o incluso cuando se rebaje la tensión, los gobiernos y las empresas tomarán medidas en esa dirección?

—No. Corea del Sur está combatiendo la pandemia con tecnología. Otros países lo están haciendo. Pero no estamos cambiando nuestro modo de vida. Necesitamos una nueva visión, una visión distinta del futuro, y los líderes en los principales países no tienen esa visión. Son las nuevas generaciones las que pueden realmente actuar.

—Usted plantea un cambio radical en la forma de ser y de estar en el mundo. ¿Por dónde empezamos?

—Tenemos que empezar con la manera en la que organizamos nuestra economía, nuestra sociedad, nuestros gobiernos; por cambiar la forma de ser en este planeta. La nuestra es la civilización de los combustibles fósiles. Se ha cimentado durante los últimos 200 años en la explotación de la Tierra. El suelo se había mantenido intacto hasta que empezamos a excavar los cimientos de la tierra para transformarlo en gas, petróleo y carbón. Y pensábamos que la Tierra permanecería allí siempre, intacta. Hemos creado una civilización entera basada en el uso de los fósiles. Hemos utilizado tantos recursos que ahora estamos recurriendo al capital de la tierra en vez de obtener beneficios de ella. Estamos usando una tierra y media cuando sólo tenemos una. Hemos perdido el 60% de la superficie del suelo del planeta; ha desaparecido y se tardará miles de años en recuperarlo.

—¿Qué les diría a quienes creen que es mejor vivir el momento, el aquí y el ahora, y esperan que en el futuro vengan otros para arreglarlo?

—Estamos realmente ante un cambio climático, pero también a tiempo de cambiarlo. El cambio climático provocado por el calentamiento global y las emisiones de CO₂ altera el ciclo del agua de la tierra. Somos el planeta del agua, nuestro ecosistema ha emergido y evolucionado a lo largo de millones de años gracias al agua. El ciclo del agua permite vivir y desarrollarse. Y aquí está el problema: por cada grado de temperatura que aumenta como consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero, la atmósfera absorbe un siete por ciento más de precipitaciones del suelo y este calentamiento las fuerza a caer más rápido, más concentradas y provocando más catástrofes naturales relacionadas con el agua. Por ejemplo, grandes nevadas en invierno, inundaciones en primavera por todas las partes del mundo, sequías e incendios en toda la temporada de verano y huracanes y tifones en otoño barriendo nuestras costas.

—Las consecuencias se irán agravando con el tiempo.

—Nos enfrentamos a la sexta extinción y la gente ni siquiera lo sabe. Dicen los científicos que van a desaparecer la mitad de todos los hábitats y animales de la tierra en ocho décadas. Ese es el marco en el que estamos, nos encontramos cara a cara con una extinción en potencia de la naturaleza para la que no estamos preparados.

—¿Cuán grave es esa emergencia global? ¿Cuánto tiempo nos queda?

—No lo sé. He sido parte de este movimiento en favor del cambio desde los años setenta y creo que se nos ha pasado el tiempo que necesitábamos. Nunca volveremos dónde estábamos, a la buena temperatura, a un clima adecuado… El cambio climático va a estar con nosotros por miles y miles de años; la pregunta es: ¿podemos nosotros, como especie, ser resilientes y adaptarnos a ambientes totalmente distintos y que nuestros compañeros en la tierra puedan tener también la oportunidad de adaptarse?

“Si me pregunta cuánto tiempo nos llevará cambiar a una economía no contaminante, nuestros científicos en la cumbre europea del cambio climático en 2018 dijeron que nos quedaban 12 años; ya es menos lo que nos queda para transformar completamente la civilización y empezar este cambio. La Segunda Revolución Industrial, que provocó el cambio climático, está muriendo. Y es gracias al bajo coste de la energía solar, que es más rentable que el carbón, el petróleo, el gas y la energía nuclear. Nos estamos moviendo hacia una Tercera Revolución Industrial”.

—¿Es posible un cambio de tendencia global sin Estados Unidos, su país, de nuestro lado?

—La Unión Europea y China se han unido para trabajar conjuntamente y Estados Unidos está avanzando porque los estados desarrollan las infraestructuras necesarias para lograrlo. No olviden que somos una república federal. El gobierno federal sólo crea los códigos, las regulaciones, los estándares, los incentivos; en Europa sucede lo mismo: sus estados miembros han creado las infraestructuras. Lo que ocurre en Estados Unidos es que prestamos mucha atención al señor Trump pero, de los 50 estados, 29 han desarrollado planes para el desarrollo de energías renovables y están integrando la energía solar. El año pasado en la conferencia europea por la emergencia climática, las ciudades estadounidenses declararon una emergencia climática y ahora están lanzando su Green New Deal. Están sucediendo bastantes cambios en Estados Unidos. Si tuviéramos una Casa Blanca diferente sería genial pero, aún así, esta Tercera Revolución Industrial está emergiendo en la UE y en China y ha comenzado en California, en el estado de Nueva York y en parte de Texas.

