Septiembre, 2024
No hay duda de que estas últimas semanas han sido movidas y agitadas para el escritor mexicano Vicente Quirarte: entre premios, reconocimientos y homenajes. Todos ellos, desde luego, muy merecidos por su amplia trayectoria: ha sido poeta, ensayista, narrador, traductor, investigador, profesor y crítico literario. Pero, sobre todo, los homenajes —desde la UNAM o El Colegio Nacional— han llegado con motivo de sus 70 años de vida: nació en la Ciudad de México en 1954. Con las líneas siguientes, Víctor Roura ha querido sumarse también al homenaje del escritor.
Vicente Quirarte (Ciudad de México, 19 de julio de 1954) es un poeta que parece siempre estar recordando, pareciera que su mundo acaba de suceder, que su vida cuenta a partir de ayer, y por eso desgrana las reminiscencias. Como en su afán por contar su entorno en sus crónicas, en su poesía el presente no roza sus manos:
Más que la voluntad de hacer
⠀⠀⠀⠀⠀⠀La indolencia encendida de los ojos
Más que el aire invadido por los verdes
⠀⠀⠀⠀⠀⠀La ventana y el marco y la figura
Más que los antes los siempre los ya nunca
⠀⠀⠀⠀⠀⠀Este no ser y estar en el instante
Más que la herida fresca de la tinta
⠀⠀⠀⠀⠀⠀La serena sonrisa de sabernos
Ocupados finitos y completos
⠀⠀⠀⠀⠀⠀Cuerpo ya del paisaje
Que seguirá viviendo sin nosotros.
En su libro El peatón es asunto de la lluvia (Fondo de Cultura Económica, 1999), curiosamente, el editor apuntó que las letras de Quirarte son “un recordatorio” sobre el placer de los sentidos. Un recordatorio. Porque no hay, creo, hoy en día un poeta ensimismado en los recuerdos:
El precipicio
es la última terraza para el cielo.
Aquí termina el mundo. Aquí comienza.
La pisada puede elegir entre dos vías:
el peligroso vino de la vida
o el láudano rojo de la muerte
que aquí viste de blanco.
¿Qué celebra el poeta?
¿Por qué escribe el cantor?
Es un misterio, pero de misterios ciertamente es la vida, y la muerte. Vicente Quirarte celebra lo vivido (¿y si no estamos qué importa si bien sabemos que “el paisaje” aún “seguirá viviendo sin nosotros”?), pero es importante apuntarlo:
No volver a mirarte. Ni acariciarte
con el primer sentido. Amanecer
sin el preludio tenso de esperarte
con tu falda de estreno
o el arsenal mayor de tus encajes.
Esconderte tus cartas,
no besarte en tus letras
y callarle la boca a tu verano.
Evitar los lugares que consagró tu aroma
y saber que el destierro
no conoce en mi cuerpo domicilio.
Bravatas del ardido, no creídas
ni por este escudero de cantina
que solamente quiere
regresar a su casa, feliz por ya no estar
en este lado oscuro de la barra
donde el gran toro amor no tiene sueño.
El poeta que ansía retornar a casa, ése es Vicente Quirarte. En El mar del otro lado (Ediciones Monte Carmelo, 2007) la muerte se ciñe a las altas mareas. ¿Y si en efecto la muerte está en el mar del otro lado, en ese mar que no podemos vislumbrar, en esas aguas donde jamás nos mojaremos?
De no ser esta ausencia
maduración y despertar de los sentidos,
el mundo sería sin ti.
Pero tú lo iluminas todavía.
¿Qué haría un poeta si no reconstruye constantemente su pasado?
Quizás edificaría castillos de arena, quizás elaboraría pastelillos en el horno todas las mañanas, quizás amaría a una musa sin tocarla.
Pero no haría poesía.
…
Una ventana luminosa
Por derecho propio, Vicente Quirarte es, ya, un escritor esencial en nuestras letras y su obra forma parte ya del canon de la literatura mexicana.
Nacido en la Ciudad de México en 1954, Vicente Quirarte es licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, además de maestro en Letras Hispánicas y doctor en Literatura Mexicana por la misma institución, donde también ha sido profesor, investigador, director general de Publicaciones, director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas y de la Biblioteca Nacional de México, y miembro de la Junta de Gobierno. Es investigador Titular “C” de tiempo completo definitivo en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas e integrante del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores nivel II.
Un tema central en su trabajo, quizás incluso personaje, ha sido la capital mexicana, como lo atestiguan sus libros Enseres para sobrevivir en la ciudad (1994) o Elogio de la calle. Biografía literaria de la Ciudad de México 1850-1992 (2001). Actualmente, sigue trabajando en este mismo asunto, sobre todo en la visión que de ella tienen las mujeres y los niños.
Quirarte es un escritor inclasificable por la multiplicidad de géneros en los que se ha desempeñado, siendo la poesía el más constante. Es integrante del Sistema Nacional de Creadores de Arte, de la Academia Mexicana de la Lengua y de El Colegio Nacional. Ha recibido premios como el Xavier Villaurrutia, el Sergio Magaña o el Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde.
Como ensayista se ha internado en temas históricos y biográficos, siguiendo de cerca a poetas fundamentales del orbe de habla hispana. “Empecé a investigar a Luis Cernuda y a Gilberto Owen porque en su momento eran poco estudiados. José María Espinasa decía que eran los poetas malditos de sus generaciones. Al cabo de los años me da gusto ver que se les considera muy importantes. Cernuda, por ejemplo, es admitido como uno de los mejores poetas de la generación del 27”, le dijo el escritor a Gaceta UNAM.
También ha seguido la senda de dos poetas nacidos en 1914 que más que contrarios podríamos decir que se complementan, Octavio Paz y Efraín Huerta:
“Efraín Huerta es el poeta de la urbe, Los hombres del alba, de 1944, es su primer libro dedicado enteramente a la ciudad y a su fauna nocturna, sobre todo. Octavio Paz es mucho más universal, toca puntos esenciales de la condición humana”.
Justamente en el centro de la producción literaria de Quirarte se encuentra su propia poesía, con más de 20 volúmenes.
Durante el homenaje que le realizó la UNAM el pasado agosto, el rector de la institución, Leonardo Lomelí Vanegas, fue claro: “A través de su pluma, el doctor Quirarte ha abierto una ventana luminosa para pensar nuestra identidad intercultural, entrelazando el pasado y el presente con una maestría única”. (Redacción SdE / Con información de Gaceta UNAM).
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