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Cuatro mujeres y un denominador común: tratar de entender lo que la naturaleza es capaz de expresar

Egresadas y estudiantes de la Facultad de Ciencias Naturales de la UAQ, Cynthia, Neli, Melanie y Fernanda tienen algo que contarnos

Marzo, 2025

No estudiaron letras, pero todas ellas son traductoras. Cynthia habla con los bosques, Neli con la montaña, y Melanie un día descubrió que le gustaba escuchar lo que las plantas acuáticas tenían que contarle. Y, bueno, el extremo de todo esto es Fernanda, quien planea dedicar su vida a lo que virus y bacterias tengan que decirle. A propósito del Día Internacional de la Mujer, Juan José Flores Nava conversó con estas cuatro mujeres cuyo denominador común es tratar de entender lo que la naturaleza es capaz de expresar. Y, sobre todo, mostrar que otro tipo de relación con nuestro entorno natural es posible.

No estudiaron letras, pero todas ellas son traductoras. Cynthia habla con los bosques, Neli con la montaña, y Melanie un día descubrió que le gustaba escuchar lo que las plantas acuáticas tenían que contarle. Y, bueno, el extremo de todo esto es Fernanda, quien planea dedicar su vida a lo que virus y bacterias tengan que decirle.

El trabajo de todas ellas —egresadas o estudiantes de la Facultad de Ciencias Naturales (FCN) de la UAQ— es entender eso que la naturaleza es capaz de expresar. Y lo consiguen gracias a un rasgo en común: el profundo amor, respeto y admiración que guardan por los seres vivos (plantas, animales y microorganismos) con los que interactúan de manera cotidiana. No importa si su formación es la Producción Agropecuaria Sustentable, la Biología o la Microbiología. Cynthia, Neli, Melanie y Fernanda demuestran (este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer) que otro tipo de relación con nuestro entorno natural es posible.

Imitar al antiguo solar maya

Cynthia Natahel Camacho Balderas se propuso crear un pequeño bosque comestible multiespecie como modelo de sistema agroecológico. Y lo logró. Al menos en una versión pequeña en el Campus Concá de la FCN-UAQ, en Arroyo Seco, Querétaro, donde ocupa 345 m2 dedicados antes a la agricultura convencional. Una superficie más o menos equivalente a la de dos canchas de volibol, una al lado de la otra.

La estructura del bosque comestible de Cynthia está constituida por cuatro estratos en los que hay tanto especies nativas como naturalizadas. El propósito es que árboles, plantas y arbustos colaboren entre sí para su crecimiento. Ella lo explica mejor:

—El primer estrato, llamado emergente, está constituido por árboles con una altura de entre 8 y 10 m, como aguacate y ramón; en el estrato alto hay árboles de entre 7 y 8 m, como mango y anona; el estrato medio tiene árboles pequeños y arbustos grandes que van de 3 a 4 m, como plátano y guayaba; y el estrato bajo lleva especies que van desde los pocos centímetros de altura hasta los dos metros, tales como jengibre y zacate limón.

Cynthia Natahel Camacho Balderas.

Como puede notarse, en este sistema agroforestal multiestrato no se privilegia el desarrollo de una planta eliminando todas las demás (como en la agricultura convencional), sino que se busca igualar el antiguo solar maya, en el que se “manejaba una gran variedad de especies alimentarias, algunas de las cuales eran originarias de la región y otras introducidas de otras áreas de América”, dice Cynthia.

—Se trata de recuperar para nuestras comunidades lo que se conoce como solar maya —me cuenta Cynthia por teléfono desde Agua Fría de Guadalupe, una comunidad en Jalpan de Serra, Querétaro, donde ahora mismo imparte un curso de medicina tradicional con apoyo del gobierno estatal—. La propuesta es que las familias siembren plantas y árboles que les resulten útiles o que sean comestibles no sólo para los humanos, sino también para otras especies.

