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Mujer, sexualidad y calidad de vida

En el M8, preparamos este dossier en el que los autores abordan materia de género, educación y salud sexual.

Marzo, 2023

La sexualidad es un elemento inherente al ser humano. En las distintas culturas y a lo largo del tiempo las personas han variado su forma de relacionarse. Es así como la manera de experimentar y de concebir el cuerpo se ha transformado a través de los años hasta nuestros días. En el M8, preparamos este dossier en el que se aborda materia de género, educación y salud sexual. En su artículo, Helen King hace una breve historia del clítoris. De entrada, dice, éste no es pequeño en absoluto. Lo que ocurre es que sólo el 10 % del órgano es realmente visible. Por otro lado, Sònia Anglès y Camil Andreu parten de una pregunta para su artículo: ¿se habla de sexo cuando se acude a la visita ginecológica? Las mujeres encuentra muchas barreras para hablar de sexo con su profesional de ginecología. A éstos les sucede lo mismo y repercute sobre la salud de las mujeres. ¿Cómo podemos superarlo? Finalmente, Inmaculada García-Valdivieso y Sagrario Gomez nos hablan de las pioneras en la historia de la sexualidad femenina. En asuntos como el placer femenino, la maternidad libre, el uso de anticonceptivos o la reproducción asistida, las mujeres también fueron pioneras.


Breve historia del clítoris

Helen King


“¿Cuál es la diferencia entre un bar y el clítoris? Que a la mayoría de los hombres no les cuesta encontrar un bar”.

En el mundo del humor, el clítoris sigue siendo un misterio: es supuestamente pequeño y por ello inevitablemente difícil de localizar. “¿Qué dinosaurio no se descubrirá nunca? El Clitaurus”.

A veces parece que la ciencia médica se ha interesado mucho más por el pene que por el clítoris. De hecho, hasta hace muy poco, el número de terminaciones nerviosas que se creía que había en el clítoris de una mujer era sólo una estimación y se basaba en investigaciones sobre vacas.

Pero investigaciones recientes en el clítoris humano real han descubierto que tiene más de 10 000 fibras nerviosas, un 20 % más de lo que se pensaba. En la nueva investigación se estudió tejido donado por hombres trans durante una operación de reafirmación del sexo de mujer a hombre. Los tejidos se tiñeron y se ampliaron 1000 veces con el microscopio para poder contar las fibras nerviosas una a una.

Esto se produce tras la investigación en 2005 de la uróloga australiana Helen O’Connell, que se hizo famosa por ser la primera persona en cartografiar completamente el clítoris utilizando resonancias magnéticas de mujeres. Y resulta que no es pequeño en absoluto. Lo que sucede es que sólo es visible el 10 % del órgano.

O’Connell ha contado cómo en su formación médica inicial utilizaba libros de texto que nunca mencionaban el clítoris y que consideraban los genitales femeninos como un “fracaso”. Así que se propuso comprender mejor esta parte del cuerpo de la mujer.

Un lugar erótico

Tanto el pene como el clítoris son órganos eréctiles. Junto con el “pequeño” oblongo de la parte visible —el glande—, el clítoris incluye tejido eréctil. Este tejido se llena de sangre al excitarse y se extiende hasta 9 cm, lo que lo hace más grande que un pene no excitado. Esto es importante porque, una vez excitado, los “bulbos” del clítoris se extienden hasta tocar la vagina y la uretra. El placer viaja.

Anatomía femenina.

La historia del clítoris se remonta mucho más atrás que las últimas décadas. De hecho, en la antigua medicina griega y romana era conocido como “un locus (lugar) erótico por derecho propio”. Se le llamaba puerta del vientre, lengua pequeña, garbanzo y arrayán. Con todo, la mayoría de las palabras utilizadas seguían sugiriendo que era pequeño.

A lo largo de su historia, los estudios sobre el clítoris se han basado más en la disección de cadáveres o de animales que en mujeres reales. En 1844, el anatomista alemán George Ludwig Kobelt utilizó clítoris disecados para ilustrar no sólo la parte visible, sino también las partes internas, lo que permitía hacerse una idea mucho mejor de su verdadero tamaño.

