Artículos

Un Prometeo desencadenado en Bellas Artes

El nuevo libro de Federico Rubli.

Febrero, 2023

En 1971, el Palacio de Bellas Artes, uno de los recintos culturales más solemnes de México, abrió sus puertas a un “espectáculo pop” de más de dos horas que llenó butacas, llamado Prometeo. El performance —más cercano al movimiento contra-arte que al contracultural— incluyó la actuación de desnudistas, poetas, luchadores, tragafuegos, faquires y músicos; hubo danzón, música electrónica, blues y, lo más sobresaliente e inaudito, la actuación de tres grupos de rock —en plena censura y represión contra el género y sus hacedores—, lo que dio como resultado el cese del entonces director general del INBA. Totalmente borrada de la memoria oficial, y hasta de los registros del propio Palacio, la historia llegó a oídos del escritor y periodista roquero Federico Rubli Kaiser, quien ahora la ha desenterrado del olvido y la ha reconstruido en el libro Prometeo 71 / Arte pop y rock en Bellas Artes. El periodista Víctor Roura ha conversado con Federico Rubli, pues, como él mismo expresa aquí, “¡Cómo es que algo así se haya llevado a cabo en Bellas Artes!”.

Federico Rubli (Ciudad de México, 1954), aunque abandonara el periodismo alrededor de dos décadas y media por concentrarse en su profesión de economista —egresado del ITAM—, en realidad no dejó nunca la escritura, la cual circula con latente organicidad en su cuerpo, a la que volviera con denuedo inmaculado a partir de los años noventa luego de haber empezado desde muy joven a su tarea de cronicar asuntos roqueros, primero, en la revista México Canta. Desde que retornara, en 2007, a la narrativa roquera con el volumen Estremécete y rueda: loco por el rock & roll, Rubli Kaiser no ha soltado la pluma (con las fotos de Graciela Iturbide y un ensayo suyo a mediados de la segunda década del siglo XXI publicó Yo estuve en Avándaro), al grado de que ahora, bajo el sello Trilce Ediciones, acaba de dar cuenta, en un libro que nadie sino él podía escribir, de un hecho, además de inédito, sorprendente en México: la realización de un performance con la actuación de tres agrupaciones mexicanas de rock… ¡en Bellas Artes en el último mes del año 1971, a sólo tres meses de haberse efectuado el Festival de Avándaro en Valle de Bravo! Prometeo 71: Arte pop y rock en Bellas Artes es el título del libro que es un verdadero documental donde se reseña un hecho que hoy nadie recuerda ni se tiene registro en la memoria oficial.

La investigación

—En tu nuevo libro abordas un performance efectuado en el foro central de Bellas Artes hace ya medio siglo, el 4 de diciembre de 1971, en el cual se involucraba al rock… ¡después de la prohibición expedita del gobierno de Luis Echeverría hacia todo lo que oliera a rock! Tú tampoco estabas enterado de aquella escena. ¿Cómo te involucraste en el tema, por qué decidiste escribir sobre él, cómo se fueron dando los sorprendentes resultados?

—En efecto, ese sábado 4 de diciembre de 1971 se escenificó por única vez un espectáculo cultural multidisciplinario que incluyó, por primera y única vez en la historia del Palacio de Bella Artes, ya en forma, a grupos de rock. Dicho montaje se anunció como “Prometeo Espectáculo Pop. Poesía, Danza, Música. 60 artistas en escena”, y en la parte inferior del anuncio se leía “Rock. Javier Bátiz, Dug Dug’s, Peace & Love”. Es decir, tres de los mejores grupos de rock de esa época, que fueron parte emblemática del primer movimiento de rock original mexicano bautizado como La Onda Chicana.

