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Centenario del nacimiento de Guillermina Bravo

Bailarina, maestra, coreógrafa y directora de ballet, hace un siglo nacía una de las figuras más destacadas no sólo de la historia de la danza mexicana, también de la historia misma del país: la maestra Guillermina Bravo. Rebelde, visionaria, revolucionaria, pero además lúcida analista de la época que le tocó vivir, sin ella (sin su presencia) (sin su figura) (sin su arte) (sin su obra), la danza mexicana contemporánea no sería lo que es hoy. Alberto Dallal —considerado uno de los críticos de danza más prestigiosos de México, así como también uno de los investigadores e historiadores más sobresalientes de la materia en el país— la recuerda en este su centenario natal…


Alberto Dallal*


Guillermina Bravo nació en Chacaltianguis, Veracruz, el 13 de noviembre de 1920. Se inició como bailarina con la coreógrafa estadounidense Waldeen, quien fundara en México la compañía de danza moderna Ballet de Bellas Artes en 1940 con ex discípulas de la Escuela Nacional de Danza de las hermanas Campobello. Asumida la experiencia del Ballet de Bellas Artes, Guillermina Bravo y Ana Mérida fundaron en 1946 la Academia de la Danza Mexicana y, finalmente, con un grupo destacado de bailarines mexicanos, Bravo organizó en 1948 el Ballet Nacional de México. Con esta compañía profesional independiente, de la que fue directora desde su fundación hasta su extinción en 2006, Guillermina Bravo recorrió el país y varias partes del mundo presentándose durante más de 55 años, tanto en escenarios equipados profesionalmente como en espacios experimentales, y en un amplio tipo de foros, familiarizando a los variados públicos de la República mexicana, primero con la danza moderna y, después, a partir de su aparición, instalación y recreación en la danza mundial y mexicana, con la danza contemporánea.

Desde su fundación en 1947-1948, el Ballet Nacional de México organizó la preparación de sus bailarines implantando las mejores técnicas de capacitación: la de Xavier Francis, la técnica clásica, etcétera, concentrándose en una de las más completas, mundialmente asimilable, la técnica Graham, experimentada y accionada por la compañía de Guillermina Bravo mediante una constante disciplina y a partir de viajes de capacitación de sus bailarines a la ciudad de Nueva York; más tarde en México instruyeron a la compañía los mejores bailarines y maestros extranjeros y, una vez especializados en la técnica, bailarines y maestros mexicanos. El Ballet Nacional de México se erigió de esta manera en la más completa compañía de danza contemporánea del país, conservó su independencia y capacidad de organización sin prescindir de la valiosa, ininterrumpida subvención del Estado mexicano, de otras entidades mexicanas y de su propia actividad profesional.

Foto: Danza/INBAL.

El Ballet Nacional de México conformó su repertorio con las variadas coreografías de Guillermina Bravo (solos, duetos, tríos, obras de gran calado) y con las de notables y bien experimentados coreógrafos: Raúl Flores Canelo, Luis Fandiño, Federico Castro, Jaime Blanc, Rossana Filomarino, entre otros. Las obras coreográficas preparadas y seleccionadas se montaron y dieron a conocer en equilibrados programas y presentaciones en México y en numerosos países del mundo entero. Los bailarines de la compañía llamaron la atención por llevar condensados en sus cuerpos no sólo la técnica sino la naturaleza y la larga trayectoria dancística de los cuerpos mexicanos mestizos y nativos.

Durante muchos años estos disciplinados y profesionales bailarines desempeñaron papeles fundamentales en las presentaciones, siempre exitosas, del variado repertorio: llamaron la atención de la crítica especializada y ganaron numerosos premios y reconocimientos otorgados a los logros de una danza mexicana contemporánea y profesional Luis Fandiño, Antonia Quiroz, Eva Zapfe, Lorena Glinz, Miguel Ángel Añorve, Federico Castro, entre otros. El Ballet Nacional de México llegó a ser reconocido por su notable actividad independiente como la mejor compañía de danza contemporánea del país y una de las mejores del continente hasta el año en que terminaron oficialmente sus actividades y presentaciones como compañía profesional para concentrar a sus miembros en la enseñanza y preparación de los más jóvenes cuadros de la danza contemporánea mexicana de todo el país.

