Relatario: Edición Especial

Párpados azules

Abril, 2025

Recuerdo que aquella madrugada seguía llorando porque no sabía si iba a volver a ver de la misma forma que el día anterior, creía que jamás me iría a sentir bien de nuevo y, aunque estaba asustada, el cielo era como un cuadro surrealista y de mil formas y colores oscuros que no había imaginado antes. Y luego de algo que parecía eterno y repetitivo, surgió un fuego tenue entre esos colores, si bien asumí que podían ser los primeros rayos de sol que comenzaban a acercarse, así como todos los bailarines embravecidos que venían del rave a caer como muñecas de trapo sobre la arena. Unos dormían y otros esperaban con ansias al sol. Se escuchaba el grupo de reggae Kultiration de algunas bocinas cercanas y yo, desconsolada, miraba esos maravillosos colores del cielo que iban tomando brillo. En un parpadear repentino, ya toda la arena estaba cubierta de cuerpos deshidratados.

—¡Por fin! ¡El sol! ¡Miren! —gritaron algunos y apuntaron con sus dedos al horizonte.

Todos volteamos a ver aquella orilla amarilla que parecía respirar y nos tocaba los dedos de los pies e iba subiendo acariciando nuestra piel para dejar lleno de calor nuestro cuerpo helado. En ese momento, cuando mi sangre corrió hirviente, el efecto de lo consumido hacía ya 20 horas desapareció. Me quedé viendo las nubes, que volvieron a ser nubes y el sol que volvió a ser sol y el sonido de las olas tranquilizó mis párpados mientras la gente se divertía.

Al despertar, la luna estaba mirando y cuando todo estaba dormido aproveché para ver la gran pintura del cielo, que me pareció mucho más bella que la noche anterior.

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