—¿Cuáles son los componentes básicos de esos cambios tan relevantes en diferentes regiones del mundo?

—La nueva Revolución Industrial trae consigo nuevos medios de comunicación, energía, medios de transporte y logística. La revolución comunicativa es Internet, como lo fueron la imprenta y el telégrafo en la Primera Revolución Industrial en el siglo XIX en Reino Unido, o el teléfono, la radio y la televisión en la segunda revolución en el siglo XX en Estados Unidos. Hoy tenemos más de 4 000 millones de personas conectadas y pronto tendremos a todos los seres humanos comunicados a través de Internet; todo el mundo ahora está conectado. En un periodo como el que vivimos, las tecnologías nos permiten integrar a un gran número de personas en un nuevo marco de relaciones económicas. El Internet del conocimiento se combina con el Internet de la energía y con el Internet de la movilidad. Estos tres Internet crean la infraestructura de la Tercera Revolución Industrial. Estos tres Internet convergerán y se desarrollarán sobre una infraestructura de Internet de las cosas que reconfigurará la forma en que se gestiona toda la actividad en el siglo XXI.

—¿Qué papel van a jugar los nuevos agentes económicos en la formación de ese nuevo modelo económico y social?

—Estamos creando una nueva era llamada glocalización. La tecnología cero emisiones de esta tercera revolución será tan barata que nos permitirá crear nuestras propias cooperativas y nuestros propios negocios tanto física como virtualmente. Las grandes compañías desaparecerán. Algunas de ellas continuarán pero tendrán que trabajar con pequeñas y medianas empresas con las que estarán conectadas por todo el mundo. Estas grandes empresas serán proveedoras de las redes y trabajarán juntas en lugar de competir entre ellas. En la primera y en la segunda revolución, las infraestructuras se hicieron para ser centralizadas, privadas. Sin embargo, la tercera revolución tiene infraestructuras inteligentes para unir el mundo de una manera glocal, distribuida, con redes abiertas.

—¿De qué forma afecta la superpoblación a la sostenibilidad del planeta en el modelo industrial?

-Somos 7 000 millones de personas y llegaremos muy pronto a 9 000 millones. Esa progresión, sin embargo, se va a terminar. Las razones para ello tienen que ver con el papel de las mujeres y su relación con la energía. En la antigüedad las mujeres eran esclavas, eran las proveedoras de energía, tenían que mantener el agua y el fuego. La llegada de la electricidad está íntimamente relacionada con los movimientos sufragistas en América; liberó a las mujeres jóvenes, que iban a la escuela y podían continuar su formación hasta la universidad. Cuando las mujeres se volvieron más autónomas, libres, más independientes, hubo menos nacimientos.

—No parece usted optimista y, sin embargo, sus libros son una guía para un futuro sostenible. ¿Tenemos o no un futuro mejor a la vista?

—Todas mis esperanzas están depositadas en la generación milenial. Los mileniales han salido de sus clases para expresar su inquietud. Millones y millones de ellos reclaman la declaración de una emergencia climática y piden un Green New Deal. Lo interesante es que ésta no es como ninguna otra protesta en la historia, y ha habido muchas, pero ésta es diferente: mueve esperanza, es la primera revuelta planetaria del ser humano en toda la historia en la que dos generaciones se han visto como especies, especies en peligro. Proponen eliminar todos los límites y fronteras, los prejuicios, todo aquello que nos separa; empiezan a verse como una especie en peligro e intentan preservar a las demás criaturas del planeta. Ésta es probablemente la transformación más trascendente de la conciencia humana en la historia.

—¿Cree que cuando esos jóvenes tomen las decisiones evolucionaremos hacia un modelo más sostenible?

—La gente joven tiene que sustituir a los funcionarios, a los políticos, ya que nadie puede entender mejor que ellos lo que hay que hacer. Los jóvenes meten presión porque lo primero que ven es que los mayores tienen otras inquietudes. Cuando los jóvenes reclaman a los políticos, lo primero que ven es que son más mayores y que velan por sus propios intereses. Los jóvenes van a ser los que van a tener que enfrentarse a la extinción. Por eso necesitamos a las generaciones más jóvenes, que vean el problema climático y se preocupen por esta extinción, tanto de la especie humana como de las demás criaturas en la Tierra; que quieran cambiarlo todo de una manera que nunca antes se ha visto, y tenemos que hacerlo ahora y rápido; poner en marcha los proyectos y utilizar todo ese dinero proveniente de la industria fósil; poner en marcha la Tercera Revolución Industrial y cambiar el mundo; utilizar a los desempleados para desarrollar las nuevas infraestructuras que la hacen posible y crear una nueva era en la historia. Es difícil imaginar que sea posible, pero lo es, está en la mano de las nuevas generaciones.

Juan M. Zafra es profesor asociado en el Departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual, Universidad Carlos III, Madrid, España. Dirige la Revista Telos, que edita Fundación Telefónica.

Fuente: The Conversation.

La versión original de esta entrevista fue publicada en el número 113 de la Revista Telos.

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