En 1991 fundó Guillermina Bravo en la ciudad de Querétaro el Centro Nacional de Danza Contemporánea, sede de su compañía y del Colegio Nacional de Danza Contemporánea, en el cual, hasta la fecha, han organizado sus maestros y miembros más destacados cursos profesionales para formar nuevos y bien dotados bailarines y coreógrafos, que a su vez han fundado grupos y compañías de danza contemporánea para las nuevas generaciones de artistas mexicanos, destacándose estos nuevos cuadros de la danza por su profesionalidad, su originalidad e inventiva coreográficas y sus capacidades interpretativas. Los miembros del Centro provienen de todos los ámbitos de la República y, como lo hizo el Ballet Nacional de México hasta su extinción en 2006, han logrado guardar su independencia académica mediante sus propios programas de enseñanza y un claro y ordenado apoyo oficial.

Guillermina Bravo murió en 2013. Sus restos recibieron el homenaje nacional en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México en cuya explanada representantes de toda la danza mexicana la despidieron con realizaciones coreográficas propias. No cupo la menor duda de que había muerto la figura más prominente y creativa de la danza mexicana del siglo XX. Es hasta el 13 de junio de 2018 que se le pone su nombre al Teatro de la Danza en Chapultepec, sustituyendo al aún más antiguo de Teatro Miguel Covarrubias. Queda, con todo, la tarea de imponer el nombre de Guillermina Bravo al Centro Nacional de Danza Contemporánea que ella fundara en Querétaro y a otras instancias del ejercicio y el estudio de la danza en México.

El libro Epicentro. Guillermina Bravo y el Ballet Nacional de México, que próximamente publicará el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, se refiere a los cuerpos formalmente instruidos y a la certidumbre de la construcción y consolidación de una danza contemporánea mexicana y profesional. Establece los antecedentes históricos de la danza mexicana y de los programas culturales iniciados en la “era vasconcelista”, los cuales dieron pie a la organización cultural que culminó en 2017 con la organización de la Secretaría de la Cultura. Describe y ofrece datos fidedignos, de investigación especializada e histórica, en torno a las actividades de la danza de concierto profesional que se inicia con la erección de la Escuela de Danza de las hermanas Campobello, y registra la creación de escuelas, compañías, grupos y tendencias. Se ocupa de describir, ubicar técnica, estética y socialmente las actividades del Ballet Nacional de México, desde su fundación, su desarrollo y sus avatares organizativos y estéticos. Analiza las dotes creativas de Bravo, la directora y coreógrafa principal, las potencialidades expresivas de sus obras y participantes, y su enorme capacidad de organización. Ofrece los análisis históricos, estéticos y sociales de los elementos que nutrieron los montajes de Guillermina Bravo, así como las críticas especializadas que esas obras suscitaron en México y en Europa.

Foto: Danza/INBAL.

Epicentro…  contiene dos Apéndices de Bravo y uno de Alfredo López Austin (su asesor para la obra Entre dioses y hombres: Códice Borgia). El título del libro (título de una de sus obras) alude a la idea de Bravo relativa a que el arte de la danza se centra en la pericia técnica (la preparación profesional de los cuerpos), así como en la actualización de la expresividad de las obras y finalmente en la síntesis histórica y actualizada de estos elementos en las obras eficientemente montadas en las que participan los cuerpos entrenados de modo formal y profesional de los bailarines. La publicación del libro requiere la elaboración adecuada de un índice onomástico para presentar y analizar partes o secciones en torno al tema general. Lo completa una gran cantidad de fotografías alusivas, explicativas y narrativas. Constituye el libro fundamental acerca de la más grande y profesional compañía de danza contemporánea de México y de su notable organizadora y coreógrafa, primera mujer mexicana en recibir el Premio Nacional de Artes (1979), quien nació hace cien años en Chacaltianguis, Veracruz.

*Alberto Dallal. Escritor, periodista, historiador, académico, crítico de danza, teatro y literatura. Investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.

Este texto fue publicado originalmente en el revista electrónica Imágenes del Instituto de Investigaciones Estéticas. Es reproducido aquí con la autorización del autor.

Para conocer más a detalle de obra y legado de la bailarina, en 2018 el Instituto Nacional de Bellas Artes creó el micrositio: Guillermina Bravo.

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