“En esa época yo andaba activamente metido en el periodismo del rock, y sorprendentemente no me enteré en su momento de este espectáculo. De hecho, muy pocos compañeros supieron de esto. En las decenas de años posteriores, tampoco era un evento que fuera comentado o recordado. Fue 46 años después, en 2017, que de manera fortuita supe de la existencia de Prometeo, apenas a través de un recorte de periódico y el programa respectivo. Me quedé muy sorprendido, pues nadie tenía a Prometeo en el radar. Pero lo que no me cuadraba es que prácticamente a escasos tres meses de distancia del Avandarazo que desató la feroz censura y represión contra el rock mexicano, las autoridades hayan autorizado abrirle las puertas del máximo recinto cultural del país al rock. E incluso incluir a dos grupos que tocaron en Avándaro: Dug Dug’s y Peace & Love. Mi intriga aumentó, pues se me hacía muy extraño que ni Ricardo Ochoa (Peace & Love), ni Armando Nava (Dug Dug’s), ni Javier Bátiz me hayan comentado alguna vez de que habían tocado en Bellas Artes. Consideré que sería un tema importante para desentrañar e investigar y, quizás, escribir un artículo periodístico sobre ello. Pero conforme la investigación fue avanzando gracias a unos hallazgos sorprendentes, me percaté que tendría material suficiente para un libro. Me aboqué entonces a tratar de armar el rompecabezas de Prometeo. Estaba convencido de que se trataba de un episodio muy importante para la historia del rock mexicano y que había que desenterrarlo del olvido y reintegrarlo a la memoria histórica del arte y la cultura de nuestro país.

“Gracias al programa de Prometeo que cayó en mis manos me percaté que se trató de un espectáculo multidisciplinario, pues incluyó danza moderna con bailarinas haciendo striptease, una escenificación de lucha libre, recitación de poesía, música con un grupo de danzón, tragafuegos, faquires, música electrónica, proyecciones fílmicas, un grupo de blues y, como comenté, la actuación de tres grupos de rock. Es decir, todos los elementos de lo que hoy llamaríamos un performance y que en la época se consideraba como un happening. Me di cuenta que claramente Prometeo había sido un espectáculo adelantado a su época. Pero para mí seguía siendo un gran misterio; ¡cómo es que algo así se haya llevado a cabo en Bellas Artes!

“Ello me motivó para investigar al respecto. Pero no había mucho de donde partir. Unas visitas a la hemeroteca apenas y me dieron algunas pistas y notas. En el programa decía que los creadores de Prometeo fueron los hermanos Coen: Arístides, Arnaldo y Amílcar, todos responsables de la producción, escenografía, conceptualización y música. Como productor también se incluyó a Roberto Mosqueira. Sabía que Arnaldo Coen era un famoso artista plástico, Premio Nacional de Ciencias y Artes [2014] y miembro de la llamada Generación de la Ruptura. Así que lo localicé y Arnaldo se motivó en el proyecto para rescatar a Prometeo del olvido. Siguieron varias conversaciones extensas con él y con Roberto Mosqueira. Durante todo el año 2020 prosiguió mi investigación y el rompecabezas de Prometeo se fue armando. Entrevisté también a cerca de 15 músicos que habían participado en el espectáculo. Todos esos testimonios que recogí me permitieron reconstruir mediante una narrativa todo lo que fue el espectáculo Prometeo. Fui descubriendo como fue que el rock llegó a Bellas Artes gracias al entonces director general del INBA, el doctor Miguel Bueno, pero cómo también fue cesado después de haber otorgado el permiso. Y un hallazgo sorprendente fue que en agosto de 1971 ya se había escenificado una función de Prometeo en el Centro Deportivo Israelita. A la vez, Arnaldo me proveyó con muchas imágenes que encontraron su lugar en el libro. Y el texto es muy rico en anécdotas”.

El escritor y periodista roquero Federico Rubli.

Armando Molina, el causante original de la inquietud

—Por haber escrito alguna vez que Armando Molina, que en paz descanse, reprodujo los gestos y los coros de Woodstock en Avándaro (“¡No rain no rain…” cuando se soltó la lluvia en Valle de Bravo durante la madrugada), aparte de haber subrayado la inutilidad roquera de su grupo La Máquina del Sonido, este cantante empezó a agraviarme públicamente diciendo incluso que yo no había tenido estudios de ninguna especie por mi notorio arribismo al rock. Tengo entendido que Armando Molina [1943-2019] te introdujo al conocimiento de este Prometeo en Bellas Artes…

