Enero, 2025
El presidente estadounidense firmó en su primer día de mandato órdenes para abandonar dos pilares clave de la cooperación internacional: la lucha contra el cambio climático y la salud. Expertos mundiales advierten sobre las consecuencias de estas decisiones.
Agencia SINC/Redacción SdE
El presidente Donald Trump firmó el pasado lunes órdenes ejecutivas para que Estados Unidos abandone nuevamente el Acuerdo de París y la Organización Mundial de la Salud (OMS), decisiones que suponen un duro golpe para los esfuerzos internacionales contra el cambio climático y las emergencias sanitarias globales, según los expertos.
La retirada del Acuerdo de París, anunciado apenas unas horas después de que Trump asumiera su segundo mandato, replica su decisión de 2017 de abandonar este pacto histórico, cuyo objetivo es limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C, respecto a niveles preindustriales. Esta medida “distancia una vez más a EE. UU. de sus aliados más cercanos y pone en riesgo su liderazgo en la lucha contra la crisis climática”, advirtió Laurence Tubiana, arquitecta del acuerdo y directora ejecutiva de la European Climate Foundation.
Menor respuesta ante crisis sanitarias
En paralelo, la salida del país norteramericano de la OMS amenaza con debilitar la capacidad global para responder a emergencias sanitarias como pandemias y brotes de enfermedades infecciosas. Según Tark Jasarevic, portavoz de la organización, esta decisión supone un retroceso histórico: “EE. UU. y la OMS han salvado millones de vidas trabajando juntos durante más de siete décadas. Abandonar esta alianza pone en peligro la salud de millones de personas, incluidos los propios estadounidenses”.
Trump, siempre muy crítico con la labor de la OMS, ya anunció la retirada estadounidense de la organización a finales de su primer mandato, durante el primer año de pandemia de covid-19, pero esta decisión fue cancelada por su sucesor Joe Biden nada más llegar a la presidencia en 2021.
Con estas medidas, el gobierno de Trump subraya su política de desvincularse de los acuerdos internacionales, justificando las retiradas por considerar que estos compromisos “no reflejan los valores de EE. UU. ni benefician a los ciudadanos”, según expresó el presidente.
“Liderazgo en juego”
La salida de EE. UU. del Acuerdo de París y de la OMS no será inmediata. En ambos casos, el proceso tomará un año, lo que deja margen para eventuales reconsideraciones, aunque expertos temen que estas decisiones debiliten los esfuerzos globales en salud y cambio climático. “El liderazgo estadounidense está en juego, y con ello, nuestra capacidad colectiva para enfrentar los mayores desafíos de nuestra era”, advirtió Bill McKibben, activista climático y autor de El fin de la naturaleza, en declaraciones a AP.
Por su parte, Fernando Valladares, doctor en Biología e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (España), ha comentado al SMC: “La nueva salida de EE. UU. del Acuerdo de París es una mala noticia. Es muy desalentador que ocurra en plena evolución exponencial de los eventos climáticos extremos que este país está sufriendo con los incendios de California y los huracanes Milton y Helen”.
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Cinco consecuencias para la salud global ante la retirada de EE. UU. de la OMS
Maria João Forjaz / Ángela Domínguez García / Eduardo Briones Pérez de la Blanca / Federico Eduardo Arribas Monzón / Isabel Aguilar Palacio / Maica Rodríguez-Sanz / María Isabel Portillo / Óscar Zurriaga, / Pello Latasa / Pere Godoy / Susana Monge Corella
El 20 de enero, el presidente de EE. UU., Donald Trump, firmó una orden para retirar su país de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alegando pagos desproporcionados, discrepancias políticas y una inadecuada gestión de la pandemia de covid-19. Por su parte, la OMS ha recordado que EE. UU. es uno de sus miembros fundadores y que esta medida impactará no sólo en la salud de la población estadounidense, sino en la de las personas de todo el mundo.
¿Qué hay de cierto? ¿Realmente esta retirada puede tener importantes consecuencias para la salud pública y relevantes implicaciones éticas?
Lo cierto es que sí.

1. Empeoramiento de la salud de la población de EE. UU.
El estado de salud poblacional en EE. UU., que nunca ha destacado por su equidad, ha empeorado en los últimos años con nuevos riesgos, como la tristemente conocida crisis de los opioides.
