Julio, 2025
La noticia cayó como agua helada a los hacedores de este proyecto periodístico. El pasado 22 de julio, a la edad de 74 años, partió de este plano existencial José de Jesús Sampedro. Poeta bretoniano. Agitador cultural. Melómano (rockero). Pulcro escritor. Hombre generoso. Y, sobre todo, amigo. De los buenos. Las letras en México han perdido a uno de sus grandes escritores. Nacido el 2 de noviembre de 1950 en Zacatecas, México, José de Jesús Sampedro Martínez dedicó su vida a la creación literaria, la docencia universitaria y a la difusión cultural en casi todas sus formas. Por ejemplo: fundó y editó DosFilos, posiblemente la revista cultural y literaria más longeva del país. Asimismo, fue tallerista no sólo en su natal tierra sino en diversos estados, donde consolidó su compromiso con la formación de escritores y la divulgación del pensamiento crítico. Además, durante casi cuatro décadas fungió como director-fundador del Festival de Poesía “Ramón López Velarde”, al que asistían poetas de las cuatro esquinas del país, pero, también, de otras latitudes. Amigo de este proyecto periodístico, hoy lo recordamos y homenajeamos. En las siguientes líneas, el periodista y escritor Víctor Roura lo recuerda.
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A 103 días de su aniversario número 75, el poeta zacatecano José de Jesús Sampedro falleció el pasado 22 de julio.
Autor en realidad de pocos libros, aunque poseía una pesada bibliografía por haber participado en numerosos prólogos, contribuciones y participaciones fragmentarias en una veintena de volúmenes, Sampedro obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes en 1976 por su libro un (ejemplo) salto de gato pinto y en 2012 publicó en los Cuadernos de El Financiero el volumen de ensayos No estar y estar y.
Los últimos años del poeta, para el infortunio cultural, llegaron en el obradorismo censurando prácticamente su revista literaria Dosfilos, la más antigua del país elaborada en el siglo XX: fue fundada en marzo de 1974, siete meses antes de la aparición de Tierra Adentro, si bien en octubre de 1971 había dado a la luz Plural, una revista dirigida por Octavio Paz que pertenecía —la revista— al periódico Excélsior que la mantuvo durante 58 números hasta julio de 1976, luego de lo cual el mismo ensayista Octavio Paz fundó en diciembre de 1976 la revista Vuelta, 14 años antes de obtener el Nobel de Literatura en 1990, publicación que feneciera en agosto de 1998, cuatro meses después de la muerte de Paz, ocurrida el 19 de abril de 1998 a sus 94 años de edad; en enero de 1978 salió a las calles Nexos de Héctor Aguilar Camín y en 1999, a un año de la muerte de Paz, Enrique Krauze empezó a publicar Letras Libres.
¿Por qué subrayo la palabra “censurar” a la llegada de Andrés López Obrador al poder presidencial? Porque, sencillamente, le fue retirada a Dosfilos la publicidad gubernamental dejando al poeta sin posibilidad ninguna de editarla, aunque salieron varios números incluso con dinero del bolsillo de su director Sampedro.
Malos tiempos para la cultura, ni hablar.
Sampedro, después de luchar contra un cáncer que lo afectaba desde por lo menos un lustro, decidió irse de esta vida —probablemente atosigado de tristeza al serle quitado, supuestamente por falta de recursos monetarios, el Festival de Poesía López Velarde que él organizaba además de su querida Dosfilos, la publicación literaria de mayor edad en México, como ya se había dicho líneas atrás— en la mañana del martes 22 de julio de 2025.
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Cuando yo tenía veinte años —y que aún ignoraba que con los años enderezaría mi camino hacia la práctica poética—, José de Jesús Sampedro, en su primer cuarto de siglo, ya obtenía el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, siendo, hasta la fecha, el poeta más joven en recibirlo.
No sé qué habrá dicho Sampedro, pero bien pienso, conociéndolo como lo conocí, que ha de haber pronunciado alguna de sus célebres frases que lo caracterizaban, porque yo no conozco, y dudo que haya una réplica suya, a otro escritor de tan rebosado ingenio: uno podía conversar durante largas horas con este hombre sin percatarse de cómo pasaba el tiempo en torno nuestro. Y lo mismo hablaba de filosofía que de rock, de literatura que de futbol, de arte plástico que de cine.
