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Centenario natal de María Luisa Landín

¿Alguien por aquí no ha cantado alguna vez esas líneas de don Pedro Flores, que dicen: “Amor perdido/ Si como dicen, es cierto que vives dichoso sin mí/ Vive dichoso/ Quizá otros besos te den la fortuna/ Que yo no te di/ Hoy me convenzo/ Que por tu parte nunca fuiste mío, ni yo para ti/ Ni tú para mí, ni yo para ti/ Todo fue un juego,/ nomás en la apuesta yo puse y perdí”? Interpretadas magistralmente por la Reina del bolero —es decir: María Luisa Landín—, en este octubre de 2021 la cantante mexicana habría cumplido su centenario natal (nació el 9 de octubre de 1921 y falleció el 20 de junio de 2014). Desde luego aquí lo celebramos-conmemoramos… Y sí: ¡qué viva el amor!


La grabación, a mediados del siglo XX

Hace un siglo, el 9 de octubre de 1921, nacía en la Ciudad de México la cantante María Luisa Landín, quien escalara con prontitud el éxito masivo al ser difundida, con presteza y prestancia, radiofónicamente a partir de 1950 la canción “Amor perdido”, composición que creara en 1938 el puertorriqueño Pedro Flores.

La baladista falleció el 20 de junio de 2014, a sus 92 años de edad.

La siguiente conversación con la cantante se llevó a cabo en la década de los ochenta, antes del terremoto que cimbró a la capital mexicana en 1985. Confieso que sus respuestas, sinceras y apacibles —todo lo contrario a las contestaciones complacientes y direccionadas de las figuras de consumo contemporáneos—, me corroboraron la distinta sangre que corría por las venas de los artistas anteriores a las invenciones de los aparatos electrónicos cuyos ejecutivos comenzaron a doblegar o someter a sus contratados dosificando o regulando sus decires e incluso sus comportamientos en los escenarios.

La plática la conservo en tiempo presente, tal como fue ocurriendo en aquel momento.

“Yo no la quería grabar. ¡Ay Dios, no!”

Quién lo hubiera pensado.

—Yo no la quería grabar. ¡Ay Dios, no! Porque a mí no me gustaba la canción. Que me perdone el señor Pedro Flores, que en paz descanse, pero la verdad yo no quería grabar esa canción. Por su letra. Eso de que ahora soy libre y quiero a quien me quiera y que viva el amor, me parecía tan fuera de lo que yo interpretaba que, voy a confesarle, me costó lágrimas cantarla. Sí. Lágrimas me costó grabar “Amor perdido”. Además, la pieza había sido interpretada previamente por Manolita Arreola. Sólo porque la RCA Víctor se empeñó en que yo la cantara, si no yo nunca lo hubiera hecho.

Aunque, sí, María Luisa Landín lo reconoce:

—Pero, gracias a Dios, es la canción que me sigue dando dinero. Yo siempre lo digo como broma, mas no es mentira: yo sigo comiendo con “Amor perdido”. Es la canción que más dinero me da, sobre todo ahora más que antes, porque en la actualidad yo percibo más regalías que cuando verdaderamente estaba en pleno auge.

Y eso se mira en la decoración de su nueva casa. Tiene poco tiempo de vivir en Bosques Residenciales del Sur, casi llegando a Xochimilco. Como año y medio. Dice ella que es un lugar muy tranquilo. Y silencioso. En la amplia sala, alfombrado verde, orden riguroso, sólo hay un cuadro: un retrato de María Luisa Landín realizado al óleo por uno de sus admiradores. Fue un regalo. Le fue entregado en el Teatro Blanquita. La pintura la muestra tal como se encuentra ahora, con el cabello plateado. Y con el micrófono en la mano.

—Eso, eso es lo que yo sé hacer: cantar. Cantar y no hablar —dice.

Pero se le insta a hacerlo.

Las canciones y el sexo

Y lo hace:

—Ahora cada quien anda con un estilo diferente. Digamos Lolita de la Colina, que es la que está ahorita pegando más. Y la verdad, pues no. No hay punto de comparación entre las composiciones actuales con las de antes. Creo que yo no podría interpretar lo que hoy se compone.

—¿Cuál es su objeción?

—Que no se habla más que del sexo —dice en voz bajita, como no queriendo decirlo—. Yo no podría interpretar esas canciones. No sé. Me costaría demasiado trabajo entregarme a una de esas letras, ¿no? Y no con esto menosprecio la música de Lolita, quien ha encontrado en Lupita D’Alessio a su magnífica intérprete.

