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Touré Kunda: una máquina rítmica y espiritual

Enero, 2024

Con más de 40 años en carretera, es hoy una de las agrupaciones más emblemáticas de Senegal. Destacada por su activismo político y su versatilidad musical, en su música mezcla los ritmos africanos tradicionales con las influencias del funk, el reggae y el pop. En su revisión de los sonidos africanos, Constanza Ordaz se detiene ahora en la máquina rítmica de Touré Kunda.

Comenzaron su trayectoria a finales de la década de los setenta, entre 1978 y 1979. Desde entonces no han parado ni dado tregua. Touré Kunda es una de las agrupaciones más emblemáticas de Senegal, cuya accidentada trayectoria —que incluye la prematura muerte de uno de sus integrantes— no fue obstáculo para conformar una panoplia de intervenciones líricas y musicales de elevado calibre, donde se coquetean, se mezclan y se funden los desplantes corales, el calipso, la salsa, el highlife y el reggae con el funk eléctrico, el jazz y la alta tecnología.

Esta banda ha logrado destacar por la energía que imprime en su público; la diversidad de su música incita a sus fans a ensayar distintos estilos de danzar, sin perder la línea esencial del diamba dong, el baile ceremonial de su región, según nos lo relata el libro: La música es el arma del futuro (Fifty Years of African Popular Music, Frank Tenaille, Editorial Lawrence Books, Chicago, 2002).

De remendones a la gloria

La música de Touré Kunda —la familia Touré— celebra el folclor de Casamance, la zona forestal en el sur de Senegal. Los hermanos Touré, hijos de un zapatero, siempre se sintieron encantados por el arte de los griots y de pequeños llegaron a ser responsables de anunciar con música los próximos bautizos y bodas en Ziguinchor, su pueblo natal. Siendo adolescentes se integraron en el grupo Esperanza Jazz, hasta que, primero Ismaïla, y luego Sixu Tidiane Touré, se marcharon a París en los años setenta. El dúo perfeccionó un estilo que conjuntaba instrumentos modernos y tradicionales, inspirado por el diamba dong —baile de las hojas—, una ceremonia de iniciación a la edad adulta. Así lo explicaba Ismail: “Hay mucha música durante esa iniciación, cuando se quiere que los iniciados paseen, o vayan a comer o echen una siesta. Al escuchar los distintos ritmos del diamba dong, se pueden descubrir muchos tipos de música. Por eso la gente oye en nuestra música algo de calipso, salsa, highlife, y reggae”.

Fueron precisamente los toques de reggae de su segundo disco, Emma África, lo que les proporcionó su primer éxito en Francia y, con la incorporación del hermano mayor de los Touré, Amadou, en el siguiente álbum, Turu, profundizaron en los aspectos tradicionales sin privar a la música de su prendido encanto.

Una muerte inesperada

En 1983, la muerte súbita de Amadou, a causa de un infarto en el escenario, a los 37 años, provocó un frenesí de actividad conforme al último deseo del fallecido: “Tienen que seguir”. Para financiar la repatriación del cuerpo, Ismail y Sixu organizaron un concierto de homenaje, embellecido por la espontánea actuación de la fulgurante bailarina Nabou Diop —que llegaría a integrarse en el grupo.

El siguiente disco fue otro cariñoso elogio al hermano perdido, Amadou Tilo —Sol de Amadou—: “Dinos cómo es tu sol / estos que hoy bailan para ti quieren saberlo”, cantan en algún momento.

En 1984, Ismail y Sixu reclutaron a otro hermano, Ousmane, para la grabación de Casamance au clair de lune, qué significó una hermosa ampliación de su gama vocal, exhibida en una gira triunfal por África occidental.

Un éxito prolongado

Su vuelta a París provocó un giro hacia la alta tecnología: una colaboración con el productor norteamericano Bill Laswell, que daría como resultado Natalia de 1985, cuya inquietante colisión entre un funk monolítico y la sutileza de los Touré lanzó a la banda a la fama internacional.

Lo vino después es lo que suele ocurrir con muchas bandas que vuelan tan alto y tan cerca de Sol: los Touré Kunda fueron víctimas de su propio éxito, es decir: un conjunto novedoso en el sofisticado ambiente parisiense que ellos, más que nadie, ayudaron a crear.

Sin embargo, la inspiración del diamba dong ha seguido potente en sus posteriores obras, como en Sarana, una lección práctica del electro-funk para Bill Laswell, o el íntimo Sili Béto, con sus delicadas inflexiones de jazz. El grupo tampoco ha dejado de girar por el mundo, lo mismo África, Europa, Estados Unidos o Japón, incluso México.

Por cierto: sin un anuncio oficial hasta el momento, no se sabe si la Touré Kunda seguirá en carretera pues a finales de febrero de 2023 dieron a conocer, a través de sus redes sociales, la muerte de Isma: “Es con una gran tristeza que anunciamos el deceso de nuestro querido Ismaïla Touré, fundador y miembro del grupo musical Touré Kunda. Isamaïla ha muerto esta mañana, a la edad de 73 años, después de una prolongada enfermedad en París”, se leía en el comunicado.

Nota de la Redacción: en 2001, la Touré Kunda se presentó en México como parte del decimoséptimo Festival Centro Histórico, ofreciendo dos conciertos: uno, en el Teatro Blanquita; el otro, gratuito, en el Zócalo capitalino. De este último, hay testigo visual completo en la página de YouTube del Festival: aquí.

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