Su libro un (ejemplo) salto de gato pinto, el elegido para llevarse el preciado galardón en 1975, lo editó Joaquín Mortiz un año después, en abril de 1976, volumen que guardo entre mis connotadas preferencias escriturales, sobre todo por ese acontecimiento joyceano acerca de que algo, siempre, está a punto de suceder en el libro, que dejara en su momento conmovido, acaso conmocionado:
represivo caimán
irse de ti muy temprano o
meterse dentro de un azogue duro irte de mí
puedes oírme
afuera un ritmo de botas de soldado
una bayoneta se clava
en la puerta y cede
entran a nuestra casa te despiertas
rompen tu sueño desbaratan el poema.

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Y, me pregunto, ¿no puede estar sucediendo esta calamidad ahora mismo?
El poemario cumple en este 2015 medio siglo de vida, y José de Jesús Sampedro guardó un prolongado —como misterioso— silencio poético. ¿Por qué el poeta no continuó publicando libros de poesía si su escritura, con el tiempo, se había perfeccionado hasta la desmesura?
Cuando leí el libro por vez primera, recuerdo que me hacía numerosas preguntas: ¿este poeta es para poetas? Una más: ¿su escritura es exclusiva de escritores? Y otra: ¿lo que dice lo insinúa o lo reafirma? Y otra: ¿su contenido es producto de la imaginación a partir de la lectura inagotable o son los decires que surgen por destejer la vida misma?
Me sorprendía su profundidad en su juventud:
da lo mismo mencionar esto Natalia
pero entonces saberlo hubiera sido interesante
(está lloviendo ahora) dije adiós breton y
abrí la puerta⠀⠀ siempre tan burro como soy y
lo hice perfecto⠀⠀ la ciudad se torció fue demasiado
un comando militar me apresaría
me basta salir un momento (como ahora)
y entenderlo todo.
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¡Diablos!, me decía, ¿cómo se fabrica esta poesía tan compleja pero tan sencilla de comprender?
Tampoco tengo idea de cómo habrán sido los diálogos entre los jueces de aquel certamen, que entonces fueron Miguel Donoso Pareja (1931-2015), Víctor Sandoval (Aguascalientes, 1929-2013) y Desiderio Macías Silva (Aguascalientes, 1922-1995), los dos últimos preferentemente hidrocálidos mientras el tercero, literato, luego de vivir una larga temporada en México, retornó a su Guayaquil, Ecuador, desde principios de los años ochenta del siglo XX.
No sé cómo habrán discutido para resolver el premio a favor de este poeta zacatecano, distante de los núcleos de poder culturales, y pieza central de la cultura en su estado natal Zacatecas. Hoy no sé si lo hubiera podido obtener, ya que ahora incluso antes de la convocatoria misma se sabe de antemano quién será el elegido (de algo han servido, finalmente, todas estas relaciones públicas que significan las becas y los becarios institucionales).
¿Qué hace que un poemario merezca un premio?
La decisión, en efecto, de un jurado calificador. Sólo eso. Pero así como hay entregas descaradas, descarnadas, desconfiadas, donde los contenidos no importan sino únicamente los nombres, las amistades (¡y vaya cómo hemos tenido de estos entresijos en los últimos años!), que son los más (¿a quién le importa ya que Fernando Savater se llevara el Premio Octavio Paz si este galardón justamente fue creado para satisfacer pecuniariamente a los cercanos del Nobel mexicano, sin importar qué hacía el galardonado, si sus palabras eran mentiras o simulaciones sus componendas intelectuales?), también había, o aún hay, que son las menos, voluntades que parten de los hechos mismos, la propia escritura, como fue el caso, me parece, de Sampedro:
ánfora de niebla bufido
ideamos un puente cruza aguafuerte
permanente melancolía orangután inútil tinaja de astros
donde respira un pájaro tonto
contraabajo rinde cercado en 0 dispositivo crítico de zona
desesperanza resguarda
excelente maniobra digo mientras Beatles
un durazno soga de cargador entiende
dibujo la pasión ortiga la balanza
muele tu corazón metate de piedra verde muerde tus entrañas…

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Son canciones, me decía a mí mismo, de Procol Harum: “… arroja tus ojos de algodón lechuza pálida…” O de Supertramp: “… yo toco un piano antiguo en una tienda de animales…”
¿Por qué el poeta Sampedro no escribía, ¡diablos!, más poesía?