El “Sistema agroforestal multiestrato: bosque comestible” es el proyecto de tesis de Cynthia que aún está en marcha y en el que fue asesorada por otra mujer, la maestra Judith Gabriela Luna Zuñiga. Aunque el bosque comestible ya se estableció en su totalidad y crece en Concá, falta la redacción del texto final.

—Confío en que antes de terminar este semestre, en junio, ya esté concluida la tesis y se haga el proceso de titulación —ataja, con algo de nervios, Cynthia.

Sin ir más lejos

Se llama María Cornelia Olvera Medina. Pero le dicen Neli (o Nelly) por costumbre. Desde que era pequeña su hermana la rebautizó así, tomando cuatro letras de su segundo nombre: CorNELIa.

En un par de semestre más, habrá llegado al final de la carrera que Cynthia acaba de terminar: Producción Agropecuaria Sustentable (PAS), en el Campus Concá de la FCN-UAQ. Sólo que, a diferencia de su compañera, Neli está más inclinada al trabajo con animales. Una vez graduada y titulada, le gustaría enfocarse al sector ganadero.

Pues, al final de cuentas, como recuerda, mientras muchas de sus compañeras en secundaria y bachillerato estaban apuradas por pasar Matemáticas o Historia o Formación Cívica y Ética, Neli, además de eso, estaba apurada por sacar adelante el pequeño rancho familiar localizado en una comunidad a más de 1,300 m de altura.

—Estudiar PAS me ha cambiado completamente la visión en cuanto a la forma de manejar el rancho de mi familia —dice—. Antes pensaba, por ejemplo, que la ganadería se trataba de tener animales encerrados en cierto lugar y darles de comer. Pero hoy sé, como dijo la profesora Nora Hernández, que para ser ganadero primero hay que ser agricultor. Y es muy cierto. Hay que producir alimento y cuidar el suelo donde se genera.

María Cornelia Olvera Medina.

Mientras cursa los últimos semestres de su carrera, Neli hace su Servicio Social en la presidencia municipal de Arroyo Seco, en la Dirección de Gestión Interinstitucional y Proyectos Especiales. Labor que asume como parte de su formación para poder colaborar con otras personas en los sectores agrícola y pecuario.

—Quiero que la licenciatura en PAS haga mucho ruido en Concá y otras comunidades para que más jóvenes volteen a ver lo que hacemos y quieran intentarlo, que sepan que no se tienen que ir lejos para estudiar una carrera.

Y que sepan, con ello, que las cosas se pueden hacer de una forma distinta, como cuenta Neli:

—De niña yo aprendía a gritarle a los animales. Pero hoy sé que eso los estresa. En PAS aprendí que a los animales se les trata bien porque entienden. Es muy importante tenerles paciencia porque son seres que sienten. Estudiar me ha dado la posibilidad de relacionarme de una forma muy distinta, mucho mejor, con el campo, la naturaleza y los animales.

Plantas para limpiar la contaminación

Melanie Becerril Bartolo quería trabajar con felinos. “Me veía como una exploradora de National Geographic”, me cuenta, “pero cuando vi algas y hongos microscópicos supe que mis posibilidades iban más allá de lo que había imaginado”.

Un día, hacia el final de su carrera de Biología, una materia despertó el amor que había ido acumulando hacia la ciencia: “Ecología, manejo y conservación de humedales”. Meses después, Melanie trabajaría al lado de su maestra, la investigadora Tatiana Lobato, en un proyecto que concluyó en la publicación de un libro del que es coautora, al lado de la propia Tatiana Lobato y de la investigadora Paula Montoya.

Ilustrado por Lilian Tendilla —quien también, por cierto, es bióloga egresada de la FCN-UAQ— el libro de marras se intitula Plantas acuáticas mexicanas para la remediación: aplicaciones en la sociedad e industria minera. Fue publicado por el Fondo Editorial Universitario de la UAQ y Gr Silver Mining LTD. Se trata de una detallada guía que enlista 171 especies de macrófitas acuáticas que pueden ser utilizadas en proyectos de soluciones basadas en la naturaleza.

