ArtículosSociedad y Política

Javier Milei: un ‘outsider’ de extrema derecha llega al poder en Argentina

El país sudamericano ha entrado en una nueva era en su historia política con la elección de un ultraderechista en la presidencia

Noviembre, 2023

Argentina ha entrado en una nueva era en su historia política con la elección de un ultraderechista en la presidencia. El economista Javier Milei, candidato de La Libertad Avanza, obtuvo en las recientes elecciones el 55,7 % de los votos en la segunda vuelta electoral frente al 44,3 % del abogado peronista Sergio Massa, de la coalición Unión por la Patria, un margen mucho mayor que el que anticipaban las encuestas. En solo dos años, este outsider alineado con la extrema derecha global pasó de los estudios de televisión, donde era conocido por su estilo excéntrico y su cabello revuelto, a la Casa Rosada. “Hoy es una noche histórica para la Argentina”, dijo en su primer discurso, ya con los resultados inapelables que lo daban como ganador. La victoria del referente libertario abre un escenario inédito en Argentina. ¿Cómo entender este viraje político que llevó a un outsider de extrema derecha al poder? Hemos preparado este dossier.


La autocrítica es el primer paso para reorganizar al peronismo

Aritz Recalde


Situación económica y social

Los electores le cobraron al oficialismo diez años de recesión económica y sus terribles consecuencias sociales. Hace tiempo que millones de compatriotas están sumergidos en la pobreza y eso influyó claramente en las urnas.

Para peor, en estos últimos dos años la alta inflación le complicó aún más la situación a los laburantes y a sus familias. En la Argentina actual se puede ser pobre teniendo título universitario y trabajo en blanco. El 50 % de trabajadores informales la están pasando realmente muy mal.

A cuatro décadas de la apertura democrática, lamentablemente, tenemos que reconocer que no se come, ni se viste, ni se educa dignamente a la mitad del país.

Las urnas dieron cuenta de eso. Los argentinos patearon el tablero de lo “políticamente correcto”.

Problemas políticos

Desde la muerte de Néstor Kirchner el justicialismo no encuentra una brújula política para organizar el movimiento. Sufrimos derrotas nacionales en 2013, 2015, 2017, 2021 y 2023.

Recientemente, vimos caer derrotados a los gobernadores justicialistas de San Juan, San Luis, Chubut, Santa Cruz, Santa Fe, Chaco y Entre Ríos. Una catástrofe electoral sin precedentes.

En estos cuatro años el justicialismo nacional no existió y pese a que teníamos para organizarlo el Poder Ejecutivo y varios gobernadores, intendentes, sindicatos, pensadores y organizaciones libres.

En su lugar, solamente algunas parcialidades dirigenciales intentaron construir tropa propia para “pasar el invierno”. Lo hicieron desde el sectarismo de la política. También lo practicaron desde el Estado cuestión reprochable e injustificable. Mientras fracasaba el colectivo justicialista, algunos grupos se dedicaron a acumular poder de cara al 2027.

Institucional y políticamente el triunvirato de gobierno no funcionó y las disputas entre los sectores de CFK, de Alberto y de Massa derivaron en un mal gobierno de infructuosas internas.

Durante los últimos meses el presidente y la vicepresidenta se corrieron y acentuaron un clima de debilidad gubernamental y dieron una imagen de desgobierno desconocida para la tradición justicialista iniciada en 1983.

En este marco, no fue buena la gestión de varias dependencias públicas. Hicimos campaña defendiendo el Estado cuando lo gestionamos mal. La gente le cobró al oficialismo los problemas de la educación, de la salud y de la seguridad pública que arrastran décadas.

Parte de la clase media oficialista que defendió el sistema público en campaña, lo hizo dogmáticamente desde los valores y no con una vocación realista de cambio. Hace tiempo que los sectores medios mandan a sus hijos a la escuela privada y se atienden con salud prepaga y obras sociales. Varios viven en barrios cerrados y dicen que la inseguridad es un invento de la derecha. Además de impugnar a Milei, hacía falta una propuesta realista para transformar los serios problemas que existen en el Estado.

Aunque las propuestas puedan empeorar la situación, la oposición fue más clara en su discurso reconociendo los inconvenientes estructurales que existen en educación, salud y seguridad. Parte del electorado consideró al postulado del oficialismo como mero relato y no como un planteo realista de lo que había que hacer.

La política cultural

A los problemas económicos, sociales y políticos le sumamos la decisión de querer imponerle al país una identidad cultural progresista de clase media, bien típica de la Ciudad de Buenos Aires.

El pueblo federal no entendió, ni adhirió a ese mensaje. Por el contrario, lo consideró negativo, irritativo y distante a su realidad cotidiana y a su forma de vida familiar.

Perdimos la batalla semántica y de sentido. El progresismo sostuvo que la agenda de seguridad es de la derecha. Que el valor del sacrificio del trabajador es de la derecha. Que el esfuerzo de la clase media y su orgullo meritocratico son de la derecha. Que la gestión eficiente del Estado, que la honestidad y la transparencia son de la derecha. Se sostuvo que las religiones y los cultos son identidades de la derecha y que debíamos modernizar al país en una dicotomía de civilización y barbarie.

