Diciembre, 2022
Este domingo 4 de diciembre el fotógrafo, periodista y editor Pedro Valtierra recibirá el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural ‘Fernando Benítez’ 2022, que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, siendo el cuarto artista de la lente en ser recipiendario de este galardón, luego de Héctor García, Rogelio Cuellar y Graciela Iturbide. Con motivo de este galardón al fundador y jefe del Departamento de Fotografía de La Jornada, fundador y Director Editorial del semanario Mira, y creador, director y fundador de la agencia y de la revista Cuartoscuro, además de ganador del Premio Nacional de Periodismo, de la Bienal de Fotografía del INBA, y del Premio Rey de España; es que recuperamos este texto que aborda las 2 mil 875 fotos publicadas en los diarios El Sol de México, unomásuno y La Jornada, en la década que abarca los años de 1977 a 1986 y que la autora —Susana Rodríguez Aguilar— estudió meticulosamente como historiadora.
Desde luego, las fotografías llenan lagunas en
nuestras imágenes mentales del presente y el pasado.
Susan Sontag
La prensa y la fotografía son abordados en el libro La mirada crítica del fotoperiodista Pedro Valtierra (colección Periodismo de la Editorial Universitaria de la uanl, 2019) como objeto y fuente para leer e historiar contextos, medios de comunicación y, en particular, los materiales generados por el fotógrafo de prensa, Pedro Antonio Valtierra Ruvalcaba.
El objetivo principal: identificar la intención manifiesta o probable del fotorreportero así como los contenidos informativos, estéticos, sociales e históricos de sus documentos gráficos; mismos que reflejan el origen de clase, vivencias, representación cultural y técnica del reportero, así como los criterios editoriales y la ideología de los diarios en los que laboró, de forma continua, entre 1977 a 1986: El Sol de México, El Sol de Mediodía, unomásuno y La Jornada.
La recreación documentada en texto y foto da cuenta de los primeros pasos en el periodismo mexicano del fresnillense Pedro Valtierra, nombre corto por el que se le identifica; pero pocos conocen la historia de su seudónimo Juan Sotelo, de sus notas periodísticas que acompañó con fotos, así como de sus avances y tropiezos como trabajador de la lente.
En las fotos de Valtierra, principalmente primeros planos, se observan a docentes, manifestantes, políticos, empresarios, integrantes de grupos religiosos, campesinos, menesterosos, obreros y niños. Dicha memoria fotográfica presenta la denuncia social y los problemas de desigualdad, la protesta y la política de la época. Reflejo del ojo crítico del fotógrafo que, con propuestas de autor, dio la vuelta a la orden del día tradicional y ortodoxa del periodismo.
Su trabajo coincide, además, con períodos de crisis económica, contextos que influyeron en la visión del fotorreportero, tras registrar materiales con las características de afinidad, solidaridad y apego con los desprotegidos o integrantes de las clases populares y empobrecidas. La memoria autobiográfica del periodista, en sus inicios, fue vinculada en este texto a la memoria colectiva, a la memoria social mexicana, un ejercicio que se obtuvo tras la lectura y análisis con método de sus materiales gráficos y de la aplicación de la herramienta de la historia oral.
En su momento, el documento original, escrito como tesis para la Maestría en Historia, obtuvo Mención Honorífica en el Posgrado en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional, además de la recomendación para ser publicado. El aval provino del sínodo, conformado por los doctores en historia Ricardo Pérez Montfort, María del Carmen Collado Herrera (directora de la tesis), Eugenia Meyer y Claudia Canales; así como por la historiadora en artes, Rebeca Monroy Nasr.
Los innumerables frutos
Por lo anterior, aprovecho este espacio para comentar sólo algunos de los elementos contenidos en La mirada crítica del fotoperiodista Pedro Valtierra, con la idea de encausar la lectura y revisión de la propuesta histórica-periodística, ya que a lo largo de sus páginas se incluyeron, por supuesto, algunos de los materiales periodísticos que identifiqué y analicé, mismos que generó el fotoperiodista y quien —cabe hacer mención— recibió recientemente el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ, el 12 de septiembre de 2019) y que ahora será recipiendario del Homenaje Nacional de Periodismo Cultural “Fernando Benítez” 2022, que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL Guadalajara, este domingo 4 de diciembre), Pedro Antonio Valtierra Ruvalcaba.