Pero allí está su libro de prosa No estar y estar y (Cuadernos de El Financiero, número 41, con el cual esta colección celebró su décimo aniversario en marzo de 2012), un panorama —con una ilustración en la portada de Elvis Presley (del caricaturista Jorge Flores Manjarrez), para que no se diga que los tiempos caen en el olvido— de intensa reflexión donde la escritura es el centro de la discusión.
De nuevo: ¿era José de Jesús Sampedro un escritor para escritores o escribía tan pulcro, tan conciso, tan riguroso, como pocos son capaces de hacerlo hoy en día que su escritura salta como chorro de vodka —como la mujer de un poema suyo— directo a la embriaguez lectora? Y lo leo, y me contesto que no, que Sam no era un escritor de exclusividades, sino escribía tan bien que era un caso honroso de excepción.
¿A qué escritor le va a importar lo que diga el lector o los lectores si su escritura depende únicamente de él, no de las exhalaciones lectoras?
“Bendito sea siempre el futbol —dice Sampedro en su libro de prosa— porque de él serán las alegorías y las ironías, y porque de él será también aquello inexpresable e intraducible que media aún entre ambas, y porque de él será también su metáfora indivisa… Bendito sea siempre el futbol porque multiplicó mi Yo inequívoco y lo bordó de una fonética cantarina…”
¡Y allí estaba, hélas, el poeta, también en su prosa, en sus ensayos, en su devenir escritural!
¿Que el poeta se había retirado en los refugios del silencio?
Craso error: estaba en toda su escritura, aunque el poeta no lo quisiera, aunque quizás en lo más hondo de su ser deseaba guardar silencio.
No.
No le era posible.
Porque su libro de ensayos, de apuntes, es un mero hecho poético:
bendito sea siempre
el futbol
porque multiplicó
mi Yo inequívoco
y lo bordeó
de una fonética cantarina…
El poeta no podía rehuir de sí mismo.
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“Queridísimo Sam —le escribí dos meses atrás sin haber obtenido una respuesta, ignorando yo su agonía—: este año cumples siete décadas y media, razón poderosa que me obliga a escribirte para celebrar juntos poéticamente este aniversario, así que, si estás de acuerdo, te salpico de palabras referidas a tu perfil para que tú, a tu modo, vayas componiendo estructuralmente un poema, ¿te parece adecuado y pertinente la conmemoración? Te mando un fuerte abrazo”.
Las tres primeras palabras que le proponía eran las siguientes: Filos, Edición y Escritura, mismas que se quedaron sin aliento, sin respuesta, sin formación poética.
Había preparado otras, que ya no le envié por su ausencia escritural (siempre nos comunicábamos por correo electrónico): Gato pinto, No estar y estar, Libro, Brecht, Poetas, Poesía, Amistad, Amor, Muerte.
Y su muerte me ha conmovido hondamente.
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El martes 27 de agosto de 1991 José de Jesús Sampedro presentaba, en la Ciudad de México, el número 50 de su revista Dosfilos para lo cual intercambiamos este diálogo que hoy recupero en homenaje:
—¿Se han cumplido los objetivos de la revista, a decir de su director, el poeta zacatecano José de Jesús Sampedro?
—Te confesaré que años atrás los propósitos de la revista no eran definidos sino vagos, se fue conformando como un proyecto muy lento (supongo que por las condiciones económicas, culturales y formativas en las que nos encontrábamos en los años setenta). Aunque en un principio, como ahora, se proponía simplemente ser un lugar de reunión de una serie de personas que teníamos una idea común acerca de dos o tres temas. Sin embargo es en estos momentos cuando comienza a definirse como lo que quiere ser. Me refiero a que Dosfilos ha asumido un estilo, inicia una etapa más profesional y reflexiva y con una amplia conciencia de lo que significa aparecer y distribuirse y congregar a amigos…
—¿Cuál sería tu preocupación central?
—Desde un principio, de manera difusa e intuitiva, intentaba hacer permanentes unos cuantos temas. Por ejemplo, desde un primer momento nos interesó muchísimo teorizar sobre el rock [cada portada de Dosfilos jamás dejó de traer consigo una soberana ilustración roquera del magnífico dibujante Luis Fernando, Premio de Caricatura Gabriel Vargas 2018], sobre sus transformaciones, influencias o perspectivas. Nos interesó de manera decisiva difundir todo tipo de pensamiento alternativo, heterogéneo, heterodoxo, que de alguna manera viniera a romper cierto discurso de poder muy característico en la cultura mexicana en cuanto a dividir lo bueno y lo malo, lo blanco y lo negro, lo racional y lo delirante. Nos interesan temas como la locura, la pobreza, los movimientos clandestinos, toda la vida underground.
