Mayo, 2025
Nació en diciembre de 1953 y se fue de este mundo en mayo de 2020. Era poeta, narrador, cronista y ensayista, también periodista. Es decir: era un hombre de letras. O como lo dijo el escritor Mauricio Carrera: “Arturo Trejo Villafuerte se dedicó por completo al ejercicio literario, lo hizo no buscando glorias terrenales, premios o aplausos, lo hizo por el mero gusto de escribir”. Y sí. Ahora que se cumple un lustro de su partida, recordamos al escritor mexicano. Eduardo Villegas Guevara, editor de Cofradía de Coyotes, ha redactado unas líneas en homenaje a su amigo; asimismo, ha seleccionado algunos poemas de dos libros que él le editara en su sello: de Dieciocho inútiles poemas de amor para ti, para ella o para nadie, así como de Diecinueve útiles poemas de luz y sombra.
La estirpe amorosa de Arturo Trejo Villafuerte
Eduardo Villegas Guevara
Para quienes hemos leído y disfrutado los libros de Arturo Trejo Villafuerte (Ixmilquilpan, Hidalgo, 24 de diciembre de 1953 / Bondojito, Ciudad de México, 13 de mayo de 2020) reconocemos en él a un creyente del amor. Enaltece el enamoramiento y, después de loar la entrega, celebra la culminación del acto. Su búsqueda creativa fue infatigable y debo reconocer su lozanía literaria en cada poema. Me consta su perpetua lucha por escribir aquellos versos que nos acercaran al misterio. Llámese amor juvenil, entrega otoñal o decepción amorosa; cada momento que girara en torno al amor lo sometía a su canto. La piel es el reducto donde las melodías brotan para inundar nuestros oídos y para acompañar nuestras travesías amorosas. En Dieciocho inútiles poemas de amor para ti, para ella o para nadie le rinde un sensible homenaje al surrealismo y a su máximo exponente: André Breton. El propósito claro, el ritmo y las imágenes que encontramos dentro de los poemas resultan sorprendentes. He suprimido la numeración y los epígrafes. En cuanto a las dedicatorias, debo anotar que siempre aparecía el nombre de su esposa Josefina García Paredes (1964-2018) y luego otros amigos. También ofrezco poemas de Diecinueve útiles poemas de luz y sombra. En dicho libro, el final de la pasión aparece como una certeza a la que tenemos que ensalzar con los mejores sueños del corazón. No todo está perdido, mientras las desdichas sean del cuerpo y no del alma. Ambos poemarios revelan emociones que son dignas de recordarse una y otra vez, porque en la evocación encontraremos que el deseo y la entrega siguen vivos. La caricia y el verso, la evocación y el canto conforman un círculo virtuoso que está prohibido romper. Hay poetas que nunca dejan de creer en el amor, a pesar de que escriban lo contrario. Arturo pertenece a esta estirpe.
…
(Del libro) Dieciocho inútiles poemas de amor para ti, para ella o para nadie
Presentimiento
Ah, la última vez que te vi,
ay, la última vez que me besaste,
tus labios ya no eran dulces sino amargos,
había un sabor distinto en el aliento que me dabas
y yo sabía que algo pasaba,
algo andaba mal,
muy mal,
en tu sabor y aroma hubo algo que me dijo: son los besos finales,
los últimos besos para ti.
Ah. Tengo fe en las mentiras de los otros: tú siempre decías que me querías,
pero mi intuición poética me hablaba ya de la fatalidad,
me ahogaba un presentimiento que no puedo ni podría explicar.
Ay, de pronto dejaste de mandarme tus lacónicos correos,
con tus “te quiero” de bisutería que, a lo mejor,
eran más falsos que un brassier,
aunque parcos,
siempre revitalizaban
y alegraban mi atribulada alma.
Ay, de pronto todo el mutismo de la zozobra,
todos tus silencios marcados por la nada:
que es mi muerte.
Así te volviste la homicida
⠀⠀de un gran amor que comenzaba.
Arqueología
Ay, ¿en qué momento de mi larga vida
dejé de buscar a las estatuas clásicas griegas
de amplios, generosos y turgentes senos,
de largas y sobrias piernas,
como los remos de los navíos y las naves de Alejandría o Ítaca,
los pilares de los templos Olímpicos o Dóricos o Atenienses,
que le rendían pleitesía al Dios Apolo,
esplendoroso y brillante,
para ahora buscar por todos los rincones
de mi mundo conocido,
las vasijas Etruscas, las ánforas de Micenas,
los jarrones pequeños de Creta,
los cántaros de Tebas,
con poco volumen en el frente
y las formas amplias y redondas abajo,
que muchas veces no tienen ni Dios ni amo conocidos.