Los que conocemos al fotorreportero, sabemos que podemos hablar con él de casi todo, pero también sobre el tema “Pedro Valtierra” se puede hablar de casi todo: de su trayectoria, de los contextos que vivió y vive, de la prensa o del fotoperiodismo generado en nuestro país en el último cuarto del siglo XX y en lo que corre de este nuevo siglo; de los premios que ha obtenido, de los fotógrafos que ha formado directa e indirectamente; de los textos que realizó y fueron publicados en sus inicios; de los amigos que ha hecho a lo largo de su vida, e incluso también de sus detractores porque, como diría el periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano: “Son los árboles que dan frutos los que sufren las pedradas”.
Siguiendo esta línea, la de los frutos, existe otra máxima, y esta ahora es bíblica, aquella que señala que por sus obras los conocerás. Así que en estas breves líneas sólo abordaré una parte mínima de su innumerable obra fotográfica. Innumerable sí, pero perfectamente identificable, ya que incluso ha sido comentada por reporteros, críticos de fotografía e investigadores en periódicos, revistas y libros diverso.
Ejemplo de ello son las dos imágenes publicadas en la portada del periódico La Jornada, el sábado 25 de mayo de 1985 y cuatro más de la misma serie, desplegadas en interiores, en la sección ‘El país’ del mismo diario, publicadas junto con la nota de Andrea Becerril respecto al paro poco usual que 3 mil 500 mineros de la Compañía Real del Monte realizaron, mismo que fue calificado como “novedad laboral”, al desnudarse para exigir ropa y equipo de seguridad, así como la restitución de plazas a los compañeros despedidos.
En los planos generales aparecen los trabajadores de espaldas, de lado, formados o en grupos, tan sólo con sus implementos de trabajo —casco, botas de plástico y cinturón para herramientas. Una fotografía más de esta serie sería publicada en páginas interiores en el mismo diario, el martes 4 de junio de 1985, cuando se anunció que los trabajadores mineros recibirían, en 15 días más, “equipo propio para sus labores”.
Otra muy identificable y que ha sido presentada en varias exposiciones es “El balazo” o “La bala”, misma que sólo ocupó un espacio pequeño en la parte inferior izquierda de la página 8 del diario unomásuno, del jueves 21 de junio de 1979, y de la cual se ocuparía posteriormente el historiador John Mraz al preguntar en su libro La mirada inquieta / Nuevo fotoperiodismo mexicano: 1976-1996 (Centro de la Imagen, 1996): “¿Qué podemos aprender de las maneras de ver y de fotografiar en estas dos fotos?”, refiriéndose a los dos fotógrafos que hacen su labor, la estadounidense Susan Meiselas y el mexicano Pedro Valtierra. La foto del zacatecano, afirma el investigador de origen estadounidense, “muestra la respuesta dialéctica: la solidaridad entre los humildes como la forma de luchar contra la opresión”.
Y en este apartado de infaltables es que cito otra fotografía, también identificable en muchas exposiciones, portadas de libros y crónicas, misma que cumple con los tres elementos —técnica, contenido y estética— marcados en su momento por el Grupo de los Ocho, al que perteneció Valtierra. Me refiero a “La paloma muerta”, la única de estas fotografías que no fue publicada en su momento y que Valtierra tomó el miércoles primero de diciembre de 1982, durante la toma de posesión de Miguel de la Madrid Hurtado.
“La tomé no en alusión de su esposa (Paloma Cordero de De la Madrid) sino de que Alfonso García Robles había ganado el Premio Nobel de la Paz, (siendo el) primer mexicano que lo ganaba […] En el primer acto político, después de tomar posesión, en la Cámara de Diputados, salió el ejército y ahí estaba la paloma muerta. Se ve la paloma muerta y al fondo los soldados y unos tanques. Insistí en que se publicara y (Manuel) Becerra Acosta me dijo: ‘Pedro, no insista, porque es muy buena foto, pero la esposa del Presidente se llama Paloma. Usted no quiere que nos cierren el periódico mañana, ¿verdad?’”.
