Debajo del árbol, el muerto de hambre esperó en vano la caída de otra manzana. Y odió el resto de su vida al tal Isaac Newton, ese afortunado matemático comesolo.

Debajo del árbol, el muerto de hambre esperó en vano la caída de otra manzana. Y odió el resto de su vida al tal Isaac Newton, ese afortunado matemático comesolo.