Se invirtió el principio justicialista cultural caracterizado por promover y respetar un gobierno que represente a las mayorías, respetando a las minorías.

Milei y Villarroel —y también Bullrich— levantaron muchos de esos valores que el peronismo abandonó y los pusieron en su plataforma. Ganaron la lucha por el sentido. Las urnas hablaron.

Intento tardío de rectificar el desastre

Políticamente, Sergio Massa le dio empuje a la campaña y recuperó aspectos de la doctrina descuidados durante los últimos años. El mensaje giró al centro socialcristiano y se referenció en el Papa en lo cultural. Se orientó hacia la izquierda en lo social promoviendo mejoras de la vida popular. Se centró en el desarrollo productivo, la ciencia y en el trabajo nacional. Destacó el esfuerzo de la clase media. Se alió al sindicalismo. Habló de seguridad. Promovió la consigna del multilateralismo en relaciones internacionales. Propugnó la unidad nacional.

Económicamente, fracasó y eso no ayudó.

Macri, al cual algunos comunicadores caracterizaron como un político incapaz (y tantas otras cosas), marcó la cancha y tejió una estrategia ganadora. Liquidó políticamente a Larreta, se separó de la UCR y hoy cogobernará el país con la Libertad Avanza. El PRO le da a Milei racionalidad institucional y ya no es simplemente “el loquito suelto” como dijo el periodismo. Macri le otorga una agenda para las relaciones internacionales. Le aporta una estructura de dirigentes para gobernar y ayer hicieron su primer prueba y fiscalizaron en todo el país.

Los desafíos nacionales

Se dijo en campaña que Milei era un peligro para la democracia. En realidad, el peligro para la democracia es el 60 % de pibes pobres, el desencanto con la política y el nihilismo de muchos argentinos hastiados, luego de 40 años de vivir en una patria que no encuentra un modelo de desarrollo sustentable.

Milei es la consecuencia, no la causa del drama argentino.

Al candidato de la Libertad Avanza lo enfrentaron varios periodistas de los medios concentrados del país y del extranjero. Hasta la SRA lo atacó y pese a todo, lo votaron pobres y ricos, viejos y jóvenes de todo el país. La única verdad es la realidad.

Paradójicamente, presentó un programa reaccionario (regresar un siglo atrás) con un discurso transgresor y contestatario que el peronismo perdió hace tiempo para tornarse un relato progresista políticamente correcto y aburrido.

Los argentinos de todas las fuerzas políticas nos enfrentamos un panorama difícil: la inflación del año 1988, la pobreza del año 2002 y el desencanto con la dirigencia del 2001. La desigualdad del Brasil, la informalidad laboral de Perú, la inflación de Venezuela y la violencia narco de México.

Esperemos estar a la altura de la historia.

Al justicialismo le llegó la hora de volver a la realidad. Se terminó el relato con la impugnación de las urnas. Guste o no guste. Culpar al pueblo es una forma de no asumir que una parte de la dirigencia se quedó con los honores y con los cargos y renunció a la lucha por un país mejor.

A algunos les queda corto el mote de mariscales de la derrota. Son en realidad los mariscales del drama.

Necesitamos reorganizar el movimiento nacional.

Necesitamos un mito movilizador, mística y rebeldía.

Hay que reforzar las organizaciones, vendrán tiempos difíciles. (Fuente: colectivo Agencia Paco Urondo).


▪️◾▪️



Milei presidente, el futuro llegó hace rato

Emiliano Gullo


Primera batalla. El individuo rey llamó a las armas y dijo: “Sabemos que hay gente que se va a resistir”. Mientras Javier Milei hablaba por primera vez como presidente, de fondo destellaba un logo circular con la frase “Presidente electo, República Argentina” y en su interior un dibujo de la Casa Rosada. Igual al que usa el gobierno de Estados Unidos. Mejor dicho, igual al que se usa en una película de bajo presupuesto sobre el gobierno de Estados Unidos. Durante las primeras horas del lunes, Milei dio los detalles de los nuevos enemigos: los medios públicos de comunicación, principalmente Radio Nacional, Televisión Pública y la agencia de noticias Télam. Radio Nacional y Televisión Pública tienen repetidoras en todo el país y, en muchos lugares, son los únicos que llegan con la señal. Para el individuo rey, el canal “tiene que ser privatizado. Lo mismo con Radio Nacional. La agencia Télam también. Todo lo que pueda estar en manos del sector privado va a estar en manos del sector privado”. El sindicato de prensa de Buenos Aires y la federación nacional llamaron a realizar asambleas en sus lugares de trabajo para comenzar a preparar la estrategia defensiva. La empresa estatal de petróleo YPF también entró como plato principal del menú de privatizaciones. Algo que ya había hecho Carlos Menem durante los noventa cuando vendió —regaló— todas las empresas del Estado y los servicios públicos a empresas extranjeras.

Javier Milei. / Foto: EFE/Juan Ignacio Roncoroni (The Conversation).