—La información sobre el uso, origen, distribución en México y grado de amenaza que enfrentan estas plantas tenía que estar bien sustentada —dice Melanie al rememorar su trabajo de revisión e investigación para el libro—. El problema es que sobre algunas plantas había hasta 100 artículos científicos, pero sobre otras costaba trabajo encontrar más de uno.

Melanie Becerril Bartolo.

Por ahora Melanie se encuentra laborando en una empresa que nada tiene que ver con plantas acuáticas. Pero planea regresar pronto a la academia. Afirma que haber sido una de las autoras de la obra y trabajar con la doctora Tatiana la llevó estar segura de querer estudiar la maestría en Ciencias Biológicas. También en la FCN-UAQ.

Una de las características más valiosas de Plantas acuáticas mexicanas para la remediación… es que señala de manera muy concreta cuáles son los usos que se le pueden dar a cada planta. Por ejemplo, se apunta que la Sagittaria lancifolia, conocida comúnmente como cola de golondrina, puede ser útil contra detergentes, materia orgánica de aguas domésticas residuales, petróleo, metales como cobre y algunos herbicidas.

—Por lo que yo revisé, no existía un libro que me dijera “esta planta hace esto, esta planta limpia esto”. En ese sentido, se trata de una obra en verdad muy novedosa que abre muchas líneas de investigación. Y lo mejor es que ahora es conocimiento público —concluye Melanie.

La vida más allá de la ciencia

María Fernanda Pacheco Estrella (Fer) no lo duda ni poquito: la ciencia es muy importante en su vida. Por eso estudia Microbiología en el campus Aeropuerto de la FCN-UAQ. Está en octavo semestre. Pero sabe también que la vida va más allá de la escuela. Al final de cuentas, dice, el arte, el deporte y las relaciones sociales también son parte de una formación integral:

—Creo que cada vez más el arte y la ciencia se van a desplegar juntas. Y tengo un ejemplo muy concreto porque hace poco tomé un taller de dibujo en caja Petri con la doctora Bertha Carvajal, coordinadora de la licenciatura. Me parece fascinante combinar de esa manera la investigación y el dibujo.

Fue en el bachillerato donde Fer aprendió a observar e identificar bacterias, en el Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos N° 18, en la capital zacatecana, una escuela perteneciente al Instituto Politécnico Nacional. Pero como no quería profesionalizarse en Química o Biología —ambas opciones disponibles en Zacatecas— buscó un poco más y se encontró con que la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) tiene una carrera que no existe en ningún otro lugar del país: Microbiología. Así que decidió moverse a la capital queretana.

—Me ha gustado mucho la Inmunología. En un principio quería dedicarme a la microbiología marina, pero en este momento quiero dedicarme a algo relacionado con inmunología. Quizás ir por una maestría y hasta por un doctorado en esta área.

María Fernanda Pacheco Estrella.

La universidad la ha puesto en contacto no sólo con nuevos amigos y nuevos intereses, con la gestión de proyectos y con el arte, sino que le ha permitido corroborar que por más difícil o lejana que se vea la posibilidad de terminar una carrera como Microbiología, hay que hacer acopio de paciencia y seguir adelante.

—Nunca falta —dice— quien tratará de hacernos creer que nuestras habilidades y conocimientos no son suficientes. Pero como no todos tenemos ni las mismas habilidades ni los mismos conocimientos, lo mejor es que cada persona aprenda a llevar sus proyectos a su propio ritmo, disfrutando el proceso. Cuando alguien sienta que ya no puede, que se refugie en el “un día a la vez”. Y, sobre todo, que no tema buscar ayuda. Siempre hay alguien en quien podemos apoyarnos.

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