Hasta ahora, las guías y estrategias de la OMS han contribuido significativamente a las políticas nacionales estadounidenses en temas clave como la promoción de la actividad física o la salud materno-infantil, problemas que presentan, además, un marcado carácter social. El abandono de EE. UU. de la OMS podría repercutir en estas políticas, con un impacto directo en la salud de su población y un aumento de las desigualdades sociales.
2. Disminución de fondos, personal y programas de la OMS
EE. UU. ha sido, hasta la fecha, el principal donante y socio de esta organización de las Naciones Unidas, aportando 1 284 millones de dólares durante 2022-2023 en contribuciones obligatorias y voluntarias. Sin estos fondos, habrá programas y acciones que no podrán llevarse a cabo, con consecuencias importantes en las poblaciones más vulnerables de países de bajos ingresos que dependen de los programas de salud financiados y apoyados por la OMS.
Éticamente esto puede ser considerado una negligencia hacia quienes más necesitan ayuda. Por ejemplo, EE. UU. contribuyó a la respuesta ante el mpox con más de 22 millones de dólares, apoyando la entrega de vacunas en países africanos.
Se verán igualmente comprometidos los esfuerzos de salud de emergencia de la OMS en la prevención y preparación para futuras amenazas. Así, la retirada de la organización erosiona la confianza en su compromiso con los valores éticos de solidaridad, justicia y cooperación.
3. Futuras pandemias e incumplimiento del reglamento de salud internacional
Los riesgos sanitarios no conocen fronteras. La OMS es el organismo que aúna los esfuerzos de las distintas regiones para preservar y mejorar la salud de la población mundial, teniendo un papel fundamental para prevenir el riesgo de epidemias y pandemias.
Por ejemplo, la OMS impulsó en mayo de 2024 la firma de un tratado de pandemias que impone a todos los países miembros la adopción de medidas para controlar su propagación. El incumplimiento de estas medidas supone una amenaza para la salud global, como podría ocurrir si el virus de gripe aviar A (H5N1), actualmente circulando en ganado vacuno —sobre todo en EE. UU.—, adquiriera características que le permitieran la transmisión entre humanos.
Igualmente, el Reglamento Sanitario Internacional (RSI-2005) es el marco legal para la detección y respuesta a estos riesgos, de cumplimiento obligatorio en los 194 miembros de la OMS, e incluye medidas aplicables a quienes viajan y a mercancías en puertos y aeropuertos, certificados de vacunación y la notificación de emergencias de salud pública de importancia internacional. Además, el RSI permite prestar apoyo a los Estados afectados, así como evitar la estigmatización y el impacto negativo en el turismo y comercio internacionales.
El abandono por parte de EE. UU. de este marco de cooperación multilateral implicaría una distorsión grave para aplicar el reglamento lo que dificultará la respuesta a futuras pandemias.
4. Debilidad de la responsabilidad y el compromiso con la salud global
La OMS es el organismo de referencia para la gobernanza mundial de la salud, y su debilitamiento compromete la capacidad de la comunidad internacional para enfrentar desafíos transnacionales.
El cambio climático, probablemente el reto más importante, encuentra en el Acuerdo de París un marco global indispensable para su abordaje. En este caso, si bien EE. UU. tradicionalmente ha desempeñado un papel de liderazgo en la salud del planeta, siendo una de las naciones más ricas y más contaminantes, tiene una responsabilidad ética hacia la salud global. Su salida de la OMS se valorará entonces como un abandono de esta responsabilidad, en un momento en que el compromiso y los acuerdos internacionales son clave.
5. Desprestigio de la OMS y de la ciencia
La OMS desarrolla directrices informadas por la evidencia científica, de manera que el abandono de EE. UU. contribuye a debilitar el prestigio de la organización, lo que es también desprestigiar a la ciencia. Y no es casualidad, ya que ciertas políticas estimulan el valor comercial de la ciencia en contra de la consecución del bienestar social, promoviendo la competitividad por encima de la colaboración, y enfrentando así los intereses privados con los objetivos de la salud pública.
En conclusión
La decisión de EE. UU. de abandonar la OMS socava la cooperación internacional frente a desafíos de salud globales. Éticamente, la salud pública debe ser un puente para la unidad y la acción conjunta y no puede convertirse en una herramienta utilizada con fines partidistas.