Marzo, 2025
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitió una alerta epidemiológica por 268 nuevos casos de sarampión en diversos países de América, incluyendo una defunción. Hasta el 21 de febrero de 2025, la OPS había confirmado cuatro casos en México: dos en Oaxaca (niña de 5 años y adolescente de 16 años) y dos en Chihuahua (niños de 9 años). Por el momento, la Secretaría de Salud de México no ha emitido una alerta epidemiológica, aunque está atenta al desarrollo de los diversos brotes; sobre todo mira con atención lo que sucede en Estados Unidos, donde se ha dado el peor brote de sarampión en los últimos años, con epicentro en Texas y Nuevo México. Robert F. Kennedy —el máximo responsable de Salud del gobierno de Trump— ha recomendado aceite de hígado de bacalao y vitamina A contra el sarampión. Lo sabemos: parece broma, aunque lamentablemente no lo es: Kennedy es un reconocido integrante del movimiento antivacunas en EE. UU.. La caída en las tasas de vacunación, el aumento de la desinformación y las interrupciones en los programas de inmunización han dejado a millones de niños desprotegidos. Expertos advierten que, si no se actúa con urgencia, podrían volver brotes de una enfermedad que se creía controlada. De ello nos habla Ignacio López-Goñi.
El Departamento de Salud del Estado de Texas (EE. UU.) ha informado sobre la primera muerte por sarampión de un niño en edad escolar que no estaba vacunado. Desde finales de enero se han confirmado 124 casos de esta enfermedad, la mayoría en niños.
El brote de Texas es un ejemplo de lo que está ocurriendo a nivel mundial desde hace unos años: el número de casos de sarampión crece. Se estima que solo en 2023 hubo 10,3 millones en todo el mundo, lo que supuso una subida del 20 % con respecto a 2022. Se calcula que en 2023 murieron a causa de esta enfermedad más de 100 000 personas, en su mayoría niños menores de 5 años.
Europa también ha registrado un incremento, siendo Rumanía el país más afectado, con más del 80 % de los diagnósticos.
Una “máquina” de infectar gente
El sarampión está causado por un virus del género Morbillivirus, familia Paramyxoviridae, que se encuentra en todo el mundo. Junto con la rubéola, la roseóla, el eritema infeccioso y la varicela, es uno de los cinco exantemas clásicos de la infancia, es decir, las típicas enfermedades de los niños que cursan con erupciones o granitos en la piel y fiebre.
El ser humano es el único hospedador de este virus, que es muy poco variable, por lo que la inmunidad que causa dura toda la vida y, generalmente, sólo se pasa una vez.
El agente patógeno del sarampión es uno de los de mayor capacidad de transmisión que existe. Por ejemplo, resulta 10 veces más contagioso que el SARS-CoV-2, lo que se explica por varias razones:
⠀▪ La dosis infectiva es muy baja, o lo que es lo mismo, no hay que estar expuesto a una gran cantidad de virus para infectarse.
⠀▪ Por el contrario, la cantidad de virus que expulsa una persona infectada es muy alta. La combinación de estos dos factores son lo mejor para el virus… y lo peor para nosotros.
⠀▪ Se transmite por vía aérea. Una persona con sarampión contagia el virus al respirar, toser o hablar, y este puede permanecer en el aire durante un cierto tiempo. Se ha calculado que un niño que entre en una habitación (una guardería, por ejemplo) dos horas después de que lo haya hecho otro niño con sarampión, podría quedar infectado.
⠀▪ Una persona con sarampión puede ser contagiosa durante unos ocho días, incluso antes de que se manifieste la enfermedad. Antes de enterarnos de que la tenemos, ya la estamos contagiando a otros sin que nadie se dé cuenta. Además, como gracias a las vacunas los casos han disminuido tanto, el personal sanitario más joven no está acostumbrado a reconocerlo y se puede retrasar el diagnóstico, con lo cual el enfermo puede seguir extendiendo el virus.
El primer signo suele ser la fiebre alta, que comienza entre unos 10 y 12 días después de la exposición al virus y se prolonga de 4 a 7 días.
En la fase inicial, el paciente puede presentar mocos, tos, ojos llorosos y rojos, y pequeñas manchas blancas en la cara interna de las mejillas. Al cabo de varios días aparece un exantema, generalmente en el rostro y la parte superior del cuello, que se extiende y acaba por afectar a las manos y pies. Dura entre 5 y 6 días, y luego se desvanece.
Un virus que resetea el sistema inmunitario
La mayoría de las muertes se deben a complicaciones del sarampión, que son más frecuentes en menores de 5 años y adultos de más de 30. Las más graves son la ceguera, la encefalitis, la diarrea grave —que puede provocar deshidratación—, las infecciones del oído y las infecciones respiratorias graves, como la neumonía.
