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Histórico: 200 años después, México tendrá su primera mujer en la Presidencia

Le preguntamos a un grupo de mujeres cuál es su sentir, o, mejor dicho, qué representa, qué significa para ellas este triunfo femenino; y, sobre todo, qué espera de este nuevo sexenio

Junio, 2024

Tras 300 años de colonización española, México logró su independencia en septiembre de 1821. Sin embargo, fue hasta el 4 de octubre de 1824, con la promulgación de la primera Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, que el país se volvió una república y tuvo a su primer presidente. Guadalupe Victoria ganó aquella elección y desde entonces, primero cada cuatro años y luego cada seis, los ciudadanos de este país votaron para elegir en total a 65 presidentes que tuvieron una característica en común: todos fueron hombres. El pasado 2 de junio, por decisión mayoritaria de los electores, por primera vez en 200 años de la República —y 71 años después de que se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto de ley que permitía a las mujeres votar y ser votadas en este país—, el Jefe del Estado mexicano no será más un hombre, sino una mujer: Claudia Sheinbaum Pardo. ¿Que pudo ser Xóchitl Gálvez? Sí, desde luego. ¿Que pudo ser Beatriz Paredes? Por un momento estuvo esa posibilidad. ¿Que pudo ser Patricia Mercado hace tres lustros? Sí, pudo ser. Lo cierto es que tuvieron que pasar 200 años para que una mujer pudiera romper el último “techo de cristal” que le quedaba a la política mexicana y llegara a ocupar la titularidad del Poder Ejecutivo Federal. Y no sólo eso: la primera mujer Presidenta llega con una votación histórica porque habría obtenido 35 millones de votos, con lo que superaría los 30 millones que en 2018 le dieron la victoria a Andrés Manuel López Obrador. Así, Claudia Sheinbaum se une a las 28 mujeres que son Jefas de Estado o de Gobierno actualmente en el mundo, según datos de ONU Mujeres de mayo pasado. Sin embargo, más allá de los colores e ideologías partidistas, le hemos preguntado a un grupo de mujeres cuál es su sentir, o, mejor dicho, qué representa, qué significa para ellas este triunfo femenino. Y, sobre todo, qué espera de este sexenio: ¿habrá distinciones de otro tipo, qué esperanza le dan a este hecho? Estas han sido sus respuestas…

Maricarmen Fernández Chapou
periodista y académica

—Que una mujer ocupe la Presidencia de México por primera vez es esperanzador en muchos sentidos. Esperanza por una mayor igualdad de género y respeto a los derechos fundamentales de las niñas y las mujeres. Que la nueva presidenta ejerza su mandato con la sensibilidad única de las mujeres: con mayor capacidad de diálogo y consenso, con el instinto de cuidado y empatía por los otros que nos caracteriza, con la madurez y la inteligencia de quienes sabemos, por supervivencia, sortear obstáculos y perseverar. Que la nueva presidenta atienda las demandas contra la violencia de género, la violencia vicaria, la violencia sexual y todas las violencias que por ser mujeres nos atraviesan. Que dé esperanza a las madres buscadoras y a todas las madres. Que ellas puedan trabajar y ejercer su profesión sin las enormes renuncias con las que históricamente lo han hecho; que sus hijos estén en buenas manos en estancias infantiles y en escuelas mientras trabajan. Que tengamos una vida digna. Que termine con la impunidad de los feminicidios. Que la justicia no revictimice más a las mujeres por el simple hecho de ser mujer y que la brecha salarial y de oportunidades se reduzca. El que hoy tengamos por primera vez a una mujer en la Presidencia es un hecho histórico, pero la verdadera diferencia la hará cuando el poder se ejerza precisamente desde su lugar como mujer. Que la presidenta arrope el feminismo y reinvindique las causas por las que las mujeres han luchado y aún luchan, desde una perspectiva femenina, no masculinizada, no patriarcal. Que rompa con los moldes y que construya un matriarcado, aunque sea en sentido figurado, pero que nos honre y nos devuelva la dignidad y la paz. Que sólo sea la primera en la fila de muchas más que vienen detrás.

