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La violencia en Palestina e Israel: cuando la legítima defensa se convierte en genocidio y crímenes de lesa humanidad

La crisis entre Israel y Hamás, que empezó hace dos semanas, se ha convertido en el mayor conflicto en la zona en los últimos 50 años

Octubre, 2023

Dossier. La guerra entre Israel y Hamás, que empezó hace dos semanas, se ha convertido en el mayor conflicto entre israelíes y palestinos en los últimos 50 años. Tras el ataque inicial de Hamás, Israel ha llevado a cabo una extensa campaña de bombardeos sobre la Franja de Gaza y un férreo bloqueo en el territorio, que ha dejado más de 4.000 muertos y cientos de miles de desplazados, que carecen de suministros básicos para sobrevivir. La fuerza virulenta que Israel ha ejercido en los últimos días ya está siendo objeto de señalamiento internacional. Un ejemplo: el bombardeo contra el hospital Al Ahli de Gaza que tuvo lugar el pasado miércoles (18 de octubre) se produjo cuando ya había miles de muertos y heridos palestinos —al menos un tercio de ellos menores de edad— en la Franja de Gaza. Las autoridades locales indicaron que se trataba de un ataque israelí, pero el Gobierno de Benjamín Netanyahu —tras unas horas de confusión— terminó negándolo. En el mundo árabe la reacción a la agresión contra ese hospital fue casi inmediata. Miles de personas en Egipto, Líbano, Jordania, Irak, Siria o la propia Cisjordania salieron a la calle para condenar el ataque y los bombardeos israelíes que golpean Gaza desde hace 15 días. Israel y las autoridades locales de la Franja se cruzan acusaciones sobre el origen de la explosión en el hospital Al-Ahli, que ha dejado al menos 400 fallecidos, entre ellos niños y ancianos. Estados Unidos avala la versión israelí. Lo cierto es que Israel ha mantenido castigos colectivos contra población palestina a través de una política de hechos consumados que a menudo le permite reconocer su autoría sin que esto le acarree consecuencias. En otras ocasiones ha negado inicialmente su responsabilidad hasta que han surgido pruebas. De esto último nos habla la periodista Olga Rodríguez en el siguiente dossier. También reproducimos dos entrevistas de la periodista Patricia Simón; la primera de ellas con Jeremy Milgrom, cofundador de Clérigos por la paz. Él lleva décadas denunciando por todo el mundo las vulneraciones de derechos humanos cometidas en Israel y Palestina, lo que le ha acarreado todo tipo de acusaciones y hostigamientos. La otra conversación es con Luis Moreno Ocampo, fiscal de la Corte Penal Internacional, quien sostiene que tanto el Estado de Israel como Hamás deben ser investigados por La Haya. Hoy, el conflicto amenaza con extenderse más allá de las fronteras de Israel y Gaza y es el principal foco de la actualidad mundial.


Jeremy Milgrom: “El ataque de Hamás ha revivido el trauma del Holocausto”

Patricia Simón


Jeremy Milgrom es cofundador de Clérigos por la paz, una iniciativa interreligiosa israelí-palestina y de Rabinos por los derechos humanos, con más de un centenar de miembros. Lleva décadas denunciando por todo el mundo las vulneraciones de derechos humanos cometidas en Israel y Palestina, lo que le ha acarreado todo tipo de acusaciones y hostigamientos. Y, aun así, en un momento de absoluta tensión en su país, en esta entrevista en la que nos atiende por videoconferencia desde Tel Aviv, sigue sosteniendo públicamente que “es más importante que nunca ser compasivos con todas las víctimas y firmes con la defensa de todas las vidas humanas”.

—¿Es difícil pronunciarse en estos términos en Israel en estos momentos?

—Hay muchos israelíes que denuncian que se mate a civiles. La pregunta difícil a la que se enfrentan, a la que nos enfrentamos, es si es posible derrotar militarmente a Hamás sin matar a inocentes. Yo creo que es imposible. Y mucha gente que también lo cree considera que, de todas formas, hay que entrar en la Franja y hacerlo. De hecho, mientras hablamos seguro que hay aviones israelíes lanzando bombas y matando a niños y familias en Gaza. Es terrible.

“Como judío, creo que cada vida humana es infinitamente valiosa y que no podemos hacer nada que sepamos que implicará matar a personas inocentes. Por lo tanto, hay que detener los bombardeos inmediatamente y negociar. Pero hay muchos israelíes que dicen que Hamás es el demonio y que hay que destruirlo. El mismo discurso que con los nazis, que hay que eliminarlos porque no hay posibilidad de coexistir con ellos. Pues sí, el mal está al otro lado de la frontera y tenemos que aprender a vivir a su lado porque de lo contrario estaremos matando a inocentes.

“Y la solución es trabajar para que los palestinos no sean humillados, para que obtengan los mismos beneficios de la tierra que nosotros, y entonces Hamás perderá poder.

“El mayor error que hemos cometido desde 1967 es la terrible ocupación. Pero, en realidad, el problema se remonta a antes del 67 e, incluso, a antes del 48. Y es algo complejo en lo que he pensado mucho: cómo le decimos a la gente que los terroristas que cometieron la terrible masacre el pasado sábado [7 de octubre] son hijos y nietos de refugiados que fueron expulsados de la tierra donde están los kibutz que fueron atacados. Estos terroristas volvieron con los corazones llenos de ansia de venganza por las vidas que han llevado ellos y sus familiares. Los israelíes no hicimos ningún esfuerzo por atender sus justas demandas. Y cuando no respetas la necesidad básica de justicia no vas a encontrar una respuesta civilizada.

