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Con el desarrollo tecnológico se ha ido perdiendo el espíritu de reflexión al hacer fotografía: Rogelio Cuéllar

Como reconocimiento a su trayectoria, el artista visual recibirá la Medalla al Mérito en la especialidad

Agosto, 2023

El 24 y 25 de agosto se llevará a cabo en Pachuca (México) la vigésima cuarta edición del Encuentro Nacional de Fototecas, el foro más importante en el país para el análisis y apreciación de la imagen histórica y contemporánea. Como parte de sus actividades, Patricia Lagarde y Rogelio Cuéllar —actualmente, dos de los más prestigiosos y sobresalientes artistas visualesrecibirán la Medalla al Mérito Fotográfico 2023, que entrega anualmente la Secretaría de Cultura a través del INAH y el Sistema Nacional de Fototecas. Para sumarnos a este reconocimiento, Víctor Roura ha conversado con don Rogelio Cuéllar.

Durante la inauguración del vigésimo cuarto Encuentro Nacional de Fototecas, a efectuarse en Pachuca a partir del jueves 24 de agosto, Rogelio Cuéllar y Patricia Lagarde recibirán la Medalla al Mérito Fotográfico 2023, que entrega anualmente la Secretaría de Cultura a través del INAH y el Sinafo.

Rogelio Cuéllar (Ciudad de México, 1950) se revistió de fotógrafo profesional desde hace cinco décadas y media, tiempo en que ha publicado los libros Huellas de una presencia (1981), El rostro de las letras (1997), De frente y de perfil (1993) y Entre la historia y la memoria (2003), dejando constancia de su mirada asertiva, aguda, aleccionadora que ha mostrado en diversos medios de comunicación impresos siendo, él, fundador de varios de ellos, Proceso entre otros.

Tanto es el conocimiento de su oficio que, sin acaso él pretenderlo, de antemano a Rogelio Cuéllar se le considera un completo, y complejo, artista plástico.

Con este fotógrafo creador conversamos para adentrarnos un poco más a sus ideas culturales.

“Me asombra que la gente tenga en los teléfonos celulares miles de fotografías, la mayoría de lo más insulso de la vida cotidiana

—A lo largo de más de medio siglo el nombre de Rogelio Cuéllar ha sido fundamental en el ejercicio de la fotografía, oficio que hoy parecería difuminarse ante la estrategia comercial de la cámara en todos los celulares del mundo, de manera que, tal como se dice ahora, todos ya son fotógrafos al producirlas por miles a diario. ¿Qué piensa Rogelio Cuéllar de esta característica contemporánea?

—Con todo el desarrollo tecnológico se ha ido perdiendo el espíritu de reflexión y la emoción de mirar a través del objetivo de la cámara fotográfica, que para mí es la esencia del ser fotógrafo en el sentido estricto de la palabra. Las imágenes que ahora se producen son inmediatas, vagamente quedan en la memoria. Con la misma rapidez con la que se producen, así de rápido desaparecen de nuestra memoria visual. Me asombra que la gente tiene en los teléfonos celulares miles de fotografías, la mayoría de lo más insulso de la vida cotidiana. Esas imágenes son vacías, no abren espacio a la reflexión, a la emoción.

Rogelio Cuéllar. Autorretrato.

Ahora “todo es instantáneo”

—¿Extrañas algo de la creación fotográfica que se ejercía antes en la profesión periodística, alguna situación que la diferencie de los sucesos acaecidos hoy en los miles de portales informativos que pululan en las redes sociales?

—Pues un poco lo mismo: todo es rápido, instantáneo. Antes había que esperar el momento decisivo para hacer el click. Antes había análisis, emoción… Hoy, sin ver a través de la cámara, o la pantalla de la cámara, oprimes una ráfaga de fotos y, pues, alguna quedará “bien”… De alguna manera, había una conciencia de que lo que estás procurando capturar y publicar hoy, a partir del otro día esa imagen ya formará parte de la memoria fotográfica de la historia. Eso ya no sucede hoy, o sucede muy poco. Claro que también tiene sus ventajas: la inmediatez para transmitir y comunicar, difundir; la posibilidad de capturar imágenes en condiciones extremas de luz o en ciertas circunstancias complicadas.

