Noviembre, 2025
Nació en Durango el 2 de enero de 1946. Aunque estudió la licenciatura en Derecho, su vocación era la literatura. Así, obtuvo la maestría en Letras Hispánicas y después el doctorado en Letras Mexicanas, ambos en la UNAM. Desde 1974, cuando comenzó a ejercer de profesor e investigador en la UAM, ha ido sumando facetas a su historial: hoy, Evodio Escalante es además crítico literario, poeta, ensayista y antólogo; también, melómano del jazz y gran divulgador del género (él mismo toca el saxofón soprano y ha ofrecido exquisitas y ocasionales sesiones musicales). A los diversos premios que tiene en su haber en su larga trayectoria literaria, se suma ahora el Premio Internacional Rubén Bonifaz Nuño que otorga la UNAM bajo el auspicio del Instituto de Investigaciones Filológicas. En la invitación, se puede leer: “Evodio Escalante será reconocido por su larga y admirable trayectoria como ensayista polémico, crítico literario, investigador universitario, pero ante todo como poeta. Desde su primer libro Un demonial de días (1975) hasta Salmos sueltos (2022), pasando por Dominación de Nefertiti (1977), Todo signo es contrario (1988) y Cadencias de amor y neciedumbre (1994), ha combinado y dado una visión personal tanto al verso tradicional como a las vanguardias culturales. Ha estudiado y asimilado poemas reflexivos como ‘Primero sueño’, ‘Muerte sin fin’ y ‘Piedra de sol’, así como el movimiento estridentista y canciones de músicos como Bob Dylan y Jim Morrison”. Asimismo, ha dedicado trabajos a la obra de Rubén Bonifaz Nuño. A manera de doble homenaje —además de recibir este nuevo premio, Evodio Escalante cumplirá sus ocho décadas de vida el próximo 2 de enero—, Víctor Roura ha conversado con él.
A finales de la década de los setenta del siglo XX el libro José Revueltas: una literatura “del lado moridor” causaba gran conmoción y expectativa en el círculo lector nacional. El volumen, escrito por Evodio Escalante (oriundo de Durango, donde naciera en 1946), de muchos modos elevó las circunstancias críticas existentes en el país de entonces. A la fecha, el renombrado intelectual mexicano posee en su haber más de una veintena de libros (siete poemarios, entre ellos). Fue profesor de tiempo completo en la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa por más de cuarenta años. Continúa escribiendo. Entre sus libros podemos hallar La intervención literaria (1988), Figuras del jazz contemporáneo I y II (1990 y 1991), Las metáforas de la crítica (1998), Las sendas perdidas de Octavio Paz (2014), Las metáforas de la crítica (2015), ¡Viva el mole de guajolote! Nuevos asedios al estridentismo (2023) y José Gaos, traductor de poesía (2023). En poesía, es autor de Crápula (2013) y de Salmos sueltos (2022). Y en su Durango natal se efectúa, para toda la República, el Concurso Nacional de Ensayo Crítico que lleva su nombre, otorgado por el Ayuntamiento de dicho estado.
Ahora que va a recibir —el martes 11 de noviembre a las 12:30 horas en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM— el Premio Rubén Bonifaz Nuño de Poesía, y a la espera de su octogésimo aniversario natal, el próximo 2 de enero de 2026, conversamos con el docto escritor.
El de José Revueltas, “sigo creyendo que es un libro vigente con un enfoque hasta cierto punto novedoso”
—Después de leer tu ensayo sobre el lado moridor de José Revueltas, el lector, o al menos eso me pasa a mí, vuelve a contrariarse por las gravedades por las que el Estado hiciera pasar a grandes figuras literarias que tú, en su momento, reivindicaste y nos transformaste en cimeras personalidades. ¿Cuánto tiempo dedicaste a aquel libro editado en 1979, hace casi medio siglo?, ¿sigues de acuerdo con lo apuntado o la visión ha sufrido alguna metamorfosis?