Indica que de Juan Gabriel sí cantaría algunas piezas. Porque él compone al amor sin meterse en asuntos sexuales. Así es. Es único en su género, subraya. Aunque, claro, dice que jamás la música de hoy alcanzará las alturas que obtuvieron las melodías producidas en los años cuarenta o cincuenta. Y no sabe qué sucede con los compositores contemporáneos. Ni con los de antaño.

—Pero pienso que gente como Manzanero no podría escribir una letra corno Lolita —explica—. Yo creo que a eso se debe que están un poquitín, no olvidados, pero sí relegados los autores de mi época. Pero mire, no sé. No sé. Hablar de la música actual me cuesta trabajo poderme expresar, sinceramente, porque no quiero lastimar a nadie. Sin embargo, pienso que va a ser difícil que se vuelva a crear música como antes. Va a pasar mucho tiempo para que vuelva a existir otra cosa igual. Para que surja otro Agustín Lara, un Gonzalo Curiel, una Consuelo Velázquez. Y tantos más. Un Rafael Hernández. Un Federico Baena. Toda esa gente creo que no morirá precisamente por esa belleza de música que dieron al mundo entero… No que ahora, nada más oiga, pues no, las canciones se dan sutilmente, deben ser bonitas. No que ahora no. Usted analice todas las letras actuales. En todas está el sexo. O, si no, de protesta. Tampoco yo podría interpretar un número de protesta. Nomás no…

La incursión solitaria

Entonces llevaba ya medio siglo en el canto. Porque su inicio, en dueto con su hermana Avelina, se remonta al año 1932, año en que empezaron a escucharse en las pequeñas radiodifusoras XFO, XEX y XYZ y tiempo en que cobraban, por cada actuación, 4 pesos con 75 centavos. Después, Avelina se casó y María Luisa, a instancias de un señor Barragán, de la RCA, se convirtió en solista a finales de los años treinta.

—Yo no creía que podía cantar sola —dice, pero tuvieron fe en ella.

Y nombra, también, a Mariano Rivera, quien la condujo por el buen camino artístico. ¡Ah!, pero mucho antes debe tomarse en cuenta su padrino, el “encumbrado priista Gilberto Flores Muñoz”, el mismo que muriera asesinado años más tarde por su nieto.

Cuenta María Luisa Landín que el señor Gilberto Flores era un cliente de su padre, que era sastre. Y fue el señor Flores quien, confiado en las voces de las niñas María Luisa y Avelina, las recomendó en el medio artístico, aprovechando su trayectoria política. Y ya han pasado, desde entonces, 50 años en el ambiente musical para María Luisa Landín.

[Cuando la entrevista sucedió, la cantante rebasaba las seis décadas de vida: todavía le faltaban más de 30 años para despedirse de este mundo.]

“Las cosas nuevas que hice están muy alejadas de los éxitos que logré en los cuarenta”

En la plática sale a colación el libro de Carlos Monsiváis intitulado precisamente Amor perdido.

—Si esas grandes personalidades recuerdan a María Luisa Landín un momentito —dice, con modestia—, pues no puede ser nada más por mí sino por las canciones tan bellas que en ese tiempo se escuchaban, se escribían. Pienso yo que a eso se debe que seamos aceptados por los intelectuales de hoy.

Luego declara que acaba de grabar canciones nuevas con las cuales “no ha pasado nada ni va a pasar”:

—Primeramente, no hay promoción. Aparte, creo también que las cosas nuevas que hice están muy alejadas de los éxitos que logré en los cuarenta. No hay punto de comparación. Por eso digo que nunca va a pasar nada.

Dice que ella sabe que el álbum triple que acaba de editar Orfeón con las canciones de sus éxitos de ayer “es muy irregular”. Por eso piensa pedir su carta de retiro:

—Porque no tiene objeto que tengan a un elemento de tantos años ahí, congelado. Esa es la verdad. Yo en una ocasión les dije, a los directivos de la compañía Orfeón, que sólo estaban esperando que yo me muriera para promoverme, como lo han hecho con otros artistas. Y así no. Además no me gustó la grabación que hicieron. Se lo digo yo. Yo he tenido la enorme suerte de que no necesito que nadie me critique, porque yo soy mi mayor crítica. Pocas veces me gusta escucharme, porque soy muy detallista.