—Armando Molina fue todo un personaje en el rock mexicano con varias facetas: músico, compositor, productor, comunicador y mánager. Tendía a ser muy voluble en el trato con la gente, a eso atribuyo la forma en que te insultó. Tenía muchos conocimientos sobre el rock mexicano, pero también sentía, con arrogancia, que era la autoridad única en la materia. Abiertamente decía que el rock mexicano no le había reconocido su trascendencia, sobre todo como el principal organizador de Avándaro. Tenía un gran archivo de fotos y recortes periodísticos. A los 20 años de Avándaro escribió un manuscrito que calificó como “la verdadera historia”, pero nunca pudo publicarlo. En 2012 decidió dejar la Ciudad de México para radicar en Hermosillo, donde pensó que podría abordar diversos proyectos musicales. Desde que lo conocí hace muchos años, mi contacto con él fue amistoso y le hacía frecuentes consultas sobre roqueros mexicanos, eventos, grabaciones, etcétera. Cuando se fue a Hermosillo seguimos en contacto a través del correo electrónico. Un buen día en 2017 me mandó el programa y un recorte periodístico de Prometeo. Como ya comenté, no tenía conocimiento de este evento y me sorprendió que haya sido en plena censura posAvándaro. Al preguntarle a Molina mayores detalles, me dijo que no se acordaba, ya había pasado mucho tiempo, pero debería buscar a los hermanos Coen, creadores de Prometeo.

“Definitivamente, Armando me había plantado la inquietud de investigar a fondo este evento y resolver mis incógnitas, así como entender las circunstancias bajo las cuales se dio.

“Como falleció en noviembre de 2019 después de una agónica enfermedad, Molina no supo que ya había yo localizado a Arnaldo Coen y que la investigación sobre Prometeo iba avanzando y enriqueciéndose. Pero en definitiva debo a Armando el que haya traído a mi atención a Prometeo, que fue lo que me motivó a escribir este rescate”.

Una tocada más

—En efecto, Federico, yo tampoco, antes de la aparición de tu importante libro, estaba enterado de aquella actividad. Don Miguel Bueno (1923-2000), quien sólo estuvo al frente del Instituto Nacional de Bellas Arres un año, de 1970 al 71 justamente por esta minucia del rock, creo que no estaba enterado de la prohibición determinante de este género musical en México luego de Avándaro en septiembre de 1971: Luis Echeverría Álvarez había comprado a todos los medios de comunicación para silenciar todo lo que tuviera que ver con el rock. Y ya sabemos que con el dinero baila muy bien el perro. Ni Felipe Maldonado, ni Ricardo Ochoa, ni Armando Nava, ni Javier Bátiz, como a ti, nunca me comentaron nada. ¡Y vaya si no había sido una proeza haber tocado en Bellas Artes en ese año 1971! ¿A qué lo atribuyes, Federico? ¿Tampoco los músico se percataron de tal trascendencia por la resistencia cultural que representó justo en ese momento? ¿Era entonces Bellas Artes sólo una especie de hoyo fonqui donde se podía o no tocar rock? Entiendo que no se le haya difundido porque la prensa estaba vendida a los placeres del gobierno, ¿pero los músicos no podían percatarse de los alcances culturales de Prometeo?

—Precisamente lo que me llevó a investigar el evento de Prometeo es que se haya dado en plena censura del gobierno de Echeverría a todo lo que era rock y las concentraciones masivas de jóvenes. Así, como dices, es una aparente incógnita que el director general del INBA haya autorizado este espectáculo. Pero al entrevistar a Arnaldo Coen se me aclararon las circunstancias bajo las cuales el doctor Miguel Bueno autorizó este espectáculo en la máxima casa de la cultura y el arte. Resulta que después de la escenificación del primer Prometeo en agosto de 1971 en el Centro Deportivo Israelita, en una cena en el departamento de la afamada escultura Charlotte Yazbek, Arnaldo y su hermano Arístides conocieron a Miguel Bueno, que por cierto su segundo apellido era “Y Malo” en lo que parecía una broma. Estuvieron conversando, y ellos muy emocionados le comentaron el éxito que acababan de tener con su espectáculo pop. Sin más, con mucho entusiasmo, Bueno les dijo que por qué no montaban a Prometeo en Bellas Artes; les dijo que no tenía presupuesto, ellos se deberían de encargar de los gastos pero les ofreció la publicidad y la taquilla, que al final no recibieron nada. Así fue como le tomaron la palabra.