Kobelt inyectaba los vasos sanguíneos y linfáticos para comprender mejor cómo se suministraba sangre a los órganos eréctiles. Afirmaba que había muchos más nervios en el clítoris que en la vagina, y lo consideraba mucho más importante para el placer sexual.

Una parte nueva e inútil

Kobelt no fue el primero en darse cuenta de que el clítoris era un órgano importante. En 1672, en su libro Tratado sobre los órganos reproductores de la mujer, el médico y anatomista holandés Regnier de Graaf observó que todos los cuerpos femeninos que había diseccionado tenían uno visible, “bastante perceptible a la vista y al tacto”.

Continuó describiendo “otras partes” del clítoris ocultas en la zona grasa del pubis, incluidos los bulbos del clítoris. Comentó: “Nos sorprende enormemente que algunos anatomistas no hagan más mención a esta parte como si no existiera en absoluto en el universo de la naturaleza”.

Precisamente, antes de De Graaf algunos anatomistas negaban que existiera el clítoris. En 1543, Andreas Vesalius, anatomista, médico y autor de uno de los libros más influyentes sobre anatomía humana, De Humani Corporis Fabrica (Sobre el tejido del cuerpo humano), respondió a los rumores de su existencia desechándolo como “una parte nueva e inútil”.

No todo el mundo estaba de acuerdo, y en 1559 el cirujano italiano Realdo Colombo publicó su De re anatomica (Sobre las cosas anatómicas). Lo sorprendente de la obra de Colombo es que, al igual que la de O’Connell, no se basaba sólo en la disección, sino también en el cuerpo femenino vivo, en la experiencia práctica del mismo.

Describió el hallazgo de una cosa hermosa, “hecha con tanto arte”, la sede misma del placer erótico de la mujer: un pequeño oblongo que, si se frota con el pene o incluso simplemente se toca “con el dedo meñique”, provoca un gran placer y la salida de “semillas” en todas direcciones, “más rápidas que el viento”. Una de las palabras para clítoris en latín era “gaude mihi”, que se traduce como “compláceme”.

Placer frente a procreación

Pero hay que ser cautos y tener en cuenta que toda esta atención histórica al clítoris no se debió a que los científicos estuvieran interesados en el placer femenino por derecho propio. Fue porque se creía que ambos sexos tenían que llegar al orgasmo para que se produjera la concepción. El placer se consideraba necesario para la procreación, no algo que se pudiera experimentar por sí mismo.

Esta antigua afirmación resucitó recientemente en un artículo de 2019 en la revista Clinical Anatomy, donde el fisiólogo reproductivo Roy Levin sugirió que la excitación del clítoris cambia el revestimiento del tracto reproductivo para que sea más probable que se produzca la concepción.

Para el placer, la procreación o ambos, aunque la ciencia sabe ahora mucho más que nunca sobre el clítoris, está claro que aún queda camino por recorrer, dado que investigaciones recientes muestran que muchas mujeres aún no son capaces de identificar correctamente sus genitales. (Este artículo fue publicado originalmente en inglés).

[Helen King: professor Emerita, Classical Studies, The Open University.]

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¿Hablamos de sexo cuando acudimos a la visita ginecológica?

Sònia Anglès Acedo / Camil Andreu Castelo-Branco Flores


En la mayoría de las visitas a las consultas de ginecología no se habla de la vida sexual. Este hecho tiene su origen en una serie de barreras, tanto institucionales como personales, que afectan a la estructura del sistema sanitario, al profesional sanitario y a las pacientes.

Debemos recordar que las pacientes que visitan las consultas de ginecología tienen un mayor riesgo de ver afectada su vida sexual comparadas con las mujeres de la población general. Esto sucede tanto por la propia patología (ginecológica u obstétrica) como por algunos tratamientos que se indican para tratar estas patologías (cirugía, tratamientos farmacológicos, quimioterapia, radioterapia…).

Entre las principales barreras con las que se topan los pacientes a la hora de entablar una conversación sobre este asunto con su profesional de ginecología, encontramos las siguientes:

⠀⠀1. Miedo a que el médico piense que es un asunto trivial.

⠀⠀2. Pensar que no existe tratamiento disponible para su problema sexual.

⠀⠀3. Incapacidad de considerar durante la visita médica el impacto a nivel sexual que tendrá la patología por la que la están tratando.