“En un evento donde hay cien personas, por lo menos 99 están registrando ese evento”

—Sin apuntarlo como un adjetivo extemporáneo, ¿cuál es hoy el papel del fotógrafo de ayer?

—En un evento donde hay cien personas, por lo menos 99 están registrando ese evento. Pienso que el desafío es entonces cómo lograr una imagen que no se parezca a lo que están haciendo esas 99 personas, hacer algo diferente, perdurable. Y han cambiado también las circunstancias: un evento político, por ejemplo, es ya más como una puesta en escena. Puedes cambiarle la carita a los personajes y sigue diciendo exactamente lo mismo.

“Las letras y las artes plásticas conforman dos de mis principales pilares”

—Ciertamente las imágenes que has captado son diferentes a la extrema rapidez contemporánea. ¿Dónde se ha sentido más a gusto operando su cámara Rogelio Cuéllar: en la vida cotidiana, en el orbe político, en las atmósferas culturales, en la desnudez femenina?

—Con certeza en las atmósferas culturales: por el encuentro personal con el creador y por todo lo que ofrece: teatro, danza, música… y ni se diga de los escritores y los artistas plásticos. Verlos trabajar, visitar sus estudios, convivir con ellos me enriquece y me motiva mucho fotográficamente. Como sabes, las letras y las artes plásticas conforman dos de mis principales pilares.

Cioran

—Sé que esta pregunta podría originar un sinfín de recordaciones, pero la planteo: ¿cuál imagen insólita se le viene a la cabeza a Rogelio Cuéllar cuando hablamos de sus fotografías memorables?

—De entrada, pienso en Emil Michel Cioran. Desde un principio me dijo que no: “Si usted me ha leído, debe saber que no me gusta que me tomen fotografías”. Esto me lo dijo tres meses antes de nuestro encuentro en París. Cuando ve mi trabajo fotográfico (en particular los retratos de Esther Seligson, quien fue nuestro puente para el encuentro), junto con mi vehemencia, o terquedad, aceptó que trabajara mis fotografías.

Un gran estímulo

—¿Qué significa recibir hoy en día un reconocimiento fotográfico justo cuando ahora todo el mundo se siente artista gráfico?

—Antes que nada, una gran alegría por la importancia del reconocimiento, de saber quiénes han recibido este premio los 23 años anteriores, y por la significancia de las instituciones que me lo otorgan. Es un estímulo para seguir trabajando como lo he hecho durante los últimos 54 años.

Rogelio Cuéllar. / Foto: rogeliocuellar.mx

Revisión de imágenes en pantalla

—Los libros fotográficos, por este desarrollo implacable de la tecnología, tal vez vayan rezagándose para sustituirlos por los soportes digitales, tal como está pasando con las películas y la música, ¿cuál es tu opinión sobre estas difuminaciones culturales?

—Históricamente, y hablo principalmente de México, los libros de fotografía, sobre fotografía, son escasos. Se extraña, por ejemplo, esa espléndida colección del Fondo de Cultura Económica, “Río de Luz”, a la que lamentablemente no se le dio continuidad. A las instituciones culturales no les interesa. Laura Delgado, otro ejemplo, creó una colección de libros sobre fotografías históricas de las diferentes ciudades de Veracruz. Creo que publicaron unos ocho o diez volúmenes. Y no hubo continuidad. El mismo archivo Casasola: cuántos libros, cuántas investigaciones se podrían publicar con todo el material que tiene en sus diversos fondos. Los libros fotográficos impresos son muy importantes, porque son realmente el disfrute de la esencia de la fotografía, y para mí específicamente los de blanco y negro. Son necesarios. Con los libros digitales no hay disfrute; es más una revisión de imágenes en pantalla, con muy poca capacidad de retención, de que te muevan algo. A esto se suma también el hecho de su cantidad. En las redes puedes encontrar cientos, miles de libros de fotografías. ¿Cómo buscas, con cuáles te quedas, cuántos no los ves o no llegas ni siquiera a saber que navegan por ahí?