—El libro sobre José Revueltas lo escribí en la friolera de un mes o un mes y medio. Yo era ya entonces profesor en la UAM-Iztapalapa, y me vino de perlas una larga huelga que me permitió dedicarme de tiempo entero a pensar y redactar este texto. Sigo creyendo que es un libro vigente con un enfoque hasta cierto punto novedoso, que creo nadie ha intentado hasta ahora. Leer la obra de Revueltas como una concreción literaria de algunas tesis que plantea Marx en El capital. La idea de una pauperización creciente y la de un “ejército de reserva”, por ejemplo, permean una buena parte de mi texto, sobre el fondo, claro, de la lucha de clases. Se trata de exacerbar las contradicciones dialécticas, cosa en la que Revueltas cree a pie juntillas. También aprovecho algunos aspectos aportados por Gilles Deleuze y Félix Guattari en su, por entonces, famoso Antiedipo.

“Estuve muy cerca de la mafia cultural de aquella época”
—Evodio Escalante siempre se mantuvo al margen, para fortuna de la cultura nacional, de las adherencias de la denominada “mafia” intelectual, ¿qué podrías precisar de aquellos años culturales?
—Estuve muy cerca de la mafia cultural de aquella época, con decirte que me hice reseñista de libros gracias a una amable invitación que me hiciera Carlos Monsiváis para colaborar en el suplemento de “La Cultura en México”. Esta iniciación me marcó, pero pronto las circunstancias me llevaron por otras veredas.
“La crítica literaria, en el fondo, sigue siendo algo inaceptable para las élites culturales”
—Pese a haber estado cerca de la mafia cultural, como lo has declarado, Evodio Escalante, empero, no recibió dádivas ni compensaciones por ello. Déjame decirte que, por ejemplo, Carlos Monsiváis a mí me retiró definitivamente la palabra por una crítica que hice sobre el Premio Anagrama que le diera su amigo Jorge Herralde en España, hecho que me desbarrancara de inmediato en la crítica literaria evitando todos los reseñistas hablar sobre mi trabajo escritual. De algún modo, ¿resentiste tu distanciamiento de aquella fortaleza cultural?
—Tu “careo” con Carlos Monsiváis me parece muy sintomático. Es que la crítica literaria, en el fondo, sigue siendo algo inaceptable para las élites culturales. Monsiváis y Pacheco, muy informados y a menudo muy críticos con los demás…. ¡no aceptaban la crítica! No los podías tocar ni con el pétalo de una rosa. Literal. Se derrumbaban en el acto o te agarraban una ojeriza que les podía durar toda la vida. Esta sintomatología aberrante, que sigue vigente, es una suerte de “mala conciencia” de nuestra cultura. Resulta una manera muy eficaz de obturar la crítica, de ponerle tapones a la actividad analítica. El resultado es que en México la verdadera crítica subsiste debajo de la alfombra, como algo oculto y hasta vergonzante, que hay que eliminar. Pacheco me retiró el habla porque atreví un mínimo comentario adverso en el internet. A Monsiváis lo critiqué en su momento, aunque nunca supe cuál había sido su respuesta, si es que llegó a haberla, ni supe (debo aclararlo) que se me cerraran puertas por haber tenido ese atrevimiento con quien era un Gurú cultural.

El Premio Bonifaz Nuño “lo obtengo no sólo por mis libros de poesía, sino por muchos años de bregar en los terrenos de la crítica de poesía”
—Más que poeta, aunque lo seas, el trabajo de Evodio Escalante gira más hacia el ensayo. Eduardo Lizalde me decía que lo valioso de un premio literario era nada más el asunto económico, ¿qué significa un galardón de esta naturaleza para Evodio Escalante?
—Tienes absolutamente razón. He escrito poesía desde que era un chamaco sin entendederas, y también he publicado. Pero a lo que más tiempo le he dedicado es a la crítica y el ensayo. Me gusta pensar que razono y que puedo explicar con razones las razones de mi gusto por tal o cual obra. Creo tener una vocación por la crítica, un género que requiere ciertas dotes especiales, conocimiento, claro, pero sobre todo una voluntad de independencia. El ejercicio de la crítica te expone no sólo a perder amigos cercanos, sino a ganarte la animadversión de algunos sectores culturales. Si criticas a Octavio Paz, pongo por ejemplo, conquistas de inmediato la animadversión de los seguidores de dicho autor, quien por cierto dejó muchas “viudas”. El Premio Rubén Bonifaz Nuño que me confiere el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, fundado por cierto por don Rubén, considero que lo obtengo no sólo por mis libros de poesía, a los que tengo cariño, sino por muchos años de bregar en los terrenos de la crítica literaria y sobre todo de la crítica de poesía. En mi libro Cinco cumbres de la poesía mexicana me ocupo, entre otros, de la extraordinaria poesía de Bonifaz Nuño, y trato de presentarlo como lo que es: un revolucionario del verso, un subversivo de la métrica castellana, cosa que a la mayoría de sus lectores pasa inadvertida.