“Todo esto es algo que no he escuchado decir en público, pero creo que mucha gente lo sabe. No estoy justificándolos, se trata de entender lo que ha ocurrido. La rabia que estamos sintiendo ahora contra Hamás es por la humillación, por el dolor, pero también porque hay un sentimiento de culpa muy profundo, y que hemos ocultado todos estos años, por los refugiados. Hacíamos como que ya no eran un problema, que se habían ido y que nos podíamos olvidar de ellos. Pero sabíamos que no era cierto”.

Jeremy Milgrom en una conferencia en Italia. / Foto: Giulio Paoli.

—Numerosos miembros del Gobierno y del Ejército han declarado, con distintas palabras, que van a llevar a cabo una limpieza étnica en Gaza. ¿Qué opina sobre el inquebrantable respaldo del gobierno de la Unión Europea y de los Estados Unidos?

—Si Israel entra en Gaza, la pregunta es si cometerá un genocidio o se plasmará en la expulsión de sus habitantes al Sinaí, en Egipto. Hasta ahora Egipto no los quiere, así que no sé lo que va a pasar. No confío en que Estados Unidos vaya a parar una limpieza étnica o un genocidio. Europa sigue sintiéndose culpable con los judíos, por lo que sigue dándole mucha libertad a Israel en esta guerra. Y por su parte, Israel presenta a Hamás como si fuese el Estado Islámico y Al Qaeda para conseguir que el mundo occidental se una en su lucha contra ellos como ocurrió tras el 11 de septiembre.

“Y aunque la analogía entre Hamás y Estado Islámico es errónea, ha penetrado en la mentalidad de mucha gente de Occidente porque hay mucha islamofobia. Los políticos están en una posición equivocada, pero sigo confiando en la sociedad civil. Tenemos que estar activos para frenar esta matanza”.

—¿Cómo se ha llegado a esta situación?

—Tras la salida de los colonos y soldados israelíes de Gaza, en 2005, Hamás fue elegido para representar a su Gobierno e Israel impuso un bloqueo asfixiante a los palestinos de la Franja. Desde hace 16 años, no tienen suficiente combustible, electricidad ni agua potable; el hacinamiento es terrible y la economía está arruinada. Cada pocos años, a veces incluso con mayor frecuencia, hay rondas de combates entre Israel y Hamás. Y a veces, con Yihad Islámica, otro grupo de resistencia. Como consecuencia, miles de palestinos han muerto, en su mayoría civiles. Y también israelíes a causa de los cohetes lanzados desde la Franja. Los combates solían acabar con un alto el fuego e, incluso, algún acuerdo, que es lo que espero que ocurra ahora.

“Lo que ha cambiado en el último año es que Benjamín Netanyahu formó un gobierno en alianza con socios extremistas que exigen acciones más violentas y, ahora, una invasión terrestre. Dentro del Ejecutivo incluso hay quienes piden convertir Gaza en un aparcamiento, destruirlo todo para forzar a sus habitantes al exilio en Egipto. Otros proponen matar a todos los palestinos de Gaza. Es espantoso.

“Claro que lo que hizo Hamás fue devastador, horrible, pero desde su punto de vista consiguió su objetivo: sembrar el terror, capturar rehenes para intercambiarlos por prisioneros y poner a todo el mundo muy nervioso.

Daños en la Franja de Gaza durante la guerra entre Israel y Hamas, octubre 023. (Wikimedia Commons)

“Para entender cómo unos seres humanos normales se pueden convertir en unos bárbaros capaces de actuar de una manera tan brutal —ojo, no para justificarlo, para entenderlo— hay que ser conscientes, y creo que muchos israelíes lo son, de que vivir en Gaza es vivir en una olla a presión y que cuando estalla, lo hace así, de una manera horrible.

“El profesor e investigador Assaf David ha publicado un hermoso texto en el que explica que se siente fracasado tras años intentando explicar eso mismo a los israelíes. Yo me siento así. He estado tantos años viendo y denunciando la opresión israelí que, por una parte, cuando sus consecuencias han estallado, no me ha sorprendido. Pero también me atormenta pensar que quizás no hice lo suficiente para cambiar nuestro comportamiento y evitar que estos ataques ocurrieran.

“Estos días he vuelto a leer sobre las atrocidades cometidas por las Fuerzas de Defensa de Israel en 1948. Son espeluznantes. Luego, leo sobre la terrible masacre cometida ahora por Hamás, y entiendo que estos comportamientos bárbaros pueden ocurrir en cualquier parte, sin distinción por religión o una cultura. Se cometieron en Yugoslavia, Vietnam, Armenia…. Frente a eso, hay quienes concluyen que la solución es llevar armas para defenderse y otros, como yo, que consideramos que tenemos que esforzarnos por mejorar la educación, la igualdad, por resolver el conflicto”.

—Es público que el Estado de Israel alentó el crecimiento de Hamás para debilitar a la Organización de Liberación Palestina y terminó arrastrando a la irrelevancia a la Autoridad Nacional Palestina. ¿Cuál era el objetivo?

—No hay duda de que Israel ha intentado debilitar a la Autoridad Nacional Palestina y al presidente Abu Mazen. Benjamín Netanyahu y ministros de su gabinete lo han dicho públicamente en sucesivas ocasiones. En 2006, los palestinos de Gaza y de Cisjordania eligieron a Hamás porque estaban decepcionados con la Autoridad Nacional Palestina, a la que relacionaban con corrupción e ineficiencia. Hay quien cree que el Gobierno de Israel prefiere a Hamás porque es más inflexible, pero lo cierto es que se ha pronunciado a favor de la solución de los dos Estados. Hamás tiene la retórica de que no acepta Israel, pero creo que, en realidad, es más pragmático. Así que creo que lo que buscaba el Gobierno de Israel con Hamás era poder mantener una línea dura de no hacer concesiones a los palestinos. Ahora fantasean con la idea de destruir Hamás o reemplazarla. Esa lógica de imponer un cambio de régimen, que es la que empleó Estados Unidos en Afganistán, Irak y antes en muchos países de América Latina, es errónea desde el punto de vista moral y, también, práctico porque ni siquiera funciona”.