—¿Pero Dosfilos se asume como una publicación underground? ¿Es posible la participación de este periodismo en los tiempos actuales?
—Creo que sí es posible, mas Dosfilos no se asume como una revista totalmente underground. Basta un examen rápido de su contenido para evidenciar esto de manera muy clara. Pero sí pensamos, por ejemplo, que la cultura de los años sesenta no fue entre nosotros una cultura consumada, analizada, bien pensada. Creemos que muchos de los problemas de los sesenta quedaron suspendidos en el tiempo. Es hasta ahora [recuerde que esta plática data de 1991] que creo percibir un resurgimiento o un nuevo interés o un nuevo examen acerca de varios de esos problemas que en ese momento (supongo que por su contundencia, por su inmediatez) fueron difíciles de analizar en todas sus consecuencias y magnitud.
—¿Una relectura de los sesenta, dado que en México no hubo periodismo roquero?
—Creo que sería más justo decirlo así: la revista busca de alguna manera incidir en esos temas y convocar a una nueva generación, que en nuestro país hoy no ha alcanzado una mayoría de edad, para que en conjunto iniciemos una reflexión mucho más amplia acerca de la permanencia de estos temas y su importancia actual. Como es obvio decirlo, el mundo de los noventa es una caricatura espeluznante de lo que fue el mundo de los sesenta. Estamos presenciando la derrota de muchos de los postulados en los que creímos, en los que pusimos mucha confianza. Creo, por tanto, necesario (y saludable) volver a esos temas. Plantearlos, replantearlos, difundirlos para su discusión. Pero el debate roquero no es todo. Asimismo, en la publicación hay ensayos de política contemporánea y la creación de muchos escritores jóvenes tanto del [entonces] Distrito Federal como del interior de la República que colaboran permanentemente.

8
Se sabía, en el medio literario, que José de Jesús Sampedro era un adorador de los sesenta, un gustador del rock de aquella época, por eso le pregunté:
—¡Cómo ves el rock actual y de qué manera ahora te influye literariamente?
—Hace unos días compré un compact disc de Mamas y Papas —contestó Sampedro—. Escuchándolo con un grupo de amigos, discutíamos acerca de la distancia tan asombrosa que ha acontecido con el rock y cómo poco a poco fue derivando a muchos aspectos que ni siquiera imaginábamos. Creo que hoy el rock, con fortuna para su salud, ha regresado en varios aspectos a lo subterráneo, a una marginalidad que no debió abandonar del todo en su momento. Porque encima de esa marginalidad tenemos formas musicales absolutamente banales. Creo que el rap es una muestra tangible, auditiva, de la que consume ahora un amplio sector de la juventud en todo el mundo. No creo que sea cuestión de popularidad, sino de autenticidad. Creo sin embargo percibir algo de esas raíces en estos momentos.
—¿ Y escrituralmente?
—Mucho mejor, escrituralmente. Porque creo que el mensaje, con todo lo que la palabra significa, de muchas de las canciones de rock actualmente tienen algo que se había perdido en los setenta: la inclinación por el humor, el gusto por el romance, el gusto por decir no a muchas cosas y a una apuesta por un optimismo histórico (aunque la frase suene anticuada).
—Tu escritura es igualmente cifrada, quizás como algunas piezas de rock. ¿Es voluntario?
—Absolutamente. Por ejemplo, hace un tiempo, escuchando una canción de Tom Petty, se me ocurrió hacer una parodia, una paráfrasis (intentando respetar hasta donde la calidad literaria lo aceptara) de la letra original pero incluyendo algunas variantes estilísticas, variantes de tiempo y espacio para darle un efecto mucho más propio, sin dejar que la canción fluyera por sí misma. Este tipo de experimentación creo que hace falta en la literatura mexicana; prácticamente más en la poesía. Creo que la nuestra es una poesía, más que solemne, repetitiva; más que educada, acomplejada; una poesía que no tiene afán de búsqueda. Y creo que lo fundamental, ahora, debiera ser esa apuesta por lo desconocido.
—Eres un poeta que casi no publica libros, ¿por qué?
