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Escritura y dibujos robóticos...

Febrero, 2023

Durante las últimas semanas se ha desatado una gran expectación sobre el ChatGPT, una aplicación de inteligencia artificial (IA) basada en el software GPT-3.5 de la empresa OpenAI, que es capaz de entre otras cosas resolver gran variedad de preguntas y tareas, de forma muy intuitiva. El periodista Cristóbal Torres se puso a interactuar con esta aplicación y otra herramienta llamada DALL-E II; aquí nos cuenta su experiencia.

Me pregunto si ya ha llegado a los oídos de los creadores el tema de ChatGPT, un robot con inteligencia artificial capaz de redactar textos de casi cualquier tema que uno le solicite. Aunque la herramienta se lanzó en octubre de 2022, e incluso ya había versiones previas desde años atrás, no fue sino hasta el primer mes de este año que se volvió uno de los temas más sonados en toda la red.

El tema me impactó, porque lo descubrí mientras veía un video de un programador de videojuegos. El programador le solicitó a ChatGPT escribir el código para crear un simulador de Súper Mario… ¡y lo hizo! No sólo es capaz de redactar un texto, también de escribir códigos de programación en casi cualquier lenguaje que le soliciten e incluso corregir y mejorar el código que le proporcionen.

Al día siguiente de ver el video comencé a interactuar con ChatGPT. Le pedí que me escribiera la reseña de un álbum que yo había escuchado días atrás, pero no pudo. ChatGPT sólo funciona con información de 2021 hacia atrás. Entonces le pedí que escribiera una reseña del documental Honeyland, de 2019, ¡y lo hizo! Escribió cerca de cinco párrafos al respecto. Incluso le hice preguntas como: “¿Qué clase de vicisitudes pasaron los directores para grabar Honeyland?” Y me explicó con lujo de detalle los problemas de producción que implicó grabar en una remota villa del norte de Macedonia.

Apenas unos días después de mi primer encuentro con la herramienta, empecé a ver en muchos lados noticias relacionadas con ChatGPT. También leí ejemplos del alcance de esta herramienta; por ejemplo, un miembro del Poder Legislativo de Estados Unidos leyó un discurso escrito por ChatGPT sobre la importancia de legislar para un buen desarrollo de la inteligencia artificial; e incluso un investigador le aplicó un examen de maestría al robot… ¡y éste lo aprobó!

Pero lo que más me llamó la atención fue la posibilidad de reemplazar a los redactores. Leí que el sitio de noticias BuzzFeed hizo una alianza con OpenAI, la empresa desarrolladora del chat, para redactar y mejorar su contenido; sus acciones se dispararon 200 por ciento. Esto me recordó la dicotomía de Umberto Eco sobre los apocalípticos e integrados. Habrá gente que estará a favor y otra que se muestre en contra de la herramienta.

Le mostré ChatGPT a quien era mi jefe en una agencia de marketing y le encantó, porque aumentan las posibilidades de redactar más textos optimizados para motores de búsqueda y así vender más y mejores páginas web dedicadas a pymes (él sería un integrado).

Sin embargo, junto con ChatGPT, también hay otra herramienta llamada DALL-E II, que se lee como “Dalí 2”. Es un juego de palabras que hace referencia a Salvador Dalí y al personaje de Pixar: Wall-E. Se trata de un robot que puede generar ilustraciones con sólo introducir texto. Es decir, si yo escribo: “Haz un tigre rugiendo en la noche abajo de una luna gigante con el estilo de una pintura al óleo de Edvard Munch”, DALL-E II generará una imagen así, que adjunto a este artículo.

“Haz un tigre rugiendo en la noche abajo de una luna gigante con el estilo de una pintura al óleo de Edvard Munch”. / Ilustración: DALL-E II.

Se lo mostré a una amiga que le gusta mucho dibujar, y me platicó que ya lo conocía y muchas amistades suyas estaban en contra de ese tipo de herramientas porque iba a sepultar el trabajo de los ilustradores (ellos serían los apocalípticos). La verdad es que, cuando yo necesite hacer la portada de algún disco o un libro, sí voy a acudir a un robot de inteligencia artificial. Aunque todavía hay un enorme trecho por recorrer respecto a los derechos de autor que pueda tener una obra creada por inteligencia artificial. Tendrán que pasar unos años para que el marco legal logre cooptar este fenómeno, tal como sucedió hace una década con las fintech (aplicaciones de servicios financieros).

Pero en el caso de los textos me puse a pensar: ChatGPT es el rival de todos aquellos que solamente escriben para maquilar palabras en aras de cumplir con una determinada cantidad (sin apelar a la pertinencia, calidad y sustancia de lo escrito). Será una competencia directa para quienes maquilan palabras sólo para generar clics.

Actualmente ChatGPT no puede hacer un escrito como lo escribiría Ryszard Kapuściński, nunca va a estar en el lugar de los hechos y narrar a partir del suceso. Por ejemplo, si este fin de semana voy a un concierto, no le podré pedir a ChatGPT que me redacte la reseña del evento. Mucho menos podrá redactar una entrevista, un testimonio o un reportaje con fuentes vivas.

Lejos de ser una amenaza para los redactores, esta herramienta sólo va a depurar (finalmente) a aquellos que escriben para el algoritmo de búsqueda de Google. ChatGPT únicamente utiliza datos que hay en Internet y los une en forma de redacción legible, que es lo mismo que hace gran parte de los redactores actualmente.

En fin, me queda claro que ChatGPT llegó para quedarse. El problema es que hoy en día es tan popular que el servidor está todo el tiempo saturado y sólo es accesible durante la madrugada. Sin embargo, hay opciones menos abarrotadas, como Chatsonic y Ryter, que hacen más o menos lo mismo, aunque con un límite de solicitudes y una calidad muy diferente una de otra.

Si ahora ya se han registrado casos de alumnos (de diferentes grados de estudios) que han entregado tareas con la ayuda total de ChatGTP, apuesto lo que sea a que, hoy en día, más de un reportero ya lo usó para entregar algún texto que le haya pedido su editor.

Otra ilustración: DALL-E II.

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