“Escribir para todos, no para una élite”
—Se habla mucho del distanciamiento entre la academia y la creación literaria, una dominada por la teoría y la otra por la práctica, sin embargo tú has estado en medio de las dos sin afectarte en lo mínimo tales diferencias. ¿El conocimiento ha superado a la técnica, en tu caso?
—En definitiva, sí, hay una brecha, si no es que un abismo, entre la Academia y la creación y, de igual modo, entre la escuela y el periodismo. Para mí, el periodismo, el ejercicio de la reseña en revistas o publicaciones culturales, es como un bautizo de fuego. Este bautizo te prepara para empresas mayores o más “serias”. No reniego del reseñismo, al contrario, lo reivindico como un eslabón necesario en la formación de un crítico literario. A la Facultad de Filosofía y Letras yo le debo muchas cosas, entre ellas una cierta familiaridad con el estructuralismo, que era la escuela entonces de moda. Todos nos persignábamos con Roland Barthes, con Kristeva y con Todorov. Luego vino el post-estructuralismo, con Foucault o con Derrida. En mis ensayos y en mis libros, dedicados a Gorostiza, a Jorge Cuesta, a Octavio Paz y a los estridentistas, siempre traté de conservar un “aire” periodístico; o sea, no dármelas de culto, sino más bien obediente al deseo de darme a entender por un público más amplio. Lograrlo ha sido una de mis satisfacciones. Escribir para todos, y no para una élite.
“Creo en la perduración de la palabra escrita”
—Escribir para todos, dices, y esa sería la meta generalizada, mas al parecer creo que no es así. No sé tú, Evodio, pero yo conocí a escritores que subsistían al recibir dinero que cobraban en las editoriales por apuntar en las solapas la maravilla con la que se encontrarían los lectores al comprar tal o cual volumen. La independencia literaria es admirable, digamos, en un Evodio Escalante.
—Escribe, que algo queda, podría decirse si parodiamos a Maquiavelo. Creo en la perduración de la palabra escrita. Pese al flagelo del insulto y del ninguneo, la palabra siempre tiene la posibilidad de salir a flote, y de completar su mensaje. La independencia del escritor es siempre algo relativo, y a veces cuesta mantenerla, pero es un ideal que caracteriza al verdadero escritor.

“La inmediatez del internet estimula la tontería”
—Ahora que los aparatos digitales han acabado por triunfar sobre la escritura de papel, que ha acaparado todas las miradas, resulta que todos saben escribir. ¿Esperabas que esta situación daríase alguna vez en esta vida?
—Nadie puede escapar al internet, extraordinaria maravilla de los últimos tiempos. Sus ventajas son enormes, y sus peligros también. Creo (va a sonar cursi) en la nobleza del papel, de la palabra impresa. De pronto, para el internet, todos somos escritores y todos podemos entrar en discusiones con quien quiera. El internet tiene un sesgo carroñero, por alguna razón se presta al insulto, a la banalidad, a la grosería, al ninguneo de la opinión del otro. Su inmediatez estimula la tontería. Qué lástima, es un signo de los tiempos. No, no, nunca imaginé un mundo así…… pero tampoco hay que amargarse.
“Se diría que el marxismo intenta ser la ciencia de la crítica”
—Casi una veintena de ensayos bibliográficos y una decena de poemarios, ¿cuál es para Evodio Escalante la diferencia básica entre ambos géneros y a cuál de ellos dedica más tiempo?