Neoliberalismo, capítulo mil. Sólo dos áreas sobrevivieron al desguace neoliberal de los noventa y a la crisis del 2001. La educación —en todos sus niveles— y la salud, las dos joyas argentinas, únicas en toda América y en gran parte del mundo, incluida la Europa no escandinava. En ningún otro país del continente el acceso a una universidad de calidad es abierto y gratuito como en Argentina. En ningún otro país del continente se tiene el servicio y la atención de un hospital público argentino. Habrá que esperar días, quizá meses para un turno, hacer largas filas, soportar las goteras en las salas. Pero hasta un turista cualquiera se podría atender de urgencia. Colombianos, venezolanos, chilenos, brasileros, paraguayos. Los que no vienen a curarse en los hospitales vienen a estudiar carreras que en sus países están reservadas a las elites, como Medicina o Ingeniería. Pero, cuidado. Pensar que después de todas las olas liberales y neoliberales que sufrió la región, esos derechos estarían garantizados para siempre, es tan ilusorio como sentirse seguro dentro de un barrio privado en medio de una favela. Desde que Estados Unidos apuntaló su política exterior con la doctrina Monroe e intervino en la política interna de América Latina, extrajo sus recursos, financió dictaduras, e hizo lo que pudo para frenar el desarrollo y las autonomías regionales, las sociedades latinoamericanas sufren de poca movilidad social.

Latinoamericanización. Con los accesos a las universidades bloqueados debido a sus altas matrículas y a las cuotas imposibles de pagar, para las clases populares es poco más que un sueño tener educación superior de calidad. En Argentina, aun con las debacles económicas, el tejido social desgarrado, las crisis cíclicas, y la inflación crónica, la movilidad social producto de la educación pública todavía es una realidad. No sólo palpable sino también compartible. En Argentina se formaron cinco premios Nobel (dos de física, uno de Medicina y dos de Paz). Uno de ellos, Bernardo Houssay, creó el Conicet, el instituto público de investigación más calificado de Sudamérica que Milei prometió cerrar. México tiene un solo Nobel de ciencias duras. Brasil, ninguno. La lista de instituciones públicas que cimentaron la cultura y la identidad argentina cruza disciplinas como el cine, el deporte, la literatura. El domingo a la noche, el 55 % de la población le dio la espalda a esa Argentina y el país dio un paso más en el proceso de latinoamericanización, comenzado en 1976 con la dictadura militar y el primer neoliberalismo. “No van a hacer lo que dice, no se preocupen, ahora somos libres”, quisieron tranquilizar algunos de los votantes en medio de los festejos amarillos y negros, los colores libertarios. La mayoría de los analistas señalaron que el triunfo de Milei se debe, en gran parte, al hartazgo de la gente con la política tradicional. A la mala gestión de Alberto Fernández. A los casos de corrupción. A la imparable inflación. A la corrupción. A la pobreza del 40 por ciento. Pero —y en esto insistieron muchos de esos analistas— la población argentina no giró a la derecha. Si una población no se vuelve de derecha al elegir a un hombre como Milei para resolver alguna de estas cuestiones —o de todas— ¿cuándo es que se vuelve de derecha?

El centro. El mismo día que asuma Javier Milei y su vicepresidenta, la negacionista Victoria Villaruel —el 10 de diciembre— se cumplirán 40 años del regreso a la democracia. Ese mismo día será la primera vez que asuma un partido político con vínculos familiares, emocionales, y materiales con los militares genocidas. Como un caballo de Troya pero con carteles de neón, el Partido Militar —una entelequia sin sello pero con una organicidad y odio crecientes— acaba de ingresar a un gobierno de manera democrática. Además de negar la cifra simbólica de los 30.000 desaparecidos y denigrar constantemente a las Madres de Plaza de Mayo, Villarruel es hija y sobrina de militares condenados, y contó con el apoyo de los principales jerarcas torturadores que están presos por crímenes de lesa humanidad. Esa Argentina, la de la justicia histórica, la vanguardista en derechos humanos, la única en juzgar a sus dictadores, también se puso en discusión. Un país donde la mayoría le da la espalda a su historia más nefasta, ¿tampoco se vuelve de derecha? El error, quizá, es haber corrido hacia ese giro. Lo que se dice en la jerga política local, “centrear” la campaña presidencial. Como la sociedad giró a la derecha, vamos a darle el mejor candidato de derecha que se pueda conseguir. O consensuar con alguno de mis adversarios que quizá también tengan de adversario al mismo personaje. El peronismo, bajo la alianza Unión por la Patria, acudió al canto de sirena de la sociedad derechizada, prescindió de la épica y le entregó la mística a un economista de televisión. Sucedió cuando era el Frente para la Victoria en 2015 y también perdió en el balotaje con Mauricio Macri y volvió a pasar ahora, con un Macri en unas sombras no tan oscuras.

