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La escritora francesa Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura 2022

Es una de las autoras más premiadas de la literatura europea y experta en la narración de su propia vida.

Octubre, 2022

Autora de una obra situada entre la narrativa y la sociología, el feminismo y el compromiso social, la escritora francesa Annie Ernaux es la nueva Premio Nobel de Literatura 2022. El galardón le ha sido concedido, de acuerdo al jurado, “por la valentía y la precisión clínica con la que desvela las raíces, los extrañamientos y las restricciones colectivas de la memoria personal”. Ernaux es la mujer número 17 que gana el Nobel literario en sus 123 años de historia.

Luego de varios días de especulación, de —literalmente— quinielas organizadas en algunos centros de apuestas, y justamente en el año en el que se esperaba que el Premio Nobel de Literatura reparase de alguna forma con su fallo la agresión contra el escritor Salman Rushdie, la Academia Sueca ha elegido como ganador a la escritora francesa Annie Ernaux, una de las grandes exponentes de la autoficción europea, y autora de una obra situada entre la narrativa y la sociología, el feminismo y el compromiso social.

El galardón le ha sido concedido, de acuerdo al comité del premio, “por la valentía y la precisión clínica con la que desvela las raíces, los extrañamientos y las restricciones colectivas de la memoria personal”. La escritora francesa, de 82 años, toma el relevo de Abdulrazak Gurnah, que el año pasado se convirtió en el primer autor africano y negro en recibir el reconocimiento desde 1986.

“Cuando me he enterado de que era la ganadora del premio no me imaginaba las consecuencias que tendría, voy tomando conciencia poco a poco”, ha reconocido la escritora en una rueda de prensa multitudinaria concedida tras el anuncio del galardón.

“Nunca pensé que estaría en mi panorama como escritora. Para mí representa algo inmenso en nombre de aquellos de quien provengo, en primer lugar. Alguna vez dije que quería vengar a mi raza. Cuando lo dije no sabía muy bien cómo hacerlo. Pero sucedió con las palabras y con los libros”, ha declarado a la prensa en la sede del sello Gallimard en París, su editorial desde que en 1974 publicó su primer libro, Los armarios vacíos, y hasta el último, Le jeune homme, el cual vio la luz hace pocos meses en Francia.

Con más de 30 obras —una veintena ya traducida al español—, Ernaux es una de las autoras más premiadas de la literatura, con un estilo descarnado y sin rastro de autocensura. Su trabajo está estrechamente inspirado en su propia vida y en él reflexiona sobre la familia, la clase social, la política y el género.

Como ha dicho Anders Olsson, de la Academia Sueca, cuando anunció el galardón: “Su trabajo es intransigente y está escrito en un lenguaje sencillo, limpio. Y cuando ella con gran coraje y agudeza clínica revela la agonía de la experiencia de clase, describiendo la vergüenza, la humillación, los celos o la incapacidad de ver quién eres, ha logrado algo admirable y perdurable”.

Y sí: las historias de Ernaux —breves, distantes y minimalistas— están pobladas de personajes que hablan de abortos, de escenas de iniciación sexual confusas —al límite de la violación—, de chicas pobres que consiguen ir a la universidad pero no encajan en su intento de ascenso social, de padres e hijas que son incapaces de comunicarse con naturalidad pero que, al cabo de los años, siguen buscando la reconciliación.

“Nunca he escrito para que sea bonito o para hacer una frase bella. Lo que yo escojo es la frase justa”, ha dicho Ernaux en un momento dado a los periodistas.

“Escribir ha sido y siempre será una manera de aclarar cosas que pueden ser confusas. Es un medio de conocimiento”, ha descrito, además de señalar que “aunque haya participado en movimientos sociales y políticos”, lo separó completamente de su trabajo como autora: “Mis compromisos son la consecución de mi escritura, pero no al revés”.

Y ha agregado: “Recibir el Nobel es, para mí, una responsabilidad para continuar”.

Ernaux es apenas la decimoséptima mujer que recibe el Nobel de Literatura en 123 años de historia; ocho de ellas lo han recibido en el presente siglo: Elfriede Jelinek (2004), Doris Lessing (2007), Herta Müller (2009), Alice Munro (2013), Svetlana Alexievich (2015), Olga Tokarczuk (2018) y Louise Glück (2020), y ahora Ernaux. “Somos muy pocas pero parece que el movimiento de las mujeres se acelera”, ha dicho al respecto; “no digo que sólo tenga que haber mujeres, pero tampoco tiene que haber sólo hombres”.

La distinción evidencia también el predominio estadounidense y europeo en la historia de este reconocimiento, ya que copan más del 80 % del total. Del mismo modo, sitúa a la literatura francesa en la segunda posición del podio, con 15 premios, superando a la alemana (14) y la castellana (11). El primero lo sigue ostentando con una holgada distancia la inglesa, que acumula 31.

“Su elección no puede ser una sorpresa. Es un nombre bien conocido en todo el mundo literario y ha sido traducida a muchos idiomas”, ha reivindicado Anders Olsson. La condecoración está dotada con 10 millones de coronas suecas.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, celebró el galardón con un mensaje en Twitter: “Annie Ernaux escribe, desde hace 50 años, la novela de la memoria colectiva e íntima de nuestro país. Su voz es la de la libertad de las mujeres y de los olvidados del siglo. Se une, con esta consagración, al gran círculo del Nobel de nuestra literatura francesa”.

A la pregunta, en la rueda de prensa, sobre si Macron, a quien ha criticado con dureza en el pasado, le había felicitado, respondió entre las risas de los periodistas: “He apagado todos los teléfonos”.

