Baaba Maal: un juglar moderno (y II)
Febrero, 2025
Es un narrador de la historia y de los tiempos modernos, un transmisor de ideas y un intelectual en sintonía con su tiempo, comprometido en varios frentes. Cantante, músico y compositor, nacido en la localidad de Podor, Baaba Mal es una figura clave en la historia musical de Senegal. En su revisión de los sonidos africanos, Constanza Ordaz se detiene en este trovador moderno.
Encontrar el camino de los ancestros y de las tradiciones para tener algo que decir, parece ser la máxima artística de Baaba Maal. En las siguientes líneas, continuamos delineando su figura según la versión del libro: La música es el arma del futuro (Fifty Years of African Popular Music, Frank Tenaille, Editorial Lawrence Books, Chicago, 2002).
El eclecticismo como base
Baaba Maal, un musulmán devoto, siempre ha mostrado una gran vocación misionera por llegar a un público internacional: “Dios es uno y quiere que el mundo sea uno. Y nadie puede evitar eso. Estoy seguro de que el mundo va por ese camino y confío en que la música tendrá un papel muy importante en la creación de un acontecimiento entre los pueblos, donde quiera que estén”.
A través de numerosas giras, la fama de la banda Daande Lenol —el grupo eléctrico formado en 1984 por Maal y su amigo Mansour Seck— se extendió por África central y occidental, y el astuto productor Ibrahima Sylla se llevó el grupo a París para grabar los álbumes Wango y Taara, con resultados desiguales. El dinamismo de Maal quedó difuminado por unos arreglos sobreelaborados, tan solo destacando cuando el apoyo era más simple, como en la irrefrenable percusión del tema “Wango Arti”. Con todo, ambas obras lograron llamar la atención del sello británico Mango, que permitió que Baaba Maal y Daande Lenol continuarán su “reestructuración” con mayor sensibilidad.
En Lam Toro, Maal añadió a los ritmos yela unos teclados ambientales para evocar la inmensidad de su natal Fuuta Tooro. Dos años más tarde, la presencia de la gaita irlandesa del músico y compositor Davy Spillane, en dos temas del nuevo álbum, anticipó el eclecticismo en Firin’ in Fouta, la siguiente obra de la entidad. Aquí, los instrumentos irlandeses volvían a participar, pero, esta vez, codeándose con la salsa —“African Woman”—, el reggae —“Mbaye”—, el rap —“Swing Yela”—, una orquesta de cuerda —“Njilou”—, todo ello salpicado de kora, percusión atronadora y samples de escenas senegalesas. Lo extraordinario es que este popurrí ensamblaba una obra sumamente unificada. Incluso, el método de producción reflejaba una fusión entre la calidez africana y la frialdad de la alta tecnología, pues, conscientes de los peligros del frío ambiente europeo, Maal y Daande Lenol habían grabado las pistas básicas en Dakar, en un A-DAT (pequeño equipo portátil), que luego fue conectado a una supermoderna mesa de mezclas en Londres. Es en semejante coyuntura cuando suele acontecer el desastre, pero, en este caso, la combinación de un sensible productor —el británico Simón Emerson— y un sofisticado y elocuente artista empapado en sus tradiciones, ha proporcionado un triunfo que figuró entre las mejores ofrendas africanas.
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Canto a la soledad
El exito de Baaba Maal con su grupo eléctrico no ha provocado su abandono de la música tradicional, ya que el núcleo de Daande Lenol está constituido, precisamente, por una banda acústica. Según Maal: “La música tradicional siempre está con nosotros, yo siempre estoy inmerso en ese sonido. Sólo toco música eléctrica cuando hay un concierto o ensayamos. Si no, toco música tradicional, todo el día. Es una parte de nosotros y forma la base de nuestra música eléctrica”.
Llevando el ejemplo a la práctica, Maal grabó un álbum acústico, Baayo, donde destacaba el tema homónimo, recordatorio de la muerte de su madre durante su niñez. “Siempre he cantado sobre mi madre”, explicaría Maal. “Canto sobre la soledad que experimento, pero, a la vez, esa soledad me da valor”.
Maal no ha olvidado las últimas palabras de su madre y consideró al finado Mansour Seck un componente fundamental de su éxito. Seck después se hizo casi ciego, debido a una progresiva enfermedad hereditaria, y Maal se convirtió en sus ojos.
(Por cierto, Seck se revela como gran artista por derecho propio, confirmado por su estreno europeo como solista con la obra N’der Fouta Tooro, de 1994, donde su guitarra crea delicadas filigranas mientras su voz, a pesar de un compás limitado, luce gran fuerza y aspereza. Además, la obra presenta una variedad vocal fruto de la colaboración de otros dos cantantes, el griot de Mauritania, Ousmane Hamady Diop, y el mismo Maal, que interpreta “Tabakaly”, una intensa elegía por la fallecida esposa de Seck (que él mismo fue incapaz de cantar).
Epílogo
Baaba Maal visita, desde hace años, con mucha frecuencia nuestro país. Los festivales culturales refulgen con su presencia y, como es evidente, su propuesta artística no se queda en el aire: las reacciones entusiastas del público lo demuestran.
Queda claro que la presencia de Baaba enriquece nuestra vida cutural y, sobre todo, da vida y estímulo a nuestra búsqueda en el largo camino de la música africana.