Las imágenes referidas recogen hechos históricos y son ahora fuente histórica.
Conciencia y compromiso social
A las anteriores agregaría dos más que marcaron la obra y trayectoria del fotógrafo, mismas que fueron publicadas por la Organización Editorial Mexicana (OEM) —cadena de periódicos en la que Pedro trabajó por casi dos años—, en la que surgió su seudónimo de Juan Sotelo. Ahí publicó su primera fotografía como reportero gráfico de un medio, el lunes 7 de marzo de 1977, un día después de que entró a laborar en El Sol de México, diario principal de la OEM, dirigido en ese momento por el periodista Benjamín Wong Castañeda. (Comentario al calce: falta profundizar en la larga trayectoria de Wong, debido a que jugó un papel representativo en la historia de la prensa en México).
De regreso al debut periodístico de Valtierra; en la parte inferior de la portada, sin crédito, se incluyó una fotografía a color de vida cotidiana: niños bañándose en una de las fuentes de Chapultepec. Negativo en color y sin exposímetro que tomó con una cámara Nikkormat y un lente de 50 milímetros F/2, misma que le prestó su colega Héctor Mújica. Detalle aparte a resaltar es que su primera toma como reportero gráfico de un medio sea una fotografía a color.
La segunda obra que agregaría es la que le valió su incorporación como fotógrafo al diario unomásuno: me refiero a la imagen en formato vertical publicada el jueves 12 de octubre de 1978 en la primera plana de El Sol de Mediodía, que presenta en primer plano los machetes, arma homicida del presunto parricida Gilberto Flores Alavez, de 22 años de edad, estudiante de derecho y nieto del político priista Gilberto Flores Muñoz, quien fuera precandidato a la Presidencia de la República en 1957, dos veces diputado federal, así como senador y gobernador de Nayarit con Adolfo Ruiz Cortines. Como dato para el anecdotario nacional, el asesinato del matrimonio Flores Muñoz sigue sin ser resuelto hasta la fecha, debido a que el detenido por el caso, en 1978, Gilberto Flores Alavez, salió hace unos años, tras comprobarse su inocencia.
La fotografía del zacatecano refleja una clara conciencia y compromiso social. Elementos que abren “la posibilidad de nuevos horizontes a la fotografía de prensa mexicana, pues contiene elementos informativos que la ponen al nivel de las grandes cadenas periodísticas internacionales”[1], tras actuar, conforme a su tiempo e inquietudes, al registrar en una imagen: “contenido, técnica y elementos estéticos”, sin omitir cuestionar a la sociedad en que vive[2].
En la mayoría del material fotográfico producido por Valtierra, mismo que identifiqué entre 1977 y 1986 —y que consta de 2 mil 875 fotos publicadas—, el 92.5 % es material realizado en blanco y negro. “Imágenes donde siempre existan dos personajes: el hombre y su medio. Desamparado el primero por el carácter siempre hostil del segundo. Ambos como queriéndose agarrar a patadas, urgidos de unidad”[3]. Estas, entre otras, son las características que pretendo destacar en el libro, a fin de hacer visibles[4] los elementos que componen el material generado por el fotorreportero durante dicha década.
Una época y un estilo
La obra social y estética de Valtierra nos ofrece una visión de este período, pero también de su propio estilo: “No soy de composiciones de muchos elementos. Soy como muy directo. Retrato mucho con lentes chicos, de cerca, con lentes de 35 milímetros que no te alejan tanto la imagen”, explica el creador.
Lo anterior, en la idea de subrayar el punto de vista del fotógrafo [5]; que no es más que el acto de selección intencional que inicia incluso antes de disparar el obturador, al escoger el objeto-sujeto, el lugar, el momento, el encuadre y el enfoque. En toda imagen fotográfica es su realizador el que define el contenido y la forma. Acto que es, a la vez, memoria y creación, o reproducción y expresión. Mientras que la eficacia del mensaje será responsabilidad de cada medio de comunicación y sus políticas editoriales.
