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Luis Tovar, un literato que hace crítica de cine

Las excusas fílmicas de un periodista

Febrero, 2024

Aunque llegó casi de manera fortuita a la crítica de cine desde la literatura —estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de UNAM—, no hay duda de que el escritor Luis Tovar se ha ido afianzando como uno de los más solventes y serios practicantes del análisis cinematográfico en México. Testigo de ello es su columna ‘Cinexcusas’ que ha publicado desde finales de 1999 en el suplemento «La Jornada Semanal», y que el sello Ediciones Sin Nombre ha convertido ya en dos libros. Titulados precisamente con el nombre de la columna —Cinexcusas—, el segundo tomo, que vio la luz a finales de 2023, acaba de ser presentado el pasado 22 de enero en la Cineteca Nacional con una mesa de lujo en la que se dieron cita puros pesos pesados: ahí estaba el decano de la crítica de cine en México, el maestro Jorge Ayala Blanco —quien, por cierto, prologa el segundo tomo—, Rafael Aviña, Carlos Bonfil y Alejandro Pelayo (director de la Cineteca) como moderador. La publicación (y presentación) del segundo tomo nos ha dado pie para buscar al escritor y crítico Luis Tovar. Víctor Roura ha conversado con él.

Nacido en la Ciudad de México en 1967, Luis Tovar es egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es autor de los relatarios Amor que crece torcido y Sin rastro de nosotros, del volumen de crónicas Una jornada en el otro tiempo, de los poemarios Diccionario del mar y Palabra el cuerpo, de la novela El tiempo real y de los dos tomos de Cinexcusas, columna así intitulada que firma en cada ejemplar del suplemento “La Jornada Semanal” que también dirige el propio Luis Tovar, motivo, por cierto (la reciente aparición del segundo tomo de este libro de crítica cinematográfica, bajo el sello de Ediciones Sin Nombre), que nos ha impulsado a conversar con este destacado escritor y periodista.

La cruda Ley del Mercado

Cinexcusas II, aparte de hacer crítica de cine, es también un buen juego de palabras no usual en el séptimo arte. Independientemente de tus análisis visuales, ¿qué consideras es el punto más debilitado del cine mexicano?

—Creo que son dos los puntos más débiles/debilitados del cine mexicano: dichos sin un orden jerárquico, uno es la ya proverbial dificultad para que sea exhibido en condiciones decorosas cuando menos. Es bien sabido que la cartelera cotidiana padece una desproporción salvaje de nueve a uno, a veces peor, entre el cine mexicano y todo el otro; desproporción que, se supone, debería ser evitada por la Ley de Cine, pero en los hechos ésta es letra muerta e impera la muy cruda del mercado. El otro punto débil no se desvincula del antedicho, más bien van de la mano: en el intento siempre fallido de “conquistar” la cartelera, a cierto cine mexicano se le están pasando las cucharadas de una medicina que bien puede ser llamada “Mediocritol” (tramas insulsas, fórmulas archisobadas, personajes de cartón, insistencia en un puñado de “exitosos”, etcetera), mientras que a otro cierto cine le da por apartarse tanto de esas taras que acaba siendo tal vez no ilegible pero sí indigerible para muchos, comenzando por los distribuidores y exhibidores, que de eso no quieren saber nada porque, negocio obliga, no dejaría ni un centavo de ganancias.

Jorge Ayala Blanco y punto

—Cuando yo fui enterado de que prácticamente toda la obra de Emilio García Riera no le pertenecía a él sino a diversos colaboradores suyos, entendí aún más cómo la fama puede ser perfectamente adulterada. ¿Qué crítico cinematográfico te parece realmente original, valioso en sus aportaciones escriturales?

—La respuesta cabe en tres palabras: Jorge Ayala Blanco y punto… bueno, fueron cinco palabras. Cualquiera que lo lea y no esté afectado de las entendederas ni padezca de esa envidia que suele disfrazarse de nomegusta y noseleentiende, debería reconocerlo; un solo texto suyo basta.

Neoajonjolís de demasiados moles

—Don Gabriel Zaid apuntó una vez que había sobreabundancia de libros, ¿no hay asimismo demasiados premios para el cine en México, no hay una sobrevaloración de actores o de directores, cómo percibe esta situación un crítico de cine?

