Relatario: Edición Especial

Hazlo por mi corazón


Para que haya amor se necesitan besos. Chuy Vega canta ahora mientras el sonido de acordeón se multiplica como un redoble en mi pecho. Las parejas bailan. En el bajo sexto hay pasión, siento las cuerdas al imprimirse en los dedos del músico, y su voz un estruendo que incita al baile.

Tengo en la mente, no, en la mente no, en los ojos, tampoco en los ojos, en las manos, en los pies, en el tacto, el nombre de una muchacha que conocí el sábado pasado, aquí, en este mismo lugar, Gitanos Disco Bar, donde ahora tocan Los Nuevos Cadetes. Nogales es la frontera que nos junta, a ella y a mí, y ella que vino a buscar, yo que vine a encontrar. Ella me dijo ese día, no, esa noche, cuando se acercó para que yo pudiera escucharla, que vino desde Arizpe, un pueblo en la sierra, buscando a su madre, que ya hace muchos años la extravió, que un día se enamoró, ella, o sea su madre, y dejó todo por el amor, incluida a ella y su hermano, yo le dije, gritándole, porque no me oía pues el volumen del conjunto estaba muy elevado, que qué bonita la historia de su madre y de ella, que así quisiera ser yo un día, dejarlo todo, y todo significa todo, nada que me llevo esto o lo otro, no, dejarlo todo significa que la muerte misma me acompañe pero a sabiendas de que uno puede sentir una bomba siempre a punto de estallar en medio del corazón, y a punto de estallar nomás porque se sabe querido, y de tan sólo pensar en que a uno lo quieren y quiere, es la razón más fuerte para soltarse de las ataduras. Me vio y sonrió, con dudas, en los ojos tenía dudas, ella que tiene en los labios la textura de una hoja de nogal en primavera, el color del otoño en su piel, ella con los ojos tan grandes como el ruido del conjunto, nomás me miró y se puso a bailar, pienso yo que lo hizo para evadirme, o tal vez porque andaba cerca, porque según también me dijo que se sentía bien en ese bar, con música en vivo que porque en su pueblo de allá de la sierra hacía mucho que no iba a una fiesta con música así, y que, bueno, pues ya en cualquier momento sabía ella, estaba segura, podría encontrar a su madre. Bailamos ese día la misma canción que suena ahora, ese día, no, esa noche, la cantaron Los Vagos del Norte, hoy la canta Chuy Vega, y parece como si yo le hubiera solicitado esa pieza: Quiero pensar en ti durmiéndome otra vez / y al despertar mañana. Escucho y la miro pegadita en mis brazos, con su chiquito cuerpo, delgadito, las piernas volándole del suelo, apenas pegando la punta de sus pies, trepándome. Nos deslizamos por toda la pista, al tenerla en mis brazos me impresionaba pensar que cómo era que si nunca antes la había mirado ahora me sentía bien enamorado, yo no sé si a los demás les haya pasado algo similar, nomás verla bastó como para que mi cuerpo temblara y más cuando al bailar nos hicimos un solo tronido en el pecho, al ritmo de las canciones.

Ahora suena esa misma canción que bailamos: Quiero cantarte a ti / como el cenzontle aquél que canta en tu ventana. Chuy Vega es la neta, su voz sí es un cenzontle, y canta para todos los que ahora celebramos, ¿qué celebramos?, lo que sea, yo por ejemplo celebro conocer a esta muchacha venida de un pueblo de la sierra, y celebro nomás porque mis manos estuvieron en su cintura, bien bonita la chamaca, sus labios son como una escultura de porcelana, no sé si Dios bendito se los dibujó, no sé, ella, mientras bailábamos y yo la apretaba más fuerte, me dijo que no, que los labios de ella son de su madre, que eso le han dicho y que lo comprobó en una foto que miró en una nota policiaca de un periódico y que fue justo ahí donde se enteró que su madre vive en Nogales, que por eso se vino y que no le importó el trabajo, ni los compromisos y que por ver a su madre da todo, que aunque a ella le han dicho miles de cosas ella sabe que la madre es la madre y sólo una vez en la vida y que, bueno, ya aprovechando que la anda buscando pues que hay que divertirse y que por lo pronto, en calidad de mientras la encuentra, bailar es sano porque el cuerpo también lo necesita. ¿Y a poco no? ¿A poco no te sientes suave de bailar y ver a todas esas parejas que también idolatran a Chuy Vega? ¿Y que a poco no está chila la luz de la disco? ¿Que a poco no hay que darle oportunidad al descanso? ¿A poco pura chinga de lunes a viernes y también los sábados?