⠀⠀4. Vergüenza.

⠀⠀5. Falsas creencias o mitos respecto a la sexualidad.

No obstante, a pesar de estos obstáculos, la mayoría de las pacientes desearían poder discutir, en la consulta ginecológica, los problemas sexuales que les surgen en su vida.

De hecho, según un estudio cualitativo realizado en mujeres de mediana edad, las pacientes consideraron importante no sólo una evaluación física sino también emocional sobre su patología sexual. También destaca la preferencia de las mujeres por recibir tratamientos conductuales, además de los tratamientos farmacológicos, para obtener un abordaje más integral.

Los ginecólogos tampoco preguntan sobre sexo a sus pacientes

La otra cara de la moneda es la poca frecuencia con la que se evalúa la vida sexual por parte de los ginecólogos. Esto último, probablemente, se deba a algunas barreras que afectan tanto al profesional como al sistema sanitario. Entre ellas, encontramos:

⠀⠀1. Falta de formación.

⠀⠀2. Escasa confianza en la historia clínica y en la prevención.

⠀⠀3. Miedo a avergonzar a la paciente.

⠀⠀4. Incomodidad del profesional respecto a la sexualidad.

⠀⠀5. Características de la paciente, como la edad, etnia, orientación sexual, tener pareja o no tenerla, pronóstico de salud.

⠀⠀6. Modelo de atención basado en la patología.

⠀⠀7. Reticencia a abordar la salud sexual por parte de los médicos.

⠀⠀8. Falta de tiempo.

⠀⠀9. Falta de recursos sanitarios a nivel de Salud Pública.

⠀⠀10. Consultas diseñadas sin tener en cuenta la intimidad de las pacientes.

En un estudio estadounidense, se reportó que el 63 % de los obstetras y ginecólogos prefieren evaluar de manera rutinaria la actividad sexual de sus pacientes.

No obstante, sólo el 40 % evalúa la sexualidad y pregunta por la existencia de problemas sexuales. Todavía es menor el porcentaje de profesionales que preguntan sobre satisfacción sexual (28,5 %), orientación o identidad sexual (27,7 %) o el placer experimentado por esta práctica (13,8 %).

Los ginecólogos más propensos a evaluar la sexualidad de las mujeres son aquellos con una formación específica en sexología clínica, sin diferencias en relación con los años de experiencia o el género del profesional.

Además, otro estudio suizo afirma que sólo el 7,9 % de los ginecólogos pregunta de forma habitual por alteraciones de la vida sexual a sus pacientes.

La valoración de los problemas sexuales femeninos se atiende con mayor frecuencia en determinadas consultas ginecológicas, como la atención a la menopausia (88 %) o en el posparto (70 %), según dicha investigación.

Patologías con consecuencias negativas en la actividad sexual

Como decíamos al principio del texto, incluir en las consultas de ginecología todos los asuntos relacionados con el sexo es fundamental, dado que muchas patologías y sus correspondientes tratamientos tienen consecuencias negativas en la vida sexual de las mujeres.

Por ejemplo, la incontinencia urinaria (IU) puede causar inactividad sexual o disminución de la frecuencia sexual habitual. También puede provocar alteraciones de la función sexual en al menos 1 de cada 4 mujeres con este síntoma. Tienen mayor afectación las mujeres que presentan IU durante la actividad sexual.

Por otra parte, entre un 20 y un 50 % de las mujeres con prolapso genital sintomático serán sexualmente inactivas a causa de esta patología. Además, de las sexualmente activas, entre el 15 y el 20 % experimentarán dolor con el coito y hasta un 30 % presentará una disfunción sexual femenina.

Asimismo, prácticamente el 50 % de las pacientes con endometriosis refieren afectación de la función sexual. Sienten, principalmente, dolor con el coito pero también puede afectar a otros dominios de la sexualidad y la relación de pareja.

Por su parte, las pacientes con síndrome de Turner (un trastorno genético que afecta el desarrollo de las niñas) refieren menor actividad sexual (al compararlas con mujeres de edades similares) y muestran menos satisfacción con la excitación sexual.