Duró 43 años con la RCA Víctor. Apenas tenía tres con Orfeón.

—Me dijeron en Orfeón —aclara— que dizque iban a hacer arreglos cambiados de mis éxitos, pero de cambiados no tuvieron nada porque son los mismos, nada más que muy mal llevados.

María Luisa Landín. / Foto de Armando Herrera. (Museo del Estanquillo)

El panorama artístico actual “está un poco triste”

Y no hay comparación del arreglo musical que hiciera; por ejemplo, Sabre Marroquín de aquel original “Amor perdido” al que efectuó, para Orfeón, Chucho Rodríguez. Simplemente no la hay. Se pierde la esencia de la pieza. Y lo sabe María Luisa Landín.

Piensa que el panorama artístico actual…

—… está un poco triste. Y no me quisiera extender mucho en esto, porque pensarán que María Luisa Landín está amargada, y no es cierto. Yo estoy muy satisfecha de haber logrado lo que logré y estoy muy convencida de que ahora para todo el artista de la vieja guardia es difícil el camino. Pocos nos mantenemos. El ambiente ahora es muy difícil. ¿Por qué no decirlo?, si usted es muy amiga íntima del productor o de equis personalidad, es que usted está dentro del gremio artístico ahora.

—¿Quiere usted decir que si se es honesto el camino es aún más difícil para penetrar al medio artístico?

—Sí, señor, sí señor, así es. Lo invito a que vea programas de televisión. Fuera de, pues sí, Pedro Vargas, que tiene la enorme suerte de estar muy bien ubicado debido a su trayectoria artística y al manejo de sus promotores artísticos, no hay otro… Pero hay artistas si usted quiere un poco apáticos en lo que respecta a estar detrás y detrás del productor. Si se acuerdan de María Luisa Landín y quieren presentarla en equis programa o lo que sea, yo hasta que diga adiós estaré dispuesta. Pero si no es así, ni presente me hago para que no piensen que ando solicitando trabajo. Esa es la realidad. El ambiente ya es otro. Más difícil.

Dice que antiguamente los cantantes no tenían…

—… esa preciosidad de pantalla de la televisión, que en un programa nos ven millones y millones de gentes. No. Antes tenía más la desgracia de que si no era el disquito o la película, buena o mala, no teníamos otra opción.

También asienta que ella no le puede nombrar “conciertos” a sus actuaciones.

—Esa es una nueva modalidad —argumenta—, porque ya cualquiera se presenta en concierto, aunque sólo esté acompañado de batería, bajo y guitarra.

Los intereses creados

Es una persona totalmente apolítica, se define. Su esposo, Héctor Penagos, a la vez su representante, le dice que hable, que, total, estamos en un país libre y soberano. Pero ella se mantiene en su sitio.

—Nunca he participado en campañas políticas —dice—. He tenido la enorme suerte de cantar para grandes personalidades, como fue el señor Adolfo López Mateos [cuyo sexenio abarcó los años 1958-1964]. Y como el señor Adolfo Ruiz Cortines [el antecesor de López Mateos]. Son los únicos dos presidentes a los que yo les he cantado. Mas lo he hecho fuera de México. En Cuba, por ejemplo, me tocó cantar para Batista y para Prío Socarrás. En la República Dominicana para el general Trujillo. Sólo para ellos.

De la situación actual de México [al término del mandato de José López Portillo (1976-1982) y principios del sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado, 1982-1988] sólo dice que le da miedo. Que le da miedo la situación.

—Tengo una nietecita, la única, y pienso qué será de ella en las nuevas generaciones. Me da miedo. Sólo eso puedo decirle.

Y llama a su nieta, de tres años y medio. Es hija de su única hija, la doctora, egresada de Harvard, Graciela Ibáñez de Kasep, quien trabaja en el Hospital de la Nutrición. La niña, Graciela Elizabeth, se acerca con timidez a su abuela.

María Luisa finaliza:

—Hay muchos intereses creados en los festivales que se realizan de música. Y si me atrevo a decirlo es porque algunos compañeros me lo han comentado. En una ocasión a mí me invitaron a participar. Yo les dije que si me tenían números como “Canción del clima”, de Rafael Hernández, yo encantada de la vida intervendría. De no existir no me interesaba porque, usted ha visto, no voy a mencionar nombres, a gente de la vieja guardia participar en esos festivales y qué ha pasado, nada, nada, hacen el ridículo, y yo para eso prefiero quedarme en mi casa cuidando a mi nieta…

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