Jeremy Milgrom en una imagen de 2012. / Foto: Manos Unidas.

—Además de contar con el gobierno más reaccionario de su historia, la sociedad israelí se ha ultraderechizado en los últimos años. ¿Por qué?

—Hay distintas interpretaciones, pero la que yo considero más válida es la que recuerda que ya en el siglo XIX había un movimiento de derechas en el sionismo. Desde entonces, ha tenido periodos de mayor pragmatismo y otros más agresivos. Por ejemplo, cuando la ONU les ofreció la creación del Estado de Israel con el plan de partición de noviembre de 1947, hicieron una guerra para conseguir mucho más territorio. Y lo consiguieron expulsando a la mayoría de los palestinos y convirtiéndolos en refugiados. Lógicamente, iban a querer regresar a sus tierras, por lo que esa paz no podía ser duradera. De ahí surge la resistencia armada palestina.

“Pero para entender su comportamiento, hay que tener presente que Israel se creó tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial, que traumatizó al pueblo judío. Por ello, sus impulsores relacionaban cada uno de los obstáculos con la persecución de los nazis y el antisemitismo. Eso generó la política irracional y paranoica que ha primado hasta el día de hoy. Y no hay duda de que el ataque de Hamás ha revivido el trauma del Holocausto con la matanza de familias y su brutalidad. Ahora mismo, la mayoría de la población israelí quiere venganza”.

—¿Cuál es la solución?

—La única forma de que podamos tener una vida en paz es viviendo juntos, compartiendo. Es imposible crear dos Estados porque hay un mosaico de asentamientos, ciudades, aldeas, repartidas por un territorio en el que viven judíos y palestinos. A lo máximo que podríamos llegar es a trazar una línea que ponga que hay una mayoría de palestinos en un país y una mayoría de judíos en la otra.

“Aún existe un apego a la idea de un Estado judío, pero es imposible. Israel ya tiene dos millones de ciudadanos palestinos y los refugiados palestinos deben poder regresar, es lo correcto desde el punto de vista judío de la justicia. Entonces habrá una mayoría palestina y me parece bien. Tendremos que superar el odio y la ira mutua. Como lo han hecho Francia y Alemania, o como lo han sabido hacer los españoles tras la guerra de los años treinta. Nosotros también podemos hacerlo, pero para eso tendremos que aceptar que hemos estado muy equivocados en algunas cosas. Tenemos que mirarnos profundamente y aceptar que, por mucho que nos sintamos víctimas, hemos victimizado mucho más.

“En este sentido, creo que los palestinos estarán más dispuestos a aceptarnos a nosotros de lo que lo estarán los israelíes a ellos. Y eso es muy triste. Conozco a muchos musulmanes a los que me siento muy cercano y a muchos judíos de los que me siento muy alejado por el extremismo con el que interpretan el judaísmo. Como rabino, mi desafío es enseñar un judaísmo humanista, que no sea egoísta, que no crea que Dios nos dio la tierra a nosotros y que tenemos que acabar con todos los demás”. (Fuente: La marea.)


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Moreno Ocampo: “La Corte Penal Internacional podría investigar los bombardeos de civiles en Gaza como crímenes contra la humanidad”

Patricia Simón


Luis Moreno Ocampo (Buenos Aires, 1952) fue a los 32 años el fiscal adjunto del juicio que, en 1985, sentó en el banquillo a los máximos responsables de la dictadura argentina de Jorge Rafael Videla. Como fiscal de la Corte Penal Internacional, consiguió el procesamiento de el presidente de Sudán, Omar Bashir, el de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, y el de Libia, Muamar el Gadafi. Desde los atentados cometidos por Hamás el 7 de octubre, ha sido muy activo en X (antes Twitter) denunciando los crímenes cometidos por la milicia fundamentalista y el Estado de Israel. Realizamos esta entrevista vía telefónica.

Luis Moreno Ocampo en una imagen de 2022. (Captura de pantalla)

—Lleva días exigiendo que la Corte Penal Internacional investigue los crímenes cometidos por Hamás e Israel. En marzo de 2021, la Corte ya autorizó una investigación a Israel por los crímenes cometidos durante el conflicto del verano de 2014 y por la expansión colonial en los Territorios Ocupados de Palestina. Entonces, Estados Unidos, Alemania, Canadá y Australia atacaron a la Corte y a su fiscal para proteger al Estado de Israel. ¿Puede avanzar una investigación en La Haya con la oposición de estos países?

—Su fiscal y jueces son independientes y resolvieron que la Corte tiene jurisdicción para hacerlo. Cuando te conviertes en el fiscal de la Corte sabes que vas a sufrir presiones por todos lados para que, por ejemplo, estés a favor de Palestina o de Israel. Y las recibes también de oenegés, de amigos, de Estados Unidos, de otros países. Pero tu protección es que sabes que eres independiente, que no tienes jefes. Es un cargo único. Y los jueces tampoco tienen jefes. Así que todos son responsables de lo que deciden.

“El tema es cómo los protegemos cuando, por ejemplo, un fiscal es sancionado como si fuera un narcotraficante porque quiere investigar torturas que el Congreso Norteamericano ha reconocido que se han cometido en Afganistán. La clase política acepta, cada vez más, que se pueden cometer crímenes sin problemas. Y eso les hace entrar en fricción con la Corte Penal Internacional”.

—Además de los bombardeos cometidos por Israel contra la población civil en la Franja de Gaza, hay que tener presente que el Estatuto de Roma considera el apartheid un crimen de guerra y lo que ocurre en los Territorios Ocupados de Palestina encaja en la definición de este delito. ¿Usted cree que se podría juzgar a Israel por apartheid?