No me desconcierta este cambio en mi estética,
el estudio de los rasgos
y formas humanas me sigue conmoviendo y deleitando,
es probable que sea todo culpa de los años y la vista cansada,
aunque al final de cuentas
a unas y otras siempre les meto la mano,
las examino con mucha ternura, esmero y cuidado
las trato con el mayor de los respetos
y las disfruto mucho, mucho.
Los Etruscos, Micenios, Cretenses y Tebanos
en esas pequeñas vasijas redondas,
en esas ánforas pequeñas
en los jarrones chicos,
en los cántaros breves,
veían las formas redondas
⠀⠀de la tierra y de la vida
y sabían,
porque lo sabían,
que de lo bueno,
a veces,
hay que pedir poco,
muy poco.
Inútil poema de amor
Ah, este poema de amor nunca va a trascender,
porque está hecho de palabras sencillas
que ni siquiera sirven para hacer el amor.
Ah, este inútil poema de amor no va a trascender,
porque no está fechado en Barcelona, Lisboa,
Nueva York o París sino en Chapingo,
en Texcoco, y realizado a mucha profundidad
y amor en “Las Palmas”.
Este poema de amor, repito, no va a trascender
porque la dueña del texto, bella dama de Tepetlaoxtoc,
aún no autoriza que aparezca su nombre
Ya que linda apenas con la edad para ser cancha oficial de la FIFA,
porque cuando los hechos sucedieron, todavía era causal de MP,
pero sus labios púberes inundaron los míos
y me entregaron algo que sólo ella podía darme (y lo dio).
Ay, este poema de amor no va a trascender
porque mi vida ha quedado prendada a su vida,
y las vidas no se dan en un texto,
en un poema,
sino en hechos concretos,
en los cuerpos que se entregan en una tarde aciaga,
loca, espeluznante,
como aquel día con su belleza frente a mi,
tendida y en el lecho.
Ah, ese cuerpo que es el placer de este otro cuerpo,
por eso, repito, este poema de amor no va a trascender.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Chapingo, Texcoco, 2017
Celebración / Un aroma ¿y aún sueño?, ¿a un sueño?, ¿sueño?
Ah, he leído tanto que ya no sé en dónde empieza mi vida
y dónde la irrealidad de lo otro.
Hablo de lo que sé y siento que, finalmente, no sé nada.
Ah, busco una certeza en lo que hago
⠀y siento que no hay nada:
⠀⠀sólo un vacío que parece que no se llena con nada.
Ay, la nada que somos, la nada que seremos,
la nada que es el material de los sueños.
De pronto un aroma,
una fragancia que habla de primavera,
del esplendor en la hierba,
de maderas preciosas,
de sándalo, por ejemplo.
El olfato no perdona y nunca traiciona.
En el fondo estás tú escondida,
atrás de tu mirada y sonrisa.
En el fondo tus ojos, tus labios frescos y palpitantes.
Te encuentras escondida atrás de ti misma,
⠀pero te olfateo y miro tus ojos de animal salvaje y joven.
Ay, y ahí comienzan los giros de la vida, de tu vida y de la mía:
¿qué iba a ser de nosotros si no nos encontramos?
¿En qué momento nuestras miradas se volvieron puentes?
¿En qué momento derrapé en la curva peligrosa
de la letra con la que se inicia tu nombre?
Esa jota que tiene mucho de juventud y término medio en la vejez,
¿qué me hizo acercarme con miedo y asombro al esplendor de tu vida?
Más que una certeza muchas dudas,
una celebración por las experiencias compartidas,
ciertos modos y formas del fluir
de nuestras existencias en la vida.
Y aún te sueño, a un sueño, sueño.
La realidad que al mismo tiempo nos traiciona y conforta,
⠀la realidad que nos consuela y llena de incertidumbres.
Eso es la vida, eso son nuestras vidas
⠀condenadas al todo y a la nada.
Ah, eres mi asidero en la zozobra.
Celebración / El amor loco
Ah, ebrio, atolondrado, vacío,
busco el soporte de tu cuerpo
en medio del bochorno frío de mi invierno.
Llegaste a mí para darme las certezas e incertidumbres de la vida,
la inquietante voluntad de ser el mismo hombre
pero otro.