—No estoy seguro de que haya un exceso, si consideramos que los premios verdaderamente válidos (y aun éstos con reservas en cuanto a dicha validez) son muy escasos: los de Morelia y Guadalajara, respectivamente, y el más bien raspado Ariel serían los únicos, me parece. El resto no sirven, como se dice de broma en el gremio respecto del último mencionado, ni para sostener la puerta.

“La sobrevaloración de actores o de directores sería otro asunto y no la veo tanto en los premios que les den, sino en la percepción pública que se tiene de ellos, y aquí estoy pensando concretamente en los tres amigous: Del Toro, González Iñárritu y Cuarón, y en cuanto a actores a Gaelito y a Dieguito sobre todo, más la morralla: Luis Gerardo Méndez y Regina Blandón, desde hace un rato neoajonjolís de demasiados moles”.

No olvidar a Efraín Huerta

—Cabrera Infante publicó en vida un libro reuniendo sus textos sobre cine, ¿cuál literato, para Luis Tovar, es el más sabedor de cine? Porque pese a su tamaño ingente como literato, Cabrera Infante no es mencionado en el mundo fílmico como un exacto apuntador de visiones cinematográficas. Quizás el ejemplo no es el idóneo, pero viene a cuento en la pregunta.

—Esta pregunta sí que es difícil… Podría ser precisamente el autor de cine o sardina, pero no podría dejar de mencionar a Efraín Huerta, que vaya si sabía de cine como queda demostrado cuando firma como “Fósforo”, “Filmito Rueda”, “Juanito Pegafuerte” o “Roberto Browning”. Pero el Cocodrilo me hace pensar en Horacio Quiroga, que cuando el cine era silente también hizo una crítica magnífica. Habría que matizar, por supuesto, que sobre todo en los dos casos mexicanos cabe la expresión “en su momento”, pero si pienso en algún contemporáneo sería, sin duda y junto con Cabrera, Paul Auster, quien por lo demás no es que escriba sobre cine sino que escribe guiones y ha dirigido, y no lo hace nada mal.

“Algo que se parecía a la crítica”

—¿Cuándo Luis Tovar, siendo ya cinéfilo, se decidió por escribir crítica especializada en cine? Mirándolo con atención, y a partir de tus dos tomos de Cinexcusas, se puede afirmar que eres ya un crítico del siglo XXI: ¿habrá alguna diferencia, aunque pequeña, del quehacer de la crítica fílmica entre las nuevas generaciones y las que las precedieron?

—Fue más bien fortuito en realidad: eran finales de 1997, estaba sin empleo y casi sin dinero y mandé solicitudes de trabajo a dos o tres revistas; una de ellas se dedicaba al cine y fue la primera que tuvo la gentileza de llamarme. En 1998 entré como redactor y traductor, comencé a hacer entrevistas y textos de todo tipo, luego artículos y, cuando menos me di cuenta, ya estaba haciendo algo que se parecía a la crítica. Entonces me lo tomé como se debe, es decir en serio, y me preparé lo mejor que pude para seguir haciéndolo.

“Aunque empecé con la crítica profesional en el coletazo del siglo XX y los libros son casi por completo sobre cine del XXI, por cuestión de edad y manera de trabajar siento que soy parte de la generación precedente de la actual. En cuanto a ésta creo que sí hay diferencias, dos al menos, una tal cual producto de los tiempos y otra de la irresponsabilidad, y se conectan: cada vez son más los críticos (subrayo las comillas) que piensan que escribir no sólo es innecesario sino que incluso estorba, y se dedican a perorar sin mucho acierto ni concierto delante de una cámara, ya sea televisiva o en redes; por cierto, esa es la otra diferencia que decía: el espacio para la crítica se ha desplazado en gran medida a los medios electrónicos, y no puedo sino hacer una aclaración que en el fondo debería ser innecesaria: esos medios ni cualesquiera otros son malos por naturaleza, todo depende de cómo procedan quienes los aprovechan”.

Luis Tovar en una imagen de 2018. / Foto: Pedro González Castillo.

El ranchero viviendo y cantando siempre bien contento

—Si uno preguntara al crítico cinematográfico Luis Tovar que nos dijera cuál, a su parecer, es la obra culminante de la denominada Época Dorada del Cine Mexicano y cuál la mejor realización posterior del siglo XX, ¿qué nos respondería ante esta compleja interrogante?