—El apartheid es una forma de crimen de lesa humanidad y si el fiscal encuentra pruebas podría investigarlo. Para mí, el peor crimen de lesa humanidad que la Corte debería investigar es el continuo traslado de israelíes a los territorios ocupados. La política de los asentamientos busca eliminar el espacio de los palestinos.

“Lo que pasa es que ahora tenemos una brutal matanza. Hamás cometió claramente un genocidio y, lamentablemente, Israel está al borde de hacer lo mismo. Israel no debería responder a crímenes masivos con estrategias que pueden ser criminales, como es bloquear el acceso de los bienes, de los alimentos y del agua a Gaza. Israel no puede bombardear civiles y no puede desplazar forzosamente a millones de personas. Israel tiene derecho a defenderse, tiene derecho a atacar y matar a gente de Hamás, pero no puede matar a civiles. Por supuesto, es complejo porque la gente de Hamás se refugia entre los civiles palestinos en Gaza. Y precisamente por ello, Israel no puede bombardear ni desplazar forzosamente a la población para matar a la gente de Hamás. La Corte Penal Internacional podría investigar los bombardeos de civiles en Gaza como crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.

“Es lamentable que la humanidad no aprenda. Cuando Bin Laden cometió un crimen de lesa humanidad en Estados Unidos con el ataque a las Torres Gemelas, Estados Unidos podría haber hecho una investigación y mandar a gente a arrestarlo. En cambio, inició una guerra y ocupó Afganistán. Estados Unidos ha perdido la guerra de Afganistán y los talibanes han vuelto al poder. No aprendemos que el terrorismo internacional se enfrente como justicia, no con guerras porque las guerras no ganan”.

Palestinos inspeccionan las ruinas de la Torre Watan, destruida en los ataques aéreos israelíes en la ciudad de Gaza; octubre de 2023. (Wikimedia Commons)

—De hecho, a partir de los atentados del 11 de septiembre, Estados Unidos, con el respaldo de Europa, normalizó la doctrina de que las ejecuciones extrajudiciales de presuntos terroristas son legítimas. Una estrategia que se convirtió también en una política nacional en Israel, los llamados asesinatos selectivos. ¿Qué consecuencias tiene la normalización de las ejecuciones extrajudiciales?

—Hasta el 11 de septiembre de 2001, la política estadounidense para combatir el terrorismo era la justicia penal: investigación y castigo. A partir de entonces, el presidente Bush decidió que sería la guerra, y el problema fue que la comunidad académica no propuso una alternativa. Obama fue elegido presidente como alternativa a esta forma de gobernar y, sin embargo, siguió con la normalización de la guerra. De hecho, hemos entrado en un estado de guerra permanente.

“Y lo que está pasando en Gaza está consolidando esa normalización de la guerra y eso es una catástrofe para la humanidad. Estamos jugando con fuego. ¿Cómo vamos a asegurarnos de que los grupos terroristas no tienen armas nucleares, que no atacan en Nueva York, Madrid o París?

“Los militares norteamericanos concluyeron que Rusia cometió el error de meterse en Afganistán porque no habían aprendido de la derrota norteamericana en Vietnam y esto provocó que los rusos consiguieran unir a todas las tribus afganas en contra de un enemigo infiel. Bush hizo lo mismo. El exdirector de la CIA, David Petraus, se hizo famoso por su estrategia de contrainsurgencia, que fue un fracaso y aún hoy se permite opinar en público. A su llegada a la Casablanca, Obama cambió de rumbo, pero también terminó matando a gente sin juicio. Su consejero legal, el respetado Harold Hongju Koh, se convirtió en un defensor de que se mate a la gente sin juicio porque, supuestamente, son enemigos. No aprendemos de los errores del pasado”.

—Usted ha publicado un tuit que puede parecer obvio, pero que en estos tiempos de predominio del discurso belicista resulta casi revolucionario. “La comunidad internacional debe dejar de apoyar la guerra como mecanismo de protección individual y promover la paz a través de la justicia”.

—Hay cuestiones obvias que, de pronto, se convierten en ideas de vanguardia. Cuando, en 1985, investigaba a los dictadores argentinos, me preguntaba cómo era posible que decir que no se puede torturar terminase siendo un titular en los periódicos. Cuando apareció el lema Black lives matter podía parecer ridículo, pero se transformó en un movimiento internacional. Como el mundo avanza muy rápido y no tenemos un sistema global para enfrentar los problemas más allá de la Corte Penal Internacional, el miedo hace que la gente se comporte de manera tribal.

—¿Qué pasaría si la Corte Penal Internacional juzgase a Hamás por las masacres cometidas, pero no lo hiciera con Israel?

—Sería muy bueno que se juzgase a Hamás que, en mi opinión, cometió un crimen de guerra y de genocidio. De hecho, yo creo que la gente de Hamás debería entregarse a la Corte para luchar por sus derechos.

—¿Qué necesitaría la Corte Penal Internacional para tener la capacidad de aplicar justicia también a los países blancos y poderosos?

—Putin es blanco y está procesado. Los jueces de la Corte deciden cuáles son los crímenes y quién debe responder por ellos. Luego, son los Estados los que tienen que manejar cómo se plantea ese procesamiento. Por lo tanto, no es que la Corte fracase, sino que hay un fracaso del orden mundial. Por ejemplo, la Corte de Justicia Internacional ordenó al presidente de Azerbaiyán que pusiera fin al bloqueo del Corredor de Lachin, el único que comunica Nagorno Karabaj con Armenia. El presidente lo ignoró y terminó cometiendo un genocidio. Vivimos en un mundo en el que ya no se respetan los límites establecidos a finales del siglo XX.