Terquedad de estar en el cuarto oscuro

—Por lo que has comentado, Rogelio, ¿la reflexión entonces va siendo un factor cada vez menos abordado como característica básica de la cultura, tal como era concebida hasta hace apenas unos cuantos años atrás?

—Sí, sí lo pienso. Principalmente en ese momento (el momento decisivo) de tomar una fotografía, de capturar una imagen, de editar esa parte de la realidad que quieres atrapar, retener. Por eso también es mi terquedad de estar en el cuarto oscuro, trabajando e imprimiendo mis fotografías en blanco y negro.

Entre el retrato y los objetos abandonados

A los fotógrafos Rogelio Cuéllar (Ciudad de México, 1950) y Patricia Lagarde (Ciudad de México, 1961) les gusta merodear sigilosamente en mundos ajenos. Cuéllar explora los gestos más reveladores de creadores, mientras que Lagarde detecta el “aura” detrás de los objetos más insospechados.

Por su acercamiento único a esos sujetos/objetos, a partir de los cuales han creado una narrativa y un mundo propios, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y del Sistema Nacional de Fototecas (Sinafo), ha otorgado la Medalla al Mérito Fotográfico 2023 a ambos artistas.

La entrega del reconocimiento se llevará a cabo el 24 de agosto de 2023, durante la inauguración de la vigésima cuarta edición del Encuentro Nacional de Fototecas, el cual se realizará, como ya es tradición, en Pachuca, Hidalgo (México), ciudad sede de la Fototeca Nacional del INAH.

Aunque se inició como fotógrafo en 1967, Rogelio Cuéllar ha enfocado las últimas tres décadas de su trayectoria, casi exclusivamente, al retrato de creadoras y creadores de la literatura, las artes plásticas, el teatro y la música, sobre todo, de México y Latinoamérica, nacidos entre 1900 y 1980.

Como becario del Sistema Nacional de Creadores de Arte —se puede leer en un comunicado—, ha avanzado significativamente en la clasificación de su acervo: hasta el momento, aproximadamente 20,000 negativos, donde están capturados más de mil personajes, entre ellos, los escritores Renato Leduc, Carlos Pellicer, Efraín Huerta, Octavio Paz, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Elena Garro, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa.

Como fotoperiodista, Cuéllar formó parte del equipo fundador de la revista Proceso, así como del diario La Jornada. Como autor, ha publicado los libros Huellas de una presencia (1981), El rostro de las letras (1997), De frente y de perfil (1993) y Entre la historia y la memoria (2003).

Por otra parte, Patricia Lagarde estudió Comunicación, Diseño y Fotografía en la Universidad Iberoamericana y en la Escuela Activa de Fotografía.

La fotógrafa Patricia Lagarde en una imagen de 2017.

Su obra se caracteriza por tomar la dimensión épica del tiempo, una noción excesiva y circular que se encuentra en las narrativas más conspicuas del realismo mágico, y someterla a una experiencia íntima, como en el laboratorio del alquimista, un gabinete de curiosidades o una colección de antigüedades.

Como ha señalado el curador y crítico cubano Juan Antonio Molina: los objetos que han sido tocados, usados o abandonados: insectos, juguetes, mapas, esferas, instrumentos, ropa, reproducciones de obras de arte, fotografías y textos son los motivos personales más recurrentes a lo largo de la carrera de Patricia Lagarde, de los cuales captura su “aura”, resultado de la forma en que el tiempo los ha observado. En sus imágenes se confunde lo colosal y lo diminuto. Lo ajeno se vuelve propio, se invierten las jerarquías de lo imaginario y lo real, y pierde relevancia el significado de utilidad.

Con varios premios y reconocimientos en su haber, la obra de Patricia Lagarde ha sido expuesta en diversos recintos del país, como los centros de la Imagen y Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, y los museos de Arte Moderno, Carrillo Gill y de Historia Natural, entre otros; y fuera de nuestras fronteras, ha expuesto en Estados Unidos, Canadá, Polonia y Hong Kong. (Redacción SdE; con información del INAH)

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