Diciembre, 2022
El 12 de diciembre de 1992 se inauguró Universum, el gran museo de ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México. Un sueño largamente acariciado por la comunidad de divulgadores científicos de nuestra máxima casa de estudios.
A mediados de la década de 1980, la UNAM comenzaba a darle forma a un sueño que tenía desde hacia varios años: hacer un museo moderno y participativo para divulgar la ciencia. Después de algunos inconvenientes, a finales de 1989 se dieron las condiciones idóneas y un puñado de miembros de la comunidad científica lideraron los trabajos que conformarían ese museo que aún no tenía nombre.
A manera de ensayo se inauguró la exposición Ciencia y deporte, en el Museo Universitario de Ciencias y Arte, y se prepararon otras 39 exposiciones temporales para montarse en diferentes espacios. Estas exposiciones sirvieron para probar la calidad de los equipamientos diseñados y construidos en la Universidad y para estudiar cómo interactuaba con ellos el público.
Es cierto: para ese momento existían ya el Museo de Historia Natural, descendiente del antiguo Museo del Chopo —que había sido una especie de gabinete de curiosidades al estilo del siglo XIX—, y el Museo Tecnológico de la Comisión Federal de Electricidad, ambos en Chapultepec. Pero habían sido construidos en los años sesenta y setenta del siglo XX, y obedecían al paradigma de museo contemplativo, donde los visitantes únicamente podían observar las piezas expuestas, sin interactuar con ellas (con algunas excepciones, en el caso del Museo Tecnológico). En cambio, el museo de ciencias de la UNAM sería un espacio totalmente interactivo, donde en vez de tradicionales piezas de museo, habría equipos que los visitantes podrían manipular directamente.
Los trabajos continuaron y el sábado 12 de diciembre de 1992, justamente hace 30 años, Universum abrió sus puertas al público.
Tres décadas han pasado desde entonces, y Universum sin duda ha cumplido su cometido con creces: ser un recinto vivo de la cultura científica, un lugar para mirar, tocar, aprender y ensayar, al que han acudido más de 14 millones 300 mil visitantes.
“Durante este tiempo se han renovado todas las exposiciones en varias ocasiones porque seguimos fieles a la intención original de ser un museo moderno”, se puede leer en su página web oficial. “A lo largo de 30 años hemos recibido a tres generaciones: las niñas y los niños que nos visitaron entonces con sus mamás y papás, hoy nos visitan con sus hijas e hijos”.
Evolución
Para Universum, las renovaciones son importantes; impiden que se vuelva un “mausoleo” y permiten dar cuenta de los avances de la ciencia. “Lo que busca el público escolar o una familia cuando acuden al recinto, es que la Universidad les dé la cara más actualizada del conocimiento; y es ahí donde tratamos de mantenernos a la vanguardia”, afirma su directora, María Emilia Beyer Ruiz, en un boletín de la DGCS-UNAM.
Es imposible pensar en lo que se ha logrado sin mencionar el nombre de Luis Estrada, gestor y maestro de las primeras generaciones de comunicadores de la ciencia de la UNAM, y fundador y director del Centro Universitario de Comunicación de la Ciencia, antecedente de la actual Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC), relata la directora.
Aunque al inicio en ese lugar sólo se realizaban programas de radio o revistas, el proyecto de Universum adquirió importancia y visibilidad hasta que, en el rectorado de José Sarukhán Kermez, se asignó el edificio que albergó al Conacyt para el Museo de las Ciencias, bajo el mando de Jorge Flores Valdés. Al inicio sus salas fueron: Estructura de la materia, Matemáticas, Energía, Biodiversidad, Agricultura, Ecología, Biología humana y salud, Comportamiento animal y sociedad, además de Astronomía.
Su crecimiento y renovación han sido interesantes. “Universum surgió con la visión de ser un apoyo a la enseñanza formal y fomentar las vocaciones científicas en los jóvenes”. Por ello, varios de los esfuerzos iniciales estuvieron orientados a atraer a los alumnos de bachillerato, a fin de que ahí se enfrentaran de manera lúdica a la ciencia y consideraran estudiar una carrera del área. Aunque esa era una de las líneas de trabajo principales y continúa vigente, “la realidad se impuso”.
Los estudios del público mostraron que los visitantes promedio eran estudiantes de 14 años; es decir, de secundaria. De ese modo, “nos hemos transformado atendiendo no sólo lo que queremos emitir como mensaje, sino comprendiendo las necesidades y expectativa de todo tipo de público, y diseñando actividades y experiencias que se adecuen a él”, afirma María Emilia Beyer.
“Aprendimos que en una misma exposición puede haber diferentes niveles discursivos y que es posible plantear una serie de preguntas y diálogos entre los objetos que exponemos y quien los mira, sin importar el rango de edad, la escolaridad o sus intereses particulares. Contar con exposiciones que tienen distintos niveles de lectura es un acierto que hemos aprendido a lo largo de estos 30 años”.