El pacto. Sucedió hace poco, en octubre, después de las elecciones generales, pero parece que fue hace mucho, cuando Milei le decía repugnante a Macri y montonera tira bombas a su candidata Patricia Bullrich. Muy atrás parece haber quedado el relato de su lucha contra la casta política —esa clase privilegiada y enriquecida a costa del pueblo— que lo instaló, primero en la televisión, después en las redes y finalmente en las urnas, como el outsider mesiánico capaz de revertir milagrosamente una crisis económica devastadora. Milei prometió sueldos en dólares, bajar la inflación y crear trabajo para todos. Que en Argentina es como decir que el plan de gobierno es querer todo lo bueno y nada de lo malo. Lo primero que hizo el nuevo presidente antes de abandonar el búnker del Hotel Libertador fue reunirse con Macri y con Bullrich, los líderes del PRO (Propuesta Republicana), que con la UCR (Unión Cívica Radical) integraban la coalición ́Juntos por el Cambio, implosionada con el pacto Milei-Macri. El acuerdo postelecciones generales fue transparente y funcional para ambos. A la vista de todos. Era la idea. Que se supiera. Ahora llegó Mauricio. Para ganar, Milei necesitaba la mayoría del 26 por ciento de los votos que había sacado Bullrich. Los tuvo todos. Macri necesitaba conservar el poder que había perdido ante Alberto Fernández en las elecciones de 2019. Apenas vio los resultados de las generales, levantó el teléfono y le propuso avanzar con lo pactado. Ya había dado muestras públicas durante la campaña de su relación con el libertario. Incluso a costa de su propia candidata. La aritmética electoral le dio perfecto. Si se suman los porcentajes de votos Bullrich a los de Milei en las generales, provincia por provincia —salvo en Córdoba— el resultado es prácticamente el mismo que el obtenido por Milei en el balotaje. O sea, el acuerdo con Macri terminó de garantizar el trasvasamiento de los votos de su espacio hacia la Libertad Avanza. En estas horas mantienen varias reuniones para definir un gabinete de ministros mixtos de ambas fuerzas. Unión por la Patria sólo ganó en tres de veinticuatro provincias y en una de ellas, la provincia de Buenos Aires, lo hizo apenas por el 1,5 por ciento. Ahí se encuentra otra de las explicaciones de la derrota. Si el peronismo no arrasaba en el distrito que se presume más peronista del país, pocas chances iba a tener para hacerlo en el resto del país.

Conflictividad social. ¿Cómo será el avance de Milei sobre el Estado? Todo hace prever que, a diferencia de la primera presidencia de Macri, esta vez aprovecharán el envión del primer semestre de gestión para meter todas las reformas que puedan. Es decir, vender todo lo que puedan vender. Cerrar todo lo que puedan cerrar. Como un novio recién separado con sus muebles, a Milei no le va a importar si vende mal alguna empresa estatal con tal de sacársela de encima. Echará a todos los trabajadores estatales que pueda a medida que vaya bajándolos de jerarquía de ministerios a secretarías o fundiéndolos en una sola cartera, como quiere hacer con Salud, Educación, Trabajo y Desarrollo Social; todos en el Ministerio de Capital Humano. ¿Qué harán los movimientos sociales? ¿El nuevo gobierno eliminará los planes sociales destinados a millones de personas? ¿Cuánta presión soportará Javier Milei? ¿Cuántas plazas de Mayo llenas podrá aguantar? Su plan prevé que habrá miles y miles de trabajadores y trabajadoras en las calles en los próximos meses. ¿Que reacción tendrán los sindicatos y las centrales obreras?¿Será capaz de abrir y mantener todos los frentes de conflictos al mismo tiempo? ¿Habrá reforma laboral? ¿Los jubilados seguirán recibiendo sus bonos y sus medicamentos? ¿Gobernará por plebiscitos? ¿Se derogará el aborto y el matrimonio igualitario como pretende la vicepreisdenta? Al final de la gestión, ¿tendremos educación y salud públicas? ¿Será Axel Kicillof —el único candidato de UP que logró ganar y mantenerse al frente de la gobernación de Buenos Aires— el líder de la oposición? Las preguntas podrían seguir hasta las próximas elecciones presidenciales. La única certeza es que hoy acá, en este tobogán hacia el abismo, puede ocurrir cualquier cosa. Porque en Argentina —dicen— se aburre el que quiere. (Fuente: Ctxt).


▪️◾▪️



¿Hasta dónde llegará Milei?

Francesc Badia i Dalmases


No por anticipado, el triunfo de Javier Milei en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales argentinas ha sido menos impactante. Después de la inesperada reacción del peronismo en la primera vuelta y la victoria de Sergio Massa (37 %) sobre Milei (30 %), las encuestas daban un resultado mucho más ajustado para el desempate final.

Muchos analistas se apresuraron a vaticinar que un porcentaje significativo de los votantes que se decantaron por la derecha tradicional representada por Patricia Bullrich en la primera vuelta (24 %), se sumaría a las demás fuerzas minoritarias en su rechazo frontal a Milei. No pueden votar a ese loco, decían. Sergio Massa, candidato del oficialismo, intentó hacerse perdonar el hecho de ser el ministro de economía que fracasó en el propósito de contener la inflación y remontar los indicadores económicos cuando el kirchnerismo, alarmado por los costes electorales de la crisis económica, quiso poner remedio nombrando a un político de larga trayectoria y fama de fiable y buen gestor. Durante la campaña, Massa intentó alejarse todo lo que pudo de la gestión del gobierno saliente mientras que Milei se movió a aguar sus propuestas más llamativas y firmó una alianza con la derecha tradicional propiciada por el expresidente Mauricio Macri.