—De entrada, no hay duda que la poesía y el ensayo son géneros distintos. Le he dedicado mucho más tiempo a la escritura crítica y al ensayo que a la poesía, a veces me lo reprocho, pero esto tiene una coherencia con lo que he sido. Coherencia con mis muchos años de profesor y con la base crítica que me hizo ser en una primera etapa de mi vida un lector de marxismo. Se diría que el marxismo intenta ser la ciencia de la crítica, con bases económicas y filosóficas, y por supuesto políticas, pero a la vez con un núcleo utópico, y ello ya tiene que ver con lo que Goya denominaba “los sueños de la razón”. Es decir, con un delirio social y que se comparte. La intuición, la imaginación y el sentimiento dominan de cierto grado en los terrenos de la poesía, mientras que la razón es la diosa oculta de la crítica y del ensayo. Por eso se puede afirmar de bote pronto que la poesía y el ensayo son géneros diferentes, y hasta incompatibles. Pero visto de cerca el asunto, hay una poesía crítica, que tiene un fondo racional, y que no podría existir sin ese fondo, como la de César Vallejo o la de Brecht. La poesía discursiva, como Muerte sin fin de José Gorostiza, podría caber dentro de este cartabón. Yo estimo que las fronteras tienden a disolverse. Hasta Kant, que era híper-racional, destacó el enorme papel que tiene la imaginación dentro del pensamiento filosófico.

“Con los años te das cuenta que no eres sino lo que has sido”
—¿Qué dejarías de escribir y qué obra volverías a hacer con la misma enjundia? ¿Qué harías de nuevo culturalmente o qué dejarías de hacer? ¿Apruebas el fervor informativo actual? ¿Sigue siendo el periodismo un factor esencial que un día tuvo?
—Con los años, en cierto momento de tu vida, te das cuenta que no eres sino lo que has sido. El pasado te determina porque has vivido y decidido en todo momento ese pasado que paradójicamente confluye en tu actualidad. Por este motivo no podría renunciar a lo que he publicado, ni tampoco pensar en modificarlo. Lo que tuvo que ser, tuvo que ser. No puedes corregir el pasado. Sobre los abusos del internet, repito, la nobleza de la palabra escrita también es irrenunciable.
“El trabajo en el que he puesto el alma es como crítico literario”
—Sé, o entiendo, la imposibilidad de la respuesta, pero Evodio Escalante ya se merece, aun sin haberlo obtenido, el Premio Nacional de Literatura, ¡que lo ganaría, sin mérito alguno, Fernando Benítez en 1978… un año después que Octavio Paz y antes de que se los otorgaran a, digamos, Juan José Arreola o Carlos Fuentes! José Revueltas nunca lo obtuvo, ¿has pensado alguna vez en esto?
—Gracias, querido Víctor, por incluirme en esta lista de notables. De veras, gracias. Si bien hay que recordar que en 1967 José Revueltas se hizo acreedor al Premio Xavier Villaurrutia. Más allá de que la memoria resulta a menudo truculenta, hasta donde recuerdo el Premio lo recibió Revueltas de manos de Díaz Ordaz… Revueltas, incluso, habría pronunciado un discurso ad hoc… agradeciendo a GDO, por supuesto; pero te lo digo de memoria, pues no encuentro algún documento que me permita confirmarlo. Lo recibe por el conjunto de su obra: en efecto, un año antes, en 1966, Empresas Editoriales había publicado en dos tomos la Obra literaria de Revueltas, y lo premiaban como consecuencia de ello. No me parece extraño que Díaz Ordaz haya entregado ese Premio, quizás en Los Pinos. Supongo que entonces el gobierno ponía el billete gordo. Más tarde, el Premio se habría desligado de este vínculo oficial, de suerte que el Villaurrutia se publicitó, como se sigue publicitando ahora, como “un premio de escritores para escritores”. La hecatombe que se vino en 1968, y que provocó un trauma nacional, ha hecho que se olvide este episodio, que desde mi punto de vista no infama a Revueltas ni tampoco a Díaz Ordaz. Los otros nombres que mencionas, con la excepción de Fernando Benítez que destaca como periodista y como autor de libros de antropología, es de novelistas: Arreola, Carlos Fuentes y un eminente poeta con mucho reconocimiento, Octavio Paz. La novela, no se olvide, es un género muy popular, los novelistas venden altos tirajes de sus libros. Son verdaderas celebridades. No es mi caso. Aunque he cultivado la poesía, el trabajo en el que he puesto el alma es como crítico literario. Y la crítica, aseguraba Carballo, es el “patito feo” de la literatura. Ni modo. Agradezco que valores mi trabajo, pero será difícil que llegue ese premio que mencionas y menos en una época en que se le tiene tirria a la crítica. ![]()