Los Nuevos Cadetes ahora me interrumpen del recuerdo de esos labios, los que también al pensarlos se siguen aproximando a mí, despacio, entre queriendo y no, y vinieron pero no llegaron, pero ahora me interrumpe Chuy Vega, porque allá por debajo de la pista de baile se andan peleando unos muchachos y pues el vocalista les grita que se estén quietos, que si no saben convivir en paz, que si todos somos mexicanos, eso dice, y que arriba la gente de Michoacán, no sé por qué lo dice, pero lo grita, y el mismo Chuy le hace una seña a sus músicos para que la fiesta continúe, como queriendo que con las canciones la raza vuelva al romance, al dancing, a que se les quite de la cabeza la idea de los problemas, que se diviertan mejor. Eso me dijo también la muchacha, pero eso fue mientras yo me tomaba una cerveza, allá en una mesa debajo de la salida de emergencia, yo cheve, ella refresco, porque el alcohol la marea y si algo le gusta en la vida, me dijo, es la lucidez, estar sobria, sólo así disfruta de su cuerpo, de sentirse, de mirarse, sólo así respira profundo, y que por eso nada de bebidas que le distorsionen, bueno, pues eso también me dijo, que ella nada de violencia, que aunque en su casa, con la familia que vive, que es su familia, claro, pero que ahí hace falta la madre verdadera, pues, bueno, que a ella tampoco le cae bien la violencia, pero ese día, no, esa noche, afortunadamente no hubo chingazos, todo formalito, ordenadamente todas las parejas bailando apretadito, como ella y yo. Allí fue en esa mesa, donde me acerqué a su cara, tenía yo el pretexto de no escucharla, pues así no falla, de cerquita ya las muchachas no pueden decir que no, entonces que me le acerco y le rozo la mejilla con mis labios, creo que le picó el bigote, lo sentí, no me dijo nada, pero como que la piel respingó, se hizo un poquito hacia atrás, pero sin rechazarme, sé que no, porque uno luego siente cuando no se hace, yo en la mirada luego sé cuando hay correspondencia, pues ahí que estamos yo diciéndole cosas al oído y ella entendiendo todo, o haciendo como que entendía, y ya en la desesperación que me le voy como cochito al maíz, sobre la trompa, a hundirme en el fango, pero nada, peor que un swin en la última entrada con dos ponches y caja llena, que me voy de bruces y solo, lo bueno es que nadie me vio, estábamos solos, yo acariciándole la muñeca de su mano izquierda, bien despacio, como se toca digamos el último cigarro y al amanecer, así, y ella me buscaba con sus pies, me tocaba por encima de las botas, con delicadeza, y también fue que mientras bailábamos ella me rozaba el pecho con sus pezones erguidos, eran, no, son, del tamaño de un penny, así, con esa exactitud, y como apretando un penny tenía sus rodillas juntas, lo supe al intentar meter mi mano entre ellas en un par de ocasiones, no, bien firmes, sólo en la piel, allí sí pude deslizarme, tocarla, incluso, también cuando bailábamos, me dejó morderle con los labios su oreja derecha, o no es que me haya dado permiso, yo nomás me dejé ir, bien tierno, ella no opuso resistencia.