Esta alianza de la derecha con la extrema derecha funcionó en las urnas, con una victoria aplastante de 12 puntos y tres millones de votos de Milei sobre Massa (56 % contra 44 %) reflejando un traspaso casi automático de los votos conservadores de Bullrich al candidato libertario. La cuestión que se deberá resolver ahora es si se impondrá un conservadurismo pragmático o lo hará la política de cambios radicales que propone el ganador Milei. A tenor de lo sucedido en Estados Unidos con Donald Trump y en Brasil con Jair Bolsonaro, las posibilidades de que el extremismo de Javier Milei se imponga son altas, aunque ni EE. UU. ni Brasil se enfrentaban a un desequilibrio macroeconómico del calibre del que arrastra Argentina (el FMI ha tenido que intervenir 22 veces en la economía argentina desde 1958) que actualmente vive una tasa inflación interanual disparada al 143 %, arrastra una deuda de 44 mil millones de dólares con el FMI y sus reservas están bajo mínimos. Milei declaró que no habrá “gradualismo” y que implementará su plan de shock de forma inmediata.

La primera reacción de los mercados financieros a la victoria de Milei en Wall Street ha sido positiva, y las noticias sobre la privatización de grandes empresas como la petrolera YPF o los medios de comunicación públicos generan expectativas, pero la incertidumbre es grande. Si Milei intenta llevar a cabo su plan estrella de dolarización de la economía, los tenedores de pesos tendrán que convertirlos a dólares antes de que se levanten los controles de capital. Según el Financial Times, a eso seguirá una devaluación importante que tendrá un efecto demoledor en la ya muy negativa relación entre la deuda y el PIB.

Los primeros días del corto período de transición que se abre ahora (el relevo oficial de la presidencia tendrá lugar el 10 de diciembre) serán muy complicados. El primer chispazo se produjo la misma noche electoral cuando Sergio Massa en su discurso de aceptación de la derrota, pronunciado incluso antes de conocerse datos oficiales, dijo que a partir de ese momento la responsabilidad de la situación económica era del ganador: “Desde mañana, la tarea de dar certezas y transmitir garantías sobre el funcionamiento, social político y económico es responsabilidad del presidente electo. Esperamos que así lo haga”. Dos horas más tarde, cuando Milei leyó su discurso de vencedor, dijo explícitamente: “Al gobierno queremos pedirle que sea responsable, que entienda que llegó una nueva Argentina y que actúe en consecuencia. Que se hagan cargo de su responsabilidad hasta el final del mandato del 10 del 12”. Esta disputa da idea de la dimensión de la profunda incertidumbre económica en la que Argentina está sumida y anuncia días turbulentos en la rápida transición del poder que en las primeras horas ya está dando muestras de dificultad.

El pronóstico de la situación a corto plazo es muy negativo. Matías Bianchi, director de Asuntos del Sur, un prestigioso Think Tank latinoamericano radicado en Buenos Aires, declaró a openDemocracy: “Con la victoria de Milei la crisis económica no se fue a ningún lado. Si el problema es que la gente no le apostaba al peso argentino, ahora probablemente va a ir contra el peso, lo que puede derivar posiblemente en una hiperinflación”. La impresión de que no se están dando acuerdos entre el gobierno saliente y Milei genera muchas incógnitas. En este sentido, a Bianchi le preocupa la tensión existente: “Milei quiere que el gobierno saliente asuma la devaluación y el gobierno saliente quiere que la asuma Milei. Ahora bien, el problema no es quién la va a asumir sino cómo se produce y a cuánto asciende”.

Mientras tanto, el viernes anterior a las elecciones el cambio oficial del dólar se situó a 353 pesos, el dólar turístico a 700 y el dólar blue (en el mercado negro) superó los 950. La reacción de los mercados en estos días se muestra muy volátil, el peso oficial se muestra estable pero el dólar blue se dispara hasta de los 1075 pesos. Mientras tanto, Milei afirma que las reformas estructurales van a ser inmediatas y drásticas, como por ejemplo la liberalización total de la regulación de los alquileres, que se deja estrictamente al criterio de la oferta y la demanda.

La voluntad, según declaró en su primer discurso como presidente electo, es acelerar las reformas: “No habrá gradualismo, no hay lugar para la tibieza, no hay lugar para las medias tintas —dijo—. Si no avanzamos rápido con los cambios estructurales que la Argentina necesita nos dirigimos derecho a la peor crisis de nuestra historia”. La cuestión es que Milei —concluye Bianchi— “solamente dejará de hacer lo que no pueda, o porque no tiene el apoyo del Congreso, o por lo que sea”.

