Miriam Makeba: el canto de la verdad
Marzo, 2024
Vio la luz primera en Sudáfrica, el 4 de marzo de 1932, y se marchó de este mundo el 10 de noviembre de 2008. Conocida también como Mamá África, Miriam Makeba fue mucho más que una cantante al uso: fue una voz de la verdad y fue asimismo una activista por los derechos humanos, la dignidad humana, la lucha contra el racismo y el apartheid en su país natal. En su revisión de los sonidos africanos, Constanza Ordaz se detiene ahora en esta cantante y músico revolucionaria.
Llegó a este mundo en Johannesburgo, Sudáfrica, el 4 de marzo de 1932, y se marchó el 10 de noviembre de 2008. A 16 años de la muerte de Miriam Makeba, el balance de su vida artística aún no está debidamente completado. Su obra, variada por su sentimiento político, el amor y su apego a los ritmos bailables, podría clasificarse a condición de que quien cubra esta función sea un especialista abierto y genuino, porque Miriam no se andaba por las ramas cuando de hablar con claridad se trataba; y, sobre todo, de decir cosas delicadas a la hora de cantar, según nos lo explica el libro: La música es el arma del futuro (Fifty Years of African Popular Music, Frank Tenaille, Editorial Lawrence Books, Chicago, 2002).
Del tingo al tango con su canto
Miriam Makeba pertenecía a la etnia xhosa, señala su biografía. Comenzó su carrera como cantante en los años cincuenta con el grupo Manhattan Brothers, y después fundó su propia banda, The Skylarks, que mezclaba jazz con música tradicional sudafricana. “Fue el ser superior quien me dio una voz, pero fueron mi madre y mi abuela quienes me dieron mis primeras palabras para cantar”, recordaba la sudafricana, cuya madre era una sangoma —curandera dotada con poderes de predicción y médium entre nuestro mundo y los antepasados. Aunque la joven Miriam aprendió las canciones de su oficio, se hizo famosa cantando en la supuesta ópera-jazz King Kong y en el documental Come Back, África, rodado ilícitamente en Sudáfrica. El gobierno del apartheid, sin embargo, había accedido a que Makeba lo promocionara en el Festival de Cine de Venecia, en 1959, para luego retirarle su ciudadanía durante su ausencia.
Makeba se instaló entonces en Estados Unidos y, como protegida del músico, actor y activista Harry Belafonte, logró gran éxito con los temas “Mbube”, “Pata pata” y “The click song” que juega con los chasquidos particulares del xhosa, su idioma materno. Incluso llegó a cantar en el cumpleaños del presidente John F. Kennedy, en 1962, y aprovechó su celebridad para dar publicidad al sufrimiento de su pueblo y al panafricanismo (el movimiento político, filosófico, cultural y social que promovía la unión entre los diversos Estados que fueron surgiendo al calor de la emancipación africana).
Los anales pendientes de su militancia
Makeba habló en dos ocasiones frente al comité especial contra el apartheid de Naciones Unidas y, en 1963, fue la única artista invitada por el emperador Haile Selassie (1892-1975) a la inauguración de la organización de la Unidad Africana, en Addis Abeba. Sin embargo, su carrera norteamericana se truncó al casarse con un notable militante de los Black Panthers, Stokely Carmichael. Makeba se convirtió así en persona non grata y, en 1969, la pareja se vio obligada a trasladarse, primero a Argelia y, dos años después, a Guinea. Era una época de abierto optimismo en África —con la reciente independencia de muchos países— que Makeba simbolizaba, ganándose el apodo de «Mamá África» y desarrollando un repertorio panafricano con canciones de Sudáfrica, Guinea, Zaire y Kenia, particularmente “Malaika”, que coronó su triunfo en el Festac (Segundo Festival Mundial de Artes y Cultura Negras y Africanas) de Lagos, en 1977.
Makeba llevó estas canciones por África, Europa y Asia, viajando con pasaportes honorarios de nueve países africanos, pero la industria discográfica norteamericana no le dio la bienvenida hasta que participó en la gira Graceland de Paul Simon, en 1987. Poco después, volvió a recurrir a las canciones de su madre y grabó, con arreglos escuetos que intensificaron el poder de su voz, el álbum Sangoma, aunque después su canto haya acabado hundiéndose en los ringorrangos de sus siguientes discos, como Sing me A Song, en 1993, que celebró su vuelta a Sudáfrica después de un exilio de más de treinta años.
Espíritu artístico e inquietud política
En 2001, Makeba fue condecorada con la Medalla de Oro Otto Hahn de la Paz, de la Sociedad Alemana para las Naciones Unidas (DGVN). Un año después, en 2002, fue galardonada con el Polar Music Prize, que otorga la Real Academia Sueca de música.
El 10 de noviembre de 2008, Mamá África —Miriam Makeba— falleció en la localidad de Castel Volturno, en el sur de Italia, a causa de un paro cardiaco que se produjo tras haber participado en un concierto contra el racismo y también en apoyo al escritor Roberto Saviano, en ese momento asediado por la mafia italiana.
Mamá África solía decir: “No canto política, simplemente canto la verdad”. Y sí: en Makeba se sintetiza el espíritu artístico con la inquietud política, después de observar en el racismo un lastre que mantenía atado a su país, sometido a la voluntad de la oligarquía blanca. Para ella, sin una voluntad incluyente y sin democracia, la creación artística sólo era una mentira.
Un último detalle. Mamá África dejó una amplia discografía, casi toda disponible en las plataformas de streaming: Miriam Makeba, Pata Pata, An Evening with Belafonte / Makeba (en colaboración con Harry Belafonte), The World Of Miriam Makeba, A Promise, Makeba Sings!, Country Girl, Sangoma, Homeland o All About Makeba.