Relatario: Edición Especial

Piedad urbana

Abril, 2025

Estaba tan dopado en esa ciudad de nombre gracioso que a ratos olvidaba de qué se ocultaba y qué falta pagaba. Por esa época leía una prescripción motivacional que decía que ser bueno es malo. El nerviosismo por el rumor de peleas callejeras y disparos continuos en la urbe, así como el ruido de los ratones que habían infestado su morada no lo dejaban dormir. Compró unas trampas para roedores hechas a base de brea y las colocó en los lugares que pensó serían los preferidos de la plaga. Esa misma noche los chillidos de una presa lo despertaron. Miró sus ojillos azorados cuando se acercaba a la trampa y algo entre compasión, asco y culpa lo invadió. Con miedo y repugnancia, cuidando de no exponerse a una mordida, sacó la trampa con el ratón y quiso expulsar de ahí esa presa incómoda. Salió a la calle y se alejó de su casa. Arriesgándose al ataque de algún desconocido, caminó hasta un parque, dispuesto a amnistiar a la bestezuela. Llevaba una cuchara para retirar la brea y dejarlo huir, pero las patas minúsculas y débiles ya estaban demasiado pegadas y, al hacer un movimiento brusco de liberación, sin querer le arrancó las patas y parte del vientre. A punto del vómito, dejó caer la trampa y regresó a su refugio, anhelando un trago fuerte, temiendo por todo y al mismo tiempo por nada.

Related Articles

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button