“En el caso de Gaza e Israel, por ejemplo, va a haber muchos árabes que van sentir el deseo de venganza. En 2005, un maestro inglés de origen árabe le dejó un video a su hija explicándole por qué se iba a inmolar en un atentado —acabó con su vida y con la de seis ciudadanos más. Le decía algo así como: ‘Los gobiernos democráticos, que ustedes eligen, matan a mi gente y mi responsabilidad con mis hermanas y hermanos árabes es hacérselo ver’. ¿Cuántos hombres va a haber como ese hombre? Estamos acelerando la caída al abismo.

—En estos días, Israel ha bombardeado Siria, Líbano, el paso de Rafah con Egipto y Gaza mientras la Unión Europea y Estados Unidos siguen respaldándole. ¿Qué tiene el Estado israelí para gozar de tal impunidad?

—La historia. Mis amigos judíos de allí sienten que se trata de un Holocausto en marcha contra ellos. Alemania se siente culpable de todo lo ocurrido y con razón. Y el Estado de Israel tiene la obligación de cuidar a la comunidad judía, pero no puede atacar a otros. La cuestión es cómo protegemos a todos. Eso es lo que tenemos que lograr. Todo el mundo tiene derecho a la vida. Y tenemos que inventar modelos para hacer eso. La clase política tiene que olvidarse de sus alianzas estratégicas y restablecer los límites que conseguimos darnos en el pasado siglo.

“En el caso de Azerbaiyán, que está cometiendo un genocidio contra los armenios, tiene el apoyo de la Unión Europea porque le manda energía y de Israel, país al que le compra armas. Estados Unidos tampoco dice nada aunque tiene informes que dicen que Azerbaiyán tortura a prisioneros, los mata y no realiza juicios independientes. Tenemos un problema muy serio con un mundo en el que los líderes de los países occidentales no respetan sus propios principios”.

—¿Por qué se ha implicado tanto en denunciar los crímenes cometidos por Israel y Hamás?

—Entre 2008 y 2012 trabajé allí porque recibí el reclamo de Palestina de investigar los casos para la Corte Penal Internacional. Luego fui a enseñar en la Universidad Hebrea de Jerusalén, pero cuando le hicieron un boicot a los estudiantes palestinos y no pudieron seguir viniendo, fui a impartir el mismo curso en la Universidad de Al Quds. Así que llevo más de 14 años viendo lo que ocurre allí y siento una frustración inmensa. (Fuente: La marea.)


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Otros ataques contra civiles cuya autoría Israel negó o justificó como autodefensa

Olga Rodríguez


El bombardeo contra el hospital Al Ahli de Gaza que tuvo lugar el pasado miércoles se produjo cuando ya había miles de muertos y heridos palestinos —al menos un tercio de ellos menores de edad— en la Franja. Las autoridades locales indicaron que se trataba de un ataque israelí, pero el Gobierno de Netanyahu —tras unas horas de confusión— terminó negándolo.

Mientras eso ocurría, el presidente de Estados Unidos Joe Biden volaba desde Washington hacia Tel Aviv para reunirse con el primer ministro Netanyahu y mostrarle en público su apoyo incondicional. Si el ataque contra el hospital Al Ahli procedía de Israel y éste lo asumía, el apretón de manos entre ambos mandatarios iba a verse empañado. El Gobierno israelí acusó a Hamás o la Yihad Islámica de la autoría. Las pruebas hasta ahora no son concluyentes y será precisa una investigación internacional independiente para determinar lo sucedido.

El barrio de Al-Rimal, en el norte de Gaza, ha quedado devastado por los ataques aéreos; octubre 2023. / UNICEF/Hassan Islyeh.

En el mundo árabe la reacción a la agresión contra ese hospital fue casi inmediata. Miles de personas en Egipto, Líbano, Jordania, Irak, Siria o la propia Cisjordania salieron a la calle para condenar el ataque y los bombardeos israelíes que golpean Gaza desde hace trece días. Jordania anunció la cancelación de la cumbre en Amman en la que estaba previsto que el presidente estadounidense Biden se reuniera con el rey jordano, el presidente de Egipto y el de la Autoridad Nacional Palestina.

Tanto mandatarios como medios de comunicación de los países árabes mostraron incredulidad ante la versión israelí. Así lo expresaba, por ejemplo, el ministro de Exteriores jordano:

“Nadie en esta parte del mundo va a creer información de inteligencia basada en la inteligencia israelí. Sería precisa una investigación internacional independiente. Pero por ahora no importa lo que Israel diga. En el mundo árabe musulmán nadie lo creerá, teniendo en cuenta las experiencias anteriores y casos previos en los que Israel primero niega y después admite cuando los hechos emergen”.

El asesinato de la periodista Shireen Abu Akleh

Uno de los casos más recientes de esas características fue el asesinato de la periodista de la cadena Al Jazeera: Shireen Abu Akleh, quien recibió un disparo de un francotirador israelí en Jenín, Cisjordania, una mañana de mayo de 2022 mientras trabajaba. La reportera, palestina-estadounidense, llevaba identificación de prensa y chaleco. Israel acusó de su muerte a “palestinos armados” pero varios testigos responsabilizaron al ejército israelí.

Con el paso de los días y nuevas evidencias Israel modificó su discurso afirmando que la periodista se había quedado atrapada en fuego cruzado. Finalmente, la muestra y análisis de varios vídeos tomados por periodistas y testigos —antes, durante y después del disparo— revelaron que no estaba en el fragor de un fuego cruzado y que el autor del disparo era un francotirador israelí. Al Jazeera ha llevado el caso a la Corte Penal Internacional —que estudia el caso actualmente— con el respaldo de la Federación Internacional de Periodistas.

