LGBT+: al amor en todas sus formas
Desde compositores del mundo clásico, pasando por músicos del blues y jazz, hasta llegar a artistas del rock y pop actual, el episodio 7 de las Sesiones del Pescador está dedicado a los artistas queer; es decir: al amor en todas sus formas.
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De acuerdo: hagamos una pausa de nuestra revisión de los sonidos iberoamericanos —que iniciamos en la pasada entrega con más de 230 canciones—, y dediquemos el episodio 7 de las «Sesiones del Pescador» a los artistas LGBT+.
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La frase es popular y de dominio público —aunque (mi estimado) Celso Piña la hizo suya—: música es música.
Y sí, eso es enteramente cierto.
Por eso, desde que empezamos a compartir música, esta columna sonora siempre ha tratado de ser incluyente, inclusiva, diversa; de hecho, desde la primera lista de reproducción aquí compartida, invariablemente los artistas LGBT+ han estado presentes.
Sin embargo, creo que ha llegado el momento de hacer un recuento (o, en este caso, una playlist exclusiva) de los artistas LGBT+ que forman parte de mi dieta sonora. Como ya lo dejé aquí registrado y apuntado en el pasado: cada vez aparecen más proyectos no sólo interesantes sino verdaderamente excelentes desde la comunidad queer. Es claro que ese pop comercial y meloso y pasteurizado, que usualmente salía de sus filas, ha dando paso a propuestas audaces, experimentales y vanguardistas que ahora mismo están quebrando esquemas y reinventando el pop —haciéndolo más universal y expandiendo su alcance.
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Aclaro desde ya: esta lista de reproducción no es de himnos gays; por lo tanto, tampoco es una mezcla de artistas LGBT+ y los eternos “aliados” de la comunidad. Sí es, en cambio, una lista, de principio a fin, de artistas del pasado y del presente abiertamente queer. Escribo esto, sobre todo pensado en la ligereza con la que se hacen listas de reproducción en estos días para celebrar y/o conmemorar el Mes del Orgullo, pero, en especial, pensando en la ligereza con la que se aborda la historia de la música, y, en este caso, la historia de la música proveniente desde esta comunidad.
Me explico: me preocupa que se hable de Jayne County (o Wayne County) como una de las primeras referencias de artistas transgénero, pero que no se hable de, por ejemplo, (mi admirada) Jackie Shane. Me inquieta que se mencione a Madonna o Cher y no se mencione a, por ejemplo, Gladys Bentley. Me alarma que se cite a (mi querido) David Bowie como pionero del glam rock, y en cambio no se cite al vaquero espacial Jobriath. Me incomoda que se nombre a Little Richard como músico gay y uno de los arquitectos del rock and roll —que sí lo es, desde luego—, pero que no se nombre a Esquerita. Me preocupa y me alarma (y, sobre todo, me aburre) que se hable una y otra vez de los mismos artistas del mainstream (o del pop chatarra) y no se incluya en las listas que tanto abundan a músicos y compositores como Wendy Carlos, Julius Eastman, Thomas Adès, Pansy Division, Limp Wrist, Billy Strayhorn, Cecil Taylor, Arthur Russell, Genesis P-Orridge, Le Tigre, o incluso que ni se recuerde un disco tan transgresor como el de Lavender Country de 1973 —sí:1973.
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He tratado de confeccionar lo más breve y compacta esta lista de reproducción, y el resultado final ha sido 160 canciones de 158 propuestas sonoras. Aquí, explico: he repetido a Antony Hegarty: primero con su banda Antony & the Johnsons, y después ya como ella: Anohni. Asimismo he incluido a Boygenius, el supergrupo de indie rock formado en 2018 por las estadounidenses Julien Baker, Phoebe Bridgers y Lucy Dacus: las tres abiertamente queer, las tres de lo mejor en el indie actual, las tres aquí incluidas en plan solista también.
