Julio, 2025
Olivia Laing es narradora, periodista, crítica literaria y crítica de arte, nacida en Reino Unido en 1977. Hoy aclamada escritora y crítica, es autora de siete libros, el más reciente de ellos: El jardín contra el tiempo: un estimulante relato sobre la creación de jardines y el largo y problemático sueño del paraíso en la tierra. Como apuntan desde la editorial: inspirándose en la restauración de su propio jardín, esta obra de Olivia Laing es un relato bello y exigente de los abundantes placeres y posibilidades de los jardines: no como un lugar donde esconderse del mundo, sino como un sitio de encuentro y descubrimiento. José de Montfort ha conversado con la escritora británica.
José de Montfort
Olivia Laing es narradora, periodista, crítica literaria y crítica de arte, nacida en Reino Unido en 1977. De su faceta periodística, ha escrito sobre arte y cultura para The Guardian, Financial Times y The New York Times, entre otros medios. Asimismo, ha firmado ensayos para catálogos sobre varios artistas contemporáneos, como Andy Warhol, Agnes Martin, Derek Jarman, Wolfgang Tillmans o Chantal Joffe.
De su faceta literaria, su primera novela, Crudo, es un relato en tiempo real del turbulento verano de 2017; se situó entre los diez libros más vendidos de la lista de The Sunday Times y ganó el James Tait Black Memorial Prize.
Hoy aclamada escritora y crítica, Laing es autora de siete libros, el más reciente de ellos El jardín contra el tiempo (Capitán Swing, 2024); un libro donde, impulsada por la restauración de su propio jardín, un vergel amurallado del siglo XVIII en Suffolk, la autora reflexiona sobre el jardín como idea del paraíso y se pregunta quién puede y tiene derecho a disfrutarlo en la actualidad.
Esta nueva obra de Laing recibió recientemente el premio de los libreros de España, concedido por la plataforma Todos tus libros. Laing está contenta por el premio, pues confiesa que es el tipo de escritora que vende en librerías independientes. Está muy agradecida por su apoyo, y el hecho de que se le conceda el galardón en un país que no es el suyo y en una lengua que no es la suya, le parece absolutamente increíble.
El jardín contra el tiempo es una obra que ha tocado a mucha gente en muchos países diferentes. Opina Laing que es porque es un libro lleno de esperanza, pero al tiempo es muy claro sobre cuestiones de explotación, exclusión y los diferentes desafíos que enfrentamos en la actualidad. En principio, el libro parece muy inglés, pero “en realidad los jardines son una metáfora universal, son una metáfora de la belleza y de la creatividad del mundo y sirve la idea del jardín también como estímulo para los seres humanos, ya que les invita a hacerlo lo mejor posible con sus vidas”, cuenta la escritora.

O como señalan desde la editorial: “Este ensayo saca a la luz una cuestión crucial para nuestra época: ¿quién puede vivir en el paraíso y cómo podemos compartirlo mientras aún estemos a tiempo? Moviéndose entre jardines reales e imaginarios, desde El paraíso perdido de Milton hasta las elegías sobre los cercamientos de John Clare, desde un santuario en tiempos de guerra en Italia hasta un grotesco campo de recreo aristocrático financiado por la esclavitud, Laing cuestiona el coste, en ocasiones escandaloso, de construir el paraíso en la tierra. Pero la historia del jardín no siempre representa modelos de privilegio y exclusión. También es escenario de avanzadillas rebeldes y sueños comunitarios. Desde la utopía queer conjurada por Derek Jarman en la playa de Dungeness hasta la fértil visión de un Edén común soñada por William Morris, entre los parterres de flores se han intentado nuevos modos de vida, experimentos que podrían resultar vitales en la próxima era del cambio climático”.
Además de su libro sobre los jardines, Olivia Laing ha publicado en español La ciudad solitaria (Capitán Swing, 2020), un libro donde reflexiona sobre la soledad y las diferentes maneras de estar sola, mientras se duele por una ruptura amorosa y camina contrita por las calles de Nueva York. Asimismo, circula su ensayo sobre la libertad, Todos los cuerpos (Paidós, 2022); El viaje a Echo Spring (Paidós, 2024), un libro sobre los escritores y el alcohol; y Crudo (Alpha Decay, 2019), su única novela escrita hasta la fecha. (Por cierto, en estos días la editorial Paidós publicará también Por el río, un viaje poético por las orillas del río Ouse, donde, como siempre sucede en su obra, Laing mezcla memoria, paisaje, historia y literatura).