Los cuadros graves son especialmente frecuentes en niños pequeños malnutridos o si su sistema inmunitario se encuentra debilitado por otras enfermedades, en cuyo caso la cifra de muertes puede alcanzar el 30 %. La infección también puede provocar complicaciones graves en las mujeres embarazadas, e incluso ser causa de aborto o parto prematuro. No obstante, quienes se recuperan se vuelven inmunes de por vida.
Por otra parte, la infección provoca una pérdida de las células memoria del sistema inmunitario, lo que resulta en una especie de amnesia inmune contra otros patógenos. Esta “limpieza” de la memoria inmunológica es la responsable de que aumente la susceptibilidad a los patógenos oportunistas. Puede durar desde unas semanas hasta meses, y es la razón de que la mortalidad por sarampión esté causada típicamente por infecciones secundarias debidas a otros patógenos del tracto respiratorio o digestivo.

Las vacunas funcionan
No existe un tratamiento específico y la única medida de prevención es la vacuna, con cepas atenuadas del virus y que se administra en combinación con la de las paperas y la rubéola: la triple vírica sarampión/paperas/rubéola.
Se administra en dos dosis en el calendario común de vacunación infantil: a los 12 meses de edad y entre los 3-4 años. La eficacia para prevenir la enfermedad es del 93 % con una dosis, alcanzando casi el 100 % cuando se administra la segunda. Confiere protección durante toda la vida.
Se estima que entre 2000 y 2015, la vacuna evitó más de 20 millones de muertes en todo el mundo, lo que la convierte en una de las mejores inversiones en salud pública. Para poder controlar y erradicar la enfermedad es fundamental que la cobertura vacunal sea al menos del 95 %, es decir, que el 95 % de la población haya sido inmunizada con las dos dosis. El objetivo mundial es poder eliminar la enfermedad para el 2030.
¿Por qué están aumentado los casos de sarampión?
Si tenemos una buena vacuna que es eficaz, segura y gratuita, ¿por qué aumentan los casos de sarampión a nivel mundial?, ¿es culpa de los antivacunas?, ¿son todos casos importados?, ¿ha dejado de funcionar la vacuna? Probablemente no haya una única causa y la respuesta va a depender del contexto.
En efecto, a veces puede ser por una actitud de rechazo a las vacunas. No sabemos por qué estaba sin vacunar el niño en edad escolar que ha fallecido por sarampión en Texas. La mayoría de los casos en niños son por no vacunarse, y si se rechazan las inmunizaciones aumenta el sarampión.
Quizá sufría alguna otra enfermedad inmunosupresora y entonces no era recomendable la vacunación, o quizá sus padres eran contrarios a las vacunas. En cualquier caso, la inmunización contra el sarampión es un excelente ejemplo de lo que conocemos como efecto rebaño: estar rodeado de personas vacunadas es la mejor manera de prevenir la enfermedad en personas vulnerables que no se puedan vacunar.
Como la vacuna es casi infalible después de la segunda dosis, los casos de sarampión en niños vacunados menores de 3-4 años pueden deberse a que no hayan alcanzado la máxima protección: o son menores de 12 meses y todavía no se les ha vacunado o aún no han recibido esa segunda dosis.
¿Y qué pasa con los más mayores? Probablemente, la mayoría pasaron el sarampión de pequeños. Entonces no se vacunaba, el virus circulaba libremente y, como hemos dicho, esta enfermedad es muy transmisible y haberla pasado inmuniza. Por eso, los casos en personas mayores de 55 años son muy raros.
Por último, otro factor que influye en el aumento de la enfermedad son los casos importados. Por ejemplo, en Rumanía y Marruecos, con coberturas vacunales muy bajas, tienen ahora epidemias activas y existe un flujo importante de personas. Como el virus es tan contagioso, estas personas pueden generar fácilmente casos secundarios si llegan a individuos susceptibles: menores de 3-4 años sin las dos dosis y personas no vacunadas o sin inmunidad natural.
Los lugares donde la transmisibilidad y la vulnerabilidad son mayores (sitios cerrados, guarderías con niños pequeños, centros sanitarios donde acuden enfermos) son donde más fácilmente pueden registrarse brotes.
Riesgo de contagio
Debido a las coberturas de vacunación, el riesgo de infección en la población general se considera bajo. Sin embargo, mientras continúe la situación de alta incidencia en algunos países de nuestro entorno, es esperable que continúen apareciendo casos y brotes en población sin inmunidad frente a la enfermedad.
La vacunación y la identificación precoz de los casos sospechosos, con especial vigilancia sobre la población susceptible, son fundamentales para poder llegar al objetivo de erradicar el sarampión, y se conseguirá gracias a las vacunas.