Cynthia Monter
psicóloga y profesora universitaria

—Me parece significativo que en un país como el nuestro, cuyas relaciones sociales, afectivas, laborales, domésticas y de poder se encuentran determinadas por una estructura capitalista, en lo económico, y patriarcal-machista, en el ámbito sociocultural, el voto popular se inclinara hacia una figura tan singular: una mujer progresista, científica, académica y, en su momento, una activista estudiantil. ¡Eso es esperanzador! Dicho en otras palabras: después de más de dos siglos de historia como país independiente, ¡tenemos a la primera mujer presidenta! Sin duda, eso se convertirá en un referente para las infancias. Las niñas podrán soñar con ocupar lugares importantes dentro de la esfera política y la vida pública. En ese sentido, tengo varias expectativas en este gobierno entrante (y espero no pecar de ingenuidad). Por ejemplo, en el abordaje que se da a ciertas problemáticas (tan horrorosas) atravesadas por la división sexo-genérica; es decir, anhelo mucha más empatía y un pronunciamiento frontal ante el fenómeno de los feminicidios, la lucha incansable de los colectivos de madres buscadoras (que emerge a causa del irrefrenable número de desapariciones forzadas), la desigualdad laboral y salarial, así como el clima de violencia por razones de género, entre otros lastres más. Este horizonte optimista no debe ser un cheque en blanco. El hecho de que la próxima presidenta sea una mujer no le asigna mágicamente una dosis de infalibilidad. Habrá que estar muy pendientes del desempeño de la doctora Sheinbaum.

Nelly Calderón de la Barca Guerrero
docente e investigadora de la UABC, en Ensenada, Baja California

—Es increíble que hayan transcurrido dos siglos, desde el primer presidente en nuestro país, para que por fin una mujer haya podido ser electa para ocupar este cargo. Su amplia trayectoria en el camino de la ciencia, su conocimiento y su experiencia en materia ambiental y en la gestión pública son parte de sus fortalezas. Como ciudadana, apelo a su experiencia previa en diferentes movimientos sociales para que priorice el diálogo y la atención hacia causas urgentes, entre éstas las miles de personas desaparecidas en México, la crisis ambiental, los feminicidios, la violencia cotidiana. Como mujer, confío en que contribuirá a crear condiciones más justas e igualitarias hacia los grupos más vulnerados, y espero que en ellas vayan las mujeres que enfrentan una triple discriminación: las mujeres pobres, de origen indígena y migrantes.

Hermila Galindo.

Tere Estrada
compositora, músico y socióloga

—El que llegue Claudia a la presidencia es producto de la lucha feminista desde Sor Juana pasando por Josefa Ortiz de Domínguez, Hermila Galindo, Griselda Álvarez, la primera gobernadora, y muchas otras que abrieron camino. Yo pensé que no me tocaría vivirlo a mí, que tendrían que pasar muchos años para presenciarlo, que tal vez a mi hijo sí le tocaría. Pero al ver a Claudia ganando, la espera terminó. Tal vez muchos no estén listos para ser dirigidos por una mujer y estén más al pendiente de su apariencia física que de sus acciones. Le pido a Claudia que no olvide a las madres buscadoras, que se castigue a los culpables de feminicidio y que recuerde que los y las artistas que hemos sido el sostén anímico de nuestro México en pandemia. Que no olvide la triple jornada y a las madres solteras.

Sanjuana Martínez
periodista

—La primera Presidenta de México tendrá grandes retos que enfrentar. Las mujeres que hemos luchado por la equidad y el respeto a nuestros derechos esperamos de Claudia Sheinbaum sororidad. La primera mujer presidenta deberá atender la agenda feminista y también atender el terrible rezago que existe en la misma por décadas de machismo. Ella dijo: “Conmigo llegamos todas”, y deberá hacer honor a su palabra en el respeto a la cuota de género en su gabinete y otros puestos del gobierno. Siento una gran esperanza con la llegada de Sheinbaum, por fin una mujer hará historia haciendo un gobierno distinto, reduciendo la enorme desigualdad entre hombres y mujeres, combatiendo la pobreza y logrando mayor justicia social.

Estefany Vega Santos
bióloga y profesora; Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Autónoma de Querétaro

—Que tengamos una mujer como dirigente de la nación representa, para mí, libertad, justicia y un gran avance en el progreso del país. Que quien ostente la presidencia haga propuestas basadas en el conocimiento y la cultura es algo muy importante para el bienestar de la nación, pero que además se supere el machismo que ha imperado por siglos me parece muy significativo. En la historia hemos tenido mentes extraordinarias que han impulsado el desarrollo económico y cultural, y han priorizado las necesidades de los mexicanos. Hablo, desde luego, de un conjunto de hombres y mujeres que han contribuido como pensadores, investigadores científicos, poetas, maestros… Necesitamos a alguien que escuche y que atienda las necesidades sociales considerando a los expertos, a los verdaderos conocedores en las diferentes disciplinas y que entienda que no se trata de poder, sino de trabajo colaborativo y responsabilidad: responsabilidad social, ambiental, educativa, política, económica y más. Que México tenga una presidenta me llena de grandes expectativas y me enorgullece como mujer, pero que esa mujer sea científica me llena de entusiasmo por participar y colaborar en su gestión para el bienestar de todos.