La debilidad política del nuevo presidente, sin experiencia de gobierno y cuyo partido, La Libertad Avanza, cumplió dos años este pasado mes de Julio, es enorme. Sólo cuenta con 39 congresistas de un total de 257, y 7 senadores de un total de 72. En el Congreso puede pactar con los conservadores del PRO de Macri y necesitará más apoyos, pero en el Senado esta alianza será aún más complicada y en un sistema bicameral como el argentino, calcado del norteamericano, el Senado tiene derecho a vetar las leyes que le llegan del Congreso. Además, no cuenta con ninguno de los 24 gobernadores, por lo que su poder territorial en la actualidad es nulo. En un modelo tan presidencialista como el argentino, y con un presidente colérico y tan inestable emocionalmente que se ha ganado el apodo de “El Loco”, una legislatura basada en pactos para sacar adelante reformas estructurales de gran calado se antoja casi inviable.

Ante tanta debilidad estructural, Milei sólo tiene una bala de plata: o controla de inmediato la hiperinflación y envía señales tranquilizadoras a los mercados, o la potente maquinaria del peronismo, con su enorme capacidad de movilización social, va a empezar a moverle la silla de manera inquietante. En ese momento se verá cuántos de sus apoyos electorales del pasado domingo se traducen en apoyos sociales, pero si insiste en llevar a cabo sus promesas más osadas, sus días estarán contados. En una columna de urgencia la noche electoral el periodista Juan Elman, colaborador de openDemocracy, escribía: “Un ejemplo reciente de los límites a modelos puros, basados en la ideología, ocurrió el año pasado en Reino Unido, cuando la primera ministra Liz Truss aplicó un recorte brutal de impuestos, de inspiración thatcherista. Duró menos de dos meses en el cargo”.

Buenos Aires va a convertirse seguramente en la nueva meca de los populistas radicales de ultraderecha y celebrará la próxima reunión del Foro de Madrid, liderado por la extrema derecha española de Vox, que reúne a partidos y organizaciones ultraderechistas de Iberoamérica e incluye a miembros del Partido Republicano de Donald Trump. Mientras tanto, estos tensos primeros compases de la transición marcarán el futuro de esta inédita presidencia argentina. A los vecinos brasileños les gusta decir que entender su dinámica política es muy difícil porque “Brasil no es para aficionados”. Tal como están las cosas, podría decirse que entender la política argentina hoy, con Milei al frente, es aún más complicado, porque “Argentina sólo es para psicoanalistas”. (Fuente: openDemocracy en español).


▪️◾▪️



De Recoleta a los barrios populares de Rosario, así se quedó con todo el ultra Milei

Sebastián Lacunza


Hace años, en ciertos círculos se impuso el mote de “choriplaneros” para los simpatizantes del peronismo o de alguna organización social o partido de izquierda. Es una forma despectiva de referirse a quienes no votan a partidos liberal-conservadores y que, según esa mirada, venderían su voluntad a cambio de un choripán para acudir a las manifestaciones u obtener un plan social.

La descalificación no está circunscrita a la rivalidad política callejera, sino que saltó a pantallas mediáticas muy poderosas, entidades empresariales y dirigentes de Juntos por el Cambio. El expresidente Mauricio Macri, fundador de esa coalición conservadora y artífice del triunfo de Javier Milei en la segunda vuelta, dijo en varias oportunidades que el peronismo se transformó en “el partido de los que no trabajan”. En una ocasión de 2017, Macri valoró que una manifestación a su favor había sido “sin colectivos ni choripán”.

“Choriplaneros” no forma parte del léxico por antonomasia que transita Milei. El presidente electo de Argentina prefiere trazar divisiones de tono moral entre los “parásitos” (vocabulario 2023) o los “hijos de puta” (vocabulario 2022) y “los argentinos de bien”. La línea divisoria del economista es, en ese sentido, menos clasista que la de Macri.

El razonamiento que une al futuro presidente y a su antecesor conservador es que existe un argentino íntegro que lucha por su superación personal y encuentra en el Estado un obstáculo o, directamente, un apropiador de su esfuerzo personal. En el pasado, Macri y Milei justificaron o se declararon directamente a favor de algún modo de evasión impositiva.

Cuando no es acusatoria (“parásito”, “vago”, “ladrón”), la mención al “choriplanero” esgrime que se trata de un rehén de organizaciones “mafiosas” que hacen votar a los pobres en contra de sus propios intereses.

Javier Milei (der.) con el presidente saliente de Argentina, Alberto Fernández (izq.).

La experiencia “choriplanera”

La geografía del voto del pasado domingo indica que el peronista Sergio Massa obtuvo los mejores porcentajes en los barrios de trabajadores y humildes en Buenos Aires y otras grandes ciudades. También alcanzó victorias o derrotas por escaso margen en las provincias del norte (Formosa, Santiago del Estero, La Rioja, Chaco), próximas a la frontera con Bolivia, Chile y Paraguay, que son las que exhiben el menor índice de desarrollo humano.