—Llegó un momento en que creí necesario, decisivo, replantearme todo mi trabajo. Creo que he dejado de creer en cierto tipo de poesía lineal. No me interesa mucho repetir temas, situaciones, atmósferas o ritmos. E inicié, de acuerdo con mi experiencia, un proceso de renovación poética en el que la imagen fuera nuevamente lo esencial y en donde se contaran anécdotas sin dejar por eso de ser poesía, sin que el poema tuviera necesariamente que confundirse con una prosa versificada. Esto me ha llevado por diversos problemas, algunos de ellos realmente agobiadores. Pero creo que vale la pena aventurarse. Vale la pena esperar un momento con la intención de aportar si no algo distinto, sí más auténtico. Mi silencio es táctico.
9
Sampedro había editado en ese momento cien libros de un igual número de poetas.
—¿ Cuáles son las coincidencias, las diferencias de los poetas actuales?
—Insisto en que la poesía mexicana carece de una imagen —dijo José de Jesús Sampedro—. Creo que hay una diversidad tan abrumadora que en ocasiones hace imposible cualquier intento de análisis. No creo que haya una tendencia mínimamente reconocible. No creo que sepamos con seguridad hacia dónde vamos. No hay una tendencia clara, ni una voz predominante. No hay un denominador común. Creo también que hace falta una mayor capacidad creativa. Una disciplina. Un rigor más visible.
—Hay diversidad, pero no personalidad…
—Así es, yo creo que hay diversidad pero no hay aventuras individuales.
—Hace unos días, en Zacatecas, dijiste que ojalá pudieras regresar en estos momentos a los sesenta e ir a comprar un disco de los Monkees. Algo hay de angustia generacional, tal vez.
—Es la angustia, sí, de que se pierda el interés por problemas que creo que son vitales a la condición humana, de que se pierda el gusto por el juego, por el humor crítico, por la defensa de la diferencia entre los hombres y sobre todo que se pierda la esperanza de una utopía, realizable o no (utopía no significa imposibilidad); por el abandono de la búsqueda de lo imposible y el abandono de muchos de los postulados con los que yo me formé. Esas pérdidas me angustian verdaderamente. No sé qué va a suceder… Creo que entramos a una etapa de espera. Creo que el mundo transita por experiencias abismales. Creo que no podemos en este momento apostar nada sino a la imaginación…
—Y a comprar un disco de los Monkees…
—… Aunque sea en compact disc.
10
Y un poema inédito de Sampedro, que me enviara para su publicación en Notimex, lo cual no fue posible por el desinterés gremial de los sindicalistas que se pusieron en huelga, asesorados por el abogado Arturo Alcalde, a sabiendas de que al final ganarían en la contienda laboral llevándose a casa millones de pesos.
El poema es el siguiente:
de un autobús) de un autobús
José de Jesús Sampedro
oh no usted no no usted oh no usted usted usted autobús
oh no usted no no usted oh no usted usted usted autobús
viajó en usted ya ayer mi ama amada novia autobús
a ohio a idaho viajó en usted a omaha autobús
a ohio a idaho viajó en usted a omaha autobús
viajó en usted ya ayer mi ama amada novia autobús
de manera que la vi irse de manera que lo vi irse a usted autobús
hacia una rauda larga inmóvil curva opaca bajó usted autobús
hacia una rauda larga inmóvil curva opaca bajó usted autobús
de manera que la vi irse de manera que lo vi irse a usted autobús
lléveme a mí ya ahora a ohio a idaho ya ahora a omaha usted autobús
“adiós tontito te odio” así me dijo ella aun yendo a usted autobús
“adiós tontito te odio” así me dijo ella aun yendo a usted autobús
lléveme a mí ya ahora a ohio a idaho ya ahora a omaha usted autobús
de manera que la vi irse de manera que lo vi irse a usted autobús
hacia una rauda larga inmóvil curva opaca bajó usted autobús
hacia una rauda larga inmóvil curva opaca bajó usted autobús
de manera que la vi irse de manera que lo vi irse a usted autobús
viajó en usted ya ayer mi ama amada novia autobús
a ohio a idaho viajó en usted a omaha autobús
a ohio a idaho viajó en usted a omaha autobús
viajó en usted ya ayer mi ama amada novia autobús
oh no usted no no usted oh no usted usted usted autobús
oh no usted no no usted oh no usted usted usted autobús