Su asesinato tiene ciertas similitudes con el ataque israelí perpetrado hace unos días contra un grupo de periodistas en el sur de Líbano, en el que seis reporteros resultaron heridos —una de ellas de gravedad— y uno falleció.

La periodista Shireen Abu Akleh. / Foto: Wikimedia Commons.

El ataque contra cinco niños en Gaza en 2022

El pasado verano, en el marco de una “operación preventiva”, en sólo dos días las fuerzas israelíes mataron a 48 palestinos en Gaza, de los que 17 eran niños y cuatro mujeres. Además, 360 palestinos resultaron heridos, entre ellos 151 niños, 58 mujeres y 19 ancianos. Uno de esos ataques israelíes mató a cinco niños de entre 4 y 16 años que jugaban en el cementerio local, uno de los pocos espacios abiertos en el concurrido campo de refugiados de Jabalia.

La explosión en la que murieron no tuvo las características habituales de un ataque con un F-16 o un dron israelí y las fuerzas armadas de Israel dijeron que habría sido causada por cohetes perdidos disparados por la Yihad Islámica.

Con el paso de los días, sin embargo, se difundió que funcionarios de defensa de Israel no identificados —citados por el diario Haaretz— afirmaban la autoría israelí, aunque en público, de manera oficial, el Ejército israelí simplemente dijo que seguía investigando el incidente y que durante los ataques habían hecho “todos los esfuerzos posibles para minimizar los daños a civiles”.

El Centro Palestino para los Derechos Humanos investigó el caso y su director, Raji Sourani, mostró fotos de un fragmento de metralla donde explicó que se veía el número de serie del cohete israelí.

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, expresó su alarma ante el gran número de palestinos —muchos de ellos menores de edad— muertos o heridos desde el inicio de ese año y señaló el uso indiscriminado de munición real por parte de las fuerzas israelíes.

2021: “Sorprendente desprecio por las vidas de civiles palestinos”

En 2021 Amnistía Internacional denunció el “sorprendente desprecio por las vidas de los civiles palestinos” por parte de las fuerzas israelíes “al llevar a cabo una serie de ataques aéreos contra edificios residenciales, matando en algunos casos a familias enteras —incluidos niños— y provocando destrucción sin sentido de propiedades civiles, en ataques que pueden constituir crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad”.

El informe de dicha organización de derechos humanos llegó cuando “el número de muertos en Gaza sigue aumentando: al menos 198 palestinos han muerto, entre ellos 58 niños, y más de 1.200 han resultado heridos”. En el mismo periodo diez israelíes, entre ellos dos niños, habían muerto.

“Está surgiendo un patrón horrible en el que Israel lanza ataques aéreos en Gaza contra edificios residenciales y casas familiares; en algunos casos, familias enteras quedaron enterradas bajo los escombros cuando los edificios en los que vivían se derrumbaron. En los casos documentados a continuación, no se dio ninguna advertencia previa a los residentes civiles para permitirles escapar”, advirtió Amnistía Internacional.

Israel no ofreció ninguna explicación sobre estos ataques, “sobre los objetivos militares a los que apuntaban, es difícil imaginar cómo bombardear edificios residenciales llenos de familias civiles sin previo aviso podría considerarse proporcionada según el derecho internacional humanitario”, señaló la organización de derechos humanos, que ha solicitado en varias ocasiones que la Corte Penal Internacional investigue como crímenes de guerra estos ataques.

Entrada a la ciudad palestina de Belén, rodeada por muro, vallas y control militar israelí. / Foto: Olga Rodríguez.

Apartheid

En 2021 un informe de Human Rights Watch —en lo que llamó su informe más completo hasta la fecha sobre el trato de Israel a los palestinos— acusó a Israel de cometer crímenes contra la humanidad y señaló que Estados Unidos y la comunidad internacional han “hecho la vista gorda”. El informe de investigación abogó por una comisión internacional de investigación y sanciones, incluidas prohibiciones de viaje y congelación de activos.

En concreto hizo hincapié en las políticas de “apartheid y persecución” de Israel, tal como lo definen las convenciones internacionales y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, subrayando la opresión estructural ejercida por el Gobierno israelí para “mantener la dominación de los judíos israelíes sobre los palestinos”. El Gobierno de Israel calificó el informe de “panfleto de propaganda”. Otras organizaciones, como la israelí B’tselem también han apuntado a la práctica reiterada de mecanismos de segregación contra la población palestina.

La Gran Marcha del Retorno

En 2018 entre 40.000 y 50.000 hombres, mujeres y niños palestinos tomaron de manera pacífica la valla perimetral que separa Gaza de Israel para exigir el fin del bloqueo israelí y el derecho al retorno de los refugiados. En diez días de protestas, en su mayoría pacíficas, resultaron heridas más personas “que durante los cincuenta días de una guerra total en 2014. Esto debería haber generado reacciones mucho más sólidas”, denunció el Comisionado General de la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos.

Sólo en el primer día murieron 17 palestinos y otros 140 en las semanas siguientes. A lo largo de las siguientes semanas 10.000 palestinos resultaron heridos, entre ellos 1.849 niñas y niños, 424 mujeres, 115 técnicos de urgencias médicas y 115 periodistas. De ellas, 5.814 fueron alcanzadas por fuego real. Un soldado israelí resultó levemente herido por la metralla de una granada lanzada por un palestino desde Gaza y otro soldado israelí murió abatido por un francotirador palestino cerca de la valla, fuera del contexto de las protestas.

El informe de la comisión investigadora del Consejo de Derechos Humanos de la ONU declaró a finales de febrero de 2019 que había “indicios racionales de violaciones de los derechos humanos y de la ley humanitaria internacional, y en algunos casos constitutivos de crímenes de guerra y contra la humanidad” en la actuación de las fuerzas armadas de Israel en la valla fronteriza gazatí.