Un aspecto poco atendido en el agravio al “choriplanero”, incluso asumiendo la narrativa estigmatizante y falaz que lo envuelve, es cómo les fue a los pobres cuando en Argentina se aplicaron recetas neoliberales, aquellas que la derecha argentina sostiene que se aplican en todo el mundo.

Cuando colapsó el esquema económico del peronista neoliberal Carlos Menem (1989-1999) —para Milei, por cierto, el mejor presidente de la historia—, continuado sin variaciones por el radical conservador Fernando de la Rúa (1999-2001), la pobreza se duplicó y superó el 60 % (el índice no es comparable a otros países de América Latina, porque en general tienen varas de medición más bajas).

Fue el momento más dramático de la historia argentina. Decenas de miles de familias se vieron empujadas a salir de sus casas, con los chicos a cuestas, a buscar algo de valor en la basura para poder vender y comer. Los “cartoneros” se repartieron por las calles. Veinte años después, aunque atenuada tras aquel pico, esa postal urbana nunca se fue de las calles de las principales ciudades.

Al cabo de tres gobiernos de los Kirchner (2003-2015), los indicadores sociales mejoraron sustancialmente, pero se estancaron en el último tramo y hasta perdieron algo de lo logrado. Con el paso de Macri por la Casa Rosada (2015-2019), la pobreza pegó un gran salto hasta el 35%. El primer presidente “promercado” del siglo se fue con más pobres, más indigentes y una deuda externa monumental, evaporada en la especulación financiera.

De la lectura básica de estos ciclos, emparentados a muchos otros de la historia, se entiende que la adhesión de los más humildes al peronismo u otras opciones “retrógradas”, de izquierda o “populistas”, como definirían las pantallas más vistas, antes que la denunciada entrega de la propia dignidad o un acto de irracionalidad, consiste en la autodefensa frente a ensayos de bajadas de impuestos a los ricos que desfinancian al Estado, recortes de presupuestos dolorosos, “sinceramientos” de precios y tarifas y flexibilización laboral. Un “sacrificio” sin fin que termina resquebrajando la mesa de los hogares.

La suma del ultraderechista

El mapa electoral también ofrece una orientación sobre cómo se distribuyó el voto “racional” o “principista” de aquél que se opone con estoicismo al populismo y apoya reformas “exitosas”. En este caso, Milei.

El candidato ultraderechista superó al peronismo en algunos barrios de grandes ciudades y municipios suburbanos de trabajadores y más desfavorecidos, pero en muchos más, aunque perdió, logró penetrar con fuerza. En ese sentido, Milei excedió las marcas alcanzadas por Macri una década antes, cuando había anclado su triunfo en ventajas abismales en la clase media de las provincias del centro, con Córdoba —segunda en cantidad de votantes— como epicentro.

En Los Chañaritos, un pueblo de producción lechera de Córdoba, Milei alcanzó un 90 %, un pico sobre el 74 % del ultraderechista en esa provincia que pesa un 8,6 % en el padrón electoral. En el barrio de Recoleta, uno de los que le dan a Buenos Aires la presunta impronta parisina, la cosecha del extremista fue del 72 %.

Milei se quedó con casi todo el voto que venía apoyando a Juntos por el Cambio y a alguna variante de derecha del peronismo, no pareció verse afectado por algún abandono de quienes respaldaban a Macri desde posiciones centristas o socialdemócratas, y a ello sumó adhesiones propias en las zonas de clase media baja y baja.

En Lomas de Zamora, un bastión del peronismo próximo a la capital argentina en el que votaron unas 390.000 personas, el libertario se llevó el 41,4 % de los votos. Milei directamente pasó al frente en barrios de Rosario, la ciudad de Lionel Messi y el Che Guevara, que siempre habían votado al peronismo como Empalme Graneros y Las Flores.

Tanto el campo de la llanura pampeana como los barrios más pudientes de Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Mendoza tienen motivos “racionales” para apoyar a Milei. La dolarización o la abrupta devaluación que pregona el libertario puede hacer valer los billetes estadounidenses que esos sectores tienen atesorados o a los que pueden acceder con su renta y trabajo. Cierto es que el camino hacia esa dolarización es una incógnita —porque los referentes del extremista se ocuparon de filtrar señales contradictorias— y puede desatar tormentas sociales y económicas que terminen provocando heridas a todo el mundo.

Distinto es el caso de vastos sectores de clase media, cuentapropistas y trabajadores que van a chocar de frente con los planes de Milei y lo votaron. La inmensa mayoría de ellos tiene sus ingresos y ahorros en pesos. Cuánto valdrán realmente los depósitos bancarios en moneda argentina si Milei, como dice la hipótesis mínima, aplica una drástica devaluación del peso, o si alcanza el objetivo de dolarizar, es una pregunta que sus titulares podrán comprobar en el futuro cercano.

La quimera de jubilarse

El presidente electo tiene ambiciosos planes de flexibilización laboral, hasta prácticamente extinguir la legislación al respecto. Podría hacer que se esfumen las indemnizaciones por despido. Quienes aspiren a jubilarse deberán someterse a la quimera de los fondos privados de pensiones que reemplazarían al sistema solidario vigente.

