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“Todo este maldito sistema está mal”: rememorando la marcha 8M

Marzo, 2025

El pasado 8 de marzo se llevó a cabo la marcha anual con motivo del Día Internacional de la Mujer, promovida este año por las Naciones Unidas con el lema “Para todas las mujeres y niñas: derechos, igualdad y empoderamiento”. En esta crónica, la periodista Estefania Ibañez rememora lo que miraron sus ojos: una manifestación fuerte, feroz, con rabia, ante un país, ante una realidad, que se niega a cambiar. “El reclamo no es sólo al Estado, las mujeres confrontan también a sus familias”, escribe aquí. Hoy, en esta marcha, “no existe la inhibición: las mujeres están enojadas”.

Son las 15:30 horas. Camino por el Eje Central Lázaro Cárdenas y la banqueta, donde normalmente debo esquivar a peatones, este día luce semivacía, sólo cruzo mirada con vendedores ambulantes que ofrecen gorras, accesorios para celular o peluches, pero nadie les compra. El Eje Central es una de las principales avenidas de la Ciudad de México (CDMX). Mide casi 20 kilómetros y ahora permanece cerrada para vehículos, motocicletas y transportes. Escucho las promociones de los establecimientos, como el trío de vasos a 70 pesos o tacos de diferentes sabores, sólo que no hay personas ansiosas por entrar. Hoy, por lo menos durante cinco horas más, lo importante en esta zona es ponderar la marcha del 8M, por el Día Internacional de la Mujer, que desde las Naciones Unidas promueven este años con el lema “Para todas las mujeres y niñas: derechos, igualdad y empoderamiento”.

En el cruce de avenida Francisco I. Madero (a la que no se puede acceder por las vallas metálicas colocadas por las autoridades) me incorporo a la comitiva de 200 mil personas que se une, a nivel nacional, a las más de 425 mil que marchan para exigir y promover que se respeten los derechos de igualdad sustantiva, justicia por los feminicidios (en lo que va del año son 102 en todo el país), además del cese a la violencia de género y más desigualdades como la brecha laboral entre hombres y mujeres.

Percibo la energía de la manifestación: es fuerte, feroz, tiene rabia. Camino en medio de colectivos feministas, grupos de amigas, primas, hermanas y madres con sus hijos pequeños en carriolas, la mayoría con pañuelos en la boca y prendas moradas (insignia del feminismo) y verdes (símbolo de la Marea Verde que constituye que el aborto debe ser seguro). Si bien es una movilización mayormente dirigida e impulsada por mujeres, se integran poco a poco varones con el mismo entusiasmo y compromiso que ellas.

Unos metros antes de que giremos a la derecha por avenida 5 de Mayo, algunas manifestantes gritan: “¡El-que-no-brinque-es-macho! ¡El-que-no-brinque-es-macho!”. Y todas al unísono lo hacen: no quieren pertenecer al porcentaje que vulnera algunos de los derechos de las mujeres que establecen la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la Constitución de la Ciudad de México, que se basan en “El libre desarrollo de nuestra personalidad” y “Ejercer nuestra sexualidad de forma libre, informada y sin discriminación”, que se encuentran en #NoEstásSola / Cartilla de Derechos de las Mujeres.

El silencio también es un mensaje

La marea pacífica, aunque violeta, avanza. Contemplo la valentía de morras que encienden bengalas de humo morado al tiempo que corean “Si la usas para violar, te la vamos a cortar”. Las expresiones son de todo tipo, observo que algunas marchistas se dirigen al muro metálico y escriben con aerosol sobre él todas sus exigencias. Esas declaraciones motivan a las más pequeñas: una niña que lleva a la espalda un letrero que dice “Quiero que mi mami siempre vuelva a casa” se manifiesta en el cerco.

Aspectos de la marcha 8M. México, 2025. / Fotos: Estefania Ibañez.

En todo momento se procura la unión, no hay lugar para cuestionar transgresiones. En un espacio del cerco veo con curiosidad un cartel particular, es el de una virgen gris intervenida con diamantina verde, morada, rosa, roja y amarilla; la figura tiene en la boca un pañuelo morado con el dibujo de un puño en alto, y con ambas manos sostiene un corazón rojo intenso cuyo impacto es igual de poderoso que los listones que decoran su alrededor con la frase: “María llena eres de rebeldía”.

En la banqueta del costado izquierdo, a la altura de calle Motolinia, me sorprenden algunos civiles que muestran indiferencia al colectivo. A paso veloz, deciden no voltear, no involucrarse, caminan con la cabeza gacha, incluso parece que temen; al final, el silencio es un mensaje que golpea los esfuerzos que se han realizado para detener la violencia.

La indiferencia de los ajenos no apacigua los gritos, bailes y cantos. “Somos malas, podemos ser peores”, expresan varias asistentes, mientras unas se toman de las manos y otras elevan lo más alto posible sus carteles hechos a mano e impresos.

No todo es desinterés. Veo salir del balcón de un edificio a una mujer y a un hombre con una bandera morada que ondea en apoyo a quienes caminan; y, en la terraza de al lado, una mujer de la tercera edad saluda y se seca las lágrimas al ver la movilización, mientras ésta en retribución se detiene unos segundos y corea “Sí se ve, ese apoyo sí se ve”.

En cada paso percibo diversas emociones y expresiones. Hay sonrisas, llanto, gestos de coraje, se crea un aura con muchas sensaciones difíciles de describir todas. El reclamo no es sólo al Estado, las mujeres confrontan a sus familias con letreros que dicen: “Mamá no fue mi culpa, tu encubriste a mi abusador”, evidenciando el problema que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) interpreta en que, de los abusos sexuales, “el 90 % perpetrado contra las niñas se produce en el interior de los hogares y en el entorno familiar”.

Hoy no existe la inhibición. Las mujeres están enojadas. Cualquier grito es válido y cualquier frase es respetada. Ellas no tienen miedo de manifestar a los varones que “Verga violadora, a la licuadora”, si es que se atreven a ejercer violación, puesto que en CDMX, este tipo de violencia ha incrementado 47.5 %; además de que “96.4 % de la violaciones denunciadas e investigadas a nivel nacional quedó impune”, según el texto “La justicia deja atrás a las mujeres: sólo 4 de cada 100 casos de violación se resuelven” (2022), de México Evalúa, centro que incluyó datos de su reporte Hallazgos.

La marea violeta se apodera del Zócalo

Es una marcha, pero hay espacio para todo. Noto la dedicación de las vendedoras ambulantes, quienes aprovechan los discretos espacios vacíos o esquinas para ofertar su mercancía: una señora ofrece paliacates morados y otra algunos refrigerios frescos. Sus voces se escuchan fuerte, con la misma potencia que se escucha “Canción sin miedo”, de Vivir Quintana, coreada por las manifestantes.

Son las 16:30 horas y llegamos a la Plaza de la Constitución (Zócalo) y poco a poco las manifestantes lo cubren de humo morado (y de otros colores). Algunas mujeres despiden su sed y hambre con aguas y pepinos preparados, tacos de canasta, elotes, frituras y tostadas toluqueñas.

En esta zona de la ciudad me envuelvo en diferentes imágenes. Cada rincón tomado es un universo diferente, sí, pero con el mismo objetivo: “Abortar este sistema patriarcal”. Veo a mujeres alimentar una fogata con los letreros con los que marcharon: uno sobre otro, el fuego se nutre de frases como: “Tú acoso arruina mi outfit”.

Camino hacia el asta bandera y observo que alrededor de ella las participantes elaboran un colorido tapete con letreros que expresan su dolor, enojo y frustración. “Tú abuso venía disfrazado de amor”, “Esta es nuestra lucha. Vato ve a terapia”, “En mi país gritan más por un gol que por las más de 10 que matan todos los días” y “Todo este maldito sistema está mal”. Anuncio tras anuncio, conforman la cubierta que revela una realidad que el documento Violencia contra las mujeres en México, de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh), traduce en que durante 2021 en el país “del total de mujeres de 15 años y más, 70.1 % han experimentado al menos un incidente de violencia, que puede ser psicológica, económica, patrimonial, física, sexual o discriminación en al menos un ámbito y ejercida por cualquier persona agresora a lo largo de su vida”.

Me afinco unos minutos en esa misma zona. Volteo hacia Palacio Nacional y a la Catedral Metropolitana, noto cómo se congregan decenas de mujeres, unas de forma pacífica, otras avientan bolsas de basura, y otras, vestidas de negro y encapuchadas, golpean con martillos y más instrumentos las vallas metálicas.

Quienes se expresan en contra del muro conforman un discreto grupo y cuando están por prender pirotecnia, invitan a las otras manifestantes a retirarse, no las involucran, no las incitan a participar, y sobre todo, no las violentan.

También hay tiempo para apapachar

El cariño en esta área es evidente. Distingo a una manifestante que se instala en la explanada para apapachar y alza con ambas manos su cartulina que anuncia: “Regalo abrazos sanadores”; otra transmite afecto a una niña al regalarle una flor.

Conforme se oculta el sol las manifestantes continúan prendiendo fogatas, pintan y rayan el suelo, no temen expresar un “Ya no tengo miedo” o “Machete al machote”. Incluso, varias, escriben los nombres de sus abusadores y lloran al terminar de redactar las frases. Por fortuna, no están solas, sus lágrimas las secan manos cómplices, manos de amigas, familiares o compañeras; y su dolor es soportado por toda una red de apoyo.

Son las 19:00 horas y decido marcharme. Camino otra vez por los mismos rincones. Al pasar por el asta bandera me doy cuenta de que las manifestantes crean sobre ella un “tendedero de denuncia”. Colocan imágenes, son los rostros de varones acusados de diferentes tipos de violencias y abusos.

La escena es fuerte, dolorosa, indignante, pero también es un recordatorio para reclamar que la justicia no tarde en llegar como ha pasado con víctimas de feminicidios, una de ellas es Yang, que fue encontrada muerta a la edad de 21 en su departamento en la Ciudad de México, el 21 de septiembre de 2014. Su cuerpo fue golpeado y sufrió asfixia, sólo que las autoridades de la que fuera la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal “abrieron una averiguación previa bajo la hipótesis de un suicidio”, y el 4 de agosto de 2016 “decidieron el no ejercicio de acción penal en contra de la expareja de Yang”, su nombre es Juan Humberto Martínez Cortés.

Cuando descubrieron que Juan ejerció otro feminicidio, hacia Campira Lisandra Camorlinga Alanís, Mónica Borrego, madre de Yang, tuvo más elementos para demandar justicia por su hija, por lo que el 6 de mayo de 2021 “logró que la ahora Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México solicitara la detención por feminicidio agravado en contra de Yang, dos años y medio después, el 24 de noviembre del 2023, Juan Humberto Martínez fue sentenciado a 52 años de prisión”, dice el texto Las huellas de los feminicidios en CDMX, de ONU Mujeres.

Asimilo todo lo vivido esta tarde y me despido del Zócalo. De ambos lados, detrás del muro (en la Catedral Metropolitana) y por parte de las manifestantes, comienzan a arrojarse productos. Me alejo. Camino de nuevo por avenida 5 de Mayo donde quedaron registros en espray: “Fuimos todas” y “El feminismo será antiespecista o no será”. Son apenas algunos.

Los civiles y las manifestantes se encuentran en la calle; los empleados de negocios de ropa y calzado abren las puertas enrollables y los trabajadores de la limpieza comienzan su dura jornada. Después de que este año se “rompió récord” en asistencia, con estas nuevas imágenes de cotidianidad, pareciera que tratan de decir que “aquí no pasó nada”.

Aspectos de la marcha 8M. México, 2025. / Fotos: Estefania Ibañez.

Fuentes:

https://www.milenio.com/policia/sesnsp-reporta-cifra-feminicidios-2-meses-2025

https://semujeres.cdmx.gob.mx/storage/app/media/CARTILLA_DERECHOS_MUJERES.pdf

https://infosen.senado.gob.mx/sgsp/gaceta/65/1/2022-07-06-1/assets/documentos/65-PA_Morena_Dip.Bautista_violaciones.pdf

https://www.mexicoevalua.org/la-justicia-deja-atras-a-las-mujeres-solo-4-de-cada-100-casos-de-violacion-se-resuelven/

https://www.inegi.org.mx/tablerosestadisticos/vcmm

https://lac.unwomen.org/es/stories/noticia/2024/03/las-huellas-de-los-feminicidios-en-cdmx


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