Josefa Ortiz de Domínguez.

Yazmín David Parra
comunicadora y locutora; Sistema Michoacano de Radio y Televisión

—Me emociona, me conmueve que una mujer, después de 200 años, llegue a gobernar a este país. Y no hablamos de cualquier mujer. Sino de una que ha tenido un largo andar como activista política, que ha estado cercana a las comunidades indígenas (incluido Michoacán), una mujer que también ha estado inmersa en la academia y con experiencia en la vida pública y política de esta nación.

Se gesta una esperanza real, en tanto hablamos de una mujer con ideales e ideología no acomodaticia, sino que atraviesan luchas y sueños de mucho tiempo atrás.

Emociona y alienta este momento histórico para México y América Latina a donde también pocas mujeres han llegado a tener el mandato de más de la mitad de un pueblo que la hemos elegido y depositado la aspiración a una mejor nación. Un país en el cual también ha enunciado a las mujeres como parte del cambio imperante hablando en términos de una sociedad machista que a paso lento le ha concedido el poder y el valor de su voz y pensamiento.

Kyra Galván
poeta y narradora

—Sin duda, el hecho de que una mujer llegue a la Presidencia de la República marca un hito en el devenir político de nuestro país y en la mentalidad colectiva, ya que ni siquiera en Estados Unidos se ha logrado a la fecha, aunque sí en otros países de Latinoamérica. En este sentido, espero que más mujeres se integren a puestos públicos y participen en todos los estratos profesionales del país. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el mero hecho de compartir el género femenino no garantiza a los votantes, al menos no necesariamente, que se tengan todas las cualidades que generalmente se les atribuyen a las mujeres: calidad moral, honestidad, empatía con los grupos de débiles y más necesitados de la sociedad o que se identifique, de manera automática por cuestión de género, con las luchas feministas. Por lo anterior me parece un precedente cardinal que una mujer alcance la Presidencia, pero habrá que esperar a ver cómo se comporta y cuáles serán sus estrategias de gobierno durante su mandato.

Anai Zavala Franco
investigadora asociada del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN, Unidad Querétaro

—A riesgo de sonar machista y que quede clasificada como una, tengo la impresión de que México aún no está preparado para una mujer presidenta de la nación. Me explico: desde que se anunció la candidatura de la hoy presidenta electa, muchas personas, de todas las edades, hicieron comentarios del tipo: “Quien seguirá gobernando es el actual presidente, ella sólo es un monigote fácilmente manipulable”. Y me temo que muchísimos de los votos que obtuvo fueron por creer en esta afirmación. Es por ello por lo que me atrevo a pensar que aún falta madurez social para que se acepte a una mujer como una verdadera líder, sin pensar en que “ella no es competente y va a funcionar porque alguien le va a decir que hacer”. Por otro lado, el simple hecho de que se le reconozca como “presidenta de México” da pauta para que se siga considerando a las mujeres en puestos de alto nivel. Tengo la esperanza de que en algún momento se le reconozca como persona independiente y que se le celebre o culpe de sus éxitos o fracasos como gobernante, como mujer y como líder. Si esto llega a suceder, avanzaremos lo suficiente como sociedad para empezar a eliminar los prejuicios relacionados con que las mujeres no podemos funcionar sin un hombre que nos diga qué hacer. Finalmente, debemos festejar que se haya permitido que las mujeres participen en la política como líderes y representantes, no sólo como apoyos. Que ellas figuren en la escena, sin duda, nos hace avanzar para una verdadera democracia y para seguir luchando contra la desigualdad de género.

Sor Juana Inés de la Cruz.

Lillian van den Broeck
poeta, narradora y traductora

—Me sorprende que una mujer por fin tiene acceso a la Presidencia de la República justo cuando la violencia de género es más alarmante, y que el mismo gobierno que la eligió se ha desentendido de las formas más básicas y eficaces de proteger a las mujeres. Si pretende ser una líder o jefa de Estado respetable, ella tendrá que velar por el bien común y anteponer aquello que ha lesionado y violentado tanto a esta nación. En este momento no tengo esperanza. Sólo sé que Claudia Sheinbaum tiene una responsabilidad colosal que cumplir y las mujeres debemos seguir trabajando y luchando para combatir la desigualdad, cada una en su entorno. Es una prioridad.

