Entrada y Salida

Pueril ocurrencia


Cuando la mujer le dijo que ya no lo quería, el hombre respiró aliviado: él tampoco la amaba, sólo se comportaba regido por una vieja responsabilidad adquirida, actuaba de acuerdo a un mecanismo rebosado de engranajes faltos de aceite, llevado por una idea cuya teoría había quedado en el olvido. Sin embargo, se hizo el ofendido. Y ella no tuvo más remedio que desdecirse, lamentando su pueril ocurrencia. Y ambos se tomaron de la mano nuevamente para caminar con una sosegada turbación uno distante del otro.


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One Comment

  1. La brevedad de un destello narrativo admirable.
    Habitual ya, en la prosa de un escritor con mayúsculas, como lo es Víctor Roura.

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