Te tengo y no te tengo,
eres mía y no lo eres,
gravitas en el mar de tu existir
y formas estrellas nebulosas que nunca alcanzo.
Ay, la belleza que no es de nadie y es de todos.
Ah, la juventud que fue mía
y ahora me traiciona.
“Mudo espío mientras alguien voraz a mi me observa”,
lo dijo un gran poeta
y lo repitió muchas veces el Maestro Juan José Arreola.
Te busco, te prodigo,
te llamo y sólo hay un largo vacío,
el hueco de tus ausencias,
los adioses que acaban con todo
y nunca acaban,
que nunca terminan.
Ay, eres implacable,
eres un amor loco.

(Del libro) Diecinueve útiles poemas de luz y sombra
La copa más bella del universo
No hubiera pasado nada
si sólo nos prodigáramos abrazos y caricias.
No hubiera pasado nada
si tan sólo hubiera besado tus espléndidos pechos luminosos
rellenos de ambrosía de sabor prodigioso.
Pero se me ocurrió
—necio de mi, testarudo como soy, Capricornio al fin—
beberme tres o cuatro wiskys en el prodigioso
y terso envase de tu ombligo,
la copa más bella del universo.
Me embriagué de ti y tu aroma:
imposible dejar de pensar en ti,
quedé impregnado de tu esencia,
de tu fragancia,
y para mi desgracia,
ahora ya nadie puede salvarme.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀17/ 03/ 2019
El imperio de Luz
Por favor permite que entre al imperio
donde eres la soberana
y reina del resplandor,
del milagro,
para llenarme de Luz por todas partes,
amamantar mis sueños con los soles de tus pechos,
bajar al cráter lunar que tienes por ombligo
y luego perderme en la oscuridad luminosa
de la hendidura que te hace mujer.
Por favor déjame buscarle la cuadratura al círculo
y el círculo a tu cuadratura.
Te prometo hacer lo necesario para que estés feliz y contenta,
estoy seguro que no te arrepentirás
de permitirme hacerte algunas cosas
que mi imaginación guarda para ti,
pero por favor, dame Luz.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀17/ 03/ 2019
De Helena a Elena
Hace miles de años, por Helena de Esparta hubo una guerra en Troya,
Menelao y Paris-Alejandro se disputaron su belleza.
Hace unas horas sobre mi cuerpo, brilló la belleza,
la Luz Ele-mental de unos ojos
que eran auténticos luceros.
Abajo de ellos, después de los hombros redondos
como de auténticas catedrales venecianas,
resplandecían dos redondos soles que me volvieron a la existencia,
con sabor y dulzura inenarrables,
llenos de color y vida.
Abrevé de ellos como desesperado,
como náufrago,
con avidez,
como sólo lo puede hacer un niño
o un revivido,
un renacido,
que vuelve a ver de otra manera todo lo que le rodea.
Luego llegó la mano amiga que me levantó de la lona,
lo transformó todo
y licuó mi existencia que venía de la oscuridad y el estupor.
No todo se resuelve con guerras,
hay cuestiones que sólo necesitan una cama y dos cuerpos
dispuestos a la proximidad y la alegría del placer.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀17/ 03/ 2019
Ausencia de luz: oscuridad
Imposible negarlo: me haces falta.
Necesito tu brillo, aroma y la constancia de tu existir,
saber que aquí estás, cerca muy cerca de mi,
aunque eres imprevisible,
y no sé ni me explico el por qué estás aquí,
compartiendo estos momentos que pueden ser eternos
o sólo instante del placer furtivo.
Tenerte y no tenerte pueden ser los hilos de esta historia:
un hombre busca respuestas en la Luz
y ésta lo deslumbra,
no le deja ver nada con claridad,
sólo oscurece su vida y sus sentidos.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀2/ 04/ 2019
Bajo la luz de tu mirada
De pronto llegas, como si nada,
y posas tus ojos en mis hojas,
en mis cansados años y rejuvenezco:
tengo tu edad.
Me emociono
y mi corazón late al ritmo de tu corazón: acelerado y fuerte.
No moriré del corazón, me digo,
no, pero tampoco de amor,
porque el amor no mata sino revitaliza,
y sé que tienes las formas del amor,
el cuerpo del amor,
las manos del amor.
Y también sé, porque lo sé,
que mientras me des tus abrazos y caricias,
no moriré porque tú levantas al moribundo mundo
que va conmigo y me acompaña desde que nací.