Desde luego, estas 158 propuestas son sólo un breve acercamiento a la música hecha y confeccionada desde la comunidad LGBT+. Pudieron entrar más, muchas más. Y sí: he tratado de incluir todos los géneros imaginables, desde el mundo clásico hasta el pop impecable. Hay canciones que conocen y probablemente canciones de las que nunca han oído hablar, pero todos son artistas queer que se han labrado un lugar en ese universo que llamamos música.
Dicho esto, la lista incluye a compositores provenientes del mundo clásico del pasado y del presente como Frederick the Great, Pyotr Ilyich Tchaikovsky, Ethel Smyth, Benjamin Britten, Aaron Copland, Samuel Barber, Gian Carlo Menotti, Leonard Bernstein, el citado Julius Eastman, así como Wendy Carlos, Pauline Oliveros, Jean-Yves Thibaudet, Thomas Adès, Nico Muhly o Stephen Trask.
Asimismo, he sumado a músicos del blues y del jazz, como el gran Cecil Taylor —a quien la palabra gay, “esa palabra de tres letras”, le parecía muy corta para definir su identidad—, James Kokomo Arnold, Billy Strayhorn, Ma Rainey, la ya citada Gladys Bentley, Beverly Glenn-Copeland, Gary Burton o Andy Bey.
Advierto: la playlist se concentra sobre todo en el pop, el planeta rock y otros subgéneros: hay gotas de rhythm and blues, rap, soul y country contemporáneos; hay aquí pizcas de indie y alternativo y experimental; también dosis de electrónica y (desde luego) disco.
¿Nombres? Imposible citarlos a todos, pero puedo nombrar a bote pronto algunos esenciales: los citados Jackie Shane, Arthur Russell, Little Richard, Esquerita, Genesis P-Orridge, Pansy Division, Limp Wrist o Jobriath, pero también a Elton John, Frankie Knuckles, Labi Siffre, Klaus Nomi, Ani DiFranco, Lou Reed, incluso Morrissey.
De las más recientes propuestas sonoras, por otra parte, podemos nombrar desde Le Tigre a Anohni, pasando por Rufus Wainwright, Perfume Genius, Frank Ocean, las ya citadas Julien Baker, Phoebe Bridgers y Lucy Dacus, Blood Orange (acá Dev Hynes), Yves Tumor, St. Vincent, Sufjan Stevens, Angel Olsen, India Jordan o Rostam. Asimismo he incluido a bandas que tienen uno o más integrantes abiertamente queer, como Car Seat Headrest , The xx, Japanese Breakfast, Jay Som, Big Thief, Snail Mail, Florist, Grizzly Bear o The Magnetic Fields.
Desde el territorio iberoamericano, he incluido propuestas como Javiera Mena, Leo García, Liniker e os Caramelows, Rubio, Arca, Niña Dioz, Rita Indiana o Putochinomaricón (acá Chenta Tsai).
Aviso: he dejado fuera de la lista algunos músicos conocidos que francamente me parece malos o meros productos de las disqueras. De igual forma, he dejado fuera algunos músicos verdaderamente buenos, pero que se retractaron o nunca aceptaron pertenecer al colectivo queer. Dos ejemplos: David Bowie —en los setenta dijo que era gay, en los ochenta que era bisexual, y en los noventa terminó diciendo que siempre no, que él era heterosexual—, y el también geniecillo de Minneapolis, Prince, quien en vida siempre jugó con esa imagen doble de ser y no ser…
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Ya me extendí demasiado. Concluyo: aunque está claro que queda mucho por hacer en lo que respecta a la representación LGBT+ no sólo en la música sino en todo lo demás, es bueno saber (y finalmente ver) que los artistas queer están teniendo y obteniendo el reconocimiento que se merecen, no sólo por ellos sino también por todos los que vienen detrás (dicho esto sin albur, claro está).
Nos leemos en el siguiente episodio. Mientras tanto… ¡Salud! ¡Salud, por el amor en todas sus formas!
Escucha Sesiones del Pescador, episodio 7: