Diciembre, 2024
Melissa Roura es videoasta, fotógrafa y reportera cultural. También es mezzosoprano, dibujante, difusora y gestora cultural. Si bien ya tiene en su haber un libro de fotografía —Mirada silente—, y un relato suyo está incluido en la antología Las siluetas de la muerte, con Soy mar, soy palabra Melissa ha hecho su debut poético. Con ella es la conversación.
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Melissa Roura es videoasta, fotógrafa, reportera cultural y editora de noticias en Canal Once, Premio Nacional de Periodismo 2022, mezzosoprano, dibujante, difusora y gestora de asuntos culturales. Si bien ya tiene en su haber un libro de fotografía: Mirada silente (2018), y un relato suyo está incluido en la antología Las siluetas de la muerte (2023), con la publicación de Soy mar, soy palabra (Cofradía de Coyotes, 2024) Melissa ha hecho su debut poético.
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Nacida en la Ciudad de México en abril de 1986, Melissa estudió canto clásico en la Escuela Superior de Música, la licenciatura de Comunicación Audiovisual en la Universidad del Claustro de Sor Juana, y en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos cursó la maestría de Teorías Literarias y Filosóficas contemporáneas.
Sin embargo, desde su infancia, su vida estuvo cercana a los libros y a la lectura, a la música y el canto, a las artes visuales y, en general, a la cultura toda. Los responsables de ello, por fortuna, fueron sus padres: ella bailarina de ballet; él, periodista y escritor.
Hace unos días, mientras conversaba con Melissa, no pude evitar preguntarle sobre aquellos días: “¿Cómo se dio tu acercamiento con la cultura, con el arte?, ¿cómo fueron esos primeros pasos?”
—Es cierto: ese primer acercamiento con la cultura fue desde que nací, ya que mi círculo familiar estaba dentro de la cultura, fue lo único que conocí de chica y, conforme crecí, fui viendo que no era el único universo, pero ya me había permeado, ya circulaba en mi sangre. Así que de esta forma crecí y, desde entonces, aprendí a expresarme a través del arte, de la escritura, de la música, del pensamiento.
—En efecto. En tu joven trayectoria has incursionando en diversas disciplinas: el canto, la fotografía, el cine, el periodismo cultural, la escritura… Me intriga saber si esta diversidad es por una búsqueda interior —una búsqueda por hallar tu voz, por ejemplo— o es que cada disciplina te permite expresar algo diferente; ¿el incursionar a esta diversidad de áreas te ayuda a expresar mejor lo que quieres? Por ejemplo, ¿qué te da la fotografía que no te da la escritura?
—Interesante pregunta. Es cierto lo que comentas: en realidad, cada disciplina es una herramienta para mí para expresar diferentes necesidades emocionales. No es tanto una búsqueda interior, sino una expresión de mi mundo interior hacia el abismo. Por ejemplo, la fotografía la tomo para mostrar el mundo ya hecho y mostrarlo de una forma bella; la música la uso para sacar mis emociones atoradas; la escritura para contar cosas y definir perspectivas… La pintura y la danza, en cambio, son sólo pasatiempos.
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El año pasado (2023), en estas mismas páginas culturales, Víctor Roura escribía: “El 7 de abril es una fecha que, aun en mi agonía, estará presente en mi vida. Ese día nació Melissa, mi adorada hija, por quien he decidido vivir con la compañía de su presencia y voz ocasionales. No sé si fui, si soy, un buen padre, que esas cosas no se enseñan sino se aprende, se aprehende, en el curso de la vida. A ella le he dicho que me gustaría regresarme en el tiempo únicamente para vivir más horas con ella”.
En efecto: el veterano periodista y escritor es el padre de Melissa Roura. Por eso, en la conversación, no pude evitar preguntarle por él y por sus autores de cabecera, esos autores que le acompañan noche y día; vaya, que ha guiado su escritura.
Melissa se sinceró:
—No tengo en sí un autor de cabecera, pues cada año cambio y cada año me acompañan nuevos y distintos. Pero, definitivamente, siempre me han acompañado las palabras de mi padre, que me han formado y que he seguido. Sé que ambos tenemos diferentes perspectivas de la vida, pero su visión le dio forma a mi realidad.
—En el caso de la poesía, ¿cómo se da tu proceso creativo, cómo surge ese deseo de convertir algo en poesía?
—Simplemente me es más fácil expresar las cosas de una forma abstracta que lineal. En un poema rompo estructuras para poder explicar algo que no es lenguaje.
—En el caso concreto de Soy mar, soy palabra, ¿por qué la poesía? ¿Qué hallas en la poesía que no encuentras en otros géneros?
—Me gusta mucho la filosofía y los rompimientos del lenguaje. Sé que con la narrativa se puede hacer esto, pero la poesía para mí es como un río: fluye en mí y necesito bajarlo al papel. En realidad, siempre he escrito poesía pero no pensaba que pudiera publicarse. Estar rodeada de tantos buenos escritores me hacía pensar que ya nada importaba, que nada nuevo se podía decir. Pero no es cierto eso. Veo que el conocimiento y las cosas pueden ser infinitas. Al ver esta publicación, este libro, me doy cuenta que no todo en el mundo está dicho y que mi pensamiento puede resonar.
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Hay en las páginas de Soy mar, soy palabra un tratamiento sorprendente de algunos temas literarios fundamentales: el amor, el paso del tiempo, la adolescencia, las vivencias de la madurez, la muerte o la relación con el espacio urbano y con la naturaleza. Así que la pregunta era inevitable:
—¿Cómo se gesta este libro, cómo brota Soy mar, soy palabra?
—En realidad, el editor me leyó y fue quien me lo propuso. Como ya comenté, yo no hubiera pensado en una publicación, pues entre gigantes creí ya todo vano. Fueron los ojos de alguien más, ojos ajenos a mí. Y entonces acepté e hice un repaso de algunas cosas que tenía y elegí esta compilación.
—Me llama la atención la diversidad de temas que abordas en Soy mar, soy palabra. ¿Cuáles son los temas más relevantes que quieres introducir en tu poesía? ¿Todo puede ser cantado en la poesía?
—Lo que más me gusta es el análisis de la realidad. Desentrañar lo emocional y la mirada del mundo. ¿Cómo vemos el mundo? Aquí doy un breve asomo a mis pensamientos y definiciones de algunas cosas, como el cine, el tiempo, esa sensación extraña que llamamos celos, entre otras cosas…
—Pero, entonces, en el caso concreto de los versos de Soy mar, soy palabra: ¿poesía como autoconocimiento o autodescubrimiento?
—Más bien, como explicación de mi mundo.
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—Pregunto lo anterior, pues también me llama la atención el tono de algunos poemas: unos están guiados por el amor, otros por la incertidumbre, unos más por la desesperación o la desesperanza. “Me siento para descansar la tristeza”, dices en uno de ellos…
—Lo que sucede es que no hubo una línea concreta, o, digamos, un solo sentimiento en este libro, porque yo no soy una sola emoción. Es como una breve mirada hacia mí. No me gusta decir “amor” en general, pues sentimos diferentes cosas con esa palabra, y también la tristeza y la nostalgia se llenan de diferentes colores. El libro es una brevedad de todo eso.
—“Estoy en una ausencia constante de inconstancias. / El tiempo fluye en mi cabeza. / El tiempo, ese algo efímero y extraño que la gente dice conocer”… ¿Ante la incertidumbre, el poema puede ser un puente o una salvación?
—Una salvación. Las palabras para mí son un descanso. Sólo cuando se pronuncia, ya que mi interior continúa siendo un torbellino. Pero cuando escribo y leo, toma forma ese viento.
—¿Y el título del libro? Ambos conceptos: mar y palabra, abarcan demasiadas cosas y ambas tienen enorme peso. ¿Has querido expresar algo concreto con el título?
—Como comenté, descanso en las palabras, es por ello que me digo “ser” definido por el lenguaje. Existir si lo nombro. Y el mar siempre me ha provocado lo contrario.