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Nueva normalidad (¿nueva anormalidad?)

El periodista y escritor Víctor Roura mirá atrás, rememora y, de paso, despide 2020 con estas breves pinceladas poéticas…


1
Quizás durante este confinamiento
haya perdido ya casi cien kilos
para aislarme de los agudos filos
cortantes que pululan en el viento.

2
Durante el encierro varias lecciones
hubo de un nuevo ejercicio de prensa:
la muchedumbre es, ahora, la que piensa
por ti mientras te hundes en tus ficciones.

3
El encierro se llevó no sé cuántos
años de mi vida, como suspiros
en pecho ajeno, como cuatro tiros
de amores bajo ensangrentados mantos.

4
En definitiva, no soy el mismo
de antes: ahora no creo en la otra palabra,
en la que gentilmente decía: “Abra
usted la puerta y arrójese al abismo”.

5
En efecto, algunos oficios se van diluyendo, perdiendo sus sentidos, extraviando sus virtudes (si las hubiera), deforestados por los nuevos lenguajes radicales. Como el ropaviejero, por ejemplo.

6
Ella se deslizaba por el tubo como toda una experta. Los hombres la miraban con azoro, y no faltaban, como siempre, los apresurados en encomiar su porte. La nueva bombera era una inquietante novedad en el oficio de los incendios.

7
Se insulta y ofende en las redes sociales. Se dan noticias falsas por los males contemporáneos. ¿Mas no es la invención de la web una mortuoria invasión?

8
Cuando aprendió por fin, después de un riguroso esmero, a construir marimbas no quedaba un solo árbol en el estado.

9
Sufre una condena por un insulto, pero —vaya paradoja— él insulta a sabiendas de que le guarda culto cierta clase periodística adulta.

10
Es solidario con los despedidos de empresas donde él no trabaja, pero se hace de la vista gorda —y de oídos sordos— cuando en casa requieren suero los que a diario —¡caray!— son expulsados. Hábil candil luminoso en osados debates ajenos a su incumbencia, oscuridad con íntima solvencia.

11
La periodista, en su espacio radiofónico, entrevistaba con denuedo, sin cuestionarlos, a los periodistas dados de baja de una empresa de comunicación cuyo director, en meses pasados, se había atrevido a criticar a la famosa conductora de radio, de modo que ésta, considerada líder de expresión periodística, respaldó a ciegas con sus decires a este sindicato, pero con el tiempo estos sindicalistas fueron empleados de la periodista radiofónica, que se vio en la necesidad de despedirlos al darse cuenta de su ineficacia (de los trabajadores, no de ella) y de su orfandad de oficio. No sucedió nada, porque nadie replicó el alboroto de los expulsados. Y la vida continuó su curso normal.

12
Mira, cielo, el cielo ya no es azul
como era antes sino de áspero tul
que produce un calor irrenunciable
al contagio efímero, irrecordable.

13
No soy yo, no, sino otro, el que camina;
alguien distinto a mí, incluso en el rostro:
¡ante una belleza ya no me postro!,
¡y paso sin mirar una cantina!

14
Hacia la derecha anda el izquierdista.
El derechista rumbo a la derecha.
El iconoclasta, vuelto nihilista.
Y una mujer me da cita sin fecha.

15
Las ciudades, decía José Alfredo,
cambian las costumbres, pero también
los amores y los credos. Es bien
sabido que un beso produce miedo.

16
Innumerables amigos se han muerto
en esta sesión de confinamiento.
No sé si mi vida es de largo aliento,
porque la Muerte es, sí, un resquemor cierto.

17
Caray, sin percatarme apenas de ello
(¿quién decía que yo era apuesto y bello?),
los años se me vinieron encima
(ayer, ¡ay!, en la cima, hoy en la sima).

18
La tragedia de la vejez no emana
de la senectud sino en haber sido
joven, decía Wilde sin una cana
de tonto. El escritor era temido

a sus cincuenta y cinco años de edad
(su inteligencia, osada, sin piedad
a todos miraba con agudeza):
la edad sabia, cual fuere, sale ilesa.

19
La pandemia nos mató todo un año.
Los amores se han ido por el caño,
igual que los besos y los abrazos,
lo mismo que los extraviados pasos.

Ha pasado un año. ¿Alguien me recuerda
con la multitud en las avenidas?
¿Pero qué dice usted? ¿Con darle cuerda
al corazón se alimentan las vidas

silenciadas, agónicas, calladas?
El cautiverio ha sido innecesario:
¿no el amor bajo llave en el armario
se encuentra ahora guardado? ¡Y nada añadas!

20
Y cuando despertó, diría Augusto Monterroso, la pandemia ya no estaba allí, aunque en su lugar había todo un año intocado, no vivido, incomodado, adentro de su cuerpo.

21
Alzó la copa para brindar con los suyos en la primera Navidad sin los suyos. Brindó por los ausentes, por los que no estaban a su lado, por los que habían partido, por su vida anterior. Alzó la copa por los suyos sin los suyos. Y después, sin saber la hora, se quedó dormido.

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