De la revolución de Miles Davis a la espiritualidad de Alice Coltrane: el jazz en 1970
Sesiones del Pescador, episodio 4: de nuevo regresamos al pasado, pero esta vez para celebrar el 50 aniversario de álbumes emergidos única y exclusivamente desde el planeta jazz. Porque, en efecto, en el año 1970 hubo más que Bitches Brew; esta lista de reproducción con 59 temas lo corrobora…
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Leo un comentario de Diego Fischerman, el crítico musical argentino, que me encanta para cerrar el año: “Nunca algo escrito sobre música reemplaza a la música. Sólo funciona con la música al lado. Si no te dan ganas de escuchar esa música, si no te la acerca de un modo distinto o no te ilumina desde algún otro lado, no sirve. Lo que escribes [como crítico o comentarista de música] es como un casco de minero, que con su luz ilumina un pedacito. Muestra algo en parte, es una representación”.
En efecto, esto ha querido ser desde un inicio las «Sesiones del Pescador»: un casco de minero, un lugar para compartir música, sobre todo la que no figura en los tradicionales medios de comunicación, más dados éstos en seguir modas y tendencias salidas desde las oficinas ejecutivas de los grandes sellos discográficos, o desde plataformas como YouTube. Así que, la función de este espacio sigue siendo la misma de siempre: abrir puertas, no cerrarlas.
Dicho esto, se nos acaba el año 2020 y vamos a despedirlo con un poco de música, ¿no les parece?
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El año 1970 pudo haber sido muchas cosas, pero aburrido no fue. Al igual que hoy, fue una época aterradora, emocionante e incierta. Es verdad: no estuvo atravesada por una pandemia (epidemia o sindemia), pero tuvo sus momentos también buenos, regulares, terribles. Sin embargo, de eso hablemos otro día…
Regresemos de nuevo a 1970, pero para hablar de música.
Si en el episodio 3 de las «Sesiones del Pescador» hicimos una revisión de lo que fue el rock (y algunos de sus satélites), ahora exploramos el planeta jazz.
En su ya imprescindible El jazz / De Nueva Orleans al jazz rock —publicado originalmente en 1959, y reeditado y actualizado en los siguientes años—, el periodista e investigador alemán Joachim E. Berendt —fallecido, por cierto, hace exactamente dos décadas— escribe:
“El jazz ha sido siempre asunto de una minoría. Aun en la época del swing, en los treinta, fueron pocos los que reconocieron el valor del jazz de los músicos creativos negros, excepto por unos pocos discos. Sin embargo, quien se interesa en el jazz y lo defiende, obra en favor de una mayoría. Porque el jazz nutre a la música popular de nuestro siglo. Porque toda la música que oímos en las series de la televisión y en los altavoces de los elevadores en las grandes urbes, en los recibidores de los hoteles, en los hits musicales del día y en las películas, la música que bailamos, desde el charleston hasta el rock, el funk y el disco, todos los sonidos que nos rodean en la música de consumo de nuestra época se originan en el jazz (porque el beat llegó a la música occidental a través del jazz)”.
Así, “quien se aficiona al jazz eleva, con esa actitud, el nivel de ‘los sonidos que nos rodean’, el nivel musical, lo que significa —puesto que de otra manera no tendría sentido hablar de nivel musical— el nivel espiritual, intelectual y humano, el nivel de la conciencia”.
Y es cierto: cuando suena el jazz, eso que llamamos universo se convierte en una gran melodía, en una melodía estremecedora e infinita. Porque el jazz, lo sabemos, es una música en constante expansión. Lo fue desde sus orígenes, vinculado paralelamente a la modernidad del siglo XX.
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Lo voy a decir con cuidado: sospecho que mucha de la mala fama que se le cuelga al jazz deriva de las pretensiones de parte de su público —de acuerdo: una parte de su público, no todo—, que cree consumir una música superior (y, además, hace todo lo posible para que nos enteremos). Sin embargo —y en honor a la verdad—, hay mucho jazz sin ardid ni coartadas intelectuales, jazz que echa fuego y pega duro, tan directo como el rock más visceral y tan profundo e íntimo como el mejor soul y blues, ese que toca y profundizar en el alma.
Y conste: hablo, desde luego, tanto del pasado como del presente.
