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Cri Cri, 30 años después

Su repertorio incluye más de 230 composiciones, de las cuales grabó 120 de ellas. Además, creó más de 300 personajes y escribió más de 3500 páginas de textos y cuentos. ¿Quién es el que anda ahí? En efecto: es Cri-Cri. Todos los oídos mexicanos, o casi todos los oídos mexicanos, han escuchado alguna vez en su vida a este grillito cantor, personaje ideado por Francisco Gabilondo Soler, cantautor mexicano (sobre todo) de música infantil que marcó a varias generaciones con su canciones e historias. Orizaba, Veracruz, vio nacer a Francisco José un 6 de octubre de 1907. Texcoco, Estado de México, lo vio morir el 14 de diciembre de 1990; es decir, hace justamente 30 años…


1

El 14 de diciembre de 1990, hace ya tres décadas, a sus 83 años de edad moría don Francisco Gabilondo Soler en Texcoco. Y nadie lo ha suplido, desde entonces. Ni podrán hacerlo, porque Cri-Cri en realidad era único. Este hombre, nacido en Orizaba el 6 de octubre de 1907, componía y musicalizaba canciones extraordinarias que jamás pueden dejarse en el olvido, siendo uno un niño o no.

A partir de sus (asombrosas y sorprendentes) canciones he escrito diez contrafábulas para tener siempre presente a este ineludible autor.

2

Después de mil años, el dragón por fin se desprendió del jarrón.

El chinito, entonces, fue por el monarca cargando cien puñales y le ordenó:

—¡Pwe in de pon yun kin mux tan li cou cau!

El emperador no entendió nada.

Por eso estaba preso Chon Ki Fu. Porque hablaba pero nunca decía nada. Sólo instaba a la población a perder el tiempo.

3

La hormiga tuvo problemas al llegar a su casa.

—¿De dónde vienes? —le preguntó, fuera de sí, su marido.

La hormiga, pese a su paz interna, no pudo controlarlo.

—Vengo de las compras —respondió la linda hormiga..

—¿Toda despintada? —interrogó su marido.

Eso era, sí.

Ella lo tomó como un incidente callejero.

—FI chorrito me salpicó y mis chapitas me despintó —dijo, baja la voz.

Su marido la veía con rabia.

—Seguramente estaba de mal humor, ¿no? —ironizó el hormigo.

4

La patita comprendió que no ganaba nada con enojarse por lo caro que está todo en el mercado.

Abandonó a su esposo sinvergüenza y perezoso.

Y ahora, junto con sus patitos, apoya en la práctica mítines y marchas de los partidos políticos opositores. Y se ha destacado como singular activista contra el patoriarcado.

5

La niña Esther ha crecido.

Presta sus servicios en el centro nocturno El Balcón Azul.

Pero su mamá no lo sabe. Cree que trabaja de noche como operadora de teléfonos. Y cuando está en casa, la sigue regañando. No la deja ni asomarse a la ventana.

—Métete Teté, que te metas Teté… —sigue diciendo la ancianita.

Y Esther continúa obedeciendo.

6

Finalmente, la princesa Caramelo le dio el sí a su majestad.

—Dile que acepto —le dijo a su paje Pirulí.

Y cuando la fiesta estaba en su esplendor, el Sol abrasador destruyó el reino.

Todos los dulces se derritieron.

7

Papá elefante se aflojó el cinturón y se soltó los dos tirantes.

—A ver, hijito, si tomas tu sopa y cuando comas no suenes la boca…

Sin embargo, el elefantito sólo jugueteaba golpeando la cuchara.

—Pero papaíto —dijo—, quiero un traguito que sea muy grandote de aquella bebida con ron…

Papá elefante, ya ebrio, se sacó el cinturón y fue en pos del elefantito, que ya había corrido rumbo a su recámara.

8

Luego de tantos gritos en sus innumerables caídas de la bicicleta, el chivo decidió cambiar de obsesión.

Se hizo cantante de heavy metal.

9

El niño es ya un adolescente.

Pero igual de remilgoso.

—Ay, mamá, la leche está fría —dice el jovenzuelo, desesperado—, ¿por qué corriste a María?

10

Escondida por los rincones, temerosa de que alguien la vea, platicaba con los ratones la pobre muñeca fea. Un bracito ya se le rompió, su carita está llena de hollín y, al sentirse olvidada, lloró lagrimitas de aserrín.

—Muñequita —le dijo el ratón—, ya no llores, tontita, no tienes razón. Tus amigos no son los del mundo porque te olvidaron en este rincón. Nosotros, no somos así: te quieren la escoba y el recogedor, te quiere el plumero y el sacudidor, te quieren la araña y el viejo veliz, también yo te quiero y te quiero feliz.

Al día siguiente, con la estima levantada, la muñeca fea empujó, como no queriendo, a la Barbie de lo alto del juguetero rompiéndole un brazo y zafándole una pierna.

11

En la ratonera ha caído un ratón con sus dos pistolas y su traje de cowboy. Ha de ser gringuito porque siempre habla inglés a más de ser güerito y tener grandes los pies.

A leguas se veía que no estaba a gusto ahí, pero aunque me hablaras en inglés nomás no te dejaré salir.

Por racista y supremacista a más de simpatizante, ¡ay!, de Trump.

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