“Pero queda el misterio, como dices, de por qué dio su anuencia a este espectáculo tan fuera de línea de lo que el régimen quería para los jóvenes. Estuve investigando algunas fuentes hemerográficas acerca de Miguel Bueno, incluso unas entrevistas que le hicieron años después, y pude armar el rompecabezas. El doctor Bueno era amigo personal del presidente Echeverría, quien por ello lo nombró al inicio del gobierno en 1970 como director general del INBA. Pero, desde un inicio, Bueno tuvo muchos problemas con su jefe, el secretario de Educación: Víctor Bravo Ahúja, quien quiso poner a una de sus gentes como director. Así que se dedicó a bloquear y hostigar la labor de don Miguel, quien no quiso ir a quejarse con Echeverría. Aparentemente ya estaba harto del secretario cuando la famosa cena mencionada, y ya tenía intenciones de renunciar. Entonces seguramente vio en Prometeo la oportunidad de darle la puntilla a Bravo Ahúja demostrándole su independencia y que él sí tenía un criterio abierto en pro de la juventud y las expresiones modernas del arte, y no era un reaccionario cultural como él. Pero obvio sabía que Prometeo sería su despedida. Y efectivamente el lunes 6 de diciembre, después del sábado de Prometeo, fue cesado de su puesto. Fue una blasfemia para las autoridades que haya habido bailarinas de striptease y rock y dos mil jóvenes eufóricos fumando mota en Bellas Artes.

Portada del libro Prometeo 71.

“Ahora bien, Víctor, preguntas: ¿los músicos no se percataron de la trascendencia de que tocaron en Bellas Artes? ¿Por qué solo algunos recuerdan esa proeza? ¿Por qué no han hablado más seguido de ello a lo largo de los años? No fue por la resistencia cultural del momento, la explicación es más sencilla. De los participantes que entrevisté, fue muy curioso que varios de ellos me dieran la misma respuesta. Todos mencionaron que era una época de mucho auge para las tocadas de rock; estaban muy activos y estaban ganando mucha lana. Por ejemplo, Felipe Maldonado y Ricardo Ochoa, de Peace & Love, me dijeron que tenían las semanas saturadas de tocadas. Incluso los sábados y domingos tenían funciones en dos lugares diferentes. Por ello varios me dijeron que Bellas Artes había sido simplemente una tocada más.

“Pero algunos sí tuvieron muy claro que el que se hayan abierto las puertas de Bellas Artes al rock era algo trascendente. Por eso para mostrar su reverencia Armando Nava y sus Dug Dug’s se vistieron de frac para la ocasión. Y la narración que recojo en el libro de Ricardo Ochoa y de Felipe Maldonado refleja que sí sintieron que era un hecho solemne que el rock haya resonado entre las grandes columnas de mármol de la Gran Sala. Pero yo creo que con el paso de los años no se percataron del alcance cultural que tuvo su participación en Prometeo y por ello no hablaban mucho de ello.

“Ahora bien, yo tengo otra hipótesis de por qué después de Avándaro no cancelaron la función. Yo creo que Prometeo pasó desapercibido ante los grandes censores gubernamentales porque la publicidad, que sí hubo en los periódicos, mencionaba que era un espectáculo de música, danza y poesía, que es lo habitual para Bellas Artes, por lo que no llamaba particularmente la atención. Apenas y abajo del cartel, no en letra muy grande, aparecían los nombres de los tres conjuntos de rock.

“Finalmente las reseñas del espectáculo que publicó la prensa no fueron escandalosas ni amarillistas como en el caso de Avándaro, algo que llama la atención. Fueron crónicas objetivas y no escandalosas de lo que fue Prometeo ese 4 de diciembre”.

Medio siglo en el olvido

—En aquella temporada nada se hablaba de rock o se hablaba muy mal del género musical. Nadie escribía sobre rock mexicano en la prensa. ¡Incluso el que antes lo hacía dio el giro en su columna para hacer reseñas de jazz! Una prensa de espectáculos objetiva y no escandalosa, dices. ¿Qué fue lo que encontraste, entonces? Dudo de la objetividad de la prensa rosa, Federico. Y, que yo recuerde, ni en las revistas especializadas como México Canta y Pop se abordó el tema. Ni Armando Molina, ni Parménides, ni José Agustín, nadie habló de esa cima roquera: ¡antes que Óscar Chávez, que Los Folkloristas, que Les Luthiers, ¡estuvieron Peace & Love, Dug Dug’s y Javier Bátiz en Bellas Artes!