No hay que olvidar que el documento es, antes que otra cosa, texto, y lo es incluso si no es escritura, como la fotografía, como lo establece el historiador Álvaro Matute: “En términos historiográficos, retratar o filmar puede significar producir de manera consciente fuentes históricas… aunque en acto sólo lo son las escogidas por el historiador para componer su investigación, la mayoría de los documentos se producen sin la conciencia de que vayan a resultar históricos”[6].
Así pues, esta lectura no sólo busca retomar las significaciones que contienen las fotografías, es decir las posibles intenciones de su autor, sino también descifrar la significación de las mismas, ya que participan del simbolismo de la época, de una clase social, una ideología o de una línea editorial del medio periodístico. Por ello, otra constante que identifiqué en sus imágenes fue la fotografía traumatizante —incendios, sismos, catástrofes naturales y muertes violentas—, registrada en el momento mismo en que ocurrió el hecho y que da cuenta, por sí misma, de lo ocurrido y “sobre la que no hay nada que decir”, como lo estableció en su momento Pierre Bourdieu.
Sin omitir que el documento visual está vinculado a un momento histórico y que resulta selectivo, como todas las demás fuentes de investigación, sólo nos dará indicios del “tiempo congelado” con cierta perspectiva y distancia. Además, debe considerarse que esta interpretación es, parafraseando a Susan Sontag, “necesariamente limitada”, debido a que “los textos pueden desmentir lo que vemos con los propios ojos, pero ningún texto puede restringir o asegurar permanentemente el significado de una imagen”.
Así, y tras adecuar el texto para una fluida lectura, y en la idea de incluir a un público lector más amplio, fue que el 26 de agosto de 2019 salió de prensa la propuesta histórica-periodística de 264 páginas. La coedición corrió por cuenta del Posgrado de Historia de la UNAM, la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Fundación Pedro Valtierra, Cuartoscuro y la Editorial Universitaria UANL, aunque es relevante remarcar que la labor editorial recayó en esta última.
Más de doscientas imágenes del fotoperiodista fueron incluidas a manera de un discurso visual, por lo que resulta un documento que puede ser consultado por especialistas, estudiantes y público en general interesado en la fotografía, la historia y/o el periodismo escrito.
*La autora ha ejercido la docencia, el periodismo y la investigación histórica. Recibió Mención Honorífica al obtener los grados de licenciatura en Periodismo y Comunicación Colectiva, así como de maestría y doctorado en Historia, además de pasante en la Especialidad en Derecho de la Información todo por la UNAM. Imparte el Módulo: Protagonistas en la historia del fotoperiodismo mexicano, en el Diplomado Fotoperiodismo y Fotografía Documental Mexicana: Facultad de Artes y Diseño-UNAM. Algunos de sus materiales pueden encontrarse en: ResearchGate y en el blog de la Red de Estudios Visuales Latinoamericanos (ReVLaT).
Notas al pie
[1] Acotación marcada por Enrique Ibarra, “Un fotógrafo con una clara conciencia social”, en unomásuno, México DF, 15 de octubre de 1979. [2] Juan Sotelo, “El grupo de los 8 estableció que el fotógrafo debe plantearse tres puntos fundamentales para desarrollar su trabajo: el contenido, la técnica y los elementos estéticos” y “La fotografía que no cuestione a la sociedad, está perdida, Grupo de los 8”, en unomásuno, México DF, 9 y 11 de septiembre de 1980. [3] Más datos respecto al análisis de la obra de Pedro Valtierra, Pedro Miguel, “Reflejos que no mienten”, en Revista mensual de cultura política El Machete, órgano del Partido Comunista Mexicano, México DF, septiembre 1980, p. 55. [4] Término utilizado por Joan Costa, La Fotografía, entre sumisión y subversión, México, Ed. Trillas, Sigma, 1991, Biblioteca Internacional de Comunicación, p. 97. [5] Terry Hope, Fotoperiodismo, Barcelona, España, Ed. Omega, 2001, p. 105, establece que el periodista gráfico aprende a apreciar y a usar la luz de que dispone para revelar aspectos especiales de la escena que fotografía. [6] Álvaro Matute, “Memoria e imagen de la Revolución Mexicana. Articulación y desarticulación textual”, en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, México, núm. 24, julio-diciembre 2002, p. 80.