Annie Ernaux. (Foto: Cabaret Voltaire Editorial)

“Vivir entre dos aguas te impulsa a escribir”

Annie Ernaux estudió literatura, trabajó como niñera en Londres, estaba casada, tenía dos hijos y enseñaba en una escuela secundaria francesa cuando se publicó su primer libro en 1974.

La escritora se divorció a principios de los años ochenta y en el año 2000 se retiró de la docencia para dedicarse por completo a la escritura.

Nació en Lillebonne en 1940 y creció en Normandía, donde el escenario de sus primeros años de vida fue “pobre pero ambicioso”, como señaló Carl-Henrik Heldin, presidente del comité del Nobel. 

Sus padres tenían una cafetería y una tienda de comestibles, y cuando se encontró con chicas de clase media, Annie experimentó “la vergüenza de sus padres y su entorno de clase trabajadora por primera vez”, según su página en internet.

Esa experiencia la incorporaría luego a sus novelas. Su biografía oficial dice que los temas principales de su trabajo son “el cuerpo y la sexualidad; las relaciones íntimas; la desigualdad social y la experiencia del cambio de clase a través de la educación; el tiempo y la memoria; y el cómo escribir estas experiencias de vida”.

Y sí, a lo largo de su carrera, donde pronto abandonó la ficción por la autobiografía, ha abordado temas como la adolescencia, el matrimonio, el aborto, la humillación, la memoria, los celos y la enfermedad. De hecho, ella se ha definido como “una etnóloga de sí misma”.

Para corroborarlo, ahí están la veintena de sus libros —algunos de ellos, por cierto, considerados clásicos contemporáneos en su país natal—, en los que se filtran la realidad, o, en este caso: su realidad. Sin florituras, ha contado la vida de su madre (Una mujer), el ascenso social de sus padres (El lugar, La vergüenza), su juventud (Memoria de chica), su matrimonio (La mujer helada), el aborto clandestino (Los armarios vacíos, El acontecimiento —esta obra llevada al cine en 2021—), la enfermedad de Alzheimer de su madre (No he salido de mi noche), el cáncer que ella misma padeció (El uso de la foto), la lujuria reencontrada en la madurez (Pura pasión), o la que consideran su obra maestra: Los años, gran fresco sobre los cambios en la sociedad francesa, de la posguerra al nuevo milenio.

Hay una importante dimensión política en el lenguaje de Ernaux, ha puntualizado la Academia Sueca. “Ella ha dicho que escribir es un acto político, que nos abre los ojos a la desigualdad social. Para ello utiliza el lenguaje como cuchillo, como ella lo llama, para rasgar los velos de la imaginación”.

Los organizadores del Nobel han dicho también a los periodistas que se han centrado en la calidad literaria y no en enviar un mensaje al mundo al elegir el premio. Pero la victoria de Ernaux arroja luz sobre sus escritos que abordan el aborto, meses después de que la Corte Suprema de Estados Unidos anulara el “Roe contra Wade”.

“Hubo miles de mujeres que habían pasado por abortos secretos, con mi libro yo quería recrear la verdad exacta de cómo era en ese momento, deshaciéndome de cualquier conocimiento de la lucha por los derechos de las mujeres que se daría después”, le dijo Annie a The Guardian en 2019. “Porque en 1963, 1964, cuando me pasó a mí, era impensable imaginar que algún día se autorizaría el aborto, los médicos ni siquiera hablaban de esto”.

Quizá, por eso, lo que ha dicho Annie ahora en su rueda de prensa de París ha resonado fuerte: ahí dijo que luchará “hasta el último aliento” por mantener el derecho a interrumpir un embarazo legalmente, suspendido en parte en Estados Unidos este año. “No imaginaba que 22 años más tarde estaría en entredicho este derecho… Las mujeres deben tener el derecho a elegir si son madres, es la principal libertad de las mujeres”.

A Ernaux le preguntaron también por la revuelta de las mujeres en Irán y se mostró “totalmente de acuerdo con que se rebelen contra esta imposición absoluta”. Pero después rechazó que exista un vínculo con la situación de la comunidad musulmana francesa: “No es el mismo contexto, nadie las obliga aquí [a llevar velo], es una elección. No querer reconocer esa elección es un error”.

En este sentido, no dejó de señalar que la lucha feminista sigue teniendo mucho camino por recorrer. “Los hijos, la casa, la familia, las mujeres aún llevamos en la cabeza un ordenador doméstico. Los hombres llevan las riendas, el poder económico, la marcha del mundo”, un reparto de papeles que es asumido en el mundo Occidental. Es una “carga mental” de lo que ha sido el papel de la mujer tradicionalmente, y con la que hay que acabar.

Annie Ernaux dejó a los periodistas una última reflexión: “Vivir entre dos aguas te impulsa a escribir. Sólo hay que mirar a mi alrededor, está claro que es un ambiente burgués, pero no puedo reconocerme entre los que nacieron en esa clase”. Por eso, no tengo la impresión de ser valiente como dice la Academia… No, no es valentía, es necesidad”.

Al final, no deja de resonar lo que Annie Ernaux ha dejado escrito en El acontecimiento: “Quizás el verdadero objetivo de mi vida sea este: que mi cuerpo, mis sensaciones y mis pensamientos se conviertan en escritura, es decir, en algo inteligible y general, y que mi existencia pase a disolverse en la cabeza y en la vida de los otros”.

Annie Ernaux, escritora francesa, es la Premio Nobel de Literatura 2022.

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