—Pues vaya si es compleja. Respondería poniendo por delante lo que le aprendí a mi maestro Jorge Ayala Blanco: te digo ahorita una (con él fueron más generosos, pues le pidieron diez), y mañana te diré una distinta… Con esa salvedad, permítanseme dos: Nosotros los pobres y Dos tipos de cuidado, epítomes de las dos vertientes principales de aquel cine: el melodrama y el de rancheros viviendo y cantando siempre bien contentos.

“La etapa posterior del siglo XX me pone en un predicamento similar. De botepronto anoto tres: La fórmula secreta de Rubén Gámez, Los caifanes de Juan Ibáñez y el mediometraje Caridad de Jorge Fons, cada una insuperable en su propuesta”.

“Escribo después de reflexionar acerca de lo visto”

—¿Cuánto demoras en escribir una reseña fílmica? ¿La escribes después de haber visto una película o luego de haberla reflexionado? ¿Es necesario haber mirado miles de cintas para poder abordar el tema fílmico?

—Es muy variable el tiempo que me toma. Hay veces que la columna sale de un tirón (en este momento acabo de escribirla, por ejemplo, y me tomó solamente un par de horas), y otras que es el doble o hasta más. No sé cómo hacen mis colegas, en mi caso invariablemente pienso mucho antes de sentarme a escribir crítica de cine y más aún con la literatura. Por ahí alguien no me cree, pero cuando tomo la pluma o el teclado es porque prácticamente ya sé lo que voy a escribir y, evocando a Mozart sin por supuesto compararme, el resto sólo es garabatear.

“Escribo después de reflexionar acerca de lo visto y, de preferencia, un par de veces si es posible (suele serlo), y no de botepronto sino cuando menos al día siguiente, para que las ideas tomen su lugar con calma.

“Necesario creo que sí, pero estoy casi seguro de que nadie vio tantas como miles antes de pergeñar su primer texto de crítica, malo por necesidad. Prefiero la palabra conveniente y, a partir de ahí, acumular y acumular, pues en medida de lo visto (y de lo leído, y me permito el paréntesis para decir que jamás bastará con ver películas para abordar bien el fenómeno cinematográfico, como por desgracia y para su infortunio tantos creen) será mejor lo que hagas”.

Luis Tovar en la presentación de Cinexcusas, el pasado 22 de enero, en la Cineteca Nacional. / Foto: Sergio Raúl López.

Cinefilia antigua y arraigada

—Si en lugar de una revista de cine hubiera sido una, digamos, de danza o de teatro o de arte popular, ¿tendríamos a un Luis Tovar haciendo crítica de otra especialidad, entonces?

—Definitivamente no lo creo. Quizá, y sólo quizá, de literatura. Siempre he creído que el azar es el único que sabe bien de qué va la cosa y nunca se equivoca; en este caso, lo que comenzó por ser la solución a una necesidad (tener trabajo) terminó convertido en un oficio al cual, por una cinefilia bastante antigua y arraigada, quizás estaba predispuesto, por decirlo de algún modo.

“Cercano en algo a mi admirado Jorge”

—Predomina en tu tarea escritural la literatura, el cuento, la poesía o la crónica. Siempre he afirmado que Jorge Ayala Blanco es, más que un connotado crítico de cine, es un literato; en este sentido, ¿Luis Tovar es también un literato metido a la crítica cinematográfica?

—Así es, tal cual me lo preguntas, y lo he dicho por ahí cada que viene a cuento: no me considero un crítico de cine que escribe sino un literato que hace crítica de cine, entre otras cosas, y no desaprovecho la oportunidad de declarar el orgullo que me provoca ser considerado, en virtud de tu pregunta, cercano en algo a mi admirado Jorge.

El escritor y crítico de cine Luis Tovar. / Foto: Facebook.

Periodismo, crítica y literatura

—Y el periodismo, ¿dónde queda: ensamblado entre la crítica fílmica y las letras? Tu trabajo en La Jornada como director de su suplemento cultural es relevante por la apertura que exhibes en el quehacer de la diaria escritura, a diferencia, digamos, de otras publicaciones asentadas en cierta ideología y de allí no salen…

—Primero te agradezco enormemente la visión que tienes del trabajo que hago en La Semanal. Esa apertura que mencionas me parece indispensable para no acabar convirtiendo al suplemento en mero vehículo ideológico; siempre lo he visto, entre otras cosas, como un espacio y una propuesta para la reflexión, entre más plural mejor y, en ese sentido, tengo al menos la intención de que el periodismo comparta con la crítica y la literatura que hago el mismo espíritu.

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