En un país en el que un tercio de su fuerza laboral no está registrada, la capitalización individual significa el abismo, porque muchos trabajadores acumulan sueldos con intervalos, como prueba el caso de Chile, donde Gabriel Boric se había propuesto terminar con ese esquema que deja a la intemperie a millones de mayores, prioridad que no va a lograr ante el acoso de la derecha.

No en vano, reportes indican que el domingo por la noche, cuando la victoria de Milei quedó consumada, se oyeron bocinazos de júbilo en Providencia y Las Condes, barrios acomodados de Santiago, mientras los Bolsonaro, habituales provocadores en la política argentina, se dedicaban a solazarse en redes sociales.

Un dato evidente es que la apertura comercial que Milei llevará a cabo redundará en cierre de industrias protegidas, un sector con alta sindicalización de trabajadores e ingresos superiores a la media. También allí el voto a Milei se hizo presente.

Un importante sector de la población no tiene sus ingresos registrados ante el fisco. Es un segmento muy sensible a las turbulencias económicas, que quedó golpeado por la sucesión de pandemia, guerra y sequía que lastró al gobierno de Alberto Fernández. El presidente y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, dejan sus cargos tras cuatro años de turbulencias entre ellos y sin mejoras en los salarios reales. Desde 2019, la pobreza creció hasta el 40 %.

Celebración ante el triunfo de Javier Milei. (Captura de pantalla).

El abismo de los “informales”

Entre los “informales” se ubican familias con ingresos provenientes de algún servicio o comercio, de clase media, jóvenes que trabajan para alguna app y jefes y jefas de hogar con una vida muy inestable, que salen a buscar el día con la venta callejera o alguna “changa” en la construcción o un mal empleo.

En esa parte de la población, las alusiones al Estado presente que intentó enarbolar Massa chocaron con una pregunta: ¿qué Estado? Para muchos habitantes de los suburbios, acudir al hospital, mandar a sus niños a una escuela de calidad o no ser víctima de la delincuencia es una pequeña proeza cotidiana, porque cuando el Estado dice presente, lo hace mal o tarde. Las becas y los planes sociales universales son un paliativo asumido, que difícilmente Milei podría tocar en un primer tramo.

Allí, en los “informales”, un tercio de la población, sembró Milei. Son votantes que ven el precipicio cerca cuando la economía cruje, y está crujiendo hace una década, por lo que el grito contra la “casta” resultó muy tentador.

Una vez más, si Argentina supera la turbulencia inmediata que supone el salto al vacío que plantea Milei, un escenario “exitoso” con más desempleo por los despidos de estatales y la apertura de importaciones, pérdida de autonomía monetaria por la dolarización, recesión e inflación durante 2024, los trabajadores informales serán los primeros en sufrir las consecuencias.

La propuesta de La Libertad Avanza tiene un capítulo más sombrío, que es el mandato a las fuerzas de seguridad para reprimir protestas y aplicar recetas de “mano dura” contra la delincuencia. Esa promesa marida con la previsión de aumento de la desigualdad y el desempleo.

Recoleta, Palermo y Barrio Norte serán siempre una fiesta, en Los Chañaritos nunca pasa nada, pero en Lomas de Zamora y en Empalme Graneros, la cosa se va a poner brava. (Fuente: elDiario.es).

[Aritz Recalde: sociólogo argentino (UNLP), magíster en Gobierno y Desarrollo (UNSAM) y doctor en Comunicación (UNLP). Director de posgrado de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). // El texto “La autocrítica es el primer paso para reorganizar al peronismo” fue publicado originalmente en el colectivo Agencia Paco Urondo; es reproducido bajo la licencia Creative Commons.]
[Emiliano Gullo: italiano de nacimiento, desde 1983 vive en Buenos Aires. Trabajó en los diarios Crítica de la Argentina y Crónica. Escribió, entre otras, en las revistas Crisis, Noticias, Letras Libres y Anfibia. Actualmente colabora en la Revista Noticias. // El texto “Milei presidente, el futuro llegó hace rato” apareció originalmente en CTXT / Revista Contexto; es reproducido bajo la licencia Creative Commons — CC BY-NC 4.0.]
[Francesc Badia i Dalmases: periodista; fundador y director de openDemocracy, sección latinoamericana en opendemocracu.net. Analista político, escritor y editor, especializado en geopolítica y asuntos internacionales. Ha publicado en medios como El País o The Guardian. // El texto “¿Hasta dónde llegará Milei?” apareció originalmente en openDemocracy; lo reproducimos bajo la licencia Creative Commons.]
[Sebastián Lacunza: corresponsal de la agencia REDD y de Reporteros Sin Fronteras. Dirigió el Buenos Aires Herald entre 2013 y 2017 y fue editor en Ámbito Financiero. Escribió para The Washington Post, Il Manifesto, La Diaria, Anfibia y Página 12. // El texto “De Recoleta a los barrios populares de Rosario, así se quedó con todo el ultra Milei” fue publicado originalmente en elDiario.es; es reproducido bajo la licencia Creative Commons — CC BY-NC 4.0.]

Related Articles

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button