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Recuento de daños

En los 42 meses como encargado de la cultura en Hidalgo, hizo de la Secretaría su congal personal sin que el gobernador Omar Fayad se diera por enterado.


Ser funcionario en el estado de Hidalgo representa estar en la lista de los servidores públicos peor pagados de la República. Como los sueldos son tan bajos, la corrupción es casi un derecho de piso. Según el sapo es la pedrada. En Obras Públicas, por ejemplo, te metes una fortuna en un sexenio. En Cultura, en cambio, no hay sobresueldo. Los recursos de la institución apenas ajustan para el gasto de operación y sólo con el apoyo de la Federación hay apoyos de infraestructura, que es donde se puede cobrar el famoso 20 por ciento. Pero al ser de la Federación se tiene que obrar con prudencia, y la verdad sea dicha, en mis tantos años de trato con los funcionarios culturales del más alto y más bajo nivel de la cultura en Hidalgo, nunca hallé el descarado cinismo de quien roba a la nación con la frente en alto. Los que ostentan el puesto como un derecho de Corso. Ni Agustín Ramos, ni Lourdes Parga, ni José Vergara, como directores del Consejo Estatal para las Artes de Hidalgo, ni Nydia Ramos en los meses que fue la encargada de despacho, en la fallida transición entre el CECULTAH y la Secretaría de Cultural del estado, aprovecharon el puesto para tener otros ingresos. Este dato es muy importante para el capítulo final de este recuento, porque con la llegada de Olaf Hernández Sánchez al puesto de Secretario de Cultura de Hidalgo, Omar Fayad Meneses, el actual (des)gobernador del estado, permitió que la corrupción que impera en su gobierno llegara a la única zona que permanecía libre de ese flagelo. No niego que algunos mandos hicieran triquiñuelas y que algunos trabajadores expropiaran ciertos bienes de la Nación, pero la corrupción metódica que padecemos en tantos ámbitos no se daba en cultura.

Hasta ahora.

En el verano de 2016, cuando Fayad era el candidato triunfante del PRI a la gubernatura del Hidalgo para el periodo 2016-2022, me dijo, con aquella carismática sinceridad con la que mienten los políticos de carrera, que la cultura sería un tema vital de su administración, no en balde él había puesto su granito de arena para la formación del CECULTAH. Como fui tan pendejo de creerle, sus palabras resuenan exactas en mis oídos: “Quiero para Hidalgo una mujer o un hombre de izquierda, con una idea progresista de la cultura. No a un artista, por más notable que sea, porque los creadores deben hacer su obra no administrar la cultura”. Y nombró al hombre más mediocre de su equipo, a un abogado tan ajeno al fomento y la administración de la cultura que terminó expulsado de su puesto por organizar karaokes en las oficinas de la Secretaría, aunque esa fue la menor de sus faltas, porque tanto los disputados de Morena, como la comunidad cultural, demostraron que cometió fraude con facturas falsas, que tuvo en la nómina a parientes cercanos y a un grupo de aviadores que le entregaban la mayor parte de su sueldo. En los 42 meses que enlodó el puesto, Olaf Hernández hizo el ridículo incontables veces por su afán de protagonismo, mereció cárcel en la ciudad de Córdova por borracho en función oficial, anunció programas insostenibles como la creación de la Compañía Estatal de Teatro, defraudó a los creadores con promesas falsas y en efectivo, e hizo de la Secretaría su congal personal sin que el gobernador Omar Fayad se diera por enterado.

Omar Fayad Meneses, en una imagen del 6 de junio de 2021. / Foto: Facebook oficial.

En esos meses publiqué artículos realmente vitriólicos en contra del secretario, tanto en la prensa local como en la nacional (señaladamente en Salida de emergencia), sustentados en datos concretos que Fayad ignoró por más de 3 años, aduciendo, en el caso de las publicaciones locales, que escribía yo en el periódico del enemigo. Ciertamente el Independiente de Hidalgo tenía el estigma de ser un medio de la “Sosa Nostra”, como llamó Miguel Ángel Granados Chapa al grupo de la UAEH, comandado por Gerardo Sosa Castelán, pero era el único medio que publicaba críticas al gobierno en el estado. Yo sólo traté con dos directores del periódico que juzgaron pertinente mis notas por las que no cobre un centavo, como se estila en la prensa de los estados jodidos de la República, que son muchos. Ahí mismo escribí que publicar en el Independiente no nos hacía miembros del Grupo Universidad ni simpatizantes de su presidente. Pero sólo cuando se difundieron por la red una de las múltiples fiestas que hizo el secretario en sus oficinas, con su encargada de prensa bailando sobre una mesa de la sala de juntas, el gobernador tuvo que separar del cargo a su impresentable funcionario, supuestamente sin goce de sueldo mientras se investigaba el caso. Eso fue en marzo. En junio descubrimos que seguía cobrando su sueldo, que seguía firmando como secretario y que tuvo reunión con sus compinches para planear su regreso enseguida de las elecciones del 6 de julio del 2021. Le fue tan mal en las urnas a su partido, el PRI, que, en cambio, su patrón le dio un jalón de orejas por seguir ostentando el puesto, y, por lo pronto, continúa en la banca, cobrando un sueldo que jamás devengó porque es, con mucho, el peor encargado de la cultura oficial que ha tenido el estado de Hidalgo. Así que Omar Fayad Meneses quedará en la historia local como el gobernador que destruyó, literalmente por sus huevos, lo que tanto trabajo constó construir en el campo de la cultura.

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