El informe añadía que “las fuerzas de seguridad mataron y causaron mutilaciones de manifestantes palestinos, que no representaban una amenaza inminente de muerte o de lesiones para terceros, cuando fueron tiroteados, y que tampoco participaban en acciones hostiles”.

También puntualizaba que “a pesar de algunas acciones violentas, las marchas no constituían combates ni campañas militares” sino que “eran de naturaleza civil y tenían objetivos políticos”. El 22 de marzo, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aceptó dicho informe por una mayoría de 23 votos a favor, 8 en contra y 15 abstenciones.

Israel justificó su actuación en nombre de su derecho a la autodefensa y afirmando que las protestas estaban organizadas por Hamás, y calificó de “mentirosa y parcial” la investigación de la ONU: “En un nuevo teatro del absurdo, el Consejo de Derechos Humanos ha generado otro informe hostil contra el Estado de Israel (…) cuyo objetivo es desacreditar a la única democracia de Oriente Próximo”.

Informe de la ONU que apunta a crímenes de guerra en 2014

En 2014 una ofensiva israelí contra Gaza presentada como un acto de autodefensa que duró cincuenta días dejó 1.462 víctimas civiles palestinas, según datos de Naciones Unidas, un tercio de ellas niños. En ella atacó en varias ocasiones escuelas de la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA) —con decenas de muertos. En al menos uno de esos ataques Israel negó su autoría en un primer momento y la atribuyó a Hamás.

También mató a cuatro niños que jugaban en una playa —de nueve, diez y once años— y lo justificó afirmando que los había confundido con milicianos de Hamás. La Comisión Independiente de Investigación de la ONU recopiló “información sustancial” que determinó la posible comisión de crímenes de guerra. “Cientos de civiles palestinos fueron asesinados en sus propios hogares, especialmente mujeres y niños”, señaló.

El informe de la Comisión señaló que “al menos 142 familias perdieron a tres o más miembros en un ataque a un edificio residencial, lo que provocó 742 muertes. El hecho de que Israel no revisara su práctica de ataques aéreos, incluso después de que sus terribles efectos sobre los civiles se hicieran evidentes, plantea la cuestión de si esto era parte de una política más amplia que fue al menos tácitamente aprobada al más alto nivel del gobierno”.

La Comisión de Investigación de Naciones Unidas expresó en sus conclusiones su preocupación por el “uso extensivo por parte de Israel de armas con un amplio radio de muertes y lesiones”. Al igual que en la ofensiva de este octubre de 2023, en 2014 Israel empleó “un patrón por el cual las Fuerzas Armadas israelíes emitían advertencias a la gente para que abandonaran un vecindario y luego automáticamente consideraban combatientes a cualquiera que se quedara. Esta práctica hace que los ataques contra civiles sean muy probables”, señaló el informe.

Naciones Unidas también denunció “el uso de munición real” de las fuerzas israelíes en Cisjordania para enfrentar manifestaciones o “controlar multitudes”, lo que entre junio y agosto de 2014 provocó la muerte de 27 palestinos. En la presentación del informe de la ONU en junio de 2015 los comisionados del mismo indicaron que “Israel debe romper con su lamentable historial a la hora de responsabilizar a los malhechores”.

La crueldad israelí alcanzó un punto de no retorno en la guerra de Gaza de 2008-09. / Foto: Haaretz.

La investigación de la ONU sobre los ataques de 2009

El informe de 2009 con las conclusiones de una investigación de Naciones Unidas —conocido como Informe Goldstone porque el jurista con ese nombre fue el coordinador— determinó que tanto las Fuerzas Armadas israelíes como grupos militantes palestinos habían cometido crímenes de guerra y posiblemente crímenes contra la humanidad.

Dicho informe condenaba las violaciones por ambas partes pero diferenciaba entre la severidad moral y legal de las violaciones de las fuerzas israelíes en comparación con las de Hamás y otros grupos armados palestinos. En él se detalló el uso de fósforo blanco por parte de Israel, ataques a civiles, el bloqueo de toda la Franja o el ataque contra la escuela Al Fakhura. El informe dio lugar a un debate en Israel sobre la apertura de una investigación independiente sobre las acusaciones de crímenes de guerra. El Gobierno de Israel rechazó rotundamente la acusación de tener una política de ataques deliberados a civiles.

Dos años después del informe —y tras la reacción israelí y sus aliados al mismo—, Goldstone se retractó de la conclusión de que el Gobierno israelí marcaba deliberadamente a los civiles como objetivo. Los otros tres coautores de la misión de investigación de las Naciones Unidas sobre el conflicto de Gaza de 2008-2009 publicaron entonces una declaración conjunta criticando su retractación.

Bombardeo de Qana en 2006

En 2006 Hezbolá lanzó cohetes sobre territorio israelí que mataron a tres soldados, y secuestró a otros dos, exigiendo negociación para un intercambio de prisioneros. Israel optó por bombardear territorio libanés, incluidos objetivos de Hezbolá, infraestructura civil y el aeropuerto de la capital, Beirut. También impulsó una invasión terrestre del sur de Líbano y un bloqueo aéreo y naval. Hezbolá incrementó los disparos de cohetes sobre el norte de Israel.

En ese contexto se produjeron ataques contra población civil por parte de Israel. Entre ellos, uno a dos ambulancias que el Ejército israelí negó en un principio. Otra de las agresiones fue el bombardeo de la ciudad libanesa de Qana, que provocó el derrumbamiento de apartamentos de cuatro plantas, causando la muerte de 27 personas, entre ellas 17 menores, lo que produjo una gran conmoción internacional y un incremento en las llamadas al alto el fuego.