Fabiola Jesavel Flores Nava
docente e investigadora en la Facultad de Economía de la UNAM

—En la “política” moderna, el poder puede adquirir diferentes rostros; es decir, puede poseer el rostro de un hombre de color, de una mujer, de un católico, de un musulmán, de un mestizo de rasgos indígenas, etc., y seguir siendo opresivo o dominante. Siempre me ha gustado señalar, como ejemplo, el papel de Margaret Thatcher, la primera ministra de Inglaterra (1979-1990) y primera mujer en ocupar ese cargo, quién mantuvo una fuerte actitud represiva hacía el movimiento obrero inglés. Ella es, además, la cara más representativa de lo que hoy llamamos neoliberalismo. En esta “política” moderna de la que hablo se cuentan las luchas que desde hace muchos años han puesto a la mujer en el centro de las políticas liberales más importantes, por lo que, si revisamos el discurso de casi todos los organismos internacionales, se habla de la inclusión —mediante políticas de género— de más mujeres dentro de los puestos de gobierno, pero eso no ha significado que se cuestione la forma en que se organizan el patriarcado y la sociedad capitalista, formas profundamente opresivas hacía la mujer (y hacia la clase trabajadora en general). Pero no todo es negro y blanco, la historia de las mujeres que ahora nos gobernarán no está escrita, por lo que el nuevo rostro que adquiere nuestra “política” parece abrir una mínima esperanza hacía políticas de corte más social. Lo fundamental para nosotras será seguir presionando desde lo Político, desde la organización colectiva, para que en México haya una verdadera transformación de IZQUIERDA, que incluya los miles de rostros que, desde abajo y a la izquierda, conformamos este país.

Ethel Krauze
escritora y académica

—Pido:

⠀⠀•Que se declare 2025 Año de Rosario Castellanos, a 100 años de su nacimiento.

⠀⠀•Lanzar una colección en el Fondo de Cultura Económica con obras de mujeres en todos los ámbitos y hacer lecturas, mesas, conferencias con estas obras en escuelas, municipios, plazas.

⠀⠀•Que no sólo haya una presidenta en el país, que cada mujer pueda sentirse presidenta de su propia vida. Esto no es retórica. Sólo las mujeres sabemos a qué sabe esta frase.

Esperanzas siempre debe haber.

⠀⠀•La violencia contra las mujeres no sólo se “cura” con vigilancia y castigos, espero cambios estructurales en la educación y en la cultura que despierten en los varones esta conciencia.

Leona Vicario

Adriana Cortés
periodista cultural

—Mi principal expectativa es que la doctora Claudia Sheinbaum, siendo mujer, fomente la creación de políticas para prevenir la violencia de género y los feminicidios. También que sean prioritarios los apoyos económicos para las personas (muchas de ellas del género femenino) que dedican sus vidas al cuidado de familiares que padecen alguna enfermedad grave.

Leticia Valencia Domínguez
presidenta de la Mesa Directiva del Mercado 20 de Abril

—¿Qué esperar de este sexenio? Tal vez la respuesta contenga un tanto de esperanza y otro poco de tristeza, porque al escuchar por primera vez que de manera histórica tendremos una mujer en la Presidencia de México viene a mi mente que jamás escuché, siendo niña, contestar cuando nos preguntaba la profesora qué queríamos ser de grandes, todas queríamos ser princesas, bailarinas, maestras, peinadoras, amas de casa, modistas, secretarias, novias, etcétera. Tuvieron que pasar muchos años, muchos presidentes: Vicente Fox, por ejemplo, con sus comentarios machistas consideraba a las mujeres “lavadoras de dos patas”. Esperemos que la nueva Presidenta no sea medida con el machismo ni con la crítica a su cuerpo, como fue señalada en las redes sociales, sino por su desempeño e inteligencia. En su primer discurso habla de la inclusión y espero se lleve a cabo en todos los ámbitos. Ahora podré escuchar, con esperanza, de alguna mujer si intención básica: Quiero ser Presidenta…

Patricia Roitman Genoud
docente e investigadora de la Facultad de Psicología y Educación de la Universidad Autónoma de Querétaro

—La llegada de una mujer a la presidencia en México significa un futuro abierto a las niñas, a las jóvenes que ven materializado un camino posible en una figura tan importante como representante de un país. Como mujer, ya en mi década de 50 años, académica, esposa y madre me veo identificada. Al escuchar y ver el domingo 2 de junio a la presidenta electa, no podía dejar de llorar. Un sentimiento de orgullo por quienes hemos luchado en nuestros espacios por reconocimientos a nuestra labor, en términos de una voz que sea escuchada, tomada en cuenta. También veo que la sororidad será puesta en práctica. Veremos, ahora, si seremos vigilantes, juzgadores, imposibilitadores y facilitadores los mexicanos y las mexicanas con la figura, ahora femenina, presidencial. Enhorabuena por este hermoso logro de todas y todos. En otras palabras: estoy feliz.

La recopilación de voces estuvo a cargo de Víctor Roura y Juan José Flores Nava.

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