Figura 1. Consecuencias de no hablar de sexo en la consulta ginecológica, donde las flechas tachadas representan los lugares donde podemos actuar para cambiar el problema. Así, la doble flecha indica que al no actuar se magnifica el problema e inicia un nuevo ciclo donde aumentan las dificultades de manejo de las pacientes. / Camil Andreu Castelo-Branco. Author provided

Cómo hablar de sexo en la consulta ginecológica

Por este motivo, es especialmente importante romper todas las barreras previamente mencionadas y valorar la salud sexual en la práctica ginecológica habitual y, en general, en toda consulta médica.

Para conseguir este objetivo debemos ser proactivos, vencer las barreras, abrir la puerta a la atención de la salud sexual y escuchar a la paciente. Es importante dejar claro que es un tema del que se puede hablar en la consulta para evitar la secuencia mostrada en la Figura 1.

Como técnica de arranque, se puede establecer una conversación con la paciente a partir de preguntas que normalicen la presencia de síntomas sexuales en el marco de la atención sanitaria que se está realizando. Por ejemplo: “Frecuentemente la incontinencia urinaria y la patología del suelo pélvico se asocia a otros síntomas, como la afectación de la función sexual. ¿Diría que usted tiene algún problema en este aspecto?” o “Las mujeres que tienen la menopausia con frecuencia refieren sequedad y molestias genitales, ¿a usted le ocurre?”. Es importante que se inicie la conversación sobre la salud sexual al margen del momento de la exploración física, siempre con la paciente vestida.

También debemos concretar el síntoma principal mediante preguntas como “¿Qué es lo que le pasa?” (mejor si la paciente lo describe con sus palabras), “¿Desde cuándo?, ¿en qué situaciones?, ¿cómo le repercute el problema en su vida?, ¿a qué atribuye su problema?”.

Los ginecólogos, así como los diferentes profesionales de la salud, tenemos una oportunidad de oro para que las pacientes reflexionen sobre los diferentes aspectos de su sexualidad y calidad de vida. Por lo que es fundamental insistir en la educación sexual de nuestras pacientes y fomentar una sexualidad positiva centrada en el placer.

[Sònia Anglès Acedo: ginecóloga y sexóloga clínica, Hospital Clínic de Barcelona, Universitat de Barcelona / Camil Andreu Castelo-Branco Flores: catedrático de Obstetricia y Ginecologia. Director del Departamento de Cirugía y EMQ. Director del master de Sexología Clínica, Universitat de Barcelona.]

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Las pioneras en la historia de la sexualidad femenina

Inmaculada García-Valdivieso Jiménez / Sagrario Gómez Cantarino


La sexualidad es un elemento inherente al ser humano. En las distintas culturas y a lo largo del tiempo las personas han variado su forma de relacionarse. Es así como la manera de experimentar y de concebir el cuerpo se ha transformado a través de los años hasta nuestros días.

Históricamente, la perspectiva femenina sobre la sexualidad ha sido silenciada y reducida únicamente a la función reproductora, ya que las mujeres eran consideradas simples objetos sexuales. Por ello es necesario visibilizar la labor realizada por un conjunto de figuras femeninas, relevantes y pioneras en materia de género, educación y salud sexual. Ellas fueron las encargadas de dar voz a un movimiento para convertir la sexualidad en un área abierta y en construcción.

El Universo, del Scivias-Codex de Hildegarda de Bingen, 1165. The York Project

El placer femenino y la maternidad libre

En primer lugar, una de estas mujeres protagonistas indiscutibles de la historia fue la religiosa alemana Hildegarda Von Bingen (1098-1179), considerada la primera mujer en describir el orgasmo femenino. En su libro Causa est curae afirmó que las mujeres también sentían placer.

Más adelante, en la España del siglo XVIII destaca Luisa Rosado (1770), una matrona con amplia experiencia en el arte del parto. La idea de publicitar sus servicios mediante carteles le llevó a enfrentarse al Protomedicato (tribunal formado por protomédicos y examinadores, que reconocía la suficiencia de quienes aspiraban a ser médicos). Sucedió en una época en la que los cirujanos comenzaron a atender los partos y pronto esta disciplina se convertiría también en un ámbito médico masculino. Por su osadía, los médicos de la corte de Carlos III vieron incluso amenazada su posición privilegiada.