Israel aseguró que el edificio se había desplomado horas después de su bombardeo, insinuando que el derrumbe se había debido a otro ataque y a la vez justificó la agresión alegando que desde allí se estaban disparando cohetes. Testigos y supervivientes indicaron que el edificio sólo tardó en desplomarse unos minutos. El Gobierno libanés responsabilizó a Israel de las muertes, afirmó que desde el edificio o alrededores no estaban operando las milicias de Hezbolá y que ninguno de los cadáveres que se recuperaron eran de militantes, “además de que los equipos de rescate no encontraron arma alguna”.

La organización de derechos humanos Human Rights Watch desestimó las conclusiones de la investigación israelí. Por su parte Amnistía Internacional las tachó de “encubrimiento”, y afirmó que “Israel tiene un historial de no investigar las muertes de civiles o llevar a cabo investigaciones tendenciosas”. Tanto Amnistía Internacional como decenas de periodistas que habían estado filmando en la zona señalaron que nada indicaba que en el edificio o alrededores hubiera armas dentro o alrededor de la casa bombardeada o en las viviendas cercanas.

En agosto de 2006 el informe del Secretario General de Naciones Unidas calificó el ataque de “modelo de violación del derecho internacional, incluido el derecho humanitario internacional y las leyes sobre derechos humanos”. Según el informe, la población de Qana, a la que Israel afirma haber avisado con suficiente antelación para abandonar la ciudad, no podía hacerlo por estar Qana completamente incomunicada a causa de la destrucción de las carreteras de acceso por la aviación israelí en días anteriores.

Naciones Unidas recogió también la indicación del Comité Internacional de la Cruz Roja, que señala que “avisar previamente a la población civil del inminente ataque no exime a Israel de sus obligaciones bajo las normas y principios del derecho internacional humanitario”.

El asesinato de la estadounidense Rachel Corrie

En marzo de 2003 la activista estadounidense Rachel Corrie fue aplastada por un bulldozer del ejército israelí en Gaza mientras intentaba proteger una vivienda palestina en riesgo de derribo por la excavadora israelí.

Según testigos presenciales, la joven fue deliberadamente atropellada, pues indican que el conductor retrocedió sobre su cuerpo ya aplastado. El Ejército israelí negó esa versión y estableció que se había tratado de un accidente. Tanto Amnistía Internacional como Human Rights Watch, entre otras organizaciones, lamentaron la impunidad del Ejército israelí.

Campo de refugiados de Sabra y Shatila en 2018.

Sabra y Shatila

Otro de los episodios más conocidos y que más repercusión han tenido en el tiempo fue la matanza en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila, Líbano, entre el 15 y 18 de septiembre de 1982, perpetrada por la Falange cristiana libanesa —aliada de Israel— en el marco de la ocupación de Líbano por Israel, que llegó a tomar y controlar el oeste de Beirut. Entre 800 y 1.700 palestinos —según diferentes informes— fueron masacrados por las fuerzas falangistas maronitas con el consentimiento de las fuerzas armadas israelíes dirigidas por Ariel Sharon y bajo su observación.

La masacre recibió la calificación de acto de genocidio por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas y un año después una comisión de la ONU dictaminó que Israel, como potencia ocupante de Sabra y Shatila, era responsable de la violencia acaecida en ellos.

Cuando años después, en 2001, Ariel Sharon fue elegido primer ministro de Israel, familiares de las víctimas de Sabra y Shatila presentaron una demanda contra él. La justicia belga admitió a trámite la denuncia en aplicación de una ley de jurisdicción universal para casos de violaciones de los derechos humanos, que había sido usada en 1993 para procesar a acusados del genocidio de Ruanda.

En 2003 el Tribunal Supremo belga dictaminó que Sharon —y otras personas involucradas— podrían ser enjuiciados en virtud de esta acusación. Meses después, ante presiones internacionales y problemas diplomáticos, Bélgica enmendó su ley para que se limitara a casos donde las víctimas fueran ciudadanos belgas. De ese modo se archivó la causa.

Los episodios aquí mencionados son algunos de los que más reacciones han provocado a lo largo de los años. Más allá de ellos, Israel mantiene —como denuncian organizaciones de derechos humanos y relatores de la ONU— una dinámica de castigos colectivos contra población palestina a través de una política de hechos consumados que a menudo le permite reconocer la autoría sin mayores problemas, puesto que no hay consecuencias a pesar de que haya indicios de posibles crímenes de guerra y de lesa humanidad.

Sin embargo, en algunos episodios comprometidos Israel ha optado por negar al principio su autoría o complicidad, ya sea porque entre las víctimas hay ciudadanos europeos o estadounidenses, porque los daños humanos exceden de lo habitual o porque se produzcan en un contexto que comprometa la imagen de las potencias que apoyan sus políticas y estrategias militares. También ha habido capítulos en los que las pruebas no han sido suficientes para determinar la autoría de un ataque.

Desde 1988 hasta octubre de 2023, el 87% de las víctimas han sido palestinas, y tanto la ocupación ilegal condenada por Naciones Unidas como las prácticas de segregación contra palestinos continúan. (Fuente: elDiario.es)

• Patricia Simón es reportera especializada en derechos humanos y enfoque feminista. Fue cofundadora y subdirectora de ‘Periodismo Humano’. Ha realizado coberturas en más de 25 países. // Las dos entrevistas aquí reproducidas aparecieron originalmente en La Marea; son publicadas en esta revista digital bajo la licencia Creative Commons — CC BY-SA 3.0.
• Olga Rodríguez es periodista especializada en información internacional, Oriente Medio y Derechos Humanos. Ha trabajado como periodista en Territorios Ocupados Palestinos, Israel, Líbano, Estados Unidos o México, entre otros países. // El texto “Otros ataques contra civiles cuya autoría Israel negó o justificó como autodefensa” fue publicado originalmente en elDiario.es. Es reproducido bajo la licencia Creative Commons — CC BY-NC 4.0.

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