Chuy Vega es chilo, y en su voz tiene un timbre que le gusta a la raza, y entre rola y rola conversa, vacila, es como cualquiera de nosotros acá abajo, escuchándolo no parece tan famoso, es decir no se porta presumido, es a toda madre, ya calmó a los peleoneros, ya la fiesta en paz, ahora canta esa de Hazlo por mi corazón, con ésa me hace más pesada la espera, su ausencia, es como si yo le estuviera cantando a esa muchacha venida de Arizpe, un pueblo de la sierra, que No lo haga tanto por mí, y es que parece como si se hubiera llevado un pedazo de él, de mi corazón, aunque me puedo sentir sacado de onda, como de que en un día, no, en una noche, ya me estoy vaciando por no verla, por no encontrarla, bueno, sí la encontré, y pero qué cabrón esto, uno nunca tiene fin, porque no estuvo nada mal ese día, no, esa noche, amanecimos caminando por la avenida Obregón y hacia la colonia Cajeme donde dicen que le dijeron que su mamá vive en una traila, muy cerquita del estadio de beisbol, y cómo olvidar sus ojos cuando por fin dimos con la traila y le dijeron unos señores, que salían de abajo de un puente encima de un arroyo, que la señora hacía algunos días que no regresaba, pero que eso era normal que porque algunas veces duraba hasta semanas sin venir a dormir, y yo pues lo único que pude ofrecerle fue ir a desayunar, no le quise decir que en mi casa podría descansar, porque luego se le nota a la muchacha que es gente decente, y tal vez hubiera malinterpretado y pues para qué arriesgarme si yo nomás de verla estaba feliz y no me podía arriesgar a hacerle pasar un disgusto, mejor fue que la llevé a donde me pidió que la llevara, la acompañé a la central de camiones, allí miré cuando se trepó en un transporte, y antes de irse me dijo que volvería, que ella estaba segura de encontrar a su madre, que ella sabe que en el Gitanos se la lleva, pero pues que esa noche tuvo mala suerte, aunque no tan mala fue la suerte que porque me encontró a mí.

Calmados, no peleen, muchachos, ¡eehhh! Otra vez Chuy Vega intenta calmarlos, ya mientras canta les dice que no, que otra vez no, por lo menos eso me hace sentir bien, saber que no vino, está bien por ese lado, porque ella no merece este tipo de fiestas, ella es una muchacha buena, se le nota de a luego en su manera de mirar, y también lo sé porque algo me confió, me habló de su novio, que ella está en compromiso de amor con él, que sí le parezco agradable, no, agradable no, interesante, eso fue lo que dijo, que le gustan mis ojos, no, mis ojos no, mi manera de mirarla, que dizque le recuerda un pez en la pecera que tiene en la mesa de la cocina de su casa, que al verme era sentir paz, pero que mi sonrisa, no, mi sonrisa no, mis dientes, así disparejos, le parecían graciosos, infantiles, sí, infantiles, pero que no podía, que si el deseo está bien, pero que no, que en la casa donde creció le dijeron que no puede mirar a otro que no sea su novio, que no siga los pasos de su madre, que no está bien abandonar a los hijos, que no está bien dejarse ir por el amor, que la pasión nunca fue recomendable cuando ya se tiene una pareja a quien serle fiel, que por eso estaba mejor así, que el baile es sano y ya es mucho que los cuerpos estén juntos, que gracias por las horas felices, y justo ahí es cuando sonaba esa canción, ese estribillo, y debe ser que lo dijo como que porque ya no tenía más palabras, y, bueno, es normal, las palabras faltan siempre, yo también muchas veces no sé cómo decir lo que siento porque no me alcanzan las palabras, y así fue que sólo me besó pero desde lejos, y también dijo que lo hizo y lo seguiría haciendo con el pensamiento. Le agradezco a Chuy Vega esta noche, él sí tiene palabras para decir el sentimiento, y nos hace sentir. Ahora dicen que suena la última canción, y ya los muchachos se han aplacado, yo intento recordar el nombre de la muchacha venida de Arizpe, un pueblo de la sierra.

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