Posteriormente, Margaret Sanger (1879-1966), una enfermera y activista a favor de la educación sexual, fundó la ‘Liga Estadounidense para el Control de la Natalidad’. Consideraba que, para alcanzar la igualdad de la mujer, era necesaria una maternidad libre. Fue una figura emblemática en la defensa de los derechos reproductivos y la legalización del aborto. Publicó panfletos sobre el uso de métodos anticonceptivos, prohibidos en aquella época por las Leyes de Comstock. Sin embargo, su legado no está exento de controversias por sus conexiones con el movimiento eugenésico.

Del uso de anticonceptivos a la reproducción asistida

En la misma línea, Marie Stopes (1880-1958) fue la primera mujer doctorada en la Universidad de Manchester y defensora de los derechos de las mujeres. Publicó uno de los primeros manuales modernos que explicaban el uso de métodos anticonceptivos. En su libro Married Love (1918) hablaba sobre la sexualidad femenina, la exploración física y mental y la igualdad entre hombres y mujeres, hecho por el cual fue censurado. Pero su faceta combativa convivía con sus intenciones a favor de la eugenesia y de un ideal supremacista.

En el mundo de la realeza, Marie Bonaparte (1882-1962) fue una princesa francesa que rechazó el rol de sumisión femenina. Sintió curiosidad por su propio cuerpo y buscó respuestas para explicar el placer sexual femenino. Realizó estudios sobre la estimulación del clítoris y el orgasmo y en 1950 publicó su libro Sexualidad femenina. Es considerada una mujer revolucionaria y precursora de la investigación sexual, en una etapa en la que esta esfera seguía siendo muy patriarcal.

Educación Sexual (Hildegart Rodríguez Carballeira, 1931). Wikimedia Commons

Hildegart Rodríguez Carballeira (1914-1933) era reconocida como modelo de mujer del futuro. A los 11 años ya impartía conferencias sobre sexualidad y feminismo. Era defensora del aborto y de la educación libre. Destacaba su activismo en el movimiento por la emancipación de la mujer y fue elegida como secretaria de la ‘Liga Española para la Reforma Sexual’.

El logro de Miriam Menkin (1901-1992) al realizar la primera fertilización de un óvulo in vitro en 1944 marcaría el comienzo de una nueva era reproductiva. En este ámbito también destaca Jean Purdy (1946-1985), enfermera y embrióloga británica pionera en el tratamiento de la fertilidad. Ella fue la encargada de transferir el embrión en estado de blastómero al útero materno, pero tristemente su contribución jamás fue reconocida públicamente.

Anatomía del clítoris y otros mitos

El libro El informe Hite (1976) es una obra clave del feminismo y la sexualidad. Cuenta la historia de Shere Hite (1942-2020), la mujer que se atrevió a preguntar lo que nadie había preguntado antes. Consiguió que 3,500 mujeres escribieran sobre sus experiencias sexuales. Desmintió uno de los grandes mitos de la sexualidad, que decía que la mayoría de mujeres sólo podían alcanzar el orgasmo a través del coito. Su insistencia en que se escuchara a las mujeres fue innovadora, rompió tabúes y escandalizó al mundo heteronormativo.

Shere Hite en 1981. Wikimedia Commons / Bernard Gotfryd

Helen O’Conell (1962), especializada en urología, fue la primera mujer en describir la anatomía completa del clítoris, su vascularización e inervación. Sus investigaciones han estado centradas en el único órgano humano diseñado para el placer, mostrando cuál es la forma y el tamaño de cada uno de sus componentes.

La sexualidad femenina había estado encerrada en la vergüenza y el desconocimiento desde el principio de los tiempos, pero ellas rompieron con las normas establecidas, promoviendo una sexualidad más igualitaria y libre. Con sus discursos consiguieron que la diferencia sexual entre hombres y mujeres no fuera ignorada. Además, se negaron a aceptar la idea de que las mujeres sólo debían complacer a los hombres y no experimentar placer.

[Sagrario Gómez Cantarino: profesora, doctora de Enfermería del Campus de Toledo, Universidad de Castilla-La Mancha / Inmaculada García-Valdivieso Jiménez: graduada en Enfermería. Grupo de Investigación Enfermería, Dolor y Cuidados (ENDOCU), Universidad de Castilla-La Mancha.]
[Fuente: textos publicados originalmente en The Conversation; son reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons.]

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