Al ser lúdico, “nos convertimos en un espacio de visita familiar, sobre todo en fines de semana; el trato al público más pequeño implicaba el diseño de experiencias divertidas y distintas, y una atención ágil, dinámica y cambiante”. Es por ello que hace 22 años se inauguró el Espacio Infantil, para bebés y niños de cero a seis años de edad, aunque por la pandemia permanece cerrado.
“Hemos aprendido a tomar un concepto de la ciencia, que puede ser el mismo sin importar el nivel: bachillerato, secundaria o niños pequeños (por ejemplo, ‘ecosistema’ o ‘biodiversidad’), y a comunicarlo mediante estrategias diferentes, espacios diversos y rincones del museo distintos”.
Asimismo, continúa, Universum evolucionó en la presentación de las temáticas porque la ciencia no está encasillada, sino que se comparte y se comunica, además de que las Ciencias Sociales también están presentes. Por ello, “en los últimos tres años hemos tratado de abatir las fronteras del conocimiento que en la realidad no están dadas sino por un currículo escolar, por ejemplo, y establecer hilos narrativos que conecten a las salas”.
Las exposiciones permanentes son: Física; Agua, elemento de vida; Imaginario matemático; R3, reduce, reutiliza, recicla; El cerebro, nuestro puente con el mundo; La química está en todo (que incluye al Baylab, un laboratorio en colaboración con la empresa Bayer en el que los adolescentes y jóvenes pueden hacer experimentos); Universo; Hábitat; Evolución, vida y tiempo; Salud, vida en equilibrio; además de Sexualidad. Y como parte de la reciente renovación del museo, se cuenta con las salas dedicadas al Océano, y Tesoros: fósiles y minerales de México.
En septiembre, además, se inauguró la sala Decide: tu espacio, tus ideas, que expone cómo podemos tratar de resolver los problemas que enfrentamos; y en 2023 “nos gustaría contar con experiencias tipo ‘cuartos de escape’, donde haya un reto por resolver utilizando el método científico”, cuenta la directora.
Un motivo de orgullo para la UNAM: Enrique Graue
En una ceremonia realizada hace unos días con motivo del aniversario del museo, la directora ha señalado que Universum ha sido una “institución ejemplar” en su tipo, no sólo por su trabajo y enfoque, sino también por sus programas de inclusión de públicos vulnerables y su perspectiva de género.
“Hemos formado una comunidad diversa y activa, comprometida con la divulgación de la ciencia. Somos un apoyo de la enseñanza formal de estas disciplinas, pero con herramientas lúdicas y más cercanas para ‘democratizar’ el acceso a ellas” mediante exposiciones temporales, conferencias, demostraciones, talleres y otras actividades.
Con tres décadas de fructífera labor, “Universum, Museo de las Ciencias, es motivo de orgullo para la UNAM y debe seguir trabajando de esa manera, como una muestra tangible de los esfuerzos de esta casa de estudios en favor del desarrollo, el saber y la ciencia, ha señalado el rector, Enrique Graue Wiechers, en la ceremonia.
“Es un espacio que abre universos distintos en variadas disciplinas y lo hace en forma lúdica y atractiva. Realza la importancia del conocimiento científico en la búsqueda permanente de la verdad y el bienestar; estimula la imaginación de las y los jóvenes colaborando a una mejor formación; motiva y sustenta nuevas vocaciones y aspiraciones”, ha añadido.
Enrique Graue ha sido claro: “Entender el mundo que nos rodea y la importancia del conocimiento es imprescindible para poder comprender hacia dónde lleva el conocimiento científico, a fin de aquilatar la importancia de sus aplicaciones y demandar financiamientos para la investigación de innovación y desarrollo tecnológico”.
El exrector de la UNAM y fundador de Universum, José Sarukhán Kermez, también dedicó algunas palabras al aniversario del recinto. En su mensaje ha subrayado que es el mejor museo de ciencias del país. Fue concebido y creado por investigadores, maestros y estudiantes de doctorado de diversas disciplinas de la Universidad Nacional. Luego, alumnas y alumnos se incorporaron como “anfitriones” de las diversas salas para guiar los recorridos de los visitantes.
“Este es un ejemplo de lo que significa la divulgación universitaria: es comunicación de la ciencia a la sociedad, de la mejor calidad y de la mayor pertinencia; hecha de tú a tú, de los jóvenes estudiantes a los jóvenes visitantes, lo que me parece realmente valioso”.
Al final, José Sarukhán ha sido muy elocuente: la celebración es por “un trabajo de amor en la comunicación de la ciencia. Que Universum viva para siempre”.
Y, sí: que Universum viva para siempre.