—¡Sí, así fue! ¡La única vez en la historia de Bellas Artes que grupos de rock pisaron ese escenario! No ha vuelto a haber rock en el Palacio. Bueno, menciono un hecho previo en que Los Locos del Ritmo fueron los primeros en 1960, pero no fue algo en forma como sí lo fue Prometeo.

“Acerca de tus comentarios sobre la prensa, en realidad en la época preAvándaro sí se hablaba bastante de rock mexicano, al menos en las revistas especializadas México Canta y Pop que mencionas. Tú y yo fuimos parte de ese esfuerzo por varios años en la revista México Canta, que por cierto guardo gratos recuerdos de nuestra interacción en esos tiempos. Incluso, si recuerdas, en un momento posAvándaro tú y yo codirigimos la revista. La prensa de espectáculos del inicio de los setenta ocasionalmente sacaba notas sobre rock mexicano, pero nada vinculado con la Onda Chicana, sino comentaban actividades y chismes de los ídolos rosa del ayer como Enrique Guzmán, César Costa o los hermanos Carrión. El rock grueso era de hippies y mariguanos y evidentemente por órdenes del gobierno la prensa no debía ocuparse de ello.

“Ahora bien, cuando digo que la prensa de espectáculos reportó a Prometeo en forma objetiva y no escandalosa, a lo que me refiero es que fácilmente podrían haberse ido esas reseñas por el amarillismo y el sensacionalismo, destacando por ejemplo el consumo de mota en el recinto y la algarabía y el desmadre de los dos mil jóvenes presentes, como sí lo hicieron con el complot mediático en contra de Avándaro. Y hablo en particular solamente de la nota que hubo en Excélsior. ¿Qué encontré entonces en esa nota perdida de ese periódico? Pues una descripción de lo que se vio en ese espectáculo: las bailarinas desnudas con sus cuerpos pintados por Arnaldo Coen haciendo striptease, el tragafuegos, los grupos de rock; en fin, todo lo que se escenificó. La nota se acompañó de fotografías de Bátiz en plena actuación con Baby Batiz y Macaria cantando los coros.

“Entiendo tu perplejidad sobre por qué México Canta y Pop no abordaron el tema y por qué Armando Molina, José Agustín, Parménides y otros no hablaron sobre ello. En especial José Agustín debió haberlo mencionado en sus textos sobre las expresiones contraculturales en México. Me lo explico porque fue muy efímero y no se le hizo mucha publicidad. Ni tú ni yo, que andábamos en México Canta, nos enteramos. En el caso de Molina es todavía más enigmático que no haya publicado algo al respecto, ya que él era el manager de Peace & Love y fue quien les consiguió que formaran parte del elenco.

“Debo mencionar que al estar investigando, cayó en mis manos un ejemplar de México Canta de inicios de 1973 donde curiosamente se publicaron dos fotografías de la actuación de los Dug Dug’s en Prometeo. Aparecen, como dije, vestidos de frac con Armando Nava al frente tocando la flauta. Esas dos imágenes las reproduje en el libro.

Prometeo fue un fuego fugaz, vino un 4 de diciembre de 1971 e inmediatamente se enterró en el olvido por los siguientes 50 años”.

Póster publicitario diseñado por Arnaldo con base en una pintura de Arístides para la función de Prometeo en el Centro Deportivo Israelita el 26 de agosto de 1971.

La inexistencia de un acto vanguardista

—No es que el recinto haya sido desacralizado por haberse presentado agrupaciones de rock sino, y creo que esa es una de las virtudes de tu libro, que justo por tratarse de un foro supuestamente que conserva rigores artísticos, todo lo que sucede en ese escenario está, o debiera estarlo, respaldado por una autoridad de alto nivel cultural, si bien, con el paso del tiempo, han realizado allí audiciones figuras del engranaje comercial con fines meramente mercenarios apoyadas, en su momento, por líderes de la cúpula intelectual como el caso Monsiváis-Juan Gabriel en 1990 o mediante la renta del coso como ocurrió con Mijares en 2016, pero Peace & Love, Dug Dug’s y Javier Bátiz tocaron en ese espacio cultural, según tu sagaz apercibimiento periodístico, por una suerte de indiferencia del funcionarato apostado en ese momento en las vanguardias culturales. Esto, Federico, ¿le resta méritos al hecho sobradamente cultural?

—No, de ninguna manera le resta méritos. Prometeo fue un espectáculo multidisciplinario claramente adelantado a su época. Más allá del rock, la concepción de Prometeo fue congruente con los movimientos contra-arte más que contraculturales, que los hermanos Coen, Arístides y Arnaldo, venían plasmando en su estilo de arte progresivo. Prometeo fue así una manifestación avant-garde, única, un arte disruptivo en relación con la cultura convencional. Y el excelente rock original de Peace & Love, Dug Dug’s y Javier Bátiz se insertaba idealmente en esa ola progresiva, siendo un complemento ideal al arte pop que desplegaban los Coen.

“Como bien dices, hay que recalcar que los tres grupos de rock pudieron tocar en el Palacio debido a la indiferencia del funcionario supuestamente encargado en ese entonces de velar por la cultura y el arte, el secretario Bravo Ahúja. Prometeo con su rock se le coló sin darse cuenta. Pero también hay que destacar la actitud de Miguel Bueno quien fue el que consintió y empujó que Prometeo llegara a Bellas Artes. Si bien su principal motivo, como dije, era desafiar a su jefe, me parece que Bueno tuvo la visión de que se trataba de una expresión vanguardista del arte y que había que promover las expresiones de jóvenes artistas como los Coen. Aventuro a decir que seguramente Miguel Bueno no escuchaba rock ni sabía quiénes eran Bátiz, los Dug Dug’s y Peace & Love. Pero eso no importaba, él vislumbró que lo que los jóvenes Coen le planteaban era un espectáculo polifacético y revolucionario, justo lo que quería promover como su última expresión de autonomía para promover arte de vanguardia frente al conservadurismo de Bravo Ahúja. Claro, como ya mencioné, a sabiendas de que sería cesado.

“Y recuerda que las autoridades de Bellas Artes se avergonzaron que Prometeo se haya llevado a cabo. Lo consideraron un hecho indigno. Por eso borraron cualquier huella de los archivos del INBA al respecto. Eso lo sé porque, como parte de la investigación, hice una petición al INBA vía la Ley de Transparencia para que me dieran acceso a todos los documentos y demás material en sus archivos acerca de Prometeo. La respuesta oficial que recibí es que en los archivos no existe nada al respecto. O sea, Prometeo para Bellas Artes simplemente nunca existió”.

Censura y represión contra el rock

—Yo empecé a publicar unos meses antes de que finalizara 1972, Federico, si bien ésta no es una excusa de no haberme enterado, ni tantito, de aquel performance. Tú, jovencísimo, ya escribías entonces en México Canta, la cual codirigimos, lo recuerdo muy bien, hacia mediados de los años setenta. Lo que no deja de asombrarme, en efecto, es el desapercibimiento del acto. Por eso me parece que tu libro es una resonancia histórica, porque como ese hecho, Federico, ¿cuántas más cosas de valía culturales han sido indiferenciadas, o dejadas a propósito en el olvido, en la sociedad?

—Así es. Me parece que Prometeo es un buen ejemplo de cómo expresiones de valía cultural caen deliberadamente en el olvido por los prejuicios, actitudes ideológicas e intereses políticos de la clase gobernante. El caso de Prometeo es muy claro. ¿Cómo las altas autoridades de la Secretaría de Educación iban a permitir la difusión de lo ocurrido que ante sus ojos fue un espectáculo degenerado, poco digno y fuera de lugar para Bellas Artes? Por eso borraron todo vestigio de que Prometeo realmente ocurrió.

“No olvidemos que esa era la marca de ese gobierno de Echeverría; lo que hicieron con la censura y represión contra el rock mexicano fue una atrocidad. Toda una generación de jóvenes fue privada de una expresión músico-cultural, además de que propiciaron que la mayoría de los excelentes músicos de la Onda Chicana tuvieran que emigrar definitivamente a Estados Unidos al cerrarles sus fuentes de trabajo, el acceso a la radio, a los estudios de grabación. Me parece que el Avandarazo retrasó el desarrollo del rock mexicano como expresión cultural por más de una década. Fue cuando nos rebasó el rock argentino y español.

“Así que seguramente en los anales de la cultura mexicana, como sería en el teatro, la música, la danza, la literatura, existen esfuerzos valiosos enterrados que por el designio oficial no encontraron difusión. Es algo muy frustrante para el artista.

“Y las cosas no cambian cuando cambia el color del gobierno. Muchos artistas pensaron que con el advenimiento de la 4T tendríamos un gobierno proclive a impulsar el arte sin censuras, libre ni líneas establecidas. ¡Pero cuán equivocados estuvieron! A este gobierno sólo le interesa promover lo que sea acorde a su ideología rancia, además de que, en el orden de las prioridades presupuestales, la cultura y el arte están en los últimos lugares.

“Hay mucho desinterés en la mayoría de los funcionarios. Por ejemplo, Bellas Artes no mostró interés en publicar mi libro, pretextando que Prometeo ‘no iba en su línea editorial’. Me parece que no se dieron cuenta que se trataba de rescatar algo relevante para la propia historia del Palacio que no estaba documentado. Finalmente una editorial de calidad e independiente como lo es Trilce sí comprendió la relevancia de este desentierro del olvido y con esfuerzos presupuestales logró publicar mi obra.

“Por mi parte me siento satisfecho de que mi libro rescata a Prometeo y lo reintegrara a la corriente artística del México de esa época y deja asentado que, efectivamente, fue un testimonio de la creatividad irreverente y vanguardista de los hermanos Coen y de Roberto Mosqueira”.

Federico Rubli. / Foto: Chava Rock.

Falsa moralina

—En teoría, en efecto, se dice que no hay mejor momento para la cultura que el que estamos viviendo, lo que me cuentas del desinterés editorial del gobierno no es sino la verídica práctica de una burocracia que no se quiere salir del camino andado. ¿A qué crees que se deba el prolongado olvido de las proezas culturales? ¿Acaso estamos ante una prensa indefinida, encadenada (como Prometeo) a las viejas costumbres del ominoso silencio? Entiendo que en 1971 no existían las secciones culturales en forma (en Excélsior el Olimpo Cultural, que así se llamaban las páginas desarrolladas por Eduardo Deschamps para dedicarse a las actividades de la cultura sólo mientras se efectuase en México la Olimpiada de 1968), ¿pero de veras no había criterio para mirar la trascendencia o la irrelevancia de un acto cultural? A los diez años de Avándaro, Federico, recuerdo que yo fui el único en denunciar las vejaciones y las violaciones cometidas por la policía de Morelos contra los jóvenes que retornaban del cancelado, a última hora, festival conmemorativo. Sí, el rock estaba prohibido aún oficialmente, ¿pero la represión siempre ha sido un motivo impune de la glosa política?

—Pues ese prolongado olvido que refieres es producto de dejar en manos de burócratas muchas veces desinteresados e incapaces para las responsabilidades oficiales que les confieren.

“Hay que tener en cuenta que cuando hablamos de Prometeo nos remontamos al inicio de la década de los setenta. El gobierno quería imponer una cierta expresión artística congruente con su ideología. Y, sí, en esa época no había criterios para reconocer la trascendencia o, bien, irrelevancia de expresiones culturales y artísticas. Se aplicaba el criterio de una falsa moralina y pudor para reprimir expresiones artísticas. Además, son los años negros para el rock con la censura y represión que desató el Avandarazo. Ello fue prueba que la represión siempre es un aliado de los políticos para sus fines muy particulares.

“Pero, con todo, pienso que ha habido un cambio a lo largo de las décadas; pienso que la prensa cultural ha mejorado con los años y no diría que no se ha definido o que esencialmente siga atada a las costumbres añejas. Hoy, la mayoría de los diarios tienen secciones o suplementos culturales que atienden una gran variedad de expresiones artísticas. En la actualidad, por ejemplo, la Ciudad de México tiene una muy variada oferta artístico-cultural. Pero debe recalcarse que mucho de ello es por esfuerzos de instituciones y fundaciones privadas, galerías, institutos, asociaciones, etcétera, que han sabido abrirse camino al margen de esperar apoyos de todo tipo por parte de instancias gubernamentales. Yo diría que el arte y la cultura florecen en México a pesar, y lo subrayo, de las actitudes oficiales. Además, como ya te dije, este gobierno en particular desdeña la cultura al tener ahorcadas presupuestalmente a las dependencias respectivas. Por ejemplo, ya no hay becas para los jóvenes creadores como sí las había antes.

“En el libro toco el tema de la Danza Hebdomadaria y del Salón Independiente como antecedentes de Prometeo; fueron expresiones vanguardistas de fines de los sesenta e inicios de los setenta, de los cuales Arnaldo Coen formó parte prominente. Fueron toleradas y no corrieron con la suerte del olvido que sí le tocó a Prometeo.

“Quiero pensar que el desinterés actual que Bellas Artes ha mostrado ante la excavación de Prometeo sea un hecho aislado, más bien atribuido a las actitudes prepotentes y burocráticas. Aun así, reflexiono: ¿cuántos Prometeos más no andan escondidos por ahí, producto del silencio y represión del momento?”

En el baúl del olvido

—Independientemente de la burocracia en los servicios públicos, que de manera lamentable parece haberse perpetuado en esos sitios, déjame decirte que, bajo el nombre de Jóvenes Creadores, en el año 2022 se otorgaron 225 becas desde el Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales de la Secretaría de dicha área federal (espero que con criterios más plurales, menos entregados al compadrazgo y a las empatías o antipatías), si bien la repartición presupuestaria parece aún estar aliada a los cánones acostumbrados (miro, por ejemplo, a una familia casi entera en el sector Cultura entre cuñadas, hermanos, esposas, y a nadie parece afectarle tal disposición oficial)… Creo que la vieja burocracia tiene muy bien ancladas sus fijaciones en ciertos ámbitos políticos, por eso celebro la no difuminación de los creadores realmente autónomos: tu libro, repito, es una valiosa consigna teórica entre tanta práctica desvinculada de la dignidad cultural…

—Desconocía lo que comentas del programa de apoyos recientes de Jóvenes Creadores; bueno, al menos ahí se tiene un sistema modesto que apoya a jóvenes. Claro que, como señalas, habría que revisar las reglas de operación del programa y revisar que estos apoyos se otorguen sin amiguismos y compadrazgos. Son, desafortunadamente, prácticas burocráticas muy arraigas desde hace décadas.

“A los creadores de Prometeo, Arnaldo Coen y Roberto Mosqueira, gracias a su obra de más de 55 años se les puede considerar como artistas plásticos realmente autónomos. La brillante trayectoria de Arnaldo lo demuestra: miembro destacado de la llamada Generación de la Ruptura, al lado de Vicente Rojo, Manuel Felguérez, Pedro Coronel, Lilia Carrillo y Gunther Gerzso, entre otros, siempre mantuvo una línea creativa de vanguardia e irreverencia. Ciertamente, cuando creó a Prometeo, Arnaldo ya era un artista plástico consagrado a sus 31 años de edad.

“Creo que con mi rescate plasmado en este libro brindo un modesto homenaje a la creatividad artística del trabajo de Arnaldo y también a la vena artística de Roberto, siempre enmarcada en sus criterios de independencia de las fijaciones, intereses y prejuicios del poder político. Con todo, Arnaldo ha recibido importantes galardones oficiales: Premio Nacional de Ciencias y Artes y, recientemente, el año pasado la Medalla de Bellas Artes en Artes Visuales.

“Por todo lo que hemos conversado, me parece importante que con mi libro los círculos artísticos de hoy se enteren de lo que aconteció hace 50 años y se percaten que Prometeo fue una expresión muy creativa de un arte contestatario y rebelde que proyectó un vanguardismo incomprendido y no aceptado en esa época. Fue un espectáculo de nuevas formas y experiencias de las artes visuales, dramáticas y escénicas que se enmarcó dentro del Arte Pop de inicio de los setenta. Pero las autoridades se avergonzaron y lo consideraron algo poco digno para el Palacio de Bellas Artes. Por eso deliberadamente se fue al baúl del olvido. Pero afortunadamente me encontré con ese viejo baúl y lo pude abrir para compartir este hallazgo. Y como lo señalo al cierre del libro, cuando ahora asisto a Bellas Artes ya no puedo ver más a este recinto cultural como lo veía antes: Prometeo ha quedado ineludiblemente vinculado a la historia de Bellas Artes”.

Related Articles

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button