“Nuestra atención está constantemente rota, dividida en múltiples direcciones”
El jardín contra el tiempo es un libro que ha tenido un éxito inesperado. Opina Laing que, como vivimos en un momento terrible, en el que en las noticias no hacemos más que encontrar calamitosos anuncios sobre la crisis climática, quizá la gente se ha lanzado a abrazar unos lugares tan hermosos como son los jardines, donde se pueden pensar formas especiales y nuevas de organizar a las sociedades.
La gente durante la pandemia se volcó en la jardinería y ahora, con el paso de los años, han regresado a ella, aunque quizá no la estén practicando de la misma manera, señala Laing.
“Sin embargo —añade—, este contacto les ha servido para entender el sentido de la naturaleza, el valor de la belleza de la naturaleza y me parece que eso sí ha permanecido. Así que supongo que por esa razón tanta gente ha acogido el libro con tanto cariño, porque se han dado cuenta de la necesidad que tenían de ese contacto con la naturaleza”.
La escritora está especialmente interesada en los jardines públicos, como una salida a esa crisis climática. Sabemos que tienen múltiples beneficios, nos recuerda: benefician a la salud física, a la salud mental y, además, bajan las temperaturas en las ciudades. Y, en contraposición a la apertura del jardín público, tenemos las redes sociales, que nos han llevado a nuestras propias cámaras de eco: “Todo el mundo está muy enojado”, dice, “y así la gente no puede escuchar los puntos de vista de otras personas”. Justamente para luchar contra eso surge su libro El jardín contra el tiempo. El jardín es un espacio hermoso: “Entras en él y nadie te grita”, afirma.
Laing es consciente de que los libros son importantes para la gente. “Creo que el libro es una manera increíble de poder experimentar ideas”, afirma. Y añade: “Nuestra atención está constantemente rota, dividida en múltiples direcciones diferentes. Y lo que sucede con un libro es que te permites entrar en un espacio que te da continuidad. Eso es algo muy bueno para tu cerebro, de la misma manera que estar en un jardín es también muy bueno para tu cerebro”.
“Mi trabajo siempre tiene finalidades políticas”
En su juventud, Olivia Laing era incapaz de terminar las cosas, y es entrada la treintena cuando se da cuenta de que todo es tan fácil como comenzar y seguir. “Sí, es tan simple… pero, al mismo tiempo, es tan profundo. Porque sólo se trata de decir, ¡hazlo!”. A esto le ayudó el periodismo, “porque cuando eres periodista, tienes una fecha de entrega y no hay elección”, afirma. El periodismo le enseñó a Laing a ser muy concisa, a ser más concreta con el número de palabras que se usan, “a hacer que cada frase realmente cuente”. La curiosidad también ha sido importante, “en el sentido de que el periodismo te permite preguntar a la gente todas las preguntas difíciles”. El periodismo también le enseñó a hacer investigación. Al no haber terminado la universidad —entre otras cosas Laing abandonó los estudios para participar en protestas—, el periodismo fue su mejor escuela para la escritura.
Los libros de Laing tienen un componente personal, y eso lo consigue utilizando la primera persona, pero sin la voluntad de que sean memorialísticos. En ellos, siempre aparecen otras personas, sobre cuyas vidas escribe, pero, para ella, es muy importante que el lector sepa que ella sigue con ellos en el libro, que es quien les guía por toda la historia, por todas las historias. Porque está bien exponer ideas en una obra, pero es fundamental, en su opinión, que tengamos la sensación de que hay alguien ahí con nosotros. “Considero que es una manera de llevar a la gente a ideas muy difíciles y hacer que se sientan en casa y seguros. Creo en la inteligencia de la gente. Creo que el lector es inteligente y capaz de manejar ideas muy complicadas y que es mi trabajo hacer que sean claras e interesantes”, confiesa. Al introducir cuestiones personales, las obras se humanizan, opina Laing.
El problema es dónde situar la línea entre lo privado, lo íntimo y lo meramente biográfico. Laing lo soluciona de manera intuitiva. Por ejemplo, con su libro La ciudad solitaria quiso, desde el principio, asegurarse de que “el lector realmente entendiera la situación, lo doloroso que es, todo esto sobre la soledad”.

Esa escritura instintiva le permitió darse cuenta del por qué de su enojo, provocado por la soledad de vivir sola en Nueva York, en un país extranjero y con el corazón roto, después de que su novio, por el que se había mudado a la ciudad, acabara de dejarle. Laing, durante el proceso de investigación sobre la soledad (sobre la suya propia, pero también sobre la de artistas radicados en Nueva York: Edward Hopper, Andy Warhol, David Wojnarowicz, Henry Darger, Valerie Solanas) entendió que el talón de Aquiles del dolor real era la vergüenza. Escribir contra esa vergüenza le ayudó a perder el enojo que sentía contra sí misma, y le ayudó, al tiempo, a darse cuenta de que se trataba de una experiencia comunitaria. Y que escribir sobre ello comportaba una acción política, la de evidenciar que vivir en soledad y salirse de las normas de una sociedad homogénea, darse a esas experiencias diferentes es igualmente válido. De ahí que se situara a ella misma en el centro de la narración, siendo la voz que enuncia y empatiza con otros autores solitarios que, igual que ella, poblaron solos y solas las calles de la ciudad estadounidense.
Olivia Laing, quien fuese activista medioambiental en los años noventa, con un carácter, empero, fuertemente individualista, reconoce ahora que ya no es una activista, sino una artista. “Mi trabajo siempre tiene finalidades políticas, pero me siento más cómoda como persona trabajando sola que en grupo”. Se siente muy afortunada de aquellos años de comunas y luchas, a finales del siglo pasado, y cree que todavía es muy necesario que haya gente que lo siga haciendo, pero su labor ahora viene más desde la parte de la creación: “Creo que hay un papel para el artista en esa batalla, que la gente necesita tener una sensación de la Historia, de por qué y cómo las cosas son como son; la gente necesita tener una sensación de las posibilidades de que las cosas puedan ser de manera diferente en el futuro, y creo que ése ha sido mi trabajo durante los últimos años: reunir en mis libros las posibilidades perdidas del pasado y ofrecérselas a una nueva generación que es más joven que yo”.
“El gran terror del amor es la posibilidad de la pérdida”
Entre la escritura de La ciudad solitaria y El jardín contra el tiempo pasaron diez años en la vida de Olivia Laing, y ambos libros pueden considerarse partes constituyentes de una misma moneda: si en el primero es el amor (o el desamor) y la búsqueda de ese (nuevo) amor para salir de la soledad, en el segundo es la pareja, su boda con el poeta Ian Patterson, lo que empuja el libro, pues es por amor que ambos deciden comprar una casa en la campiña inglesa y renovar el jardín. Entre medias está Crudo, su única novela publicada hasta la fecha, una novela que reincide en el asunto amoroso, pues trata sobre lo fácil que es conseguir un amor, pero sobre el hecho de darse cuenta de que, cuando éste llega, es bien difícil lidiar con él. “El amor es una crisis. El amor es una crisis en las fronteras”, afirma. Y es que “el amor realmente exige tanto y exige que renuncies a tanto”, se lamenta, pues “el gran terror del amor es la posibilidad de la pérdida”. En este sentido, su libro sobre los jardines, justo gracias a su tono melancólico, participa de esa posibilidad de la pérdida del amor, de la pérdida del jardín, que son dramas análogos, apegos que transitan un mismo dolor.
Preguntada sobre si se dedicará de nuevo a la escritura de ficción, nos confiesa la escritora inglesa que ya tiene una nueva novela escrita y que este próximo mes de noviembre saldrá a la venta en inglés. Para ella, los libros ficcionales se han de escribir solos, sin apenas edición, como le sucedió con Crudo. Su nueva novela versa sobre el asesinato de Pasolini, una ficción anclada en el mundo real. De su interés por Pasolini, nos cuenta que “él vio lo que venía, Pasolini vio el mundo en el que estamos ahora inmersos. Y creo que fue asesinado por lo que vio”, sentencia. Y añade: “Creo que Saló (o los 120 días de Sodoma) fue su predicción de hacia dónde íbamos. No creo que estemos hablando suficiente sobre lo que vio, lo que predijo y de los sueños que tenía sobre cómo las cosas podían ser diferentes”.
Este próximo mes de noviembre se cumplen cincuenta años desde que murió Pier Paolo Pasolini, así que esperemos pues que esta situación de desatención de sus visiones cambie.