A pesar de la incertidumbre experimentada en tiempo real hace cinco décadas, hubo mucha interesante música en 1970 desde el planeta jazz, que hoy, 50 años después, continúa influyendo.
En una evolución permanente, y ya con casi todos los subgéneros inventados y establecidos —el bebop de los cuarenta, el cool jazz de los cincuenta o el free jazz de lo sesenta—, el jazz de la década de los setenta se refugió sobre todo en la fusión.
Y aquí me detengo. Este episodio 4 de las «Sesiones del Pescador» no quiere abarcar la década de los setenta, sino única y exclusivamente el año 1970.
Simplifiquemos: si bien este decenio mostró al menos cinco tendencias, para el no especialista los setentas son básicamente “la década de la música de fusión o, como a menudo se le llama en Europa, del jazz rock. Pero, como ya hemos dicho, hubo muchos elementos, aparte del jazz y del rock, que se fusionaron en esta música” (Joachim E. Berendt, de nuevo).
Hablamos del desarrollo gradual de un nuevo tipo de músico que trasciende e integra jazz, rock y diversas culturas musicales.
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Vamos a dejarlo claro desde ahora: el pináculo del año 1970 fue Bitches Brew de (dios) Miles Davis. También, este álbum fue el cimiento fundamental del jazz rock o jazz fusion. Si bien recibió críticas mixtas en su lanzamiento, ahora se considera una grabación histórica en la historia del jazz.
Bitches Brew supuso una nueva revolución en el sonido del jazz, introduciendo una instrumentación y unos esquemas rítmicos más cercanos al rock y marcando el inicio de esta nueva corriente.
Sin embargo, 1970 también fue testigo de álbumes “tradicionales” o que se movían por estilos establecidos. Varios de ellos, por cierto, verdaderas joyas.
En ese sentido, la playlist para este episodio 4 de las «Sesiones del Pescador» está compuesta por 59 temas extraídos de 59 discos que en este 2020 cumplen 50 años.
Aquí están registradas desde las locuras del Art Ensemble of Chicago —iconos del free jazz— hasta la espiritualidad de la visionaria Alice Coltrane. En medio de ellos, desfilan nombre (hoy) esenciales del género: la banda Soft Machine, el trompetista Freddie Hubbard, el saxofonista Stanley Turrentine, el bajista Charlie Haden, los multiinstrumentistas Joe McPhee y Joe Farrell, el baterista Elvin Jones, el pianista McCoy Tyner, el guitarrista Larry Coryell, el flautista Hubert Laws, los también saxofonistas Lou Donaldson y Pharoah Sanders, el cantante y percusionista Leon Thomas, entre otros.
Aclaro: como en otras listas de reproducción, aquí me he guiado por la fecha de publicación y no de grabación; señalo esto ya que varios títulos contradicen fechas. Por ejemplo: Transition, del maese John Coltrane, fue grabado en 1965 pero vio la luz en 1970; Demon’s Dance, álbum del saxofonista Jackie McLean, fue grabado en 1967 y lanzado hasta 1970. Otra licencia: Alone, disco de maestro Bill Evans, fue grabado a finales de 1968 para Verve Records. El año de lanzamiento no está claro, pero consta en la contraportada del CD de 1988 como publicado en 1970. Así, otros más.
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Una nueva generación de músicos —Kamaal Williams, Joe Armon-Jones y Tenderlonious (acá Ed Cawthorne), por citar unos— están mirando al pasado y redescubriendo varios de los experimentos sonoros realizados no sólo en el año de 1970, sino rescatando mucha de la música de dicha década.
Y regreso de nuevo a El jazz / De Nueva Orleans al jazz rock: “El jazz, como dice Eric Dolphy, es ‘música humana’. También Duke Ellington habló a menudo de ‘humanidad’ al tratar de música negra. Y Joanne Brackeen ha dicho que jazz significa ‘hacer espiritual a la humanidad’. Seré feliz si algo de ello puede sentirse en las páginas de este libro”, señalaba Joachim E. Berendt en su prefacio.
Y, pues sí: yo también seré feliz si algo de ello puede sentirse con esta lista de reproducción…
Nos leemos en el siguiente episodio. Mientras tanto, lo mejor